29 septiembre 1932

Paraguay se alzará con la victoria en una contienda que comenzó con la invasión de los bolivianos

Bolivia y Paraguay se enfrentan en la guerra de la Jungla del Chaco

Hechos

El 29 de septiembre de 1932 se inició una guerra entre Paraguay y Bolivia.

Lecturas

Con la invasión por tropas bolivianas de la zona fronteriza con Paraguay – rica en materias primas – el 29 de septiembre de 1932 se inició la guerra del Chaco. Durante los tres años de combates, Bolivia perdió gran parte de la región.

El conflicto militar entre Bolivia y Paraguay estalló en 1932 después de que ambos países hubieran reivindicado durante años la región fronteriza del Chaco. Desde principios de 1932 se habían producido numerosos enfrentamientos armados en esta zona limítrofe, escasamente poblada, en la que había ricos yacimientos petrolíferos e importantes vías fluviales. En septiembre, las tropas paraguayas, bastante inferiores en número, lograron conquistar Fuerte Boqueron.

Los estados vecinos de los países beligerantes acordaron mantener una estricta neutralidad, aunque se esforzaron por intervenir como mediadores. Pero su llamamiento para suspender de inmediato las acciones bélicas e intentar solucionar el conflicto en una mesa de negociaciones topó con la negativa de los contendientes. En mayo de 1933, el presidente de Paraguay declaró formalmente la guerra a Bolivia. De nuevo Argentina, Brasil, Chile y Perú intentaron frenar el conflicto que s ehabía cobrado ya miles de vidas, pero sus esfuerzos fracasaron ante la rígida actitud de Bolivia. Sólo a mediados de diciembre se consiguió concertar una tregua. Al año siguiente, sin embargo, los combates se reanudaron adquiriendo una mayor dureza. Las tropas paraguayas pudieron controlar sistemáticamente zonas cada vez más grandes del  Chaco.

Entretanto, la Sociedad de Naciones también intervino en el conflicto enviando una comisión que recorrió la región en crisis durante la primavera del año 1934. El informe presentado poco después responsabilizaba a Bolivia de haber iniciado la guerra, pero también afirmaba que Paraguay era responsable del fracaso de las tentativas mediadoras. La comisión insistió sobre todo en la ‘inconcebible crueldad’ de los beligerantes. Apuntó también que el conflicto se mantenía por el suministro de armas provenientes del extranjero, ya que ninguno de los países en guerra disponía de armamento ni de fábricas de municiones.

El 1 de noviembre entró en vigor un embargo internacional de armas. El telón de fondo del conflicto lo configuraban las multinacionales petrolíferas, interesadas en las materias primas de la región en litigio. Numerosos observadores responsabilizaron del os hechos a la empresa estadounidense Standard Oil Company (Bolivia) y la compañía británico-neerlandesa Royal Dutch (Paraguay), que mantenían una fuerte rivalidad entre ellas, interesadas en la explotación de los yacimientos petrolíferos.

En 1935 se produjo finalmente un armisticio. Hasta entonces, la guerra en la jungla se había cobrado más de 500.000 vidas. En la Paz de Buenos Aires, firmada en 1938, Paraguay salió vencedora del conflicto, pues se le adjudicó la mayor parte de la región del Chaco. En Bolivia las cargas financieras derivadas de la guerra produjeron una recesión de la economía que desembocó en el establecimiento de una dictadura militar.

En 1943 tomará el poder en Bolivia Gualberto Villarroel

El Análisis

El Chaco en llamas: Paraguay y Bolivia en guerra

JF Lamata

El 29 de septiembre de 1932 estalló oficialmente la Guerra del Chaco, un conflicto que enfrentó a Paraguay, gobernado entonces por el liberal Eusebio Ayala, y a Bolivia, presidida por el militar Daniel Salamanca. La chispa fue el control del Chaco Boreal, una región inhóspita y casi desértica, pero considerada estratégica por la posibilidad de que escondiera petróleo y, sobre todo, porque ofrecía una salida al río Paraguay y de allí al Atlántico. La pugna, incubada durante décadas de disputas limítrofes, se transformó en un choque armado a gran escala, uno de los más sangrientos de América Latina en el siglo XX.

La guerra se desarrolló en condiciones extremas: calor sofocante, escasez de agua y largas distancias en un terreno hostil. Aunque Bolivia partía con ventaja en armamento y tamaño poblacional, Paraguay contaba con la astucia de sus mandos militares, como el mariscal José Félix Estigarribia, y con un ejército mejor adaptado al terreno chaqueño. Las campañas de 1932 a 1935 fueron un duro desgaste para ambos países, pero especialmente para Bolivia, que sufrió enormes bajas y dificultades logísticas. La lucha terminó convirtiéndose en una guerra de trincheras, con un alto costo humano para dos naciones pobres que dejaron miles de muertos en el campo de batalla.

Finalmente, en 1935 se firmó un armisticio bajo la mediación internacional, que fue confirmado en 1938 con un tratado de paz. El resultado fue claro: Paraguay retuvo cerca de tres cuartas partes del Chaco Boreal, mientras Bolivia, derrotada, quedó con una porción menor y sin salida directa al río Paraguay. Más allá de las fronteras, la guerra dejó profundas cicatrices: en Bolivia, la derrota provocó una crisis política que alimentó posteriores revoluciones; en Paraguay, la victoria reforzó el nacionalismo y la figura de Estigarribia. El Chaco, que nunca dio el petróleo soñado, se convirtió en símbolo de sacrificio inútil y en lección amarga sobre el precio de los conflictos fratricidas en América Latina.

J. F. Lamata