2 diciembre 1925
El directorio militar es reemplazado por un Consejo de Ministros de civiles apoyado en la formación política Unión Patriótica
El dictador Miguel Primo de Rivera reorganiza su Gobierno: José Calvo Sotelo nombrado ministro de Hacienda
Hechos
El 2.12.1925 se formó un nuevo Consejo de Ministros presidido por el General Miguel Primo de Rivera.
Lecturas
El 2 de diciembre de 1925 el dictador de España, D. Miguel Primo de Rivera Orbaneja, en el poder desde el golpe de Estado de 1923 apoyado por el Rey D. Alfonso XIII acepta modificar su gobierno para darle un aire más político, sustituyendo el directorio militar por un consejo de ministros.
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- Presidente – D. Miguel Primo de Rivera Orbaneja.
- Hacienda – D. José Calvo Sotelo.
- Economía – D. Francisco Moreno Zuleta, Conde de los Andes.
- Guerra – D. Juan O´Donell Vargas, Duque de Tetuán.
- Gobernación – D. Severiano Martínez Anido.
- Estado – D. José María Yanguas Messia.
- Trabajo – D. Eduardo Aunós.
- Gracia y Justicia – D. Galo Ponte Escartín.
- Marina – D. Honorio Cornejo Carvajal, Vicealmirante Cornejo.
- Instrucción Pública – D. Eduardo Callejo de la Cuesta.
- Fomento – D. Rafael Benjumea Burín, Conde de Guadalhorce.
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UN MINISTRO MÁS JOVEN EL REY
Al reinar desde niño, D. Alfonso XIII había estado acostumbrado a que siempre los ministros tuvieran más edad que él, por lo que no pudo dejar de comentar al formar aquel Gobierno el General Primo de Rivera que, por primera vez, había ministros más jóvenes que él, como era el caso del nuevo ministro de Hacienda, D. José Calvo Sotelo.
El Sr. Calvo Sotelo permanecerá en el consejo de ministros hasta enero de 1930.
03 Diciembre 1925
La significación y el alcance del cambio político
Pocas palabras hemos tenido de anteponer al relato de los acontecimientos políticos desarrollados en las últimas veinticuatro horas. Hay muchos días para el comentario y muchos aspectos comentables. Por hoy basta con registrar fielmente el suceso y decir que se ha deslizado, a pesar de su trascendencia, en medio de la mayor tranquilidad, sin dificultades internas ni externas. Las crisis parciales de otros tiempos, la sencilla substitución de un ministro suscitaba mayores trastornos que este cambio total de personas con que el marqués de Estella inicia la segunda etapa en la que muy bien puede llamarse su providencial misión.
Los españoles, al leer hoy en la Prensa matutina la amplia información que el propio presidente del Consejo facilitó esta madrugada, habrán quedado gratamente sorprendidos, sea cualquiera el juicio que el cambio les merezca, de la sencillez y diafanidad del procedimiento y de que no les hayan abrumado durante días y días con la referencia de dificultades conciliábulos, intrigas, consultas y ficciones que hacían perder el tiempo, influían desfavorablemente en el crédito público y desesperanzaban a los ciudadanos.
El general Primo de Rivera dijo a sus compañeros de Directorio que creía llegado el instante de la transformación; imamimes, lo apreciaron así los generales, se comunicó al Rey el propósito, y el Monarca contestó por escrito conformándose con el consejo y depositando su confianza en el marqués de Estella para la formación de un Ministerio: el que hoy ha jurado. Eso ha sido todo, y es bastante.
De la significación del nuevo Gobierno, ya dice lo suficiente la declaración ministerial, en que se consignan laudables y radicalísimos propósitos y acertadas realidades, como la supresión de las subsecretarias y secretarias de los Ministerios, organismos inútiles, que fueron poderosos instrumentos del favor y de las más odiosas corruptelas.
Tiene por delante una enorme labor que realizar el nuevo Gobierno especialmente relacionada con la situación económica. Son hombres laboriosos e inteligentes los que forman el primer Ministerio civil y no ha de faltarles la asistencia de la opinión pública. Con estos elementos se pueden proseguir victoriosamente la obra redentora.
A ella procuraremos contribuir sin vacilaciones ni desmayos, difundiendo y defendiendo cada día los propósitos gubernamentales, aportando a la empresa el fruto de nuestra observaciones, recogiendo las ansias populares y sirviendo, en fin, de órgano de enlace entre gobernantes y gobernados, que es función esencialísima de la Prensa en todo momento, y muy especialmente en circunstancias excepcionales, como las que ahora atravesamos.
Que tenga mucha suerte el nuevo Gobierno es voto que hoy formulan todos los españoles de buena voluntad.
El Análisis
El 2 de diciembre de 1925, nuestro dictador, Miguel Primo de Rivera, decidió darle un lavado de cara a su gobierno, reemplazando el directorio militar por un consejo de ministros más político. Con esta jugada, el general buscó un aire más fresco para su administración, incluyendo a figuras jóvenes como José Calvo Sotelo en Hacienda, quien incluso sorprendió al Rey Alfonso XIII por ser más joven que él, una novedad en su reinado.
Desde La Nación Manuel Delgado Barreto, vocero del régimen, nos pinta el cambio como una suave brisa que llegó sin turbulencias ni dramas. Resalta la calma con que se hizo todo, sin esos culebrones de intrigas y consultas que nos tienen acostumbrados. Según el periódico gubernamental, esta transición marca el inicio de una «providencial misión» con objetivos claros y radicales, como eliminar las subsecretarías inútiles y combatir la corrupción.
El nuevo gabinete tiene ante sí el reto de mejorar la economía y cuenta con la confianza del público y del Rey. Pero conforme avancen los años de la dictadura, más avanzarán las iras que está sembrando en España.
J. F. Lamata