14 abril 1971

Los diarios PUEBLO y EL ALCÁZAR recogen la polémica iniciada desde las páginas del ARRIBA

El falangista David Jato echa en cara al opositor democristiano Joaquín Ruiz-Giménez que trate de ocultar su pasado franquista

Hechos

  • El 14.04.1971 el diario ARRIBA publicó una entrevista de D. Pedro Rodríguez a D. David Jato en la que se aludía a D. Joaquín Ruiz Giménez. Esto motivó una polémica recogida por los diarios ARRIBA, PUEBLO y EL ALCÁZAR.

Lecturas

Pedro Rodríguez García publica una entrevista en Arriba a David Jato Miranda en la que este reprocha la evolución de Joaquín Ruiz-Giménez Cortés de apoyar el franquismo a defender la democracia. Las declaraciones son, además, reproducidas en el diario Pueblo. Ruiz-Giménez Cortés responde con cartas de réplica tanto en Arriba como en Pueblo defendiendo la coherencia de sus postulados. Jato Miranda publica una contrarréplica reiterando sus argumentos en Pueblo.

D. David Jato estaba situado en el sector falangista puro dentro de las familias de la derecha que sostenían el régimen franquista. Los falangistas puros habían quedado algo marginados de la política por la deriva ‘liberal’ que habían impulsado los ministros del sector liberal-opusdeista del Gobierno, pero aunque se mostraban escépticos respecto a estos, su ira más fuerte no era contra los liberal-opusdeista sino contra los ‘traidores’, es decir los que desde los años sesenta se habían ido despegando del régimen para pasar a mantener contactos con la oposición ya fuera en Estorill (Conde de Barcelona) o incluso con los partidos marxistas (PSOE y PCE). Los máximos referentes de esa ‘evolución’, eran el ex cofundador de Falange D. Dionisio Ridruejo, o el ex ministro democristiano D. Joaquín Ruiz Giménez (que había creado el colectivo ‘Izquierda Democrática’ en torno a su revista CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO.

A ambos dirigió el Sr. Jato unas duras palabras en una entrevista para el prestigioso D. Pedro Rodríguez en el diario ARRIBA. El Sr. Ruiz-Giménez replicó con sendas cartas de réplica tanto al diario ARRIBA como al diario PUEBLO (que también había reproducido las declaraciones y tenía una poderosa influencia).

LAS DECLARACIONES DE DAVID JATO SOBRE RUIZ GIMÉNEZ EN SU ENTREVISTA A PEDRO RODRÍGUEZ (ARRIBA, 13-3-1971).

Pedro Rodríguez – Usted fue Delegado de Propaganda.

David Jato – Sí.

Pedro Rodríguez – ¿Y qué ha pasado con las viejas consignas, Jato? ¿Por qué duraron tan poco? ¿Nuestras relaciones públicas, las del Movimiento, las del propio Régimen, no han sido muy flojas?

David Jato – Yo fui encargado de la Propaganda, en una época en la que no cabían las florituras. Se empezaba a ver la derrota de Alemania. Todos los enemigos del Régimen esaban en el campo de los enemigos de Alemania. El problema era la variación de enfoque. La propaganda que se había volcado hacía Alemania, teníamos que llevarla a una etapa cuando menos, de neutralidad. Aquello para muchos, era una especie de traición Dionisio Ridruejo, al volver de la División Azul, afirmó que ‘había que morir con Alemania’ que así lo exigía nuestro honor de españoles políticos. Si pensaba así un hombre como Dionisio Ridruejo, cuya flexibilidad ha quedado demostrada evidentemente después. (…)

Pedro Rodríguez – Jato…

David Jato – La política estaba marcada por la tragedia. José Antonio fue un político marcado por la tragedia. Otros han quedado marcados por los negocios. Gil Robles, por ejemplo. Gil Robles, bien como político, o como abogado o como hombre, tuvo que ver con el estraperlo, tuvo que ver con el asunto Nombela. Después, que yo sepa, no se ha desmentido, apareció como agente de compra de armas en Lisboa. Tuvo algo que ver con el asunto de la fortuna de los Trujillo, con el asunto Rato y ahora con Matesa. Es un hombre que ha estado siempre en el centro de los grandes affaires político-económico del país. (…)

Pedro Rodríguez – No podemos seguir matándonos cada treinta años, Jato…

David Jato – No, yo no creo que volvamos a matarnos. Nuestra guerra civil ha sido la ultima. A mí me asustan otras cosas. La disconitnuidad. La capacidad increíble para el olvido. He leído las declaraciones de Ruiz Giménez a un periodista francés, que vienen en un libro de Sergio Vila, en ‘Ruedo Ibérico’. En el prólogo se afirma que poseen la cinta magnetofónica, por si hubiera alguna duda. Ruiz-Giménez hace un repaso de su vida. A mí me ha asombrado que de la guerra civil sólo elogia a una persona: a Galarza, del que todos los testimonios indican que fue uno de los inventores de la ‘saca’ de las cárceles y responsable del asesinato de miles de inocentes. Yo no he leído jamás otro elogio de este hombre que el de Ruiz Giménez. Luego afirma que sí, que fue combatiente, pero que no disparó jamás un tiro. Que sí, que fue ministro, pero que jamás lo pidió ni lo quiso ser. Da la impresión de que lo llevó la Guardia Civil a El Pardo y cabe suponer que también lo llevaro na rastras a la Embajada en el Vaticano. Se olvida de sus discursos sobre Franco, cuando hablaba de él poco menos que como la cuarta persona de la Santísima Trinidad, de cuando en El Escorial exigió que los catedráticos de Facultad fueran nacionalsindicalista y pidió se creaba un cuerpo que vigilara el nacionalsindicalismo de los catedráticos…. Cuando un hombre olvida todo esto, cuando lo olvida sin decir ‘he cambiado’, que me ha parece una postura justificable, me parece que no es legítimo Esto ocurre con un hombre como Ruiz Giménez, de una moral indiscutible, un hombre de los que llamamos de ‘comunión diaria’ ¿Cómo juzgar estos casos? Este es el gran fallo de los españoles políticos: la volubilidad, incapaces de permanecer en una línea. Si Ruiz Giménez es capaz de pasar por esos olvidos, ¿cómo no vamos a pensar en que la masa es así? A veces pienso que en este país cualquier día de cualquier año, se pueden llenar la Plaza de Oriente para una cosa y volver a llenarla para lo contrario de esa cosa.

23 Marzo 1971

Carta de Ruiz-Giménez

Joaquín Ruiz Giménez

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En uso del derecho de réplica que me concede la legislación vigente, le pido que reproduzca estas líneas en el mismo lugar (página segunda de su diario) en que apareció el pasado miércoles, día 17 del corriente, un fragmento de las manifestaciones hechas por don David Jato en el suplemento dominical de ARRIBA del 14, también del corriente (número 40).

Lamento muy de verdad tener que hacer uso de este procedimiento legal contra una persona a la que siempre aprecié y que ahora me hiere injustamente. En nada me quejo – como no me he quejado frente a nadie – de que se enjuicie mi actividad política, pasada o presente, pero sí me opongo a la tergiversación de los hechos y a los comentarios ofensivos que hieren sentimientos muy hondos. En ese sentido he ejercitado ya el derecho de réplica ante el director del diario ARRIBA, pero mientras aparece en aquellas páginas la adecuada rectificación, he de reiterar ante ustedes el ejercicio del mismo derecho, puesto que también PUEBLO se hizo eco de las declaraciones del señor Jato.

Me ciño a los siguientes puntos:

  1. 1) Es falso que el capítulo del libro de Sergio Vilar, a que el señor Jato se refiere, sea  la síntesis de unas declaraciones mías a un periodista francés, cuando la estricta verdad es que son el resumen de un largo coloquio con el propio señor Vilar en Palamós, en agosto de 1968.

 

  1. 2)Mi referencia al que fue ministro de la Gobernación, D. Ángel Galarza (q. e. p. d.) era obligada en justicia, porque a su intervención se debió que salváramos la vida mis dos hermanos y yo cuando estuvimos en la cárcel modelo en noviembre de 1936, sin que ello implique juicio alguno sobre sus ideas o sus actividades políticas.

 

  1. 3) Jamás he eludido cualquier responsabilidad que pueda caberme por haber participado en nuestra dolorosa guerra civil como oficial del antiguo Regimiento de Transmisiones de El Pardo o por haber actuado como embajador o como ministro después de 1936. Nadie me coaccionó a ello, como sostiene el señor Jato. Busqué cómo servir a España en una línea de evolución y de apertura liberalizadora, de lo que pueden dar testimonio hombres como Laín, Tovar, Ridruejo, Pérez Villanueva, Rodríguez de Valcárcel y otros muchos de análoga significación en aquella etapa de nuestra vida pública.

 

  1. 4) He respetado siempre y respeto, al Jefe del Estado, y he dado testimonio privado y público de ello. Creo que lo hice siempre sin mezquindad y adulación, y que hablé siempre con leal sinceridad, aunque mis puntos de vista discordaran con los entonces vigentes en otros sectores del sistema. Precisamente porque esos sectores tenían más fuerza hube un día de despedirme del Jefe del Estado con sencillez y también con gratitud, porque no intentó torcer el impulso de mi conciencia.

 

  1. 5) Rechazo con firmeza como injuria y hasta calumnia el que en el Congreso del Sindicato Español Universitario que tuvo lugar en 1940 en El Escorial defendiera yo la obligación de todos los catedráticos de ser nacional-sindicalista y la creación de un cuerpo que los fiscalizara. Precisamente lo que allí defendí fue el respeto a la libertad de enseñanza contra determinados propósitos de rigurosa estaficiación. Hombres de la nobleza de Antonio Tovar podrían dar testimonio de este incidente. Pero además está la política que desarrollé en el ministerio de revisar los expedientes de separación del servicio y de reponer en sus cátedras a muchas personalidades de nuestra docencia que, desde luego, no procedían ni militaban en el nacional-sindicalismo. Ello, unido a la autorización que di para la convocatoria de un congreso de escritores jóvenes y a mi negativa a que entrase la fuerza pública en la Universidad, aceleraron mi brusca salida del Gobierno en febrero de 1956.

Agradezco al señor Jato que crea en mi honestidad moral. Le ruego que crea también en mis fracasos y en mis errores humanos privados o públicos, con tal de que reconozca mi afán de servir sin descanso a una España más libre y más justa y en la que participen democráticamente todos los españoles; una España que también él y otros hombres como él desean, sin duda, aunque marchemos por caminos tan distantes y hasta antagónicos.

Le adjunto, señor director, fotocopia de mi carta al señor director de ARRIBA, de la que ésta es extracto, así como el capítulo de la obra de Sergio Vilar en que se inspira el señor Jato.

Agradeciéndole la publicación de esta carta en las páginas de PUEBLO, no sólo por las existencias de la ley, sino por razones éticas más hondas, queda suyo afectísimo.

Joaquín Ruiz-Giménez

25 Marzo 1971

Réplica de David Jato

David Jato

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Réplica de David Jato

Señor director: el político tendrá que vencer a punta de corazón todas las amarguras, pero a condición de que su memoria – su memoria intelectual – si se me permite la reduncancia, se grabe con fidelidad todo lo vivido.

Permítame, señor director comenzar ocn ese hermoso pensamiento entresacado de un discurso del señor Ruiz Giménez, en el afirmó también:

“Me sentí siempre sencillo soldado de esa empresa de exigen y de fe que es el SEU’.

Pero entremos en los cinco puntos de la polémica sobre mi afirmación de que es lícito cambiar de ideas, pero intolerable negar el pasado.

  1. 1) Confieso no comprender en qué altera la cuestión el que los conceptos que aparecen en el libro de villar sean ‘una síntesis de sus declaraciones’ o el resumen de un largo coloquio. Libro que, por cierto, se titula ‘La oposición a la Dictadura’.
  2. 2) Le honra ser agradecido incluso al responsable de miles de asesinatos pero sigo considerando algo peor que inoportuno uqe dicho agradecimiento se exprese diciendo ‘Galarza era un hombre de corazón’ (página 450, párrafo tercero) en un libro destinado a hundir todo lo que proceda del 18 de julio de 1936, máxime cuando se ha sido ministro de Franco.
  3. 3) Contestar a lo que no se dijo es un recurso viejo y desprestigiado. Yo no hablo de responsabilidad eludida o no. Señalé: “afirma que fue ministro, pero que jamás lo pidió ni quiso ser”. Y

 Vilar dice:

–          Pero usted aceptó el cargo de ministro

–          A pesar de las objeciones que yo hice por teléfono a Martín Artajo no logré que se modificara la decisión tomada’ (página 452, párrafos tercero y cuarto)

–          Y dije: “Luego afirma que sí, que fue combatiente, pero que no disparó jamás un tiro”.

–          Y en el comentado libro, después de reconocer que fue oficial, comenta: “Pero yo no tuve que disparar contra nadie” (página 638, párrafo, séptimo)

  1. 4) Es interesante que reconozca en PUEBLO su respeto al Jefe del Estado y que no renuncie a las palabras de elogio que le dirigió: Pero tal vez no le moleste, dado su punto de vista actual sobre la discrepancia de opiniones, que siga pareciéndome que la defensa del Jefe del Estado debió hacerla ante quienes le calumnian.
  2. 5) “Rechazo con firmeza como injuria y hasta calumnia el que en el Congreso del Sindicato Español Universiario, que tuvo lugar en 1940 en El Escorial, defendiera yo la obligación de todos los catedráticos de ser nacional-sindicalistas y la creación de un cuerpo que los fiscalizara. Precisamente lo que allí defendí fue el respeto a la libertad de enseñanza”.

Pues bien: en el Consejo – no Congreso – del SEU, el Sr. Ruiz Giménez defendió el primer día una ponencia sobre el tema ‘Juventud y Universidad’ que decía entre otras cosas:

“La Universidad española ha de ser católica y política. Ambos postulados no puden lograrse por la mera creación de cátedras o centros especiales. Es preciso que la exposición de las diversas disciplinas se ajuste a la más pura ortodoxia dogmática y al más absoluto sentido nacional-sindicalista”

Y más adelante

“El Sindicato Español Universitario reivindica con carácter urgente el derecho de velar por la pureza moral y política del profesorado en los  claustros”.

La ponencia, ya aprobada, figura en un folleto resumen del Consejo y en la Prensa de aquellos días. Y, naturalmente, fue recogido en mi libro ‘La rebelión de los estudiantes’, cuya primera edición, en 1953, recibió cumplidos elogios del señor Ruiz-Giménez.

Si a pesar de tanta documentación precisa testigos, vamos a ellos, pero sin admitir al señor Tovar, por la sencilla razón de que no fue consejero en El Esocrial.

Pero si lo fueron y podrán hablar de ello:

Manuel Valdés, Diego Salas Pombo, Antonio Ruiz Ocaña, Juan Arias, Clotilde Salazar, Luis Bescansa, Guillermo Reyna, Jorge Hernández Bravo, Manuel Pombo Angulo, José María Gutiérrez del Castillo, José María Babé, Javier Aznar Acedo, Víctor Fragoso del Toro, Eugenio Lostáu, Andrés Rodríguez Villa, José María Moro, María Dolores Galvarrieto, Gaspar Gómez del a Serna, Rafael Fernández (permítame el señor director no continuar con la relación de testigos).

¿Para quién dice Ruiz-Giménez que defendió la libertad de enseñanza? ¿Para tratar de justificarse, como dice Vilar en su libro (página 448, párrafo cuarto) y evitar el apodo de la yenka, “izquierda, derecha, adelante, atrás” (página 448, párrafo segundo) con que le obsequiaron los estudiantes? ¿Así son de exigentes sus actuales clientes políticos?

Me quedo enfrascado en la lectura de un libro escrito con rigor universitario. “La concepción institucional del Derecho, en el que se dice: “Ya no es clamor de juventud el libertad, libertad, de los días de decadencia. Hoy se pide servicio. Entonces el autor, que vestía camisa azul, saludaba con el brazo en alto y hasta cantaba el ‘Cara al Sol’ en Roma, me dedicó afectuosamente un ejemplar, firmado con letra legible: Joaquín Ruiz-Giménez.

Por ello, considerando que entre mis muchos defectos no figura el de calumniador, aun lamentándolo, de no recibir la debía rectificación, procederé contra el señor Ruiz-Giménez ante los Tribunales de Justicia.

Gracias, señor director.

David Jato

El Análisis

¿TRAICIONAR O EVOLUCIONAR?

JF Lamata

¿Era un traidor D. Joaquín Ruiz-Giménez por defender una apertura democrática desde CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO y la instauración de una democracia de partidos bajo el modelo liberal? Para los de ‘el bunker’ sin duda. Porque era innegable su apoyo al franquismo en guerra civil y durante las dos siguientes décadas. ¿Se arrepentía el Sr. Ruiz-Giménez de haber dado ese apoyo? En absoluto, y hay múltiples declaraciones que lo acreditan.

Para el Sr. Ruiz-Giménez la dictadura había sido algo necesario e incluso positivo para España durante algunos años, pero llegado a la década de los sesenta consideraba que este debía evolucionar a una democracia de partidos. Otros en el franquismo coincidían con el Sr. Ruiz Giménez pero no lo expresaban, porque consideraban que esa ‘evolución’ sólo debía darse una vez hubiera desaparecido físicamente el General Franco (ese sector en el que en aquel momento se movían figuras como D. Manuel Fraga o D. Adolfo Suárez). Además el Sr. Ruiz-Giménez mantenía negociaciones con opositores no sólo democristianos como D. José María Gil Robles, sino también como marxistas (PSOE y PCE), lo cuál convirtió al Sr. Ruiz Giménez en un proscrito para la derecha.

Llegada la democracia el Sr. Ruiz Giménez intentaría buscar su hueco con su Izquierda Democrática y su FDC y se encontraría con que para el electorado de derechas era ‘un traidor’ (electorado que prefería votar a los citados Sres. Suárez y Fraga) y para el electorado de izquierdas era alguien que ‘caía bien’, pero no era de los suyos, luego no le votaban, por lo que su partido quedó en tierra de nadie. Eso sí, al menos D. Felipe González le daría un cargo digno al llegar el poder: Defensor del Pueblo (1982-1987) aunque su figura seguiría causando rechazo en sectores del Partido Popular, entonces Alianza Popular.

J. F. Lamata