30 mayo 1985

Se radicaliza el enfrentamiento del secretario general del sindicato socialista UGT con Felipe Gonzálz y Joaquín Almunia

El diputado del PSOE Nicolás Redondo, líder de UGT, rompe la disciplina y vota en contra de la Ley de Pensiones del Gobierno

Hechos

El 30.05.1985 el Congreso aprobó la Ley de Pensiones del Gobierno de D. Felipe González y rechazó las enmiendas de la oposición. El diputado del PSOE D. Nicolás Redondo fue el único que votó a favor de la enmienda de la oposición.

Lecturas

UNA LEY DE ALMUNIA

almunia1985 La ley es obra del ministro de Trabajo, D. Joaquín Almunia, que busca racionalizar el gasto, por entender que si no se reformaba el sistema de pensiones de la Seguridad Social, el dinero se acabaría en 10 años para poder seguir pagándolas.

DAMBORENEA, OTRO CRÍTICO

Damborenea El diputado D. Ricardo García Damborenea, elegido – como el Sr. Redondo – por Vizcaya y secretaria general del PSOE de esa provincia tampoco quiso aprobar la ley de Pensiones, pero en su caso optó por abandonar en el hemiciclo para o tener que votar lo mismo que Alianza Popular.

D. Nicolás Redondo, secretario general del sindicato socialista UGT y diputado por Vizcaya, votó  en el Pleno del Congreso a favor de la devolución al Gobierno del proyecto sobre reforma de pensiones, enmienda presentada por el grupo parlamentario de Coalición Popular (AP + PDP + PL). Sólo el Sr. Redondo mantuvo esta postura dentro del Grupo Socialista, mientras que el Sr. García Damborenea optaba por ausentarse. La propuesta fue derrotada por 168 votos contra 104.

EL RESTO DE DIRIGENTES DE UGT QUE SON DIPUTADOS DEL PSOE RESPALDARON AL GOBIERNO

mendez_1994 El dirigente D. Cándido Méndez tenía que optar entre obedecer a su jefe de partido, D. Felipe González o a su jefe de sindicato, D. Nicolás Redondo: optó por obedecer al partido.

 D. Cándido Méndez, D. Manuel Chaves, D. Justo Zambrana, D. José Antonio Amate, D. Francisco Neira, Jerónimo Nieto y Ramón Vancels, todos ellos con cargo de responsabilidad en alguna de las organizaciones de Unión General de Trabajadores, aceptaron el proyecto del Gobierno.

FERNANDO SUÁREZ (AP) DEFENDIÓ LA ENMIENDA

fernando_suarez El ex ministro franquista y diputado de Alianza Popular, D. Fernando Suárez, fue el encargado, en nombre de los diputados del Grupo Popular en defender la petición de devolución de ley que fue, inesperadamente respaldada por D. Nicolás Redondo.  D. Fernando Suárez, basó sus argumentos en los recortes de prestaciones que implica el proyecto, advirtió: «No van ustedes a conseguir que este debate se transforme en un análisis del programa de AP. Ustedes», dijo, «cuando no tienen argumentos se convierten en oposición de la oposición». El Sr. Suárez afirmó que se sentía capaz de afirmar que cualquier propuesta de su grupo estaba inspirada en el deseo de que todos los españoles vivan mejor.

No obstante, reconoció que en la Coalición Popular existen personas para las que es prioritaria la visión económica, junto a otras que, dijo, «vernos las cosas con visión social. Nos pasa lo que a ustedes. Lo que ocurre es que, por desgracia, en su caso han vencido las tesis tecnócratas sobre las de los socialistas de verdad».

05 Junio 1985

El Gobierno y las pensiones

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera)

Leer

La soledad del Ejecutivo debió ser ayer, sin duda, impresionante. Por primera vez en los 30 meses de Gobierno, su base sociológica se manifestó masivamente en contra de uno de los ejes de su política económica: la reforma de la Seguridad Social en materia de pensiones. El presidente del Gobierno y los más destacados representantes de la política económica en su Gabinete están haciendo continuamente declaraciones de que hay que revisar el concepto de Estado de bienestaren España. Y el sentido de esta revisión es, siempre, el de poner límites a las cotas de providencia existentes, por otra parte mínimas en relación con la mayor parte de los países occidentales a los que queremos acercanos.Las manifestaciones de ayer son, por ahora, el ejemplo más claro de las resistencias a esa política económica, sin duda antipopular, pero además inexplicable para la mayoría, por venir dirigida no por un Ejecutivo conservador sino por el primer Gobierno socialista nominalmente puro que ha habido en la historia de España. De ser ciertas las afirmaciones de destacados miembros del Ejecutivo, UGT, CC OO, los partidos de la oposición a derecha e izquierda y los cientos de miles de personas que ayer salieron a la calle en casi todas las capitales españolas están equivocados. El proyecto del Gobierno -siempre según las apreciaciones de sus máximos responsables- no sólo no recorta las futuras pensiones, sino que establece un sistema mejor con prestaciones más altas que el actual.

Lo cierto es que, hasta ahora ni el Gobierno ni el PSOE han sido capaces de explicar a la opinión pública cómo es posible conjugar un ahorro del gasto -que todos comprenden- sin reducir la cuantía de las pensiones. Ni cómo -si es cierto que no se da tal reducción- se garantiza el futuro del sistema de Seguridad Social gravemente aquejado por un desequilibrio financiero evidente. Tampoco han sido capaces de explicar razonablemente- la necesidad de que la reforma -que nadie niega es precisa- haya de empezarse sobre las espaldas de los más menesterosos. Son precisamente los sindicatos (y dentro de ellos, la Unión General de Trabajadores, sindicato hermano del Gobierno por historia, tradición e ideología) quienes más perplejos se encuentran ante unas medidas que afectan a uno de los sectores más débiles de la sociedad (los jubilados). Esta perplejidad y esta falta de entendimiento son mas fáciles de entender recordando, por ejemplo, que el ministro de Economía y Hacienda, máximo responsable de la política económica, no se haya reunido ni una sola vez en los últimos- meses con los representantes sindicales.

La incapacidad para explicar las cosas que tiene el partido en el poder no es nueva. El propio Felipe González reconocía hace un año que el Gobierno no había sabido explicar los cambios introducidos en la sociedad española. Desde entonces, las dificultades de comunicación con sus bases se han visto aumentadas. No es sólo que no se haya llegado a la opinión pública. El PSOE ha tenido que utilizar las presiones para que no se produjeran fugas entre sus propias filas. La misma circular remitida por el partido a sus cuadros advirtiéndoles que no pueden participar en manifestaciones que no han sido autorizadas por su organización, o que desde el Grupo Socialista se hayan lanzado mensajes conminatorios a los diputados con doble militancia, son datos suficientemente significativos de que las medidas que propone el Gobierno carecen de respaldo.

Habrá que convenir que, independientemente de que al margen del centro de la polémica haya elementos de luchas por el poder dentro de la familia socialista la reforma propuesta por el Gobierno ha chocado contra el conjunto de la sociedad. Si la reforma es buena, como dice el Gobierno, y todo se reduce a un problema de explicaciones, resulta lamentable y preocupante la incapacidad de conexión del PSOE con la sociedad, y habría que hacer un nuevo esfuerzo por explicarlo. Esta es una cuestión compleja, en la que son precisos sacrificios sociales, y son la vía de la persuasión y del convencimiento la adecuada para actuar en este terreno. De momento el Gobierno sólo se ha convencido a sí mismo.