5 marzo 1984

Pedro J. Ramírez, José Luis Gutiérrez, Alfonso Rojo, Carmen Rico Godoy y Raúl Heras serán condenados por atentar contra el honor de la señora que, según ellos, se había acostado con el jerezano

Pedro J. Ramírez y toda la cúpula de DIARIO16 demandados por informar de un affaire sexual de Ruiz Mateos

Hechos

  • D. Pedro J. Ramírez y D. José Luis Gutiérrez, y los periodistas D. Alfonso Rojo, Dña. Carmen Rico Godoy, D. Raúl Heras, D. José Antonio Sánchez y D. Manuel Romero  fueron demandados por informar y opinar sobre un supuesto ‘affaire’ del Sr. Ruiz Mateos.

Lecturas

El ex presidente de Rumasa, D. José María Ruiz Mateos y su ex socio D. José María Sabater y la esposa de este, Dña. Misericordia Miarnau, emprendieron medidales legales contra los directivos de DIARIO16, D. Pedro J. Ramírez y D. Alfonso Rojo y contra los periodistas Dña. Carmen Rico Godoy, D. Raúl Heras, D. José Antonio Sánchez y D. Manuel Romero por informar y comentar jocosamente sobre un supuesto ‘affaire’ del Sr. Ruiz Mateos con la Sra. Miarnau.

El Sr. Pedro J. Ramírez llegó a escribir el 29.04.1984: «¿Como puede un hombre tan listo, resultar tan tonto? FIngir un desapaarición forzada, dando pie a todo tipo de rumores, insinuaciones y hasta groseras acusaciones, para recalar en un hotelucho caribeño de media estofa con la esposa más bien algo carroza, de un avezado tiburón». Por su parte Dña. Carmen Rico-Godoy escribía en DIARIO16 el día 27.04.1984: «Ruiz Mateos creía no sólo en las Vïrgenes y en las otras, porque fugarse con la señora del secretario de uno no es algo que la Santa Madre Iglesia recomiende especialmente, aunque la dama se llame Misericordia».

08 Marzo 1984

El Rostro de Ruiz Mateos

Editorial (Director: Pedro J. Ramírez)

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Ruiz Mateos, el padre ejemplar, el católico fervoroso, el vigoroso defensor de la tradición y la familia, el miembro preclaro del Opus Dei... a quienes posan de padres de la patria y adalides de la virtud cabe exigirles, al menos, el rigor moral que predican para los demás.

Si alguna duda cabía aún sobre la catadura moral de ese malhadado personaje llamado José María Ruiz Mateos, los datos descubiertos por nuestro periódico acerca de su fuga-romance por Europa y América completan, definen y perfilan con absoluta nitidez la verdadera imagen del otrora poderoso señor de Rumasa.

Hace falta un rostro granítico para fingir todo un secuestro – dejando que la gente, su familia incluida, temiera lo peor – mientras se vuela, en la amorosa compañía de la mujer de uno de sus asesores principales de la ‘suite’ de un hotel de Viena a otro de Jamaica, usando pasaportes y documentos de identidad falsificados. Ni los peores enemigos de Ruiz Mateos, el padre ejemplar, el católico fervoroso, el vigoroso defensor de la tradición y la familia, el miembro preclaro del Opus Dei, podían haber imaginado una situación que lo derribara tan fulminantemente del pedestal que con malas artes se habían levantado a sí mismo.

He ahí al hombre que, desposeído de su holding, cuyo saneamiento nos va a costar a los españoles cientos de miles de millones de pesetas, se atrevió, en una escalada de desvergüenza, a acusar a políticos, ministros, jueces, banqueros, llegando a intentar afrentar incluso a la figura más importante y apreciada de España: nuestro Rey Don Juan Carlos. Es el mismo que, detrás de la familia numerosa que reza diariamente el rosario, mantiene relaciones con la esposa de uno de sus íntimos. No queremos dar lecciones de moral a nadie y libre es cada cual de dormir con quien le apetezca, pero a quienes posan de padres de la patria y adalides de la virtud cabe exigirles, al menos, el rigor moral que predican para los demás.

No vamos a hurgar en el dolor de una familia que debe estar ahora íntimamente destrozada al descubrir el verdadero rostro del patriarca Ruiz Mateos. Y tampoco desearíamos quebrantar, aún más, la desairada figura del señor Sabater, ‘el marido de la novia’ de Ruiz Mateos, pero como este señor se ha atrevido a intentar refutar lo irrefutable, valiéndose de torpes manejos periodísticos, habremos de descubrir no sólo sus propios viajes de consuelo erótico, sino el esperpéntico episodio del ‘regalo’ de una imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro a una iglesia de Honduras.

Un colega de la mañana intentaba ayer, de forma tan sesgada como ridícula, desmentir nuestra información anterior sobre la ‘escala’ vienes del fugitivo de Rumasa y su amante, presentando a ésta en compañía de su esposo haciendo ofrenda de la carísima imagen a las más altas autoridades de Honduras. Que tan piadosa ofrenda ocultaba – tal vez en la misma imagen – el deseo de introducir el ‘dinero negro’ de Rumasa en aquel país centroamericano es algo más que una sospecha.

La Policía española ha confirmado que el número de pasaporte usado en Jamaica por la acompañante de Ruiz Mateos corresponde efectivamente al de Misericordia Miarnau, conocida familiarmente como ‘Cori’. Claro, que es probable que quien, después de un encuentro amoroso en Londres, regalo a don José María una medallita de oro; bien podría, después de la siesta, ir a regalar una imagen del Corazón de Jesús a algún ministro, para solaz gráfico y espiritual de los lectores más reaccionarios.

En lo que respecta a Ruiz Mateos, las más burdas imputaciones, las más ridículas circunstancias, las más cínicas manipulaciones, los más desvergonzados embustes corren siempre el seguro peligro de quedarse cortos. A este banquero trapisondista no lo remedia ni Santa Rita.

27 Abril 1984

La Virgen cambió de bando

Carmen Rico-Godoy

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"Ruiz Mateos creía no sólo en las Vïrgenes y en las otras, porque fugarse con la señora del secretario de uno no es algo que la Santa Madre Iglesia recomiende especialmente, aunque la dama se llame Misericordia"

No puede ser que el ministro de Economía, Miguel Boyer, tenga tanta suerte. No ha tenido necesidad de mover un dedo para hundir a Ruiz Mateos, porque este se ha destruido a sí mismo de una manera metódica y sistemática.

Las tonterías que ha hecho Ruiz Mateos desde el 23 de febrero de 1982 justifican de por sí que Boyer le arrancara de las manos de imperio de la abeja. Un hombre tan tonto no puede dirigir tantas empresas. Ni siquiera con la ayuda de ese Dios con el que Ruiz Mateos, al parecer, tenía línea directa. Pero Dios debió cansarse también de sus actos estúpidos, abandonándole a media tarde y convirtiéndose Ruiz Mateos en una especie de peste de la que todo el mundo – literalmente – trataba de huir.

Cuando los teólogos insisten en que poner los ojos en blanco y comulgar todos los días no garantiza para nada que Dios se ponga siempre de parte de uno, saben lo que están diciendo.

Ruiz Mateos ha hecho más exactamente lo contrario del o que debía hacer para salvarse. Su huida a Londres fue vergonzante. Si de verdad tenía razón, se debía haber quedado aquí a mantenerla. Dispuestos estaban Alianza Popular y los partidos satélites, el Opus, la Iglesia e incluso los liberales, a hacer de él una víctima, la primera, del socialismo incipiente.

Desde Londres, Ruiz Mateos intentó reconstruir su imperio en el exterior, pero los tentáculos de Boyer llegaron más pronto más lejos, desbaratando las intenciones del empresario de pacotilla. Menudo es Boyer.

Si Ruiz Mateos hubiera tenido más fe en la habilidad de Boyer para hacerse la cusqui y menos en la eficacia de las Vírgenes del Perpetuo Socorro que él mandaba fabricar, le hubiera ido un poco mejor. Claro que Ruiz Mateos creía no sólo en las Vïrgenes y en las otras porque fugarse con la señora del secretario de uno no es algo que la Santa Madre Iglesia recomiende especialmente, aunque la dama se llame Misericordia.

No se sabe si Ruiz Mateos intentó reblandecer con una virgen a las autoridades inglesas para conseguir su residencia, pero en todo caso éstas le conminaron a abandonar el país. Y ahí empezó su vía crucis por América Latina. Cambió Virgencita por pasaporte. En Panamá le dieron uno y se fue U. S. A., pero como allí también son ‘muy legalistas’, como dijo él de Inglaterra, tuvo que salir para Europa. Y en lugar de montarse en el avión como todo el mundo con el cepillo de dientes en la bolsita de mano, el hombre llevaba un revolver calibre 32. Pero no fue por eso que le cazaron.

Simplemente él mismo cayó en la trampa. Estaba en la lista de chorizos de Interpol. Y lo más probable es que regrese a España esposado para responder de fuga de divisas, engañar al Fisco y, sobre todo, insultar al Jefe del Estado.

Es difícil que alguien en año y medio cometa tantas tonterías. Sobre todo cuando el honor de su familia es mancillado gratuitamente. Las plegarias de Ruiz Mateos a la Virgen del Perpetuo Socorro se perdieron en la eternidad y no llegaron a su destino. Pero Boyer debería poner en su despacho una imagen de la Virgencita en agradecimiento a tener un enemigo tan tontamente golfo.

Carmen Rico-Godoy

29 Abril 1984

Al final de la escapada

Pedro J. Ramírez

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No es casualidad que el futbolista Butragueño, desde sus veinte años de chico como Dios manda, buen hijo de familia bien- de mayor quiero ser empresario, ¿Sabes – le dijera el otro día a Carmen Rigalt que Ruiz Mateos había sido durante mucho tiempo su ídolo, su modelo, su ejemplo a seguir. Y es que cuantos le conocimos en sus años de esplendor, creíamos que como mínimo era un gran personaje, un hombre singular, un magnate dotado de esa mágica audacia que puede llegar a sublimar hasta los negocios más ruines.

Ahora nos preguntamos: ¿Cómo puede un hombre tan listo resultar tan tonto? Desde el momento de la expropiación todos sus manejos y andanzas no son síno un catálogo de errores que le han ocasionado perjuicio tras perjuicio: 1) Huir del país, innoblemente, escondido en el maletero del coche. 2) Insultar al Gobierno democráticamente elegido por los españoles, desde la cómoda impunidad de un hotel londinense. 3) Lanzar torpes acusaciones contra alguno de los personajes – Termes, Botín, Valls – más respetados de nuestro establishment financiero. 4) Convocar a Londres al estrafalario sindicalista Justo Fernández, en medio de la rechifla general. 5) Utilizar el viaje de dicho personaje para iniciar toda una campaña de indignas insinuaciones nada menos que contra el Rey Juan Carlos – cada día más amado y respetado por todo tipo de ciudadanos – y pilotada nada menos que desde territorio regido por su graciosa majestad la reina Isabel, pariente, como cualquiera sabe, de nuestro soberano. 6) Responder al polémico y apretado fallo del Tribunal Constitucional con una sonrojante descalificación global a la justicia española. 7) Denostar a todos los medios de comunicación, tras haberlos intentado manipular durante meses refugiándose tan sólo en la protección filogolpista del diario EL ALCÁZAR. 8) Amenazar al Estado en su conjunto con una rueda de Prensa internacional, destinada a desprestigiar las instituciones españolas ante los ojos del mundo. 9) Fingir una desaparición forzada dando pie a todo tipo de rumores, insinuaciones y hasta groseras acusaciones, para recalar en un hotelucho caribeño de media estofa con la esposa más bien algo ‘carroza’ de un avezado tiburón. 10) Presentarse en uno de los aeorpuertos más vigilados del mundo, perteneciente a un país activamente amigo de España y con tratado de extradición en vigor, llevando pistola y pasaporte falso en la maleta.

Para un año y pico, no hay quien de más. Si en lugar de todo eso Ruiz Mateos se hubiera quedado dignamente en su casa de Somosaguas, respondiendo una por una, con rigor y aplomo, a las requisitorias de la justicia, administrando sus palabras con grandeza y sentido de la distancia, capitalizando la inquietud que en cualquier empresario ocasional los procedimientos empleados por el Gobierno y las generalizadas sospechas en torno a la forma en que elaboró y filtró la sentencia del Tribunal Constitucional, beneficiándose comparativamente de la desastrosa gestión que el sector público viene realizando del ‘holding’ s situación sería muy distinta y hasta es probable que la opinión pública empezara a ponerse de su parte no sólo en la forma, sino también en el fondo del problema.

Bastará que transcurra un poco de tiempo – cinco o diez años, tal vez – para que nadie dude de que ese exuberante Creso de chaqueta cuadrada y pañuelo sobresaliendo en pico que te recibe con ademanes ampulosos en la cima de su imperio y ese pobre diablo, desesperado porque no sabe alemán, que sólo quiere ver a su esposa y recorre paranoicamente los ocho metros cuadrados – lavabo, inodoro, mesa, silla – de su celda de la prisión de Preugeshoim, nunca dejaron de ser una misma persona. Y así que pasen veinte años, cuando los perfiles anecdóticos de la memoria se diluyan dando paso a la verdadera subrealidad de las cosas, descubriremos, por fin, que todo ello sucedió a la vez.

Pedro J. Ramírez

09 Marzo 1984

Ruiz Mateos, Cori y la vida privada

Antonio Izquierdo

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La tercera y última de las premisas es que frente a unos hechos que se desarrollaron como una tragedia clásica – riesgo de secuestro y muerte, amenazas incertidumbre – se pretenda establecer un romance útil a cualquier revista del cora´zon pero resulta recusable para cualquier asunto de Estado poniendo en la vindicta pública el nombre de una dama para sofocar las terribles acusaciones que se desprenden de la propia actuación del fugitivo.

Esto puede resultar cruel e injusto: acusar a un padre de familia numerosa, a un empresario que se ha visto de la noche a la mañana desposeído, mediante un golpe de fuerza, de todo su patrimonio de protagonizar un escándalo sentimental, para evitar, tal vez, que se venga, acusatorio el inicial ‘affaire’ en toda su crudeza. No es de caballeros – o no lo era antes, al menos – jugar con el nombre de una mujer que, en principio, merece todos los respetos, aunque es probable que los autores del gran descubrimiento consideren normal una conducta punible por el hecho de que la práctique sin el menor recato algún alto representante de la soberanía popular. En ningún caso es aceptable la interferencia en la vida privada de las personas – vida privada que garantiza una Constitución que se ve permanentemente transgredida – pero menos puede hacerse con signo acusatorio cuando se toleran otras que en una democracia homologada – Inglaterra – le valió la destitución fulminante a un ministro.

Antonio Izquierdo