18 septiembre 1993

Los De la Serna llevan años culpando a Auger de la muerte de aquel periódico vespertino

El ex empresario Sebastián Auger, rompe su silencio para defenderse de las acusaciones por la quiebra del diario INFORMACIONES

Hechos

El 18.09.1993 El ex editor de INFORMACIONES, D. Sebastián Auger Duart publicó una carta en EL MUNDO para contestar a D. Vïctor de la Serna Arenillas, sobrino del ex director de INFORMACIONES, D. Jesús de la Serna Gutiérrez Repide.

Lecturas

LA FAMILIA DE LA SERNA LIGADA HISTÓRICAMENTE AL INFORMACIONES

    

  • D. Víctor de la Serna Espina fue uno de los más importantes directores del diario INFORMACIONES. Accedió al cargo poco antes del a Guerra Civil y tras la misma retomó erigiéndose en uno de los directores de periódico.
  • D. Jesús de la Serna Gutiérrez Repide, hijo del anterior, asumió la dirección de INFORMACIONES en 1968 e intentó convertir al periódico en portavoz de un aperturismo democrático dentro de la defensa del liberalismo económico con el apoyo de la banca. Según su versión, abandonó el medio cuando compró el periódico D. Sebastián Auger.
  • D. Víctor de la Serna Gutiérrez Repide, hermano de D. Jesús, asumió la representación y coordinación de la empresa editora del diario INFORMACIONES como consejero delegado siendo puente entre los accionistas. Según su versión abandonó el periódico cuando lo compró D. Sebastián Auger.
  • D. Víctor de la Serna Arenillas, hijo del anterior, formaba parte de la redacción de INFORMACIONES. Abandonó el medio junto con su padre y su hermano cuando lo compró D. Sebastián Auger y ahora es columnista del diario EL MUNDO.

10 Septiembre 1993

Los «cierraperiódicos»

Víctor de la Serna Arenillas

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El importante banquero había citado a las dos cabezas visibles de INFORMACIONES en un hotel madrileño. Era a finales de 1978. El diario más emblemático de la etapa predemocrática desde el cierre del Diario MADRID había entrado en pérdidas el año anterior, coincidiendo con la apariciónde los nuevos periódicos fundados tras la muerte de Franco y, de paso, con la asunción directa de la gestión del vespertino por parte de los bancos propietarios. Esos tres bancos (Banesto, Central y March) no tenían apetencias de bregar en el negocio de la información. Su socio, y promotor de la compra de Informaciones, el Santander, el que los había convencido para entrar once años antes en la empresa, los había dejado en la estacada en 1974 por «sugerencia» del último Gobierno franquista presidido por Arias Navarro. En los cuatro años transcurridos, los poco entusiastas accionistas -el negocio bancario y el periodístico son demasiado distintos, aunque las noticias que recibimos a diario parecen indicar lo contrario…- se habían negado sistemáticamente a gastarse un duro en un plan imprescindible de modernización del valeroso pero anticuado diario fundado en 1922 (y que se imprimía en una rotativa del 25). Así que iban a buscar comprador para el periódico, aún muy vivo en aquel momento: no en vano fue el único diario español que salió de la larga etapa de la dictadura con su prestigio incrementado y no disminuido. En resumen: el importante banquero iba a presentar la gran solución a los responsables del periódico.

Llevaban unos minutos reunidos cuando el importante banquero, visiblemente nervioso, anunció que había citado también a «alguien». Y pronto entró, espléndida cabellera al viento, ese «alguien»: era Sebastián Auger. Los dos responsables del diario entrecruzaron una mirada que lo decía todo. En cuestión de días ambos habían dimitido. Los bancos habían «vendido» INFORMACIONES a Auger por una suma simbólica. (¿Una peseta? ¿Una peseta por acción? Poco importa…). Auger, ansioso por instalarse en Madrid, se había dado a conocer con un incipiente imperio periodístico barcelonés, sustentado en la revista Mundo y en varios periódicos encabezados por TELE/EXPRESS. Pero los cimientos financieros del tinglado eran -y los bancos bien debían saberlo: era de dominio público- más que endebles. Auger parecía sostener con espejos, como los magos de feria, su creciente cadena. Luego los tribunales descubrirían que el aprendiz de Maxwell español, más que a espejos, recurría a fórmulas tipificadas en el ordenamiento penal. La peripecia de la huida a América y la posterior entrega voluntaria de Auger a la justicia, de su encarcelamiento… todo ello conformó el, bien conocido, final de su historia megalómana de editor. Pero lo que interesa en el caso de INFORMACIONES es que inauguraba una era peculiar en la Prensa española: la del mutis por el foro, en los medios informativos que acumulan pérdidas, de los editores tradicionales, para dejar paso -siempre previo el pago simbólico de alguna pesetilla- a un personaje o grupo de escasa solvencia o de nulos antecedentes en el sector de la edición, encargado de «relanzamientos» que siempre han desembocado en el cierre.

En el caso de Auger, la agonía sería relativamente larga. Intentó primero utilizar INFORMACIONES para contentar ciertos intereses comerciales de sus socios dándole una línea editorial -prosoviética- muy original. Luego llegaron los tumbos empresariales, los cambios de director, un primer cierre y una desesperada y breve reaparición. Pero desde el primer día los dados estaban marcados. El «cierra periódicos» por delegación era ya una realidad. En la crisis desatada en los dos últimos años esa figura del «cierraperiódicos» ha reaparecido dos veces: en EL INDEPENDIENTE y en el YA. En el caso de EL SOL se produjo una situación similar pero con desenlace distinto: cuando se avecinaba una venta del diario, el editor, Germán Sánchez Ruipérez, decidió cerrarlo. Medios del PSOE, cercano al periódico, afirmaron entonces que no estaban «dispuestos a que caiga en manos del Opus». Pero habrá que agradecer al presidente de Anaya que arrostrase la impopularidad… y el pago de las indemnizaciones oportunas a los empleados.Se ha dicho muchas veces que, en el sector de la información, tan sonoro y a veces escandaloso, es muy negativo para la imagen de una empresa, o de una institución benéfica como era la ONCE en el caso de EL INDEPENDIENTE, «cargar con el muerto» de cerrar una publicación. Pero esa explicación no es verdaderamente convincente. Los trabajadores de EL INDEPENDIENTE, como ahora los del YA, dirigieron todos los dardos, en sus protestas, no contra los circunstanciales titulares de sus respectivas empresas, sino contra los anteriores propietarios. Si es por cuestión de imagen… no se entiende. En cambio, la sangrienta cuestión del despido «salvaje» y sin compensación, desde INFORMACIONES hasta el YA, plantea otra explicación,contante y sonante, del fenómeno del «cierraperiódicos».Y ésta sí que es intolerable.

18 Septiembre 1993

Auger y el cierre de INFORMACIONES

Sebastián Auger

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Sr. Director: El pasado viernes, 10 de septiembre, leí un artículo titulado Los cierraperiódicos, en el que se me alude personalmente, firmado por Víctor de la Serna, jr. Desde hace más de diez años, me impuse la obligación de no comparecer públicamente a defender lo que correspondía a mis derechos. El periodo de silencio lo doy por concluido y a partir de esta ocasión, si se me permite, contestaré a cualquier injuria o maléfica interpretación de las actuaciones que se me atribuyen. Dice el señor De la Serna, jr., que a finales de 1978 se celebró una cena en un hotel de Madrid. Exactamente fue el 2 de noviembre en el club Génova, convocada por Juan Garrigues Walker y a la que asistían los hermanos Víctor y Jesús de la Serna y Pedro de Ussía, excelente amigo donde los haya. De dicha cena, a la que comparecí una vez concluida, porque el avión del puente aéreo de Barcelona se retrasó, tengo una transcripción literal, cotejada y aprobada por un testigo de cargo y que aparece en un capítulo de mi libro La frágil memoria, de pronta aparición. Se trataba de explicar a los señores De la Serna, que el periódico había sido adquirido en un 70%, por mí mismo y por gente que me relacionaba en Cataluña y por un 30% por los señores Fergues, Ussía y otros varios, entre los que descollaban Fernando Fernández Tapia, Ramón Cantarero, J. M. Rotaeche, etc. La operación se formalizó con los bancos March, Banesto y Central, dirigidos por la primera entidad a través de Alfredo Lafita; el precio: 80 millones de pesetas, de los que entregaron en metálico 25 al 30 de noviembre de 1978, el resto se pagó a tocateja y a corto plazo. Los bancos asumían un compromiso de financiación que luego dificultaron ostensiblemente y nosotros aportábamos la gerencia ejecutiva de la empresa, un plan de inversión y la remodelación técnica del periódico, fundado en 1922 y que se imprimía en una rotativa adquirida de segunda mano en 1925. Nuestra empresa barcelonesa, con prestigio en aquella época, dígase lo que se diga, había arrancado en 1966 con la adquisición de la revista Mundo y con un grupo de industriales catalanes, entre los que se encontraban en considerable aportación de capital, los señores Casimiro Molins Ribot, Rafael Pich-Aguilera i Girona, Antonio de Dalmases, etc. Varios cientos puestos de trabajo creados de nueva planta, desarrollaban unos periódicos que reivindicaban derechos políticos a un régimen que estaba en transición final. La crisis del grupo, como se explicará con detenimiento en el libro, proviene por una interrupción financiera arbitraria a cargo del Banco Popular, de Luis Valls i Taberner y por Unión Industrial Bancaria, dirigida por Pablo Bofill de Quadras. Nos presentamos en Madrid con estas dificultades, pero con un proyecto nuevo y unas experiencias pactadas. La operación la conocía minuciosamente el honorable president de la Generalitat, don Josep Tarradellas, contó con el apoyo inicial de La Caixa de la Diputació de Barcelona y se negoció directamente con Adolfo Suárez, un crédito a través del Banco Rural y Mediterráneo. Quiero decir con ello que conmigo no se puede deducir que fuera «un personaje o grupo de escasa solvencia o de nuevos antecedentes en el sector de la edición» para promocionar «un relanzamiento que siempre desemboca en cierre», ni tampoco se puede decir «que se vendió el periódico por una suma simbólica de 1 peseta». Esto me incita a la sonrisa, cuando no una carcajada. Yo no sé lo que se habrá producido en El Independiente, el Ya o en El Sol; no resisto comparación con Antonio Asensio, ni con los prestigiosos directivos de la ONCE. Quisiera terminar diciendo que un periódico descapitalizado, con la interrupción de la ayuda financiera de los bancos vendedores, con graves problemas tecnológicos y de excesiva plantilla (con la ira contenida de los trabajadores contra la administración anterior), con un gobierno de Adolfo Suárez, tambaleándose y con una UCD desolada, ante una crisis de muerte y con la burguesía catalana asustada por el inminente cambio de régimen social y económico y ante una prensa progresiva (y libre como la que hacíamos nosotros), eran muchos elementos, que, posiblemente, por mi falta de talento, no se supieran conjugar. Pero De la Serna, jr., no puede hablar de «cierraperiódicos», cuando después de una cena, el 2 de noviembre de 1978, su padre y su tío, defendían sus puestos en la Junta de Fundadores y en la dirección del periódico respectivamente, financiando nosotros dichos servicios y sin el apoyo de los bancos que con tanta generosidad los mantuvieron en sus puestos directivos en una época anterior.