18 abril 2021

Eduardo Inda utiliza LA RAZÓN para pelotear al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez: «Es el nuevo Santiago Bernabeu»

Hechos

Artículos publicados el 18 de abril de 2021 y el 29 de mayo de 2022.

18 Abril 2021

Florentino Pérez, el Bernabéu del siglo XXI

Eduardo Inda

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Así como Bernabéu fue el ideólogo de la Copa de Europa, Florentino es el alma mater de esta Superliga que multiplicará estratosféricamente los ingresos de los participantes

Decía el desternillante Ramón Mendoza, tipo genial donde los hubiera, que “ser presidente del Real Madrid es más importante que ser ministro”. Obviamente, no hablaba de oídas. Y, además, fue mandamás del club más importante de la historia en un momento en el que ostentar una cartera ministerial era algo excepcional, nada que ver con la vulgaridad de estos tiempos nuestros en los que tipos, tipas o tipes como Irena Montera, Ione BelarraPedro Duque, el ya ex vicepresidente Pablo Iglesias y otros, otras u otres han devaluado y vulgarizado el cargo hasta el infinito.

Ser presidente del Real Madrid es más relevante planetariamente hablando que ser ministro y yo apostillaría que ocupar la Presidencia del Gobierno de España, ¿quién conoce a Sánchez allende nuestras fronteras? Pero también más prestigioso a nivel global que ocupar la Secretaría General de la ONU. Al baranda del club de Chamartín le abren las puertas con más facilidad que al jefe de la ONU, António Guterres, gran tipo, mejor cabeza e indiscutible buena persona. Pero si se hace una encuesta y se pregunta quién y qué es Guterres, el 90 por ciento -y seguramente me quede corto- respondería sin dudarlo que no tiene pajolera idea. En cambio, si vamos a Rusia, Sudáfrica, Marruecos, México y no digamos ya Argentina todo el mundo sabría identificar sin problemas a Florentino Pérez.

Un Florentino Pérez al que popularmente nadie conoce como presidente de ACS, pese a ser la mayor constructora y empresa de servicios del mundo, un imperio levantado en 40 años sobre la base de una empresa arruinada -Construcciones Padrós-, adquirida a precio de saldo y reflotada en tiempo récord. Hace 15 años tuve como protagonista de El Foro de El Mundo de Baleares que yo dirigía a Florentino Pérez. Lo presenté como “el Bernabéu del siglo XXI”. Y, pese a las caras de incredulidad, no me equivoqué. En 35 años, el de Almansa ganó seis Copas de Europa. El reelegido Florentino Pérez lleva cinco en 18 años y todo hace presagiar que muy pronto empatará a su gran ejemplo vital y que más pronto que tarde le adelantará. El uno construyó su equipo ganador sobre la base de un argentino irrepetible, Alfredo Di Stéfano Laulhé, y el otro lo hizo de la mano de Cristiano Ronaldo en una primera etapa y de Mbappé en esta segunda que se apresta a levantar el telón.

El primero levantó el Bernabéu y el segundo está erigiendo el SúperBernabéu. Más allá de todo eso, les une un común denominador: cambiaron a mucho mejor el mundo del fútbol. Bernabéu convirtió un negocio endogámico, ensimismado, proteccionista, en el deporte rey a nivel mundial. Forjó su sueño de la mano de L’Equipe, de su director, Jacques de Ryswick, y del nunca bien ponderado, Raimundo Saporta, un trotamundos sefardí que pese a haber nacido en Constantinopla -lo que ahora conocemos como Estambul- vivió toda su infancia en París. Aquel sueño se hizo realidad muy pronto y constituyó un éxito sin paliativos. El Real Madrid ganó la primera edición en el Parque de los Príncipes de París frente al Stade de Reims en 1956. Luego vendrían otras cinco en una década.

Florentino atesora ya cinco y es el cerebro en la sombra de una Superliga Europea que tiene toda la razón de ser para romper el mafiosesco monopolio que ha montado una UEFA que maneja el circo a su antojo y reparte el parné como le sale del arco del triunfo pese a que quienes ponen el espectáculo, las estrellas y se juegan su dinero son los clubes. Unos clubes que están hartos de ingresar como máximo 117 millones, eso en el caso de que seas campeón de la Champions, y de tener que ir a jugar a campos de mala muerte frente a rompepiernas con más mala leche que talento. Una idea que al menos en una segunda fase debería pasar por convertir la Superliga Europea en una suerte de NBA, de primera división europea, que impida que Real Madrid, Barça, PSG, City, Bayern o Juve tengan que disputar competiciones nacionales de nivel deprimente y devaluadoras de jugadores de primer nivel. Y así como Bernabéu fue el ideólogo de la Copa de Europa, Florentino es el alma mater de esta Superliga que multiplicará estratosféricamente los ingresos de los participantes, 350 kilos a cada uno de los seis primeros y 450 al campeón. El Madrid revolucionó el fútbol mundial dentro y fuera de los despachos en el siglo XX y lo hace en el siglo XXI. Se repite la historia porque Florentino jamás la olvidó.

29 Mayo 2022

Florentino ya es Bernabéu

Eduardo Inda

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Todas las entidades deportivas querrían gozar de la quinta parte del éxito que acompaña al Real Madrid

Podría hablar hoy de la organización tercermundista de la final de Champions en París, del ridículo que protagonizó la decadente Francia a los ojos de todo el planeta, de la chapuza de los tornos, de cómo quedó atrapado el autobús del Liverpool en uno de los tradicionales atascos de la Ciudad de la Luz -increíble, pero cierto- o de la insensatez que supone convocar un partido de este nivel en uno de los barrios más peligrosos de la urbe sin blindar el entorno a modo y manera. Navajeros, tironeros y carteristas hicieron su agosto ante la mirada impasible de los robocops de la Gendarmería, los normalmente eficaces CRS, auténticos armarios empotrados que no se andan con contemplaciones cuando las cosas se ponen feas. El que suscribe fue testigo de cómo cuatro facinerosos con cara de pocos amigos intentaban apoderarse a tirones y manotazos de un Rolex de un aficionado madridista al que dejaron con la muñeca sangrando. Sin embargo, y a pesar de todos los pesares, dedicaré este artículo al gran culpable entre bambalinas del descomunal éxito que supone la decimocuarta Copa de Europa: Florentino Pérez.

En mi memoria permanece indeleble aquella primera final de la era moderna ganada el 20 de mayo de 1998 en el Amsterdam Arena del Ajax. La Juventus de Zizou llegaba como indiscutible favorita a la cita en la cumbre. Todas las encuestas y todos los analistas coincidían en la superioridad de los bianconeri. Servidor y 100 amigos más, entre los cuales se hallaba el actual presidente del Real Madrid, alquilamos un Airbus 340 de Iberia y nos fuimos para allá con más ilusión que convencimiento. El inicio del partido fue el mismo de todas las finales: infinita precaución mutua, respeto superlativo y miradas de reojo. Riesgo cero. Hasta que en el minuto 66 uno de los más grandes jugadores de la historia reciente, Mijatovic, resolvió con una genialidad un encuentro enquistado. Fue pitar el árbitro el final y soltarle yo a Florentino: “Tendrás que esperar 10 años para ser presidente, esto da gasolina a Lorenzo [Sanz] para mucho tiempo”.

No era para menos: los blancos conquistaban La Orejona tras 32 años de sequía. La anterior databa de 1966, cuando el que suscribe ni siquiera había nacido. Precisamente por este motivo fue la más celebrada Copa de Europa de las ocho que han venido después. Sobra decir que mis dotes de pitoniso son iguales a cero: dos años más tarde, y otra Champions mediante, la de 2000 que se anotó nuevamente Sanz, Florentino se proclamaba presidenteDesde entonces hasta ahora han llegado seis de esos ocho títulos, lo cual, ojo al dato, iguala al actual mandamás blanco en títulos con Don Santiago Bernabéu, el genio de Almansa que puso a la entidad en el mapamundi y levantó un estadio que su sosias del siglo XXI va a transformar en la envidia de ingleses, alemanes, qataríes o estadounidenses, por poner cuatro países con campos de primer nivel, ya sean de fútbol normal, fútbol americano o baloncesto.

Aún recuerdo las críticas que recibí hace tres lustros cuando bauticé al personaje como “el Bernabéu del siglo XXI”. Soy consciente de que la envidia nacional está impidiendo que se rinda a Florentino el justísimo homenaje que merece. Preside la entidad balompédica más rica y laureada; ha hecho frente a los mafiosescos clubes-Estado con un expertise que no puede comprarse con dinero porque es cuestión de años, tradición y escudo; y sorteó el match-ball del Covid con superávit mientras muchísimos otros como el Barça terminaban de hundirse para quién sabe cuánto tiempo. Es verdad que lo de Mbappé salió mal, pero no lo es menos que ni falta que hacía ficharlo: el Madrid es campeón de Europa sin su concurso. Y, además, qué narices, su presencia habría opacado a esa impresionante realidad que es un Vinicius que metió el tanto de la gloria en Saint Denis. El Madrid en general y Florentino en particular se estudian como caso práctico en las más potentes escuelas de negocios estadounidenses. Ni más ni menos. Aquí los que no le niegan el pan y la sal, oscurecen sus triunfos, y los que no hacen ni lo uno ni lo otro le injurian, calumnian o difaman a diario. Es verdad que nadie es profeta en su tierra, pero no lo es menos que en EEUU o en Japón todos querrían ser como él y todas las entidades deportivas gozar de la quinta parte del éxito que acompaña al Real Madrid. Cosas del cainismo patrio.