19 enero 1962
Emilio Romero replica desde el diario PUEBLO con uno de sus ‘gallitos’ al artículo que venía a perjudicar la política de acercamiento a los norteamericanos del gobierno franquista
Blas Piñar arremete contra Estados Unidos desde la Tercera de ABC
Hechos
El 19 de enero de 1962 en el diario ABC apareció un artículo firmado por el director del Instituto de Cultura Hispánica, D. Blas Piñar titulado ‘Hipócritas’. Dos semanas después el Sr. Piñar era relevado de su puesto.
Lecturas
D. Blas Piñar López publica una Tercera en el periódico privado ABC contra los Estados Unidos de América permitida por la censura. Sus argumentos son replicados por D. Emilio Romero Gómez desde el periódico público Pueblo.
La dictadura del general Franco, como todas las dictaduras, trataba de evitar opiniones que pudieran perjudicar los intereses de su Gobierno o del propio país. Eso no sólo significaba impedir manifestaciones democráticas, sino también manifestaciones contra los posibles aliados, es por ello que, en un momento en el que el Gobierno del general Franco trataba de mantener buenas relaciones con el bloque occidental de la ‘Guerra Fría’ y, en particular con el Gobierno de los Estados Unidos de América, pocas cosas podían sentar peor como un artículo del diario ABC arremetiendo contra los ‘yankis’, eso sí, sin citarles. El título no podía ser más claro: HIPÓCRITAS.
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La censura previa a la prensa estuvo vigente en España durante casi treinta años. ¡Que se dice pronto! “Ningún país de Europa occidental ha soportado por tantos años un régimen similar”, me comentaba el que décadas más tarde dirigiría el periódico más leído del país. Don Luis Calvo Andaluz, que había asumido la dirección del ABC en enero 1954 – tras la crisis del “caso Beria” – fue un director de periódicos que se hizo famoso por esquivar la censura. Su caso más destacado fue el artículo antiamericano “Hipócritas”. ¿Cómo consiguió pasar la censura? Los censores lo pasaron por alto al ver que estaba firmado por alguien tan poco sospechoso como don Blas Piñar, conocido por su franquismo fervoroso. Aquella tercera tuvo tal repercusión que el Gobierno encargó a don Emilio Romero que hiciera la réplica en uno de sus “gallitos” en PUEBLO, según el libro del Sr. Pérez Mateos. El Sr. Piñar, por su parte, fue cesado de su puesto poco después.
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19 Enero 1962
HIPÓCRITAS
Los que se amedrentan y atemorizan ante las explosiones termonucleares por vía de ensayo, y no tuvieron escrúpulos para lanzar la primera bomba atómica sobre los seres indefensos de Hiroshima;
Los que condenaron al fuego hombres y ciudades y en Nüremberg se erigieron en jueces de los criminales de guerra;
Los que hoy, pusilánimes y temblorosos, llaman la atención sobre el peligro comunista, y se aliaron con el comunismo entregándole como botín patrias y culturas
Los que alardean, vocingleros, de anticomunistas, y, en el fondo, buscan anhelantes una fórmula de coexistencia que les permita vivir tranquilos, aunque millones de hombres continúen gimiendo como esclavos;
Los que firman alianzas y establecen bases estratégicas de carácter militar en países a los que llaman amigos, y luego los abandonan indiferentes y mudos cuando estos países se encuentran en el momento difícil;
Los que incitan a la lucha por la libertad movilizando voluntades con espíritu de sacrificio, y después, iniciada la lucha, permanecen impasibles ante la represión brutal del enemigo;
Los que hicieron su historia y su grandeza volando buques y atribuyendo culpas para justificar la intervención armada en beneficio propio, y ahora se escandalizan de sus mejores discípulos;
Los que hablan de libertad de pensamiento y de libertad de pensamiento y de libertad de Prensa, y de un modo sistemático, y con arreglo a prejuicios irreformables, ahogan ciertas noticias, las desfiguran o las inventan, y en vez de una censura inspirada, aunque cometa errores, en el bien común, crean tantas censuras solapadas y clandestinas como intereses sectarios o grupos de presión económica y política;
Los que presumen de anticolonialistas y al exigir la independencia y la autodeterminación de los pueblos subdesarrollados, pretenden ungirlos al yugo de una total dependencia económica;
Los que quisieron o toleraron la división de Berlín, de Alemania, de Corea y del Vietnam y se rasgan las vestiduras y atropellan el derecho por la división del Congo;
Los que facilitaron armas, brindaron aliento y proporcionaron la mayor propaganda gratuita a Fidel Castro y se estremecen ante los horrores del sistema y, lo que es más grave, ante su enorme fuerza de contagio;
Los que mantienen relaciones diplomáticas con las naciones ocultas tras el telón de acero o el telón de bambú y patean si otros Gobiernos de la órbita occidental aspiran a seguir su ejemplo;
Los que juegan a mantener Gobiernos liberales sin apoyo popular auténtico y sin obra social entre las manos a sabiendas de su enorme debilidad para oponerse al marxismo;
Los que ofrecen millones en concepto de ayuda generosa, y abonan precios de hambre por la riqueza obtenida en los países a los cuales la ayuda se ofrece;
Los que predican los derechos del hombre, y, sin embargo, le arrancan el derecho a la vida al impedir los movimientos migratorios, condenar al hambre a millones de ciudadanos y estimular sin preocupaciones morales el control de los nacimientos con el aborto:
Los que hablan de democracia de sufragio universal y de un hombre, un voto y después condicionan el voto al pago de un impuesto para evitar el voto de los negros pobres, o al conocimiento del inglés, para evitar el voto de los ciudadanos de raíz cultural distinta;
Los que exigen el respeto a las minorías y ahogan con hábil y paciente terquedad a las que existen dentro de las propias fronteras;
Los que mientras favorecen las llamadas reivindicaciones territoriales de otras naciones mantienen con orgullo colonias inútiles en países soberanos;
Los que hacen del pacifismo y de la novilencia adagio y norma de conducta, y usan la fuerza cuando así lo consideran oportuno;
Los que a un tiempo atropellan al débil y observan una actitud cobarde respeto frente al vecino poderoso que los ofende;
Los que se dicen defensores ardientes del mundo occidental y abren, negociando a espaldas de Occidente, un portillo por el cual un río de divisas occidentales contribuye a aumentar la fuerza del comunismo;
Los que nos ofrecen su amistad y a estas alturas y refiriéndose al descubrimiento de América, se atreven a escribir con carácter oficial ‘It was no accident that the voyages which led to the discovery of América were led by an Italian. Italian seamannship was supreme. The exploration of the Western Hemisphere was a direct result of the inquiring minf of 15th century Italy’ desconociendo y despreciando así la obra de España;
Los que eluden el vocablo Hispanoamérica y no estarían dispuestos a consentir que se hablase de África latina:
Los que lisonjean al llamado catolicismo liberal y progresista y buscando su colaboración y ayuda bajo el lema de comprensión, diálogo y caridad, acaban cuando triunfan, persiguiendo y aniquilando a la Iglesia de Cristo.
Pero nada es tan oculto que no se haya de manifestar, ni tan secreto que al fin no se sepa. (San Lucas, XII, 2.)
En estos años hemos aprendido muchas cosas, tantas y tan graves, que a nuestros hermanos podemos repetir aquello de Cristo: “Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía”.
Blas Piñar
24 Enero 1962
¿POR QUÉ?
Hasta el Mediterráneo – donde nos encontramos – ha llegado la onda expansiva de un artículo inesperado de Blas Piñar, publicado en ABC. Inesperado por venir de quien viene. Es sabido que los hombres acompañados de ese noble cargamento de la función pública se mueven con mayor cautela, padecen de más trabas, refrenan sus ímpetus, moderan las expresiones y han de renunciar, muchas veces, a decir lo que sienten. El tema ha sido cabalgado a pelo, abordado con pasmosa intrepidez, tratado con desusado encanto polémico. El articulista ha agarrado a varias naciones por la solapa y se ha despachado a gusto.
Inesperado también por las características habituales del fino director de Cultura Hispánica. Nadie podría tratar más poéticamente que él algunos temas tan difíciles para una prosa seglar. Sus ideas corrientemente, no han sido turbadoras. La América de su dialéctica está más cerca de la Sinfonía del Nuevo Mundo que de las soflamas de los Bolívares que han sido. Parece una persona signada por sus merecimientos y sus modos, a alcanzar posiciones descollantes. Y, de repente, nos lanza este impetuoso artículo ante el que nos preguntamos: ¿Es oportuno, útil, decir todo eso ahora? ¿Por qué?No creemos que Blas Piñar haya pedido – como tantos otros – una plaza en el autobús antinorteamericano del mundo. Esos asientos no se obtienen solamente por gritos antiyanquis, sino por más cosas que los occidentales no podemos dar. Castro ha ofrecido gritos y confiscación de propiedades americanas, agresiones verbales y ocupación soviética de la isla. Por eso tiene plaza. Los que no pueden dar otra cosa que protesta, nada pueden esperar. La acción no va a tener otra renta que el grito. Poco más. Es posible que la motivación de este artículo nazca de una seria y justa preocupación por el derrotero popular de la América hispana. Los éxitos de Castro han animado considerablemente a unos pueblos donde la tutela de sus vecinos del Norte ha resultado a veces opresiva. Las gentes nuevas van en esa dirección, pero son pueblos de nuestra estirpe y Castro quiere mudarles hasta el abolengo. Los antinorteramericano es uno de los resortes de reclutamiento. De la misma manera que aquellos pueblos estiman que acercándose a Rusia trabajan a su favor, podríamos suponer los que no queremos privarnos del acompañamiento familiar de más de veinte naciones, que confesando nuestra repulsa a Norteamérica obtendríamos la permanencia a su lado. La intención no puede ser más noble. Y para aquellos pueblos esta conducta no deja de ser emocionante. Ellos son, realmente, los que nos importan. Pero las cosas no son tan simples.Desde un punto de vista estrictamente político, tal como va el mundo, lo antinorteamericano es siempre un movimiento a favor de los comunistas. Toda la gran estrategia de Rusia consiste en el asilamiento de los Estados Unidos para poder golpearles a placer cuando se encuentren solos. Ya sabemos que esto es deplorable. Todos desearíamos encontrar unas áreas para el disentimiento o la queja que no pudieran involucrarse con otros negocios. Pero el mundo comunista no lo permite. Allí donde hay una grieta occidental, mete su roedor o su barreno. Estamos embarcados con ese otro mundo donde están Francia, la Inglaterra y los Estados Unidos. A nadie han hecho más la pascua esos países que a nosotros. Pero cuando están en juego intereses donde la palabra supranacional resulta todavía insuficiente en función de que están en peligro cosas de mayor entidad, tenemos la rave obligación de buscar las razones que nos unen, en vez de los motivos que nos separan. Al referirnos a los Estados Unidos, parece conveniente huir de los malos ejemplos – los ejemplos de los Matthews, los Hugues, los Mowrer – de los que a cada paso, en el entendimiento entre nuestros países saltan con su zancadilla de enemistad, de sectarismo o de incomprensión. Tomemos, en cambio, los buenos ejemplos de todos los que, de un lado y de otro, tratando de comprender sin condenar, buscan esforzada y tenazmente, en un mundo agobiado de problemas, el camino a veces tan dficil de la unidad. Ya sabemos que estas posiciones moderadas, apenas tienen galería, pero son realistas. España ha tenido a lo largo de su Historia poco realismo y sobradas emociones.
Si queremos ganarnos a alguien que creyéramos que habíamos perdido o que estábamos a punto de perder, vamos a intentarlo por caminos más derechos. Por decir lo que nos proponemos aquí y por aceptar lo que ellos quieren. En la América nuestra podríamos desentendernos de algunas de las corrientes culturales sin tono social que no tienen nada que ver con sus países de ahora ni con nosotros. A lo mejor, nuestra fórmula en esa tan sencilla y tan íntima de no ser confuso en las ideas, de romper nuestra contrafigura y de renovar amistades.
"Mis conversaciones con Franco"
24-01-1962
Hoy he hablado con Franco del efecto explosivo que había causado en Madrid el artículo de Blas Piñar llamado ‘hipócritas’ a los americanos. Digo a Franco que yo tenía información de muy buena tinta de que el escrito estuvo en consulta de la censura ordinaria y que luego se pasó a la del Ministerio, en donde en veinticuatro horas dieron su conformidad. No hubo sorpresa, según mi informante, y el señor Sedó al ver la firma no tuvo ningún inconveniente en autorizar su publicación. Franco me responde:
“No creo en ninguna maniobra, lo que sucedió fue que la firma de Piñar sorprendió a la censura; y tampoco creo que Piñar obrase de mala fe. Es muy lamentable lo ocurrido porque los enemigos del extranjero realizarán una campaña de prensa para convencer a sus lectores y al mundo de que el artículo fue inspirado por el gobierno español”.
El Análisis
Probablemente por el firmante: D. Blas Piñar López, conocido por su ferviente admiración personal a la figura del general Franco. Los ‘censores’ deberían dar por descontado que alguien tan ‘franquista entra franquistas’ no haría nada que pudiera molestar al régimen y se equivocaron. Al Gobierno del ‘Generalísimo’ le interesaba en aquel momento en el ámbito internacional quedar bien con los ‘amigos norteamericanos’, por lo que un artículo contra ellos como pueblo – por mucho que no se citara ni una sola vez la palabra ‘Estados’ ni ‘Unidos’ la referencia era clara – en uno de los matutinos más leídos como era ABC no podía ser más inoportuno.
El Gobierno franquista necesitaba contraatacar aquel semejante ataque si no quería que ‘los amigos norteamericanos’ se molestaran. El encargo de hacerlo fue el director de PUEBLO, D. Emilio Romero – según el Sr. Piñar por indicaciones directas del propio Gobierno – con un artículo con ‘gallito’ en la primera página de PUEBLO titulado ‘¿Por qué?’, su argumentario era claro: «criticar a Estados Unidos es beneficiar a la Unión Soviética y la España franquista debe estar con Estados Unidos», un intento de equilibrio. Tanto el Sr. Piñar como el Sr. Calvo no tardarían en ser removidos de sus asientos u ni parece claro que fuera casualidad.
J. F. Lamata