2 mayo 1994

Ataques franceses a las fresas españolas: EL PAÍS las defiende y le acusan de hacerlo por intereses económicos

Hechos

El 2 de mayo de 1994 el diario EL PAÍS publicó un editorial en defensa de las fresas españolas atacadas por franceses.

02 Mayo 1994

Fresas en París

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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LAS FRESAS españolas se vendían en París a principios de abril a un precio tres veces inferior al de las fresas francesas. Aunque el mercado se encargó de equilibrar esa diferencia hasta la mitad, los agricultores franceses consideraron insostenible esa situación y respondieron utilizando medios legales para resolver su falta de competitividad dentro del Mercado único. Por un lado, comandos perfectamente impunes de agricultores atacaron camiones y destruyeron cientos de toneladas de fruta. Por otro, los grandes supermercados recibieron la orden, siempre oficiosa, de retirar la fruta española y sustituirla por las pálidas y menos dulces garriguettes.

El Gobierno de Balladur siguió así una tradición de anteriores Gabinetes, que han hecho siempre la vista gorda ante cierto tipo de atentados a la libre circulación de mercancías dentro de la Unión Europea. En este caso, la tradición se veía reforzada por la flojera del primer ministro ante las reivindicaciones de la calle: no en vano aspira a suceder a Mitterrand en 1995. El grupo de presión agrícola, organizado alrededor de la violenta Coordinadora Rural, cuenta con MUY buenas relaciones, incluso de financiación, con determinados sectores del neogaullista RPR (Asamblea para la República). Tiene razón el consejero de Agricultura de Andalucía cuando ha llamado «mafiosos y desaprensivos» a los autores de estos atentados.

La guerra de la fresa, desencadenada por los agricultores más subvencionados del continente europeo, y posiblemente del planeta, no pone en peligro únicamente los legítimos intereses de otros agricultores, los españoles, que ponen en juego las ventajas comparativas de sus explotaciones. Pone en peligro también los propios principios de la Unión Europea, es decir, la cooperación entre países y la unidad del mercado, y atenta directamente contra la doctrina de la libertad de comercio consagrada en el GATT.

Los países menos desarrollados -y las regiones más desfavorecidas no tendrían ninguna oportunidad de aumentar su renta si los más ricos, en este caso los horticultores franceses, utilizan técnicas mafiosas de protección y se convierten en una fortaleza comercial inexpugnable. En este caso, además, estamos hablando de un producto sobre el que se mantiene todavía un cierto control comunitario que limita el acceso de fresa española al mercado. francés a una cantidad semanal que nunca se ha desbordado. En concreto, el problema afecta a unas 10.000 toneladas de fruta española cuya colocación en el mercado francés coincide con el inicio de la campaña de la garriguette.

De acuerdo con la filosofía comunitaria, España debería pedir más libertad hasta la desaparición de este mecanismo complementario de intercambio, y no menos. Pero, visto lo que sucede, lo que hay que exigir, de momento, es que Francia castigue a quienes atentan contra la libertad de circulación de mercancías dentro de su territorio o, en caso contrario, que sea la Comisión Europea la que sancione a Francia. En caso contrario, se seguirán acumulando pruebas de que lo que produce rendimientos es la violación de los tratados.

16 Julio 1996

Las fresas de Polanco

Carlos Semprún Maura

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Un periodista del imperio Polanco me contaba hace ya no recuerdo si dos o tres años, cuando de forma tan monótona como bestial los agricultores franceses atacaban y destrozaban camiones con fresas españolas, que su jefe de área o redactor-jefe, les exhortaba a comentar ampliamente estos acontecimientos. ‘Pero si ya lo hacemos, informamos de todo’, decían por lo visto los periodistas del grupo, a cargo de estos eventos. ‘¡Más! ¡Más!’, aullaban los jefes de área o redactores-jefes, hasta que uno, preso de patiróticas convulsiones lanzó la explicación de tanto nerviosismo: ‘¡Es que Polanco tiene muchas fresas!’ Por lo tanto Polanco también tiene fresas. Surge una pregunta: ¿qué es lo que no tiene Polanco? Se sabía que tenía PRISA, Santillana, CANAL PLUS – gracias a Mitterrand – se sabía que tenía radios, que vendía chatarra subvencionada a Uruguay, que cenaba con Fleipe y algunos más, que poseía media España, pero no sabíamos entonces que además tenía fresas. ¿A lo mejor acaba de venderlas para comprar chocolate?

Yo no conozco personamente al señor Polanco, ni falta que me hace, hablo de lo que vende, además de fresas, o sea imagen. Debo reconocer en este como en otros casos mi esquizofrenia: mi yo franciscano y libertario, que ama a los humildes -incluso cuando se rebelan – y hasta a los pájaros, y mi yo escritor – de alguna manera habrá que llamarlo – que se interesa por los personajes. A mi primer yo no le gustan los poderosos, más bien los aborrece, pero no es absurdo que un escritor se interese por un self made man, como Polanco, Jesús de. Las biografías de los grandes capitalistas tienen siempre un interés sociología ya veces un interés novelesco. Y a toas luces Polanco es un gran capitalista. A este tipo de capitalistas se les llama en Francia ‘capitaines d´industrie’ Pues no, clama desde su retrete, cada vez más lujoso, pero retrete, uno de los siervos del señor Polanco. ‘¿Y a Polanco, aquien los voraces y amarillentos envidiosos de la prensa y sus ganster acusan de capitalismo? ¡Como si ellos fueran una comuna de Aragón en la guerra civil!’. Se habrá reconocido el estilo ecuánime de la ‘hiena estilográfica’ Haro Tecglen (EL PAÍS, 26.04.1996). Lo de ‘hiena estilográfica no es invento mío, ni suyo, así fue como calificó Alejandro Fadejev, uno de los maestros de Haro, a… Sartre, antes de la conversión de éste al estalinismo. Lo de gran capitalista no es un insulto, es un hecho, pero ¿cómo salir de la contradicción cuando cada semana se limpia las botas y da coba a su señorito capitalista ya lmismo tiempo finge ser el último de los anti-capitalistas? En cuanto a lo de las comunas de Aragón’  se merece un premio. El ‘Comillas’, por ejemplo. No, nadie está ni es, comuna de Aragón; primero porque han pasato sesenta años y, segundo, porque sus camaradas estalinistas, sñeor Haro, las liquidaron a tiro limpio. No del todo, no lo lograron, pero esa fue la intención de las ropas comunistas al mando de las cuales estaba Enrique Líster, el ‘fusilador’. No es la pirmera vez, ni será la última que Haro Tecglen pone a cocer su peucliar olla podrida, con los verdugos y sus víctimas. Loa con el mismo lirismo a Orwell y a quienes quisieron asesinarle, a Montseny y a Ibarruri a los anarquistas y a los comunistas, y así sucesivamente. Esto no demuestra sólo confusión mental, revela una angustia, ¿dónde está la Meca ya que no en Moscú? ¿Dónde la línea política correcta, si la embajada ya no dice nada? ¿dónde la rentabilidad de los sacrificios militantes? No lo tiene muy claro y, como tantos ancianos, se aferra al pasado, donde todo parece tener sentido, con tal de mentir y ocultar los conflictos a menudo sangrientos, entre ‘rojos’ o ‘republicanos, porque en España la democracia tuvo don emeigos: el franquismo y el estalinismo. Pero, ¿qué se peude esperar de alguien que le trata a Lech Walesa de nazi?

Y, sin embargo, este es el precio que hay que pagar en aras de la libertad de expresión. Porque lo único importante, en definitiva, es eso, esa libertad y no las mentiras de unos o los insultos de otros. Tomemos otros ejemplos: el mini-escándalo que ha tenido lugar en Francia con el último libro de Roger Garaudy, mitos fundadores de la política israelí. ¡Es grotesco! JAmás hubiera podido soñar el autor con semejante publicidad. ‘El antisemitismo es el socialismo de los imbéciles’, escribió Jean Jaures y esta es probablemente una de las pocas cosas diveritdas a la vez que acertadas que escribió ese buen señor. Pero los lectores españoles deben saber que Roger Garaudy siempre ha sido un imbécil. fue uno de los estalinistas más imbéciles del siglo, siguió siendo imbécil cuando se reconvirtió al cristianismo y ha alcanzado las cimas más vertiginosas de la imbecilidad como musulmán. No, igual de vertiginosas uqe cuando estalinista. Pero procesarle porque, subvencionado por Arabia Saudí, ha escrito un libro para ‘demostrar’ que el genocidio judío se ha exagerado mucho y que Israel se ha aprovechado demasiado de esta situación en beneficio de sucios intereses, es la banalidad, eso se dice todos los días en la prensa árabe progre tercermundista, sueca o nicaragüense. Es una de las mentiras más difundidas por el mundo. Ocurre que tras la Segunda Guerra Mundial se estableció en Francia y otros países una censura que puede resumirse así: prohibido hablar del Gulag, y a cambio, prohibimos la propaganda nazi, anti-semita, etcétera. Resulta que prohibir, mediante la ley y los tribunales, la expresión de temas racistas, justificar los crímenes contra la Humanidad’ no hace sino fomentar el racismo. Y lo que aún puede ser peor, alimentar la idea que el anti-semitismo es una expresión de rebeldía, ya que está prohibido por los ‘principes que nos gobiernan’. Yo estoy totalmente convencido de que hay que suprimir ésta como las demás censuras, expresión del tremendo complejo occidental nacido de la colaboración con los nazis en el exterminio, no logrado del todo, de las razas inferiores. Está claro que Faurisson jamás hubiera existido si no se le hubiera censurado. Y todo el mundo se habría olvidado del imbécil de Garaudy, sin este nuevo y torpe asunto de censura. Francamente ¿quién hubiera leído su libro, aparte de Goytisolo?

El que escribe estas líneas fue un niño, no republicano, los niños no tienen opiniones políticas, esa es otra bobada demagógica, pero sí hijo de republicano y además desterrado, a quien le tocó vivir en Francia durante la ocupación nazi cuando aparecieron las primeras estrellas amarillas en ciertas solapas y luego desaparecieron solapas, estrellas y personas. Desde entonces no he cesado de angustiarme e indignarme contra el racismo en general y el antisemitismo en particular. Creo haber visto y leído todos al respecto, hasta las tesis ‘revisionistas’. Pero repito, no liquida el racismo por Decreto-Ley, esto no hace más que alimentarlo. Un poco de lógica, señores: ¿alguien podría escribir que el ‘Gulag’ no ha existido jamás y no le pasa nada y el imbécil de Garaudy escribe, después de tantos otros, que se ha exagerado en relación con el genocidio de los judíos y se le procesa? ¿Por qué? Está claro que ambos mienten. Y mienten sobre las dos tragedias más sangrientas de nuestro siglo.

Carlos Semprún Maura