21 febrero 1975

La entrevista provoca malestar interno en ABC entre los que consideran que D. Torcuato se demuestra demasiado admirado hacia Pinochet

El director de ABC, Torcuato Luca de Tena, publica una entrevista al dictador de Chile, Augusto Pinochet para elogiar su régimen

Hechos

El 21 de febrero de 1975 el diario ABC publicó una entrevista de su director, D. Torcuato Luca de Tena Brunet al Presidente de Chile, General Augusto Pinochet.

Lecturas

El jefe del Estado chileno, general Augusto Pinochet Ugarte, es hombre de mediana estatura, estatura, pelo levemente canoso, pequeños ojos azules y penetrantes y ademanes corteses. Viste uniforme de general del Ejército de Tierra; habla despacio; no duda en sus juicios, expone con claridad todo cuanto le pregunto. Si tuviera que arriesgar un juicio rápido y elemental de su personalidad diría que es hombre frío para decidir y enérgico para actuar.

Me recibió hace varias semanas. Dos días antes tuve el honor de entrevistar al doctor López Michelsen, presidente de la República de Colombia; y para pocos días más tarde tenía apalabrada una visita con Carlos Andrés Pérez, presidente de la próspera y pacífica Venezuela.

En ninguno de estos casos era mi propósito competir en velocidad con el teletipo ni asombrar a los lectores con noticias fulminante y fugaces; bien por el contrario, presentar con sosiego un panorama del país amigo buscando para ello el honor de la colaboración con la máxima autoridad del Estado.

Cuando el general Augusto Pinochet me recibió acabada Chile de recibir una agresión tan injusta como inesperada: la Asamblea General de la Naciones Unidas había hecho pública una moción acusando a la Junta Militar o Junta de Gobierno de no respetar los derechos humanos.

Mientras yo hacía antesala en la sede provisional del Gobierno, situada accidentalmente en el edificio ‘Diego Portales’ el jefe del Estado estaba precisamente grabando para la televisión un mensaje al país respondiendo a la pintoresca e increíble. El tema era obligado, tanto por su actualidad cuanto por lo que tenía de insólito.

   

  • Observe usted – me dijo sin alterarse – que entre los firmantes de la acusación están la Unión Soviética, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, etc. Es decir , precisamente aquellos países que han sido vencidas por nuestro Movimiento y dentro de cuyas fronteras no existe el menor atisbo de libertad ni de ni de respeto a derecho humano alguno. El Gobierno chileno autorizó a alguno. El Gobierno chileno autorizó a las Naciones Unidas a enviar a este país a cuantos emisarios quisieran para comprobar libremente cuanto quisieran y en donde quisieran. Yo me pregunto si estos ‘observadores’ hubieran podido actuar del mismo modo en Alemania oriental, donde la sola existencia del muro en una afrenta a toda la libertades, o en Checoslovaquia o Hungría, donde el menor atisbo de independencia fue sofocado y sigue impedido por los tanques rusos.
  • Mi general: un grupo de países de la O. E. A. (Organización de Estados Americanos) pretendieron hace unos meses levantar las sanciones establecidas contra Cuba. El Estado chileno no sólo votó contra tal levantamiento, sino que movilizó todas sus influencias diplomáticas para impedir que eso se hiciera y lo ha conseguido. ¿Puede Vuestra Excelencia decirme algo al respecto?
  • En efecto. La posición chilena en relación a la Cuba de Fidel Castro ha sido y sigue siendo radicalmente condenatoria. La intromisión de Cuba en los asuntos chilenos ha sido una de las más graves y hondas en toda Latinoamérica. El volumen de armamento de fabricación checa y rusa de procedencia cubana introducida en Chile hubiera bañado a nuestro país en un mar de sangre, de no haber impedido con nuestra acción del 11 de septiembre su ulterior utilización. Aún ahora, al cabo de un año, seguimos descubriendo arsenales de armas escondidas. Los principales núcleo de oposición armada con quienes nos enfrentamos o eran cubanos o estaban dirigidos y adiestrados por agitados cubanos. Nuestra experiencia es tan extensa y tan reciente que no tiene par en todo el Continente. Pero además podemos probar, y así lo expresaron nuestros representantes de la reunión de Quito, que la infiltraciones castristas en otros países de Hispanoamérica no ha cesado al día de hoy sino que persiste.
  • Se ha cumplido, mi general, el primer aniversario del triunfo de la Junta Militar. ¿Cuál es, a juicio de V. E., el resultado más satisfactorio obtenido en esta etapa?
  • Haber devuelto a Chile la esperanza: primero con el restablecimiento del orden público permanentemente alterado con muertes, incendios, asaltos, ocupaciones ilegales de fundos, etc, en la etapa anterior), y segundo, por haber sentado las bases mínimas para la evolución favorable de una economía drásticamente arruinada. El país estaba en quiebra económica. El aspecto denigrante de las colas ha desaparecido. Los mercados y comercios están abastecidos. Aún estamos muy lejos de haber alcanzado el deseable equilibrio entre precios y salarios. Aquellos son altos y estos bajos. Pero las bases mínimas, insisto, para una evolución favorable de la economía están ya sentadas. Estamos produciendo más, controlando el gasto público, disminuyendo el porcentaje de la inflación. Algunas cifras son importantes.
  • ¿Podría, mi general, darme algunos ejemplos?
  • La producción del cobre, que significa casi el 80% de nuestras exportaciones, ha aumentado en un 40% en los últimos doce meses en relación con el último año del Gobierno de Salvador Allende; la producción agrícola, en su conjunto, ha producido un 50% más. La inflación que aún persiste, ha disminuido desde un 700% en 1973 a cerca de la mitad.
  • ¿Cuál es, mi general, la mayor preocupación de la Junta Militar o, por expresarme mejor, su objetivo más ambicioso?
  • La lucha contra la pobreza allí donde se halle. Dar a cada chileno un nivel de bienestar acorde con su dignidad de hombre. Aparte de las medidas económicas de carácter general (que consigan aumentar – aunque sabemos que será a ritmo más lento del que ambicionamos – el nivel de vida de los menos favorecidos) queremos erradicar la pobreza. Hemos trazado un ‘mapa de la pobreza’ como primer elemento de información, para actuar después en consecuencia. Muchos creen que los mayores núcleos de subalimentados se encuentran en las grandes aglomeraciones urbanas, concretamente en Santiago. Ello no es cierto. Al norte del país los casos son más graves – y sin postergar las demás áreas – allí aplicaremos las medidas más urgentes.

El tiempo disponible se acorta y temo se acabe sin poder formular mi última pregunta. Intuyo que al jefe del Estado chileno le hubiera agradado continuar con un tema como el último expuesto, del que tiene harto más que decir. No obstante ante la implacable tiranía del reloj, pregunto:

  • Mi general: he oído hablar del término ‘nueva institucionalidad’. ¿Podría explicarme qué significado encierran estas palabras?
  • Reforma de la Constitución. La de 1925, vigente en casi todas sus partes (salvo en lo que se opone a las disposiciones derivadas de la emergencia que aún vivimos) necesita ser modernizada y adaptada a las realidades políticas y socioeconómicas de nuestro país. Determinadas lagunas de la Ley Fundamental de 1925 permitieron que una minoría marxista que no obtuvo más de un 36,2% de los votos en las últimas elecciones presidenciales se alzase con el Poder, frente al 62,7% (prescindiendo de los votos nulos o en blanco) del resto de la voluntad del país. Esta anomalía estuvo a punto de llevar a Chile, la nación más auténticamente democrática de Latinoamérica, a un viaje sin retorno posible cuya única meta era el comunismo. La Constitución ha de ser actualizada. Y ya está formada una Comisión que trabaja activamente en ello. Chile no será jamás un satélite marxista.

Dichas estas palabras entró en el despacho un ayudante del general, quien recordó al presidente de la República que otros quehaceres urgentes le aguardaban. Nos despedimos. Salí a la calle. Y me alejé por la ciudad bellísima, bulliciosa, ordenada y limpia que en la etapa anterior, cuando la visité, aparecía mugrienta, soez y desesperada. Consideré con harta seguridad y alegría que Chile, en efecto, había recuperado la esperanza.

Torcuato Luca de Tena Brunet