ANTENA 3 prueba ahora con la tertulia ‘Cómo la Vida Misma’ con Senovilla para intentar hace frente a Mª Teresa Campos (TELECINCO)

Muy muerta tiene que estar la cosa cuando, últimamente, la palabra más repetida en los títulos de programas de radio y de televisión es vida. Algo huele a podrido, pero hay que seguir andando como si no nos diéramos cuenta, afrontando una cotidianidad demencial con ese punto de delirio que propone la escritora Inma Monsó en su segunda novela, Como unas vacaciones. Y la televisión no puede dar la espalda a esa realidad. Aparte de durar la mitad de tiempo que el de su poderosa competidora María Teresa Campos, lo más interesante del nuevo programa matinal Como la vida misma, que presenta Alicia Senovilla, es que prescinde por completo de los famosos y da la palabra al pueblo, en la línea que Antena 3 pretende marcar para esta temporada. Su prioridad es el debate popular, en el que también se centrará al parecer el nuevo programa que Isabel Gemio va a presentar en la cadena. Quizá es la respuesta de los programadores al hastío de famosos que empieza a cundir en la sociedad, porque es cierto que hay una hartura generalizada de tanto glamour de medio pelo y tanta celebridad inane.

Dicho esto, lo que más cunde en el programa matinal de la Senovilla es el marujeo fino. El debate es sólo un pretexto para que los anónimos invitados (la mayoría mujeres) cuenten su vida privada sin sombra de pudor. El tema de ayer era la infidelidad en la pareja y la primera señora que intervino dijo que la de su marido empezó cuando ella se quedó embarazada: salidas nocturnas, horquillas, carmín en las camisas. Hasta que no pudo más y le pilló en la habitación de un hotel con la prostituta portuguesa que, para colmo, le transmitió, a través de su marido, una infección venérea que le hizo perder matriz y ovarios. Y el casado infiel, muy clásicamente, negaba la evidencia delante de la portuguesa y con una toalla en la cintura.

A continuación, la prostituta Sophie aseguró que el 90% de sus clientes son hombres casados. Pero no sólo engañan los maridos, porque María López, aunque la consecuencia que sacaba al final de su relato fuera que no merece la pena ser infiel, tuvo el descaro de vivir durante seis meses bajo el mismo techo con su marido y con su amante, un hombre negro al que conoció en una organización humanitaria. Para que luego digan que a la gente común no le pasan cosas y que por eso buscan modelos en las revistas del corazón, para identificarse con sus vidas de lujo y esplendor. ¡Anda ya! Es más bien al contrario: los famosos deberían echar un vistazo a programas como éste para aprender a impresionar a sus hipotéticos seguidores.

Pero lo mejor de todo fue la frase que pronunció otra señora, que dejó a un amante porque éste no se separaba de su mujer: «Me dijo que vivía con ella pero que hacían una vida muy relativa». Como todos, señora.