14 septiembre 2006

El ayuntamiento de Bellpuig (Lleida) entrega el premio ‘Boira’ (niebla) a Albert Boadella por considerarle un traidor a Catalunya

Hechos

El 14 de septiembre de 2006 se difundió una carta de D. Albert Boadella al alcalde de Bellpuig.

Lecturas

Desde 1991, el Ayuntamiento de Bellpuig (Lérida) concede los Premios Estel i Boira (estrella y niebla), el segundo de ellos destinado «a las acciones o actitudes de omisión que afecten, negativamente y de manera continuada a la identidad catalana». El director de escena y miembro de la plataforma Ciutadans de Catalunya Albert Boadella fue elegido Premio Boira 2006 «por su posicionamiento político, y por las continuas declaraciones como la que hizo el pasado 18 de julio en que destacaba que el nacionalismo catalán era incompatible con la democracia». Entre aquellos que recibieron anteriormente el galardón se encuentran: José Antonio Samaranch, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el diario ABC, José María Aznar, la cadena Cope, Esperanza Aguirre, la Nunciatura del Vaticano o el Rey Juan Carlos.

El premiado dirigió esta carta al alcalde, Josep Pont i Sans:

Señor alcalde de Bellpuig,

Contesto a su carta en la que me comunica que se me otorga el premio Boira (Niebla) debido a mi posicionamiento político y a mi crítica del nacionalismo catalán. La forma y el contenido de la carta es el testimonio perfecto de la obscena impunidad política que asola este territorio y la confirmación visible de los motivos por los que el Ayuntamiento de Bellpuig me lanza la infamia en forma de premio. Tal y como declaré, queda aún más patente que nacionalismo y democracia se muestran incompatibles.

Debido a la información que me había llegado del periódico Segre, deduje que los premios Estel i Boira (Estrella y Niebla) eran responsabilidad de las entidades privadas de Bellpuig. En este sentido, tenía la disposición de contestar el menosprecio con un texto humorístico. Pero su carta me revela que el auténtico inductor y creador de tales salivazos al adversario es usted como alcalde de Bellpuig, ex presidente de la Diputación de Lleida y diputado del Parlament de Catalunya. Por tanto, dejo de lado el humor porque es una forma de expresión que, en última instancia, demuestra una consideración sobre el grado mental y moral del otro.

Usted no merece esta consideración. Ostentando cargos de gobierno y de representación parlamentaria, utiliza el cobijo de unos premios para denigrar públicamente a cualquier disidente de sus manías. En este caso, un consistorio municipal promueve la degradación democrática, dedicándose a organizar un acto para desacreditar la libre opinión de un ciudadano. En vez de participar al fomento de la tolerancia y la pluralidad de criterios, como es su obligación por los cargos que tiene asignados, se sirve de ellos para incitar a la censura cívica de un artista del país.

Con su eclesiástico invento de l’estel i la boira, compruebo que utiliza el tiempo (y también mis impuestos) para dividir a los catalanes entre buenos y malos, o señalar enemigos externos. Usted se erige impúdicamente en juez moral de Catalunya, y a través de sus veredictos, induce el odio a instituciones o personas no afines al régimen. Sigue una tradición muy cultivada por los totalitarismos, entre ellos, el que sufrimos los españoles hace 30 años, un régimen nacionalista obsesionado también en este tipo de infecciones sociales. Hoy, afortunadamente, exceptuando su caso, no hallaríamos en España un nivel semejante de vileza institucionalizada y promovida por dirigentes públicos.

Resulta curioso que este tipo de vocacionales de la inquisición siempre conviven con un trasfondo personal bastante menos escrupuloso que sus filantrópicas exhibiciones. Compruebo que usted tampoco es una excepción sobre la regla. No muestra la misma sensibilidad patriótica a la hora de cargar una cuantiosa deuda a sus conciudadanos españoles a través de la Seguridad Social. Deuda provocada por la empresa Aigües Rocafort de la cual era administrador y accionista. Ni tampoco le tiembla el pulso cuando deja de pagar a los empleados -que se ven obligados a reclamar por el juzgado social- o a la Caixa de Catalunya, la cual también tiene que proceder judicialmente para reclamarle 33.656.256 pesetas.

No se inquiete, su comportamiento tampoco trasluce anomalía alguna en el clima actual de Catalunya, incluso es natural. Forma parte de la impostura patriótico-sentimental que en los últimos tiempos impera entre los gobernantes de este territorio.

Sin embargo, ¿quién le ha dado a usted las atribuciones para infamar en público a un ciudadano que cumple escrupulosamente con sus deberes? Desde hace 45 años, dirijo una empresa de 25 trabajadores dedicados al arte. Nunca he dejado de pagar puntualmente a la hacienda pública ni a ningún colaborador. Esta es la principal contribución que en cualquier país puede hacer un ciudadano, sea catalán o sueco. Las otras contribuciones, las del libre pensamiento o las creencias, sólo son materias de escarnio, censura, y persecución institucional en las dictaduras. En este sentido, la única boira incívica que constato es la que pone usted por delante, a fin de disimular su falta de decencia… eso sí, ¡catalana!

Por tanto, como despedida, quiero decirle sin hostilidad ni ironía, pero con serenidad y también con una íntima satisfacción: váyase concretamente a la mierda, usted, sus premios y la Catalunya que nos pretende imponer.

PS. Esta carta es mi respuesta a su Premio y espero que sea leída (entera) en el acto de entrega.

Albert Boadella