24 noviembre 1963

El autor del nuevo crimen, Jack Ruby, padece graves problemas de salud

El asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald, asesinado ante las cámaras de televisión cuando iba a ser trasladado a prisión

Hechos

Lee Harvey Oswald fue asesinado el 24 de noviembre de 1963 por Jack Rubi de un disparo en el momento en el que iba a ser trasladado a una prisión.

Lecturas

El ex marine Lee Harvey Oswald, acusado del a muerte del presidente John F. Kennedy ha sido asesinado este 24 de noviembre de 1963 cuando era trasladado desde el cuartel general de la policía a una prisión de Dallas.

Millones de norteamericanos pudieron contemplar por la televisión el asesinato de Oswald cometido por un turbio personaje llamado Jack Ruby, que disparó a quemarropa contra el preso.

Ruby – cuyo verdadero nombre era Jack Rubinstein – propietario de varios locales de streep-tease en Dallas, es un personaje conocido por la policía.

El asesino sostuvo que deseaba ahorrar a la viuda de John Kennedy, la bella Jacqueline Kennedy, la penosa circunstancia de un proceso contra el hombre que había dado muerte a su marido.

La muerte de Oswald parece dejar en un callejón sin salida las investigaciones que se realizaban sobre el atentado. Existen sospecha de que Oswald no había sido más que un sicario instrumentado por poderosos sectores de la vida política norteamericana.


Identificado como el posible asesino de Kennedy, Oswald, simpatizante comunista, asesinó al policía  J.D. Tippit antes de ser reducido. Y acusado formalmente de ser el asesino tanto de Tippit como del presidente Kennedy. Pero en el momento en que era trasladado a prisión fue asesinado por Jack Ruby ante las cámaras de televisión y prensa.

El asesino Jack Ruby, propietario de un bar nocturno, asegura que quiso ‘vengar’ a su admirado presidente Kennedy, matando a Oswald. Ruby padece graves problemas de salud. Ruby fue declarado culpable del asesinato de Oswald y condenado a cadena perpetua, pero murió de cáncer de pulmón en 1967.

TEORÍAS DE LA CONSPIRACIÓN EN EL ASESINATO DE JFK

El gangster Sam Giancana había sido vinculado a la familia Kennedy y se aseguraba que había mantenido tratos con Josep Kennedy, pero que estaba decepcionado con la actitud anti-mafia de sus hijos John y Robert Kennedy. A pesar de los rumores, no hubo pruebas fehacientes que le vincularan con el crimen. Murió asesinado a tiros en 1975.

El responsable del Sindicato del Transporte, Jimmy Hoffa, fue un decidido enemigo de la familia Kennedy, en especial de Robert Kennedy, que estaba convencido de que realizaba prácticas mafiosas. Pero tampoco se encontraron pruebas de vínculos de este con el crimen. Hoffa fue asesinado en 1975 y su cadáver fue hecho desaparecer.

El Jefe del FBI, J. Edgar Hoover no fue capaz de impedir el asesinato de Kennedy. No faltaron quienes lanzaron el rumor de que Hoover estaba enfrentado a los Kennedy y podía haber aparatos del Estado vinculados en el crimen. Pero como en los casos anteriores, nunca aparecieron pruebas solidas que le vincularan al crimen.

26 Noviembre 1963

Después de un crimen comunista

J. L. Gómez Tello

Leer

El tiro en el vientre disparado por el judío polaco Rubinstein contra Oswald en la misma Comisaria de Dallas ha aumentado la confusión de ideas sobre los móviles del asesinato del Presidente Kennedy. Un hecho es concreto: quien ha matado al norteamericano nacionalizado soviético, declarado comunista y jefe de la sección local del Comité Procastrista de Dallas, ha impedido que continúe el interrogatorio del asesino del Presidente, cuyas revelaciones habrían sido de excepcional interés, y la celebración de un juicio que habría colocado ante la opinión internacional el verdadero rostro del comunismo internacional. Ahora se habla de Ruby y se olvida – se quiere hacer olvidar – que existe una abrumadora serie de datos sobre la filiación comunista de Oswald y sobre su participación en el atentado contra el Presidente desde la adquisición previa del arma hasta el mapa del itinerario de Kennedy. Por consiguiente por un gesto sentimental impulsivo, extraño en un sujeto de la catadura de Ruby, o por una inducción hábil o por otra razón cualquiera, el gangster ha silenciado al criminal comunista. ¿A quién aprovecha esto? Mientras prosigue el cortejo de hipótesis, en las que se van envolviendo desinformaciones hábiles para borrar paulatinamente este carácter de crimen comunista que tiene el atentado de Dallas, señalemos algunos hechos concretos, que valen no sólo para los Estados Unidos, sino para todo Occidente.

El primero es la existencia de una cierta atmósfera que en principio es favorable a los comunistas. En la ciudad de Dallas se encontraba el antiguo general Walker, conocido por sus ideas. En la ciudad de Dallas había también veinticinco comunistas y funcionaba un Comité procastrista, cuyo presidente era precisamente Oswald. En la adopción de medidas precaución antes de la visita del Presidente Kennedy es alejado de la ciudad el general Walker, con cuyas opiniones políticas se podrá o no estar de acuerdo, pero que es un patriota. En cambio no se tomó la misma precaución con los comunistas y castristas y, por lo visto, no se adoptó precaución alguna, puesto que Oswald pudo moverse por la ciudad con la pistola con la que luego, tras asesinar al Presidente, mató a un guardia. El patriota y anticomunista general Walker era previamente sospechoso; pero el comunista Oswald no lo era. La diferencia de trato es parajódica y, como ha podido verse, ha conducido a siniestras consecuencias. ¡Quiera Dios, que esta lección sea aprendida por un mundo amenazado por el comunismo, donde hay muchos ejemplos de esta clase! Para no ir más lejos podríamos mencionar a Italia. El muy demócrata cristiano Moro admite la colaboración en su propio Gobierno de Pietro Nenni, miembro de las Brigadas Internacionales al servicio de Moscú y jefe de un partido aliado actualmente con los comunistas en los Ayuntamientos y los Sindicatos. En cambio, rechaza como apestados a hombres y partidos nacionales – los liberales, los monárquicos y los hombres del Movimiento Social Italiano – por el hecho de que para Nenni y los progresistas son la ‘derecha’. E incluso rechaza a la derecha de su propio partido. Mientras los hombres amenazados por el comunismo no adviertan este trágico error, ¡puede nadie extrañarse de los avances que está consiguiendo el sovietismo, no por su fuerza, sino por tal ciega complicidad, consciente o inconsciente? Recuérdese con qué canibalesca satisfacción fue acogido por ciertos anticomunistas el asesinato del Presidente Diem en Vietnam del Sur. No era demócrata: por consiguiente era un peligro. En cambio, ¿recuerdan la histeria por la muerte de Lumumba (de cuyo asesinato los comunistas chinos acusan ahora a los comunistas rusos)?

El segundo hecho se refiere a la valoración del peligro comunista. Suele decirse n algunos países – y entre ellos los Estados Unidos – que la débil cifra de sus afiliados les impide ser un peligro. Esto es olvidar que en Rusia, cuando asaltaron el poder en 1917, no eran más de veinticinco mil; que en Cuba, antes de Fidel Castro, no eran más que un puñado; que en Venezuela no pasan de ser seiscientos los activistas en Caracas; pese a ello o se hicieron duelos del país o están a punto de hacerlo. ¿Cuál es el secreto de esta facilidad? Simplemente la incapacidad de reacción que encuentran frente a ellos porque la democracia y el liberalismo están obligados a guardar las formas y son ciegos, mientras los comunistas operan con una técnica y una falta de escrúpulos que los propios amenazados no quieren creer. De aquí que se repita constantemente eso de: “No me hable usted del comunismo”. Ni siquiera cuando los crímenes comunistas, como ahora, están firmados. La desinformación progresista y comunista hace el resto.

J. L. Gómez Tello