25 octubre 1992

El 9º Congreso de CDC reeligió al Presidente de la Generalitat como líder, pero dejó vacante el puesto del dimitido

Crisis total en Convergencia: Roca lanza un órdago a Pujol y renuncia seguir desempeñando la Secretaría General de la formación

Hechos

D. Miquel Roca renunció a ocupar la Secretaría General en el IX congreso de CDC celebrado en octubre de 1992 quedando el cargo temporalmente vacante. D. Jordi Pujol fue reelegido Presidente y D. Josep Caminal reelegido como Secretario de Organización.

Lecturas

El 28 de septiembre de 1992 D. Miquel Roca Junyent anuncia por sorpresa que renuncia a seguir siendo secretario general de Convergencia Democrática de Catalunya (CDC) a unas semanas del IX congreso de CDC previsto para los días 17 y 18 de octubre de 1992.

Aunque el motivo oficial alegado por el Sr. Roca Junyent son ‘tensiones’ con su socio de coalición, la Unió Democrática de Catalunya de D. Josep Antoni Durán Lleida, el tema de fondo parece ser un deterioro de la relación entre el Sr. Roca Junyent y D. Jordi Pujol Soley, el tándem que ha liderado CDC desde 1976 (primero como secretario general y secretario general adjunto y desde 1989 como presidente y secretario general). De momento el cargo de secretario general del CDC quedará vacante. El Sr. Pujol Soley ha hecho público su deseo de que el Sr. Roca retorne a su cargo.

En el IX Congreso de CDC se hizo notar la tensión con UDC al ser recibido con tímidos abucheos el representante de Unió, D. Ignasi Farreres. El líder de UDC D. José Antoni Durán Lleida, no acudió al congreso pero se hizo notar concediendo una entrevista ese mismo día a El Mundo en la que se mostró crítico con la posibilidad de pactar con el PSOE, algo que, en cambio, si parecen aceptar los Sres. Pujol y Roca.

El Sr. Roca volverá a la secretaria general de CDC en febrero de 1993.

UNIÓ ACUSA A CONVERGENCIA DE NO RECONOCER LAS MALAS RELACIONES ENTRE PUJOL Y ROCA

DuranLleida – El líder de Unió Democrática de Cataluña (UDC), D. Josep Antoni Durán Lleida criticó la actitud de los dirigentes de Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) de responsabilizar a su formación de ser el causante de la renuncia de D. Miquel Roca a seguir desempeñando el cargo de Secretario General de CDC. En opinión del Sr. Durán Lleida a los dirigentes del CDC les ‘faltaba coraje’ para reconocer las diferencias de criterio existentes entre los Sres. Pujol y Roca.

 – Unió, de ideología demócratacristiana venía denunciando desde hacía tiempo su negativa a permitir que CDC copara todos los puestos de decisión interna en CiU.

29 Septiembre 1992

El envite de Roca

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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El envite es serio. Por primera vez alguien de su partido echa un pulso en toda regla, todo lo florentino que se quiera, al líder del nacionalismo catalán, Jordi Pujol. Miquel Roca ha renunciado a presentarse como secretario general de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), y al hacerlo ha destapado una tempestad en una formación política hasta ahora sin serias fisuras aparentes. ¿Puede un partido dirigido durante tantos años por el tándem Pujol-Roca pasar a ser sólo el partido de Pujol? ¿Puede imaginarse una dirección de Convèrgencia con un Roca marginal y un Pujol como presidente, estratega, ideólogo y, además, con un secretario general a su medida?No es sólo una cuestión de cargos dentro de la cúpula de Convergència, pero también. Éste es un secreto a voces: Pujol decide por todos en su partido, y sólo la evidencia de que no posee el don de la ubicuidad le ha obligado a ceder a Roca capacidad de dirección en la política española. Antes del anterior congreso de CDC, Roca amenazó también con la renuncia, y logró pasar de secretario general por delegación a secretario general a secas. Pero desde entonces, Pujol asumió aún con más fuerza sus funciones de presidente.

La fórmula no ha satisfecho a Roca: éste pretendía que CDC fuese una sociedad comanditaria, con división de funciones, y que, su política -especialmente la estrategia de pactos en la escena española- fuese poco ambigua para posibilitar un acceso nacionalista al Gobierno. Pujol comparte buena parte de estos razonamientos. Pero la percepción de su propio liderazgo le conduce a relativizar las responsabilidades compartidas, haciéndole aparecer como partidario de CDC como una sociedad unipersonal.

Roca lleva 15 años contemplando la política española desde la atalaya del Congreso, en la que se ha ganado un notorio prestigio. Jordi Pujol lleva 12 años oteando la misma realidad política desde la presidencia de la Generalitat. El diferente observatorio ha acabado por configurar distintas concepciones del paisaje contemplado. Uno ha interiorizado que el nacionalismo catalán puede influir y aportar algo positivo a la gobernación de España. ¿Por qué renunciar a participar en un Gobierno central de eje socialista, vista la distancia que aún separa al PP de la mayoría y su tímido despegue de una herencia centralista? Pujol, en cambio, ha asumido como una situación normal que el disponer en las Cortes de un eficaz mecanismo de presión sobre el Gobierno refuerza la capacidad de negociación de la Generalitat que preside. ¿Por qué va a renunciar a ello? Pujol parece dispuesto a mantener esa situación. Le permite aparecer en Cataluña con la permanente imagen de su defensor frente a la voracidad de Madrid.

Para Roca, esa política es la negación de que existe unavocación española del nacionalismo catalán. Con su envite se juega mucho: él, personalmente, y el futuro de una articulación estable del escenario político catalán y español. Cierto es que tiene sus bazas: un control férreo de la estructura del partido y una confianza de la burguesía catalana superior a la que inspira el propio Pujol a causa de sus veleidades semánticas. Ahora es Pujol quien tiene la pelota en el tejado: le toca recomponer el tablero, abrir juego, recuperar a su pareja política, rediseñar la imagen exterior del nacionalismo catalán. En caso contrario, podrá seguramente imponer su criterio, pero a costa de una grave erosión de su imagen y electorado.

29 Septiembre 1992

El eterno delfín

José Antich

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Las difíciles relaciones entre Jordi Pujol y Miquel Roca son tan antiguas como la historia de Convergencia. Roca ha sido el eterno delfín. El único que con Pujol puede jactarse de tener seguidores -los llamados roquistas- en Convergència. Nada de eso le ha permitido, sin embargo, acumular poder en el partido nacionalista. Ése es exclusivo de Pujol.En los dos últimos años, Roca se ha sentido injustamente presionado por Pujol para encabezar la candidatura convergente a la alcaldía de Barcelona en las pasadas elecciones municipales, desautorizado en algunos pactos con el Gobierno, incomprendido en su política de acercamiento al PSOE para hacer prosperar en Madrid las tesis de CiU y rebajado en su cargo al no ser informado de los dos último cambios en el Gobierno catalán este mismo mes.

Roca tan sólo notó el brazo protector de Pujol cuando éste se alineó a su lado -después de muchas dudas-, a principios de junio. Por aquellas fechas, Unió Democrática (UDC), socio de Convergència en CiU, planteó, la posibilidad de concurrir en solitario a las futuras municipales en las poblaciones en que no hubiera acuerdo con Convergència. Pujol apareció en aquella ocasión en clara sintonía con su secretario general y conminó a UDC a respetar el pacto de coalición con Convergència, vigente desde 1978.

Pujol tendió la mano a Roca y, quizás en busca de la reconciliación, reconoció públicamente sus méritos y manifestó que Convergència se había basado desde su fundación, en 1974, en la simbiosis entre Roca y él, «y así será en el futuro», dijo. Ya era demasiado tarde.

A todo ello se sumó un deseo nunca explícito, pero cada vez mayor por parte de Pujol, de tratar de recuperar las riendas del partido que le había cedido a Roca en el congreso de 1989. El entorno familiar del presidente de la Generalitat, algunos miembros del Gobierno autónomo y amistades personales de Pujol iniciaron el verano de 1990 las presiones para convencer a Pujol de que el partido se iba alejando de las posiciones políticas definidas en su fundación. El momento escogido por Pujol para reasumir la dirección de CDC cogió a Roca cavilando sobre si debía abandonar la política española y regresar a la catalana con el fin de dar desde dentro la batalla para ser conseller en cap (jefe de gobierno) en el gobierno que surgiera de las elecciones autonómicas de 1992. Pujol se cerró en banda a los que insinuaron esta posibilidad y sostuvo férreamente que el puesto de Roca estaba en Madrid.

04 Octubre 1992

Miquel y la extraña familia

Alfons Quintá

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Entre Miquel Roca y Jordi Pujol nunca las cosas volverán a ser como antes. Lo nuevo no es el conflicto, sino su manifestación externa, así como la utilización por parte de Roca de críticas al «entorno» de Pujol, expresión por la que el portavoz de Convergencia i Unió en el Congreso de los Diputados y hasta ahora secretario general de Convergencia, quiso aludir a la familia de Pujol, según reconocieron a este diario personas muy allegadas al Honorable Presidente de la Genralitat Es un dato significativo que el enfrentamiento público empezase por una extensa información de El Periódico de Catalunya sobre el hijo de Jordi Pujol. Los «pujolistas» acusan abiertamente a los «roquistas» de ser el origen de aquella información. El artículo citado provocó un gran enojo en Pujol por cuanto gran parte de su contenido ya no se corresponde a la realidad. Pretendía vincular al hijo de Pujol, Jordi Pujol Ferrusola, en negocios del ex secretario general de la Presidencia, Lluis Prenafeta, cuando ya hace un año y medio que Pujol Ferrusola y Prenafeta tienen muy escasa relación. De hecho la información daba la sensación de estar «propulsada» en el sentido de pretender poner el acento en la existencia de un núcleo de poder familiar que no es tal. Pujol, efectivamente, da una gran importancia a la familia pero ello no quiere decir, al menos, hasta el momento, que la haya introducido completamente en la política. Las relaciones personales entre Pujol y Roca siempre fueron malas. Y siempre hubo un marco familiar desfavorable. La esposa de Jordi Pujol, Marta Ferrusola, nunca sintió ninguna simpatía por Miquel Roca.

El hecho de que el hijo mayor de Pujol trabajase durante un tiempo en una empresa de la familia Prenafeta agudizó los aspectos familiares del conflicto. Lo mismo sucedió cuando Pujol Ferrusola empezó a destacar dentro de las Juventudes de Convergencia Democrática, que Roca siempre ha intentado controlar. Para el próximo congreso de Convergéncia Democrática de Catalunya (CDC), Jordi Pujol Ferrusola es uno de los firmantes de una enmienda a la ponencia de estrategia política que intenta frenar las posibilidades de pacto con el gobierno socialista por parte de Miquel Roca. De hecho esta enmienda -y casi todo el congreso, puede decirse- no tiene mucha importancia. CDC es un partido en el que los programas cuentan poco, ya que el poder de Pujol para llevar el partido hacia un lado u otro es total. Curiosamente, los partidarios de Roca esgrimen argumentos diferentes respecto a sus discrepancias con Pujol en función de si están destinados a ser difundidos en Cataluña o fuera de ella. Fuera de Cataluña acusan al presidente de la Generalitat de coquetear con el independentismo y de no estar interesado en la gobernabilidad de España. En Cataluña, donde la imputación de independentismo a Pujol produce carcajadas, las acusaciones deberían ser otras, pero pese a esforzarse en hallar alguna no lo consiguen. De ahí que deban entrar en el terreno personal, poco dignificante y a menudo absurdo. Cuando Lluis Prenafeta estaba en la Presidencia de la Generalitat, los ataques a éste eran un buen medio de intentar dañar a Pujol. Ahora no les queda siquiera este consuelo. El intentar vincular ahora a Jordi Pujol Ferrusola con Lluis Prenafeta resulta ya totalmente extemporáneo. El hijo de Pujol trabajó un tiempo, después de concluir sus estudios, en la empresa familiar de Prenafeta, en una modesta función de representante de un negocio de pieles, lo cual le obligó a pasar largos períodos viajando. Pero aquella etapa está totalmente acabada y ahora se encuentra profesionalmente muy lejos de Prenafeta. «En el actual enfrentamiento entre Roca y Pujol -afirma un alto dirigente de CDC- hay dos datos básicos sin los cuales no es posible entender nada de esta pelea que ahora sale a la luz. Uno es que Pujol considera que Roca le ha mentido y otro que le acusa de haber atacado injustamente a su familia, y esto Jordi Pujol no lo puede perdonar».

En los antecedentes inmediatos del actual enfrentamiento hay un hecho familiar concreto. Resulta que hace un mes se casó una hija de Miquel Roca. Poco antes Roca se lo comunicó a Pujol, diciendo que de acuerdo con la voluntad de los contrayentes no se invitaría a políticos y que, por lo tanto, lamentaba no poder invitarle. Llegado el momento, Narcís Serra, vicepresidente del Gobierno, fue invitado y asistió a la boda con todos los honores. Pujol encajó muy mal lo que él y su entorno consideró una indelicadeza. Un incidente que sin duda viene a corroborar las interpretaciones que desde Madrid se han hecho señalando que el presidente de la Generalitat ha querido «volar» el puente con el Gobierno socialista. La segunda imputación, la de haberle faltado a la verdad, está relacionada con la imprevista aparición en La Vanguardia, el pasado lunes, de la información relativa a la no presentación de Miquel Roca a la reelección como secretario general del partido. Una fuente muy próxima a Pujol manifestó que el sábado anterior el presidente de la Generalitat y el portavoz de CiU en el Congreso habían acordado que la citada decisión no se haría pública hasta que Pujol regresase de un viaje oficial a Holanda, que iba a emprender al día siguiente. «Sabemos perfectamente -afirmó la fuente- que el domingo por la tarde Roca llamó al director de La Vanguardia para facilitarle la información. Es algo que Pujol no olvidará ni perdonará». Después de lo ocurrido respecto a la boda de la hija de Roca, Pujol correspondió al portavoz de CiU en Madrid con actitudes que causaban irritación al hasta ahora secretario general de Convergencia. En una ocasión le citó para luego hacerse excusar por una secretaria por no poder recibirle, y en otras simplemente rehuyó entrar en temas de fondo a la hora de despachar con él. En un momento determinado -finales de agosto- en el que Roca estaba negociando con Carlos Solchaga un apoyo global a la política económica del Gobierno, Jordi Pujol efectúa unas extensas declaraciones al diario El Observador en las que critica dicha política económica y se pronuncia en favor de la devaluación de la peseta. En este marco, tienen mucho sentido las consiguientes declaraciones de Felipe González requiriendo a Pujol que manifieste qué política económica propugna, ya que González recibía dos tipos de información -una, a través de Solchaga; y la otra por los periódicos- de carácter muy diferente. Los acontecimientos de los últimos días ponen de relieve que Miquel Roca no ha encontrado el

15 Diciembre 2002

Empate asimétrico

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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CONVERGÈNCIA DEMOCRÁTICA de Catalunya (CDC) vive desde su IX Congreso, hace dos largos meses, una situación de crispación y enfrentamiento en la cúpula que no ha amainado tras la reunión del Consejo Nacional celebrada el domingo. Al contrario, se prolongará hasta final de enero, en el mejor de los casos.Conviene distinguir entre los estallidos que llevan a la ruptura fraccional o al inmediato hundimiento y las crisis enquistadas que encierran contradicciones de procelosa digestión. Lo que ocurre en el nacionalismo moderado catalán es eso: una crisis. Hay crisis cuando el viejo esquema periclita y todavía no ha nacido uno nuevo. Hay crisis irresuelta cuando los protagonistas del enfrentamiento no consiguen enhebrar acuerdos estables con el adversario -y, sin embargo, colega-, pero tampoco pueden eliminarlo a bajo coste. Hay crisis cuando apenas es posible ni avanzar ni retroceder, y, en consecuencia, se llega a una situación de tablas prolongadas que paraliza la discusión programática y la vida organizativa.

Las tablas no implican un equilibrio matemático, sino la imposibilidad de avances estratégicos. La última reunión de CDC ilustra que Jordi Pujol -aun teniendo que apelar a una eventual retirada de la presidencia del partido si no se cumplen sus designios- puede vencer en su soterrado pulso con el ex secretario general Miquel Roca; tiene los votos suficientes en la dirección para imponer una ejecutiva purgada de buena parte de sus discrepantes, eso sí, con bastantes votos contrarios. Y tiene un electorado fiel, para cualquier liza autonómica.

Pero no dispone de la unanimidad en el partido, lo que constituye una noticia. Puede conseguirla, eso sí, con carácter condicionado si recompone la pareja con Roca, el único dúo que había atravesado incólume la transición española. ¿Cuáles son los poderes de Roca? El apoyo indiscriminado de un significativo núcleo de dirigentes del partido, la simpatía de un sector más amplio condicionada a que haya cohabitación con el líder y no ruptura, el sostén demostrado de amplios sectores del empresariado y las finanzas, y el prestigio que arrastra por su condición de interlocutor en la política española.

Si Roca ha logrado en el Consejo Nacional la unanimidad para su postura de dureza con el socio democristiano, Unió -la razón visible de la polémica-, también ha visto mermadas sus bases orgánicas. Quizá haya tiempo para reconducir la crisis si se superan las tendencias a la humillación de los protagonistas. Pero los problemas latentes, que requieren mayor y mejor debate, son más profundos: las distintas sensibilidades sobre la intervención en la política española, las contrapuestas visiones de CDC (como partido, o como movimiento fundido con un líder), los distintos con tenidos ideológicos posibles de un nacionalismo moderno y democrático. Para dilucidar estos problemas no basta la dialéctica de victoria / derrota internas. Se precisa un. diálogo mucho más político.