5 mayo 2000

Cuatro aspirantes a liderar el PSOE: Bono (‘felipistas’), Matilde Fernández (‘guerristas’), Rodríguez Zapatero (‘Nueva Vía’) y la candidatura particular de Rosa Díez

05 Mayo 2000

ROSA DIEZ DA UNA INYECCION DE AUDACIA AL PSOE

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Los más clásicos adagios protegen la valiente decisión de Rosa Díez: la audacia siempre ha tenido buenos epígonos. Pero no todos ellos han salido bien parados. No mucho después de preconizar aquello de «Audacia, más audacia, siempre audacia», que hoy ilustra su hermosa y céntrica efigie parisina, Danton fue guillotinado.

Sin ecomendarse ni a Dios ni al diablo -sostiene que carece de padrinos-, Rosa Díez ha presentado su candidatura a la secretaría general del PSOE. Tiene títulos para hacerlo: se batió el cobre en la última campaña electoral europea con Loyola de Palacio, salió suficientemente airosa de las batallas que libró mano a mano con la ex ministra de Agricultura -lo que no es decir poco- y, si no ganó en las urnas, a nadie se le ocurrió que hubiera sido por su culpa. Tiene temperamento, sabe decir lo que piensa y transmite convicción. A la mayoría de los políticos les gustaría que se pudiera afirmar eso mismo de ellos.

¿Podría embridar la desbocada carrera hacia el abismo en que se ha metido el PSOE? La crisis socialista sólo tiene dos opciones de liderazgo: o un valor con experiencia contrastada, asentado y solvente, o alguien que irrumpa desde abajo con fuerza y despierte la ilusión de las bases y los electores. Rosa Díez no responde a ninguno de esos dos retratos-robot, pero participa en cierta medida de ambos.

Ella trata de identificar su imagen con la de la renovación, si es que no con la de la ruptura con el pasado. El manifiesto que ha puesto en circulación certifica el final del «ciclo político» que comenzó en Suresnes, lo que sólo puede interpretarse como una apelación al fin del felipismo. En su intervención pública de ayer no hubo ni una sola alabanza a Felipe González, al que casi a la vez Peces Barba reprochaba no haber asumido las «responsabilidades políticas» que le competen por la corrupción y la guerra sucia. Aunque tampoco cabe olvidar que esta Rosa Díez es la misma que, cuando se inició la instrucción del caso GAL, afirmó que había autos de la Audiencia Nacional que hacían más daño que el terrorismo de ETA.

En todo caso, ahora ha dado un paso al frente, y el gesto es digno de alabanza. Que sus rivales hagan lo propio, empezando por José Bono, si aspira a disputarle el cargo. Porque lo indudable es que el PSOE necesita una inyección de vida, y la necesita ya.

11 Mayo 2000

EL PSOE, UN CAOS EN PLENA EBULLICION INTERNA

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Los socialistas se han retirado momentáneamente de la oposición para volcarse en una frenética labor de reparación de su averiada maquinaria interna. Aquel PSOE que no hace mucho corría el riesgo de «morirse de éxito» se ha convertido por mor de la derrota electoral en una olla con un nivel de ebullición tan alto que hace imprevisible el resultado del Congreso de julio.

Más o menos, esta es la situación. Hay una candidata oficial para la Secretaría General, Rosa Díez. Hay otros dos precandidatos que probablemente formalizarán su apuesta en pocas semanas, José Bono y José Luis Rodríguez Zapatero. Ayer surgió una cuarta candidata en ciernes, la ex ministra Matilde Fernández, a quien apadrina el sector guerrista. Y, casi como estrambote, hay tres militantes de base -totalmente desconocidos- que aspiran al liderazgo.

Los candidatos con renombre andan como locos a la búsqueda de apoyos que les permitan lograr la mayoría. Bono se entrevistó ayer con Maragall. Rosa Díez pide cita a los dirigentes más destacados. Los guerristas buscan el respaldo de Borrell y su Iniciativa por el Cambio. Rodríguez Zapatero presenta por doquier su Nueva Vía. Y proliferan militantes de base dedicados a elaborar manifiestos a cada cual más bonito para estimular el debate. En este sentido, resulta esperanzador que un abogado de Ciudad Real proponga que los socialistas exijan la depuración de las responsabilidades políticas de la guerra sucia. Todo ello, unido a alguna paradoja, como que Rodríguez Ibarra se desmarque del documento de los guerristas para presentar el suyo, componen un panorama tan interesante como desordenado.

Los posibles sistemas de alianzas entre los sectores hasta ahora minoritarios también podrían deparar alguna sorpresa. Pensemos, como hipótesis, en una unión de los guerristas con los borrellistas e Izquierda Socialista que pondría en apuros a los candidatos más vinculados con el antiguo aparato, si éstos no unen sus fuerzas.

Si de tal caos puede surgir el orden es cosa que ya se verá en el Congreso Federal. De momento, lo único que aparece claro en el confuso panorama es que nombres para la Secretaría General hay más que de sobra. No están tan nítidas, sin embargo, cuáles son sus propuestas programáticas. En particular, no se aprecian grandes diferencias -al margen del estilo personal de cada uno- entre lo que representan José Bono, Rosa Díez o José Luis Rodríguez Zapatero, los tres aspirantes que pueden ser, a priori, los favoritos.

14 Mayo 2000

Barullo de candidatos

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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La lista de candidatos, precandidatos e hipotéticos candidatos a la secretaría general del PSOE aumenta cada día. José Bono, Rosa Díez, José Luis Rodríguez Zapatero, Matilde Fernández y hasta ayer mismo la posibilidad de Cristina Alberdi, que finalmente no concurrirá, son los nombres más conocidos de un elenco que promete seguir creciendo. La gestora que administra el partido, respondiendo a las voces de notables socialistas que piden algo de orden ante esta manifiesta falta de autoridad, ha propuesto que los candidatos presenten el aval de un 15% de los miembros del comité federal o de una ejecutiva regional. Quieren frenar así una proliferación incontrolada de candidatos que es un fiel reflejo de la situación del PSOE.En primer lugar, porque pone de manifiesto que no hay ninguna personalidad con autoridad suficiente para hacerse con el liderazgo del partido. Si la hubiera, ya se encargaría ella misma de cerrar filas y de crear las condiciones para que el congreso la aupara con todas las unanimidades y pronunciamientos favorables. El único que todavía podría poner al partido entero en vereda es Felipe González, y no parece estar disponible ni sería sensato que fuera él quien liderara una etapa que debe conducir definitivamente al posfelipismo.

En segundo lugar, porque demuestra no sólo la ausencia de un líder indiscutible, sino incluso de una persona o núcleo de referencia con autoridad orgánica en el partido. Los potenciales candidatos tienen claro que ya no es necesario conseguir el beneplácito de los barones o de la burocracia de Ferraz para poder salir adelante, y que éstos ni siquiera tienen capacidad de impedir que alguien sea candidato.

Desde la misma noche electoral en que Joaquín Almunia dio con su dimisión la señal de partida de la anterior dirección quedó claro que en el PSOE todo estaba por reconstruir. Inmediatamente se constató lo que se sospechaba: no había nadie que al dar un paso al frente frenara cualquier otra alternativa. Con lo cual la proliferación de candidaturas se dio por añadidura. Puede que sea incluso un reflejo positivo de la vitalidad del partido, aunque de momento parece que hay más nombres que ideas. Sólo la tendencia denominada nueva vía, cuyo líder in péctore sería José Luis Rodríguez Zapatero, parece preocuparse de los contenidos tanto o más que de la persona. Pero si lo que el PSOE pretende es que del congreso de julio salga un líder capaz de recuperar al partido y conducirlo de nuevo a ser alternativa real de poder, no parece que esta multiplicación de candidatos sea un buen síntoma. La pregunta es, en cualquier caso, si las cosas pueden ser de otra manera. Porque quizá lo que se puede esperar del congreso de julio no es tanto una nueva jefatura cuanto una evaluación de las fuerzas de cada familia en el seno del partido, que permita más adelante una renovación efectiva.

El barullo de estos días confirma que el PSOE como colectivo no sabe muy bien dónde está: las familias ideológicas o de intereses políticos están muy indefinidas, no se conoce el poder actual de unos y otros y se hace necesario, así, que en un momento determinado puedan contarse los apoyos que cada cual tiene. Hoy no hay ninguna fuerza capaz de asegurar ni el triunfo ni el veto a nadie. Sería un éxito del congreso que de él saliera una radiografía real de los socialistas. Para conseguirlo es indispensable la transparencia en la elección de los delegados.

La otra cuestión significativa de este tiempo confuso entre la derrota y el congreso es la aparente inhibición de algunas familias territoriales que cuentan con un liderazgo más asentado, y en especial los socialistas catalanes. Pasqual Maragall parece querer pasar de puntillas sobre el proceso renovador, como si en el complejo equilibrio de relaciones entre su proyecto, el PSC, Cataluña, el PSOE y España, estos dos últimos términos fueran un estorbo para sus estrategias. Su discreto pronunciamiento a favor de Rodríguez Zapatero suena más a quitarse de en medio que a otra cosa.

Sin un aspirante indiscutible y sin un núcleo de poder con suficiente legitimidad, todo está extremadamente abierto en el PSOE. En estas circunstancias, las cuestiones procedimentales adquieren mayor relieve. De la actual dirección provisional depende la existencia de unas reglas del juego abiertas y eficaces. Puede que del congreso no salga todavía la solución definitiva, pues la experiencia demuestra que estos procesos acostumbran a ser largos y costosos. Pero un congreso sin cortapisas es la mejor garantía para que el proceso avance. A veces, las votaciones dan sorpresas y surge un líder donde nadie lo esperaba.

19 Mayo 2000

Rosa Díez apela a las bases, Bono a dos militantes clave

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Muy hábil y práctica la estrategia de Bono. Probablemente llegará a ser secretario general.

Poco a poco comienza a aclararse el panorama interno del proceso precongresual del PSOE. Dos candidatos, con personalidades y estrategias muy diferentes, pugnarán -lo están haciendo ya- por la Secretaría General. La primera, Rosa Díez la única aspirante oficial en este momento, recorre de forma incansable toda España buscando el apoyo de las bases del partido. Su contrincante, el astuto José Bono, prefiere trabajarse a las grandes personalidades que serán claves para asegurarse el liderazgo del PSOE. Esta semana, el presidente de Castilla-La Mancha hizo una exhibición de fuerza política al presentarse en Madrid arropado por el empresariado, Alberto Ruiz Gallardón y los notables del partido con González a la cabeza y asumiendo de forma expresa los valores cristianos. Según publica hoy EL MUNDO, Bono no pierde el tiempo. Hace días, logró el respaldo de Manuel Chaves, apoyo nada baladí porque la federación andaluza es la más numerosa del partido y nadie puede llegar a ser secretario general sin esos votos. Además, Bono ofreció a González la Presidencia del PSOE, sin poderes ejecutivos, eso sí. La carambola del presidente castellano-manchego podría culminar con un acuerdo con José Luis Rodríguez Zapatero, otro aspirante a candidato, al que tiene pensado ofrecer el control del grupo parlamentario a cambio de que se retire de la carrera. Muy hábil y práctica la estrategia de Bono. Probablemente llegará a ser secretario general. Lo que ya es más difícil es que logre convencer a una mayoría de que la resultante -con González como presidente tutelando al teórico líder como lo hizo con Almunia- sea la renovación que está necesitando el PSOE para recuperar la credibilidad y los votos perdidos.

28 Mayo 2000

Fuera de la realidad

Pedro de Vega

(Militante del sector Guerrista)

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Ha venido pidiendo los últimos días Felipe González a los aspirantes a la Secretaría General del PSOE que en lugar de criticar su gestión presenten programas alternativas a la política del Gobierno. Ayer, en la presentación de la candidatura de Matilde Fernández, le han contestado los guerristas recordándole que, para que existan programas y respuestas coherentes a los grandes problemas de la vida nacional, lo primero que se requiere es una formulación correcta de los mismos y una organización capaz de proyectar socialmente su ejecución.

En su dialéctica preferida de constatar lo obvio y negar lo evidente, Felipe González ha incurrido una vez más en el único error que un político no puede cometer: olvidarse de la realidad. Se ha olvidado, por ejemplo, de que si el PSOE ha perdido sus referentes ideológicos es porque él fue el primero en colaborar a destruirlos. Del mismo modo que quiere desconocer que la debilidad organizativa actual de su partido es la consecuencia de su propia gestión como secretario general. Pretender en estas circunstancias ignorar el pretérito – ha venido tácitamente a señalar Matilde Fernández – no implicaría otra cosa que renunciar al futuro.

Consciente en el fondo de la situación patética por la que atraviesa el PSOE, los distintos candidatos que hasta ahora han ido apareciendo, atraídos por la fascinación de Felipe González no supieron, no quisieron o no pudieron liberarse de su influjo. La diferencia de Matilde Fernández estriba en haber puesto de manifiesto desde el principio que no se trata de ir ni a favor ni en contra del ex secretario general, sino de no incurrir por más tiempo en la falsa identificación entre el PSOE y Felipe González como términos equivalentes. Y puesto que de lo que se trata es de salvar al PSOE los trastos rotos deben ser recompuestos.

Es en esa recomposición en la que Matilde Fernández y los promotores de su candidatura han hablado de los problemas de la mundialización, del Estado Nación y de la libertad como las grandes cuestiones que su partido tiene que definir previamente y desde las que sólo cabrá luego realizar una coherente política de oposición. El hecho en sí abre las puertas a la esperanza y la candidatura de Matilde Fernández se ofrece, triunfe o no, mucho más prometedora para la revitalización de la democracia que otra que la precedieron. Si hay algo de lo que está necesitada la oposición es de claridad y de coherencia en los planteamientos, y de la consiguiente fuga del arbitrismo barroco hasta el que hoy se ha visto condenada.