26 febrero 1997
La prensa (EL PAÍS y EL MUNDO) cargan nuevamente con el programa 'Mississippi' por la patraña
Críticas al programa ‘Está Noche Cruzamos el Mississippi’ por fingir un accidente de la actriz Ruth Gabriel
Hechos
El 26.02.1997 la actriz Dña. Ruth Gabriel fue invitada al programa ‘Está Noche Cruzamos el Mississippi’ que la productora Cedipe hacía para TELECINCO,
Lecturas
En el programa ‘Esta Noche Cruzamos el Mississippi’ que la productora Compañía de Ideas para el Éxito hacía para TELECINCO, emitido el 26.02.1997 la invitada, la actriz Dña. Ruth Gabriel fingió que sufría un grave accidente en el plató del Mississippi y tenía que ser atendido por la enfermería de TELECINCO.
Lo que en principio pareció una involuntaria caída se reveló luego como todo un engaño. La actriz al entrar en el plató tuvo un tropiezo espectacular y cayó rodando al suelo, donde quedó tendida con ojos semiextraviados y paralizada. El Sr. Pepe Navarro dio un salto y grita. La cámara enfoca al público, que, desconocedor de que todo era montaje se alarmó. Los gemidos de la actriz contrastan con los gritos histéricos de todo el personal que se arremolina en torno suyo. «No la toquéis, no la toquéis, que venga el médico», clamaba el Sr. Navarro. Y eso sí, un cámara casi por el suelo enseñaba bien claramente al espectador el rostro de dolor de Dña. Ruth Gabriel.
Durante todo el resto del ‘Mississppi’ de aquel día se producirían multitud de conexiones en directo con la enfermería de TELECINCO. Allí estaba un supuesto ‘doctor Ramírez’, con una enfermera y la Sra. Gabriel tendida en la camilla, con un hilillo de sangre en la comisura de los labios: «Pepe, parece que se ha hecho daño a nivel de la cuarta cervical; parece que le ha afectado también a los nervios».
EL CONTEXTO MEDIÁTICO
Los periódicos cargaron contra aquel montaje. ‘Esta Noche Cruzamos el Mississippi’ de TELECINCO realizó ese montaje en un momento en el que competía duramente con el programa ‘Efecto Efe’ del Sr. Francis Lorenzo de ANTENA 3 TV que, precisamente, por aquellos días endurecía sus contenidos para intentar acercarse en audiencia al ‘Mississippi’, con aquel numero, el Sr. Navarro logró el liderazgo de la edición de ese día y, eso sí, consiguió también que la prensa cargara contra él.
27 Febrero 1997
¿Accidente o montaje?
Era casi medianoche, Pepe Navarro (Mississippi, Telecinco), anunció que iba a entrevistar a la joven actriz Ruth Gabriel (bien conocida de los cinéfilos por su interesante trabajo en la película ‘Días Contados’). «Señoras y señores – exclamó Navarro – recibamos con un fuerte aplauso a esta gran promesa del cine español!». Y entró Ruth, caminó unos pasos, dio un traspié, perdió el equilibrio, su cuerpo dibujó una voltereta en el aire, perdió el equilibrio, su cuerpo dibujó una voltereta en el aire y cayó redonda al suelo, dándose un soberbio batacazo. Gran revuelo en el plató. Navarro se quedó clavado sin saber que hacer. Doña Reme corrió a arrodillarse al lado de la actríz que yacía inmovil, sobre el duro parquet de aquel programa, y las cámaras nos ofrecieron, en primer plano, un hilo de sangre que brotaba de su boca y resbalaba por la comisura de sus labios. Apareció un doctor con bata blanca, una enfermera, un par de camilleros, y todos la asistían preocupados: «¡Es el cuello!… ¡Son las vértebras!… ¿Se ha desnucado?… ¡No, no la mováis!.
Perplejidad. Miedo. Todo filemente reflejado por las cámaras. Se la llevaron en camilla. Y nos pasaron, una y otra vez, la grabación del suceso, del batacazo. En casa, aún estando asustados, dudábamos. No sabíamos si era un accidente de verdad o un montaje. Una hora y cuarto más tarde, a la 1.15 de la madrugada, apareció Ruth Gabriel en el plató: fresca, radicante. Todo había sido, en efecto, una farsa. Reían ambos, comentándolo. Le vamos a dar a Ruth un consejo gratis: vaya con cuidado. La próxima vez Navarro necesitará romperle las cervicales de verdad. Aunque sea a patadas.
28 Febrero 1997
¡MÁS MIERDA, ES LA GUERRA!
El sinuoso maestro Alfred Hitchcock y todos los grandes magos que utilizan el suspense en sus ficciones conocen la obligatoriedad del potente cebo inicial para enganchar al espectador, la creación de una atmósfera inquietante y opresiva, la dosificación de los momentos fuertes a favor de la intensidad que debe acompañar al clímax final. Juegan con las emociones del público, con su angustia, con sus nervios, con su miedo. Le zarandean, le castigan, le embelesan, le alivian. Pero todos sabemos que aunque nuestro corazón palpite deprisa y se desborde la adrenalina, lo que vemos y escuchamos es una película, una representación, una función de circo, luces de candilejas.
Esa fastuosa y emblemática cloaca del morbo y de la manipulación emocional, esa peligrosa apología de la calumnia y de la trivialización de la tragedia, esa despiadada máquina al exclusivo servicio del depredador share, llamada innoblemente Esta noche cruzamos el Mississippi, está forzando a toda marcha los límites de la legalidad e inscribiéndose arrogantemente en la delincuencia sofisticada. Lo afirma alguien que detesta el moralismo y las mordazas, dispuesto a jugarse la vida, el único lujo que poseo, por muy pocas cosas, pero entre ellas ocupa un lugar sagrado la libertad de expresión. No tengo ningún argumento racional ni prejuicio moral contra la pornografía. Sí razones estéticas, ya que lo único que lamento de ella es que acostumbre a ser tan poco imaginativa, tan rutinaria, tan prosaica, tan aburrida. Creo que Pepe Navarro tiene derecho a pillar audiencia exhibiendo carnaza, zoofilia, coprofagia, necrofilia, sadomasoquismo y demás exóticas y erógenas variantes del sexo. Tiene derecho a enriquecerse con la basura, el populismo procaz, la mierda pintoresca, el esperpento zarzuelero. Pero pierde ese derecho cuando juega con la muerte, la sangre, la difamación, las acusaciones sin pruebas, la consciente adulteración de la verdad, el feroz trapicheo con los sentimientos.
En el indecente arranque de su programa del miércoles una mujer joven sufría aparentemente una caída atroz al entrar en el plató para ser entrevistada. Había sangre en la boca de esa desmayada, llorosa y sufriente Ruth Gabriel. La puesta en escena era brillante. Un coro de afligidas voces, incluida la de Navarro, repugnante maestro de ceremonias en el intolerable simulacro, se planteaba si la accidentada tendría una lesión cerebral, o si se habría partido la columna vertebral, o si sus cervicales estarían rotas. Consecuentemente, el público del plató se alarma, lo pasa mal, se acojona. Los espectadores, también. ¡Tan joven y llena de vida, probablemente condenada a una silla de ruedas o al estado vegetal por ese estúpido accidente, qué espanto, qué desgracia, nos han jodido la cena y el sueño! Pueden estar asistiendo a la muerte en directo. ¡Qué sorpresa, qué casualidad, qué realismo, qué morbo! Imagino la desesperación y el sufrimiento de los familiares y amigos de la joven y lozana actriz, que no estuvieran al loro de la traviesa complicidad de su querida Ruth con el miserable de Pepe Navarro. «Les seguiremos informando de su estado, ahora vamos a publicidad», afirma el compungido tahúr. Supongo que ni dios toca el mando a distancia buscando otra cadena. Hacerlo sería inhumano, egoísta, frívolo. Repiten veinte veces la caída, ralentizándola, analizándola, creando espectáculo. Pero el programa, desgraciadamente, debe continuar a pesar de los pesares, aunque nos tendrán puntual y minuciosamente informados de la evolución de la accidentada.
Una silicónica actriz porno que se folló a trescientos tíos en catorce horas («la mujer que amó a trescientos hombres en un día», afirma el púdico Navarro en un comprensible despiste romántico y lingüístico) nos regala un cutre striptease dejando en vergonzante escorzo la exhibición de su lubricado instrumento de trabajo. Luego, un acelerado y patético chapero travesti narra su gozoso camino iniciático, sus erecciones con los ancianos, el sexo que compartió con una gitana embarazada y con el marido, y la perversa afición de algún cliente a que les coman alternativamente su insaciable polla el travesti y sus dos pequeñas y lesbianas perras. Pues, vale. Normal. Ya he visto anteriormente el numerito. En realidad, sólo son transgresores entremeses del plato fuerte: ¿quedará tullida la desgraciada Ruth? Si esperamos hasta el final del programa, promete desvelarnos el secreto. Relájense, fiel parroquia y visitantes ocasionales y asustados del fangoso Mississippi. Todo era una broma, una representación teatral, otro alarde imaginativo y humorístico de los cachondos guionistas del programa.
Al mismo tiempo, el híbrido ‘Efecto F’ de la competencia, un programa en cuyo bautizo se insistía en su alérgica huida del morbo y del sensacionalismo, pero cuya inicial y boba pureza no lograba jalarse una rosca en la diosa Audiencia, utiliza el pretexto de un liberado, roussoniano y sexólogo matrimonio que posee un club de intercambio de parejas, para mostrarnos las nada apetecibles orgías y camas redondas que montan los sensuales miembros de la cofradía. Qué asquito, qué hipócrita farsa, qué hedor el de la tele.
Carlos Boyero
02 Marzo 1997
EL PELLEJAZO DE RUTH GABRIEL
Bueno, sí, estaba bien lo de Ruth Gabriel dándose el pellejazo al entrar en el plató para ser bautizada en fama por inmersión en las aguas fecales del Mississippi. Reconozco que piqué como un corderito hermano de Dolly. ¿Cuántos miles de españoles pican con el tocomocho de Pepe Navarro y no lo dicen? La voz de España fue: «¡Papá, ven, corre, que una tía se ha pegado un jardazo moral en lo de Pepe Navarro…!» Lo malo no es que yo me creyera que aquello era verdad. Eso suele ocurrir en las mejores familias. También me creo muchos tocomochos que nos da todas las noches Hilario Pino en CANAL PLUS. Lo peor del pellejazo es que en esos momentos no se cae en lo burdo de la farsa. A saber:
1.- En España a nadie, bajo ningún concepto, se le ocurre dejar a un lesionado tendido en el suelo. Eso solamente pasa en las películas americanas y en los informativos de la CNN donde los policías de Los Angeles arrean la habitual manta de palos al negro de turno. En España, al lesionado se le levanta inmediatamente y se pronuncia la frase, ay, qué mal actor, que no dijo el encargado del colector general de aguas residuales y vertidos tóxicos de TELECINCO: «¿Se ha hecho usted daño?» A ese lesionado, en España, se le mueve bien movido para que quede tetrapléjico. Así se tiene la absoluta certeza de que hay que darle un partido homenaje, que es lo que nos gusta.
2.- En ningún lugar de España hay un médico de guardia y dos camilleros así como así. Si querían dar verosimilitud española, a Ruth Gabriel tenía que haberla recogido una ambulancia que tardara una hora en llegar. Luego tenían que haberla dejado en un pasillo de urgencias, que es lo clásico. Y otra cosa: la atendieron sin que ninguna auxiliar de clínica con voz de telefonista antigua le preguntara el número de la Seguridad Social, cuando aquí, aunque llegues desangrándote, hasta que no das el número de tu cartilla de la Seguridad Social es que no te ponen ni una tirita…
Nada, hacer eso con Ruth Gabriel y en plató no tiene el menor mérito. La escena tenía que haber sido montada a la puerta de la Audiencia Nacional, en un estudio lo hace cualquiera. Es que lo estoy oyendo en los que llaman hogares españoles : «¡Papá, ven, corre, que al llegar Polanco y Cebrián a la Audiencia han tropezado con el maletín de la modernidad y el progreso de González y se han escoñado!»
Antonio Burgos
28 Febrero 1997
Patrañas y rumores
La patraña televisiva de la noche del miércoles tuvo dos protagonistas de excepción y un secundario de peso, de esos que se llevan un oscara casa jugando sucio. La actriz Ruth Gabriel y el presentador del programa Esta noche cruzamos el Mississippi, de Tele 5, Pepe Navarro, montaron una irritante pantomima con la que juguetearon toda la noche, eso sí, con la ayuda inestimable de todo un doctor Ramírez, un puñado de radiografías y graves diagnósticos. Lo que en principio pareció una involuntaria caída se reveló luego como todo un engaño.»Y ahora vamos a recibir a una de las promesas más increíbles de nuestro cine». Así anunciaba Pepe Navarro la llegada al plató del programa de la actriz Ruth Gabriel famosa, de momento, por un único título en su carrera,Días contados, de Imanol Uribe. Llegó y tuvo un tropiezo espectacular. Cayó rodando al suelo, donde quedó tendida con ojos semiextraviados y como paralizada. Pepe Navarro da un salto y grita. La cámara enfoca al público, que, desconocedor de toda la patraña, se alarma. Los gemidos de la actriz contrastan con los gritos histéricos de todo el personal que se arremolina en torno suyo. «No la toquéis, no la toquéis, que venga el médico», clamaba Navarro. Y eso sí, un cámara casi por el suelo enseñaba bien claramente al espectador el rostro de dolor de Ruth Gabriel.
Pero lo mejor estaba por llegar: las conexiones en directo con la enfermería de Tele 5. Allí estaba el doctor Ramírez, con una enfermera y Ruth Gabriel tendida en la camilla, con un hilillo de sangre en la comisura de los labios. Pepe Navarro en el plató, angustiado: «Es la primera vez en mi historia profesional que me sucede algo así. Estamos francamente preocupados por la situación de Ruth Gabriel». En la enfermería, el doctor Ramírez tomaba el pulso a la actriz. «Parece que habla», indaga Navarro al médico. «Sí, Pepe, parece que se ha hecho daño a nivel de la cuarta cervical; parece que le ha afectado también a los nervios». Ruth Gabriel gemía y crecía la preocupación de su entrevistador. «¿Habrá que trasladarla, doctor?». «Creo que sí, porque este tipo de lesiones necesitan un tratamiento especializado», diagnosticaba el supuesto doctor Ramírez. La ambulancia estaba de camino, las radiografías casi a punto y el programa continuaba con la repetición, a cámara lenta, de la caída de la actriz.Nueva conexión en directo con la enfermería. El doctor Ramírez ya tiene las radiografías y se muestra preocupado. A Ruth Gabriel le han puesto un collarín y sus gemidos se han convertido en llanto. «No sé qué decir. Nos van a disculpar por lo que ha ocurrido. Tendremos que improvisar lo que tenía que ser la entrevista con Ruth Gabriel. Sentímos profundamente el percance», seguía lamentándose Navarro. Pero su preocupación continuaba en la enfermería. Palabras tranquilizadoras del médico: «Se está recuperando. Empieza a sentir los pinchacillos de la aguja. Está más orientada». «¿Sabes dónde estás?¿Qué día estamos», le preguntaba a la enferma. Esta se iba restableciendo y despertando del letargo poco a poco y su nerviosismo iba en aumento. «No hay lesiones óseas. Lo que tiene es una fuerte contractura en las cervicales, o sea, un esguince. Se ha roto los ligamentos», todo eso iba diciendo el hombre del batín blanco. La siguiente y última conexión en enfermería presenta a Ruth Gabriel, ya sentada en la camilla y sonriente. El médico, al lado. «Ya estoy mejor». «Ha sido más el susto…».Todo el montaje se desvela en el plató. Ruth Gabriel, todavía con el collarín, se desmelena a patadas y puñetazos con unos espontáneos que surgen del público. Todos, los maletillas y la propia Ruth, forman parte, de una escuela de especialistas en escenas con peligro para el cine. Despojada del collarín, la actriz pide perdón por toda la gente preocupada que ha llamado al programa: familiares suyos, el padre de Pepe Navarro y público en general. «Mi intención no era dar un disgusto a nadie», se disculpaba Ruth Gabriel, mientras Pepe Navarro decía: «Estamos contentos de que hayan ustedes sentido algo».
Pero la madrugada del miércoles deparó más sorpresas. En la cadena de la competencia, Antena 3, Efecto F incorporó un nuevo género informativo: la crónica rosa, apoyada en el rumor. El programa que presenta Francis Lorenzo fue altavoz de los comentarios de la periodista María Eugenia Yagüe, que durante media hora estuvo dando vueltas al rumor, que aseguró circulaba por todos sitios, de que el padre del hijo de Isabel Sartorius, que nacerá en junio, podría ser el mismísimo, príncipe Felipe. Isabel Sartorius se casó recientemente en Londres con Javier Soto. «Habrá que esperar», dijo la periodista, » a ver sí el niño es rubio y con ojos azules».
Efecto F ha entrado así al trapo del morbo, ignorando la declaración de principios de los responsables de la cadena de hacer un programa de madrugada ajeno a las provocaciones. Por Efecto F han desfilado en los últimos días desde ninfómanas hasta expertas en sadomasoquismo. Su presencia no ha sido sólo testimonial. Sus experiencias sexuales han sido ilustradas con abundantes imágenes en las que se mostraban sushabilidades.
Pero este nuevo estilo ha dado frutos. El programa de Antena 3 se acerca poco a poco al de Tele 5. El martes pasado estuvieron a sólo dos puntos y medio de distancia. Uno de cada dos espectadores estuvo pendiente de Efecto F y Esta noche cruzamos el Mississippi casi a partes iguales (20,9% del total de la audiencia en el primer caso y 23,3% en el segundo).
El Análisis
Las reacciones de la prensa contra la broma del Sr. Pepe Navarro al fingir el accidente de la Sra. Ruth Gabriel fueron de arremeter contra el programa.
El 28.02.1997 el diario EL PAÍS publicaba un reportaje de casi una página completa titulado ‘Patrañas y Rumores’ con el ante título «Ruth Gabriel y Pepe Navarro montan una pantomima», criticando al espacio (en el texto decían ‘una irritante pantomima’ y se burlaban de la Sra. Gabriel diciendo que ‘sólo tenía una película en su carrera’). En el diario EL MUNDO era D. Carlos Boyero el encargado de hacer leña contra el espacio con amplio artículo titulado: ‘¡Más mierda, es la guerra!’.
Leyendo sus críticas uno pensaría que si EL MUNDO o EL PAÍS hubieran existido en 1938 hubieran acusado de ‘radiobasura’ al Sr. Orson Welles por su simulación de ‘La Guerra de los Mundos’ que le hizo entrar en la historia. ¿Cuántas veces en la televisión y en la radio en España se habían hecho bromas similares (que se seguirían haciendo en años posteriores y también con la complicidad de artistas), pero en otras ocasiones no desató las críticas de entonces. Y es que en 1997 había ya una moda de criticar al ‘Mississippi’ por ser la ‘telebasura del momento’. Pero una cosa es que se critique el tratamiento escabroso de asesinatos y otra que se critique una simple simulación o una inocentada durante una emisión.
El Sr. Navarro realizó una simulación en la que una actriz interpretaba un papel (que es lo que suelen hacer las actrices) a modo show, en un programa que tenía gran parte de componente show y nunca había pretendido ocultarlo. ¿Que mantuvo durante unos minutos convencidos a los espectadores? Indudablemente era lo que pretendía. No era fácil, podía haber hecho la simulación y que nadie se lo hubiera creído, pero el caso es que los Sres. Navarro y Gabriel lo hicieron y muchos picaron, por lo que quizá hubiera merecido algún tipo de felicitación, pero los chicos de la prensa optaron por sacar el hacha. Ellos verán.
J. F. Lamata