26 junio 2001

Fue capturado en Venezuela por la policía de Hugo Chávez

Detenido Vladimiro Montesinos, el ‘hombre fuerte’ de Fujimori desmintiendo el ‘bulo’ de Alfonso Rojo sobre su cambio de cara

Hechos

El 25 de junio de 2001 fue noticia en la prensa internacional la detención de Dr. Vladimiro Montesinos.

Lecturas

El Dr. Vladimiro Montesinos fue considerado el ‘Rasputín’ en la sombra del régimen de Alberto Fujimori en Perú. Sus imágenes en vídeo sobornando a un diputado dieron la vuelta al mundo. Desde la caída de Fujimori vivía huido de la justicia.

EL ‘BULO’ DEL CAMBIO DE CARA.

El periódico peruano ‘El Nuevo País’ informó en mayo de 2001 que Vladimiro Montesinos se había hecho la cirugía estética para poder evadir la acción de la justicia y difundió en exclusiva las imágenes de la ‘nueva cara’. En España el periódico EL MUNDO recogió el bulo a través de un amplio reportaje de su corresponsal D. Alfonso Rojo López, con amplios detalles del supuesto ‘cambio de cara’ del Dr. Montesinos.

En junio de 2001 el Dr. Montesinos fue detenido quedando clara que mantenía intacta su cara y que por tanto la información de su ‘cirugía estética’ había sido un bulo.

08 Abril 2001

EL ROSTRO DEL «DOCTOR»

Alfonso Rojo

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Y se fue sin pagar la cuenta. No es que Vladimiro Montesinos ande mal de dinero. Los sabuesos que le siguen la pista al fugitivo han detectado ya una docena de cuentas bancarias suyas en sitios tan variopintos como Suiza, Aruba o Gran Caimán, donde el ex asesor de Alberto Fujimori escondía más de 200 millones de dólares.

No ha sido por falta de fondos por lo que Montesinos dejó al cirujano plástico Lorenzo di Cecilia con dos palmos de narices y a las arcas de la clínica San Bernardino con un descubierto de 10.000 dólares. Salió a toda prisa de Caracas, porque presintió la cercanía de sus perseguidores. También porque dar sorpresas entra en la naturaleza del Doctor.

Montesinos no es un tipo que se fíe de la gente. Las precauciones adoptadas en Venezuela por el hombre que durante una década fue el poder tras el trono de Fujimori podrían servir de prólogo al Manual del Perfecto Agente Secreto. El pasado 13 de diciembre, cuando se presentó en el centro médico para hacerse la cirugía estética, se apuntó en el registro con el nombre de Manuel Antonio Rodríguez Pérez. Enseñó en recepción una cédula de identidad venezolana, habló poco y marcó las «zetas», para dar la sensación de que era de origen español.

En Venezuela habita una numerosísima colonia española y hay miles de Manuel Rodríguez. Afirmó que llegaba avalado por el cardiólogo Carlos Mora, a quien ahora pretenden hacer pagar la factura, y explicó que deseaba «arreglarse» el tabique nasal y los párpados, porque sentía «cierta pesadez». Cuando le pidieron que se afeitara la barba, que se dejó crecer poco después de huir de Perú, se negó en redondo.

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BORRAR HUELLAS

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Es evidente que Montesinos sabe cómo borrar huellas y que le espantaba dejar detrás fotos que puedan servir para identificarle.Las dos imágenes de él que quedaron en los archivos de la clínica son anteriores a la operación. En ambas, su cara aparece enmarcada en el camuflaje de una respetable barba entrecana.

Un detalle curioso que se percibe en las fotografías es que el Rasputín peruano ha abandonado el hábito de cubrirse la calva con un flequillo vergonzante, hecho a base de arrastrar pelo de la coronilla hacia la frente. Ahora luce entradas.

Por los archivos, se sabe que ingresó en la clínica el 13 de diciembre y se marchó dos días después. También que costaba mucho cambiarle los vendajes, porque se pegaban al pelo de la barba.

Montesinos circula por el planeta con una fisonomía totalmente nueva. El lifting incluyó la transformación total de la nariz y una substancial alteración de la forma de los ojos. Prueba evidente de que la cirugía estética no ha afectado negativamente al proverbial olfato del Doctor es que apenas un par de horas después de que abandonase la clínica sin molestarse en pasar por caja, se presentaron en el centro hospitalario varios policías preguntando por Manuel Rodríguez. Todo sugiere que alguien, con buenos contactos en las alturas, le alertó justo a tiempo para poder escapar.

Lourdes Flores, la candidata que probablemente quede hoy en segundo lugar en las elecciones peruanas y pase a disputar la segunda ronda con Alejandro Toledo, ha acusado al presidente venezolano, Hugo Chávez, de proteger a Montesinos. Según los medios de comunicación limeños, el mercurial Chávez se ha limitado a devolver un favor a un viejo amigo. Un colega con quien compartió confidencias de Academia Militar y que le echó una mano en sus tiempos de proscrito, cuando acababa de fracasar en su intento de derrocar al presidente Carlos Andrés Pérez.

El Gobierno venezolano ha desmentido que su líder fuera compañero de estudios de Montesinos, pero en el libro Habla el Comandante, obra del venezolano Agustín Blanco, el propio Chávez admite haber visitado en 1971, siendo todavía cadete, la Academia de Chorrillos, donde estudiaba Montesinos. Dos décadas después, tras la asonada del 27 de noviembre de 1992 en la que estuvieron implicados partidarios de Chávez, el gobierno de Fujimori aceptó los consejos de Montesinos y acogió en territorio peruano a varios de los oficiales que participaron en la fracasada intentona.

Con una retranca que sólo pueden dar los años, el octogenario Luis Miquilena, actual ministro del Interior de Venezuela, dice que ni afirma ni niega: «Yo no estaba en el despacho del Ministerio en la oportunidad que, parece, según la versión que corre, dicen que Montesinos pasó por aquí».

Sarcasmos aparte, está probado que Montesinos ingresó en Venezuela procedente de la isla de Aruba (en el Caribe), que recibió protección policial y que se mueve con varios pasaportes y con documentos impolutos, hechos en papel oficial, con sellos oficiales y numeraciones a tono.

El ex secretario de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, actual ministro de Exteriores de Perú, afirma no estar en condiciones de acusar a Venezuela, pero da por supuesto que Montesinos está respaldado por «ciertos elementos del aparato policial venezolano».

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PRECIO DE ORO

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En Lima, es casi obligado culpar al Doctor de todo lo malo que ocurre o ha ocurrido en el país. Hay quien sostiene que sigue moviendo hilos desde la oscuridad, pero no hay pruebas palpables de que el ex asesor de Seguridad de Fujimori esté jugando bazas para influir en los acontecimientos de su país. Los expertos creen que permanece escondido en un lugar de habla hispana y con cierto trasiego turístico, como podría ser Costa Rica, Isla Margarita o cualquier otro enclave caribeño. Cuenta con cantidades ingentes de dinero en metálico y con una red de fieles colaboradores a los que paga a precio de oro.

Dotado de documentación espuria, pero impecable, y de un nuevo rostro en el que ha desaparecido la nariz aguileña, lo que hace muy difícil su reconocimiento a simple vista, no parece probable que vaya a caer pronto en manos de la Justicia.

Han transcurrido casi seis meses desde su espectacular fuga, medio año desde que dejó su guarida secreta en Perú, viajó en barco a las Islas Galápagos y desapareció del mapa, pero eso no impide que su alargada silueta siga marcando la contienda electoral peruana y acaparando las primeras páginas de los diarios limeños.

Los dos pilares del fujimorismo han escapado. El presidente que daba la cara, cosechaba votos y gestionaba las obras, está en Tokio escribiendo sus memorias y parapetado tras su nacionalidad japonesa. El asesor, que grababa en vídeo las miserias de amigos y enemigos, el sujeto que controlaba a los militares y había creado un Estado dentro del Estado, tiene nueva cara y flamante identidad. Ambos, y eso es motivo de intranquilidad para bastantes de los que ahora los denigran y claman contra ellos, guardan como oro en paño muchas de las pruebas sobre las que cimentaron su poder omnímodo.

El cerco legal contra los allegados de Montesinos ha tenido efectos menores. Juan Valencia Rosas, el empresario que actuaba como testaferro del Doctor, ha aceptado devolver al Estado peruano 16 millones de dólares que el ex asesor prófugo había depositado en Gran Caimán. La repatriación del dinero no ha venido aparejada con la de otros bienes y objetos que la pareja Fujimori-Montesinos se llevó y que a la larga pueden resultar más decisivos.

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CINTAS DE VÍDEO

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Un ex ministro que tuvo estrecha relación con el ex presidente Fujimori, aunque ahora exija el anonimato y niegue su amistad con el fugado, confiesa haber visto en su día una sala del Palacio de Pizarro repleta de maletas. Para llegar a la habitación era necesario atravesar varias puertas, todas ellas cerradas con llave. No aclara el motivo por el que Fujimori accedió a franquearle el paso, pero confiesa que éste aseguró en su presencia que si el material allí almacenado saliera a la luz, «sería el fin de toda la clase política peruana».

No hay muchas dudas sobre el contenido de aquellas maletas, que partieron hacia Extremo Oriente el día que Fujimori puso tierra por medio. El pasado octubre, cuando el cada hora más desesperado presidente optó por asaltar el domicilio de su antiguo amigo y por registrar la sede del Servicio de Inteligencia nacional (SIN) no requisó sólo joyas, relojes, ropa, perfumes, libros, documentos, lingotes y un barco de oro macizo. Se llevó también incontables cintas de vídeo.

Montesinos grababa en secreto todo y a todos, incluyendo desde las escenas de cama a las conversaciones con sus amigos y pasando por la entrega de sobornos. Las autoridades tienen en su poder 1.075 vídeos, que permanecen custodiados en una bóveda de máxima seguridad del Palacio de Justicia y que seis jueces examinan uno a uno. Pues bien, en ninguna de esas cintas aparece el ex presidente.

No es un detalle irrelevante si se tiene en cuenta que Fujimori pasaba buena parte de su tiempo en las dependencias del SIN, donde pernoctó en numerosas ocasiones. La explicación la ha dado hace pocos días el propio ex presidente desde Japón, donde ha tenido la desvergüenza de confirmar lo que era ya un secreto a voces: «Yo tengo mi propia videoteca».

Fujimori no es el único con artillería grabada. Su antiguo socio, compinche, asesor y amigo trasladó a Panamá dos baúles metálicos precintados, dentro de los que viajaban los vladivídeos más suculentos, aquellos en los que aparecen en papeles estelares personajes de relieve cobrando millones o en actividades sexuales chocantes. Una especie de espada de Damocles pende sobre el conjunto de la clase dirigente peruana y se palpa en el ambiente.

Durante 10 años, las decisiones más trascendentales se tomaron en los despachos del Servicio de Inteligencia, por donde desfilaban ministros, congresistas, jueces, empresarios, banqueros, militares, periodistas y narcotraficantes. La mayoría, para recibir instrucciones.Otros para colaborar con la red de corrupción y extorsión tejida por Montesinos.

Por el momento, son 212 las personas sometidas a investigación, de las que 21 están detenidas, 15 en arresto domiciliario y 19 bajo orden de búsqueda y captura. Es sólo la punta del iceberg, porque la estructura creada por Montesinos tenía proporciones mastodónticas e impregnaba todos los ámbitos de la vida peruana, con tentáculos en los medios de comunicación, las Fuerzas Armadas, la banca, los partidos políticos y los juzgados. Se cobraban comisiones ilegales en la adquisición de armamento para el Ejército, pero también se tasaba a los narcotraficantes y se imponían cupos a los guerrilleros colombianos. El dinero se lavaba en paraísos fiscales, usando a veces como pantalla la Caja de Pensiones Militar y Policial. Se utilizaba parte de los fondos para sobornar a tránsfugas políticos y para comprar la línea de medios de comunicación y la firma de prestigiosos periodistas.

Lo fascinante es que el autor que urdió este truculento montaje siempre pareció bastante anodino. Montesinos, el genio del mal, nació hace 56 años en la ciudad de Arequipa. Como tantos muchachos de familia humilde, se enroló en el Ejército. Alguno de sus ex compañeros de Academia recuerdan que tenía la curiosa costumbre de llevar al día un fichero sobre los otros cadetes. Pasó por la Escuela de las Américas, donde bajo la tutela de los asesores norteamericanos aprendió técnicas de contrainsurgencia y fichó por la CIA.

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EL TAXISTA

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Ya como capitán, filtró información a Estados Unidos, lo que en 1977 provocó su expulsión de las Fuerzas Armadas, que por aquel entonces tenían veleidades nacionalistas y tercermundistas.Trabajó de taxista, estudió Derecho, se graduó y comenzó a ganar dinero a espuertas como defensor de narcotraficantes y de policías corruptos. Su notoriedad pública llegó en 1990, en vísperas de las elecciones presidenciales, cuando actuó como abogado de Fujimori y logró que desaparecieran las pruebas y ganar el caso en el que se acusaba al candidato de fraude en transacciones de bienes raíces.

A partir de ese instante, se transformó en el amigo íntimo, en asesor de confianza y en el privilegiado mentor de Fujimori.Su larga mano no fue ajena a la disolución del Congreso, ni a la destitución de la Corte Suprema, ni a las drásticas medidas que permitieron aniquilar las organizaciones terroristas, que hasta entonces campaban a sus anchas. Tampoco a las jugarretas que permitían ganar una elección tras otra y cambiar fidelidades parlamentarias en un santiamén. La historia que podría titularse Sexo, sobornos y cintas de vídeo es más retorcida que la más complicada telenovela latinoamericana y tiene la ventaja de ser totalmente real.

No es que no existan corrupciones parecidas en otros lugares de América Latina o que los peruanos no sospecharan que ocurriera algo así. Lo tremendo, lo dramático, lo acongojante es que Vladimiro Montesinos ha dado involuntariamente a los peruanos la oportunidad de ver en pantalla y a todo color lo más horrible de su realidad nacional. Ellos saben que no es ficción, sino algo en lo que han estado inmersos hasta los corvejones y por eso odian tanto al director de la película: al Doctor de los Mil Rostros.

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Pie de foto titulada

LA ÚLTIMA FOTO. Es la última imagen del fugitivo peruano. La fotografía le fue tomada en la clínica de Caracas donde, bajo una identidad falsa, acudió para ser operado. En el centro de cirugía plástica, se ha sabido ahora, ingresó el 13 de diciembre de 2000 y salió, a toda prisa y sin pagar, a los dos días. El doctor Lorenzo di Cecilia le operó la nariz y los ojos. Aunque le pidió que se afeitara la barba tras la que Montesinos ya se escondía, él se negó en redondo.

25 Junio 2001

Montesinos, detenido

LA VANGUARDIA (Director: José Antich)

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Hugo Chávez, el siempre impresivible presidente de Venezuela, ha sorprendido a las cancillerías de medio mundo al anunciar que Vladimiro Montesinos, el que fue brazo derecho del expresidente peruano Alberto Fujimori, se encuentra detenido en su país, desde donde será deportado a Perú. La noticia no compensará el dolor del pueblo peruano, víctima de un terremoto que afectó el pasado sábado al departamento de Arequipa y que ha causado al menos medio centenar de muertos y graves daños materiales, pero constituye una prueba más de que el mundo se ha convertido en un lugar cada vez más pequeño para los delincuentes internacionales.

Bajo la presidencia de Fujimori, Montesinos acumuló un gran poder y está acusado, entre otros delitos, de asesinatos y torturas, tráfico ilegal de armas y drogas y, por supuesto, de enriquecimiento ilícito. Su rocambolesca huida de Perú el pasado 23 de octubre marcó el principio del fin del fujimorismo, a pesar de que el entonces aún presidente organizó una charada por las calles de Lima en la que pretendió dirigir las operaciones de búsqueda y captura del que había sido su valido. No había transcurrido ni un mes cuando Fujimori abandonó asimismo su país con destino a Japón, cuyas autoridades deberían pensar seriamente en seguir el ejemplo de Venezuela y, como mínimo, detener a tan incómodo huésped.

Esta internacionalización de la justicia debería redundar en una mayor cooperación financiera para recuperar los botines ilegalmente amasados. Sólo en tres cuentas suizas se encontraron a Montesinos cerca de 10.000 millones de pesetas, que algo aliviarían la situación económica peruana

26 Junio 2001

TRAS MONTESINOS, FUJIMORI

EL MUDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Nunca se hubiera imaginado el otrora todopoderoso Vladimiro Montesinos que podría acabar tras las mismas rejas del Penal de la Base Naval del Callao que custodian al líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, que un día mandó detener. Mientras ayer se especulaba con esta posibilidad, muchos se congratulaban de que el ex asesor del presidente Fujimori ya estuviera en el Palacio de Justicia. Para muchos otros hubiera sido preferible que el rasputín peruano hubiera aparecido muerto y se llevara a la tumba los secretos que fue acumulando en sus 10 años al frente del Servicio de Inteligencia.

La Comisión del Congreso peruano que ha investigado su actuación le acusa de enriquecimiento ilícito, pago de sobornos, tráfico de armas y de drogas, organización de escuadrones de la muerte… Y concluye que están implicadas en la vasta trama de corrupción creada por él, más de 220 personas, entre ellas, jueces, militares, periodistas y políticos de todos los partidos, incluidos algunos diputados del partido que supuestamente quiere instaurar la moralidad en la vida pública.

La justicia peruana tiene un largo camino para llegar hasta el fondo de la verdad en el caso Montesinos, pero por encima de todos sus cooperadores necesarios, hay uno que, por el momento, está a salvo de la justicia peruana, gracias a la colaboración del Gobierno de Japón: Fujimori. La detención de Montesinos y su proceso incrementarán considerablemente la presión sobre un país que, pese a la incomodidad de tener al Chino en su territorio, no ha hecho hasta ahora gestos que indiquen que lo va a entregar. La Constitución japonesa impide conceder la extradición de los súbditos de ese país a un tercero. Japón haría un bochornoso papel considerando un nacional a quien ha ocultado su origen mientras le ha convenido. Y sobre todo, erosionaría su prestigio internacional si impidiera a la Justicia peruana actuar contra quien no ha dudado en delinquir para asegurarse el control de todos los poderes del Estado.

La frágil democracia peruana tiene ante sí el desafío no sólo de lograr que Fujimori se siente en el banquillo, sino de desarrollar un proceso limpio y justo contra Montesinos. Que caigan con él quienes formaban parte de su trama desestabilizará menos Perú que permitir que siga intacta e impune una estructura de corrupción que no puede construir un hombre solo.