24 septiembre 1987
Permitirá a Cebrián tener una influencia directa en la SER de Galdón donde PRISA es accionista mayoritario
Cambios en PRISA: Augusto Delkader abandona el diario EL PAÍS para tomar el control informativo de la Cadena SER
Hechos
El 24.09.1987 el diario EL PAÍS anunció la marcha de D. Augusto Delkader de la redacción para fichar como director de informativos de la Cadena SER.
Lecturas
Augusto Delkáder Teig abandona su cargo de Director Adjunto del diario El País a las órdenes de Juan Luis Cebrián Echarri el 24 de septiembre de 1987 para pasar a ser Director de los Informativos de la Cadena SER. La pugna existente en PRISA entre los dos Directores Generales, Javier Baviano Hernánez y Juan Luis Cebrián Echarri se traslada a la Cadena SER cuyo Consejero delegado Eugenio Galdón Brugarolas es un hombre afín a Baviano Hernández, mientras que Delákder Teig como Director de Informativos lo es a Cebrián Echarri.
El nueva Directora Adjunta de El País será Soledad Gallego-Díaz a presentada en el cargo del 11 de octubre de 1987 compartiendo cargo con Antonio Franco Estadella, que dirige la edición catalana de El País también con rango de Director Adjunto.
Mientras que D. Eugenio Galdón, el Director General de la SER desde 1985 es el protegido del Sr. Baviano, El Sr. Delkader, es el protegido del Sr. Juan Luis Cebrián. El Sr. Delkader seguirá siendo la cabeza periodística de la Cadena SER aunque delegará parte de sus funciones en D. José María Baviano hasta su sustitución por D. Luis Fernández.
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LA NUEVA DIRECTORA ADJUNTA DEL PERIÓDICO
Dña. Soledad Gallego-Díaz fue nombrada Directora Adjunta de EL PAÍS el 10.10.1987 para sustituir a D. Augusto Delkader. Lo que la convierte en la ‘número 2’ de la redacción de EL PAÍS tras D. Juan Luis Cebrián.
D. Xavier Vidal-Folch se mantiene como Director Adjunto de EL PAÍS, aunque en su caso su misión es liderar la edición catalana.
24 Septiembre 1987
Ni un adiós ni un hasta luego
No es fácil describir los sentimientos entrecruzados, confundidos y hasta contradictorios que nos acosan a las gentes de EL PAÍS con la noticia de la marcha de Augusto Delkáder y su nombramiento como director de los Servicios Informativos de la Sociedad Española de Radiodifusión (SER).Ésta es una noticia espléndida para la SER, por lo que supone de impulso renovador a las estructuras de la que constituye la antena más escuchada de este país al tiempo que la empresa decana en la radiodifusión española.
También para EL PAÍS, puesto que, aun si el diario se resentirá inevitablemente, de la ausencia de quien ha jugado tan fundamental papel a lo largo de su historia, su empresa editora mantiene la mayoría del accionariado de la SER, y el crecimiento y mejora de la cadena de emisoras es también algo de lo que el periódico se ha de beneficiar. Y desde luego para Augusto, porque si como subdirector y director adjunto ha dado sobradas muestras de maestría y de buen hacer en todos los terrenos, el acceso a la dirección de los informativos le depara la oportunidad de individualizar todavía más sus triunfos y de poner una larga y enjundiosa experiencia profesional al servicio de uno de los medios más populares de la comunicación española.
O sea que, bien mirado, la única mala noticia es para esta Redacción de EL PAÍS y para su director, ya que no cabe la más mínima duda de que la figura de Augusto Delkáder es del todo irrepetible en nuestra casa. Un elemental sentido del decoro que Augusto se merece me ha de ahorrar la retahíla de adjetivos encomiásticos para quien ha sido mi más cercano y brillante colaborador en la dirección de EL PAÍS durante los últimos y únicos 11 años de existencia del periódico.
Su lealtad y dedicación al equipo de profesionales que comenzó esta aventura en mayo de 1976, la agudeza de su juicio y la honestidad de su comportamiento son, por utilizar frase tan castiza, de las que hacen época. En la historia del periodismo español será difícil encontrar periodista a la vez tan lúcido y tan poco deseoso del protagonismo personal. Pero, por todo ello, si sus ascensos profesionales nos alegran como compañeros y como amigos, su marcha nos deja un inevitable poso de amargura. Esta Redacción, sin su presencia diaria, no volverá a ser la misma.
En modo alguno ésta es, por lo demás, una despedida a Augusto Delkáder, ni siquiera un hasta luego: seguirá vinculado a nuestra empresa y también a nuestro periódico, en donde no sabríamos prescindir de su criterio, de su capacidad de análisis y de su empuje vital. Pero no podría ser que, cuando asume una nueva responsabilidad profesional de alto calibre, no lo hiciera rodeado de nuestra solidaridad explícita y del apoyo público y entusiasta de este equipo de EL PAÍS al que él pertenece por derecho propio y del que nunca le vamos a dar de baja.