7 diciembre 1974
Había sido depuesto en julio por tropas militares de la dictadura de Grecia
Restituido el arzobispo Makarios como presidente de Chipre en medio del incremento de las tensiones entre Grecia y Turquía por el territorio
Hechos
El 7 de diciembre de 1974 el arzobispo Makarios fue restituido como jefe de Estado de Chipre.
El Análisis
El 7 de diciembre de 1974, Chipre cerraba un capítulo turbulento con la restitución en el poder de su figura más carismática y controvertida: el arzobispo Makarios III. Apenas cinco meses antes, había sido depuesto por un golpe de Estado orquestado por la Guardia Nacional chipriota con el apoyo abierto de la dictadura militar de Atenas, la junta de los coroneles que, obsesionada con la idea de la enosis, pretendía unir Chipre a Grecia. El golpe colocó como presidente a Nikos Sampson, un periodista y militante nacionalista radical, cuya llegada al poder fue vista por Turquía como una provocación intolerable. La respuesta fue inmediata: el 20 de julio, Ankara lanzó la operación “Atila”, una invasión militar que en cuestión de semanas se tradujo en la ocupación del 37% del territorio chipriota y el inicio de la partición de la isla, un drama humanitario con miles de muertos y desplazados que todavía marca la historia del país.
La aventura golpista resultó un desastre no solo para Chipre, sino también para la propia Grecia. La junta militar, que había respaldado el derrocamiento de Makarios, se derrumbó en cuestión de días tras el fiasco y la humillación internacional que supuso la invasión turca. En Atenas, el regreso de Constantino Karamanlís abrió el camino a la democracia y a la llamada “Metapolítefsi”, mientras en Chipre la caída de Sampson y el fracaso de la enosis abrieron las puertas al regreso del viejo arzobispo. Durante unos meses, el poder lo asumió provisionalmente Glafcos Clerides, presidente de la Cámara de Representantes, que trató de estabilizar la isla mientras se negociaba el regreso de Makarios. Fue así como, tras largas gestiones diplomáticas y con el respaldo de las potencias occidentales, Makarios volvió triunfante a Nicosia el 7 de diciembre.
Su restitución no significaba una victoria total: el país seguía partido en dos y con tropas turcas asentadas en el norte, un hecho que la comunidad internacional no logró revertir. Pero su regreso encarnaba la recuperación de la legitimidad constitucional y del equilibrio roto por la junta militar y sus aliados chipriotas. Makarios, que ya había sobrevivido a intentos de asesinato y golpes anteriores, regresaba reforzado como símbolo de la resistencia frente a las imposiciones externas. El 1974 fue, para Chipre, un año de tragedia nacional, pero también la demostración de que el carisma de un arzobispo convertido en presidente podía resistir invasiones, golpes y exilios, dejando claro que sin Makarios no había solución posible para la isla.
J. F. Lamata