30 mayo 1944

La oposición pública del marqués contra artículos hostiles hacia José María Gil Robles que el Gobierno insertaba en ABC causaron la ruptura

El Gobierno de Franco echa a Juan Ignacio Luca de Tena como Presidente de Prensa Española (editor de ABC)

Hechos

  • El 30.05.1944 el Gobierno del General Franco insertó en todos los periódicos un recuadro que informaba que D. Juan Ignacio Luca de Tena había sido destituido como Presidente de Prensa Española, empresa editora del diario ABC y como miembro de su Consejo de Administración.

Lecturas

El Gobierno Franco destituye a D. Juan Ignacio Luca de Tena García de Torres como Presidente y miembro del Consejo de Administración de Prensa Española S. A. en aplicación de la ley del 25 de agosto de 1939 que impedía la presencia en empresas de a personas que actuaran contra los intereses del Estado. La destitución es publicada por la Dirección de la Prensa en todos los periódicos de España.

gil_robles_mitin D. José María Gil Robles

El 5 de mayo de 1944 el diario ABC publica una editorial titulado “El apuntalador de la República” contra don José María Gil Robles. El editorial había sido redactado por la Dirección General de la Prensa que ordenó su inserción en el diario ABC. Y es que para ese momento el señor Gil Robles, jefe de la derecha durante la República, era ya un opositor a la dictadura del general Franco, a la que acusaba de eternizarse.

El día 27 abril de 1944 el semanario argentina ‘Ahora’ publicó declaraciones contrarias al Gobierno del General Franco de los Sres. Madariaga, Araquistáin, Osorio Gallardo (que habían apoyado a la izquierda durante la Guerra Civil) y D. José María Gil Robles (que había apoyado a la derecha durante la Guerra Civil). El S.r Gil Robles consideraba que España ‘tiene su suerte ligada al destino del Eje’. A estas declaraciones pretendía replicar la Dirección General de la Prensa insertando en ABC el artículo ‘El apuntalador de la República’:

El artículo decía así:

EL APUNTALADOR DE LA REPÚBLICA

Editorial, ABC. 5.5.1944

Desde el exilio en que le recluyó su propio fracaso, el señor Gil Robles ha encontrado la ocasión oportuna para arremeter como un jayán contra su Patria (…) No es que nosotros intentemos ver en el Sr. Gil Robles unos ademanes de entereza y de valerosa actitud incompatibles con su sistema nervioso, pero esperábamos de su parte una silenciosa aceptación de las fatigosas y nobles intenciones del gobierno de Franco. ¿Qué motivos auténticos aconsejan al apuntalador de la República ese odio volcánico contra España? (…) Después de un viaje a Berlín y deslumbrado por la espectacularidad de una concentración nazi, el señor Gil Robles intentó enclavar en la República un sistema de filo-fascismo derechista que se concretó en aquella serie de juveniles despliegues con saludos, camisetas, gritos de “jefe, jefe, jefe”, movilizaciones cívicas y demás escenografía made in Germany. (..) ¿De dónde nace ahora su hidrófoba actitud contra España? (…) Conviene, pues, volverle a olvidar (…) Como le olvidaron en la hora del martirio los “rojos” con un desprecio que vale más que todas las palabras – Esa línea sagrada de mártires que llamó a si a las más altas figuras de la política española: José Antonio, Calvo Sotelo, Víctor Pradera, Albiñana y hasta el Sr. Martínez de Velasco – ¿Cree que Araquistain, Madariaga, Negrín y Osorio, que no le concedieron talla para la muerte se la concederán para la conspiración? En política, señor Gil Robles, existirá hasta la consumación de los siglos, una palabra incancelable: fracaso. (ABC, 5-5-1944)

En ese editorial, entre otras cosas, se desprecia al Sr. Gil Robles por no haber muerto durante la Guerra Civil. El hijo de D. Juan Ignacio Luca de Tena, don Torcuato Luca de Tena y Brunet, en su libro “Franco sí, pero…” tacha aquel editorial de su periódico como zafio, cobarde y ruin y atribuye su redacción a don Juan Aparicio (director de PUEBLO). Más aún molestó el editorial al propio don Juan Ignacio Luca de Tena, presidente de Prensa Española, la editora del periódico, que escribió una carta de disculpa al Sr. Gil Robles. Ante esta situación el director de ABC, don José Losada de la Torre le presentó su dimisión, el marqués la rechazó recordando que fue el Gobierno y no él quien le nombró. El Gobierno decidió mantener al señor Losada de la Torre en la dirección del ABC y en cambió destituyó al marqués de Luca de Tena de la presidencia de Prensa Española que, teóricamente, era una empresa privada.

RECUADRO INSERTADO EN TODOS LOS PERIÓDICOS DE ESPAÑA EL 30-5-1944

En virtud de la ley de 25 de agosto de 1939, ha sido destituído de los cargos de consejero y presidente del Consejo de Administración de Prensa Española, editora de ABC, Don Juan Ignacio Luca de Tena.

“Mi padre fue destituido y obligaron a publicarlo en todos los periódicos de España” – explicó don Guillermo Luca de Tena (hijo de D. Juan Ignacio y hermano de D. Torcuato) a LA HEMEROTECA DEL BUITRE, “En virtud de la ley de guerra que decía que no podían ser miembro de empresas ni los malos españoles ni los masones, no sé cuál de las dos cosas era mi padre”, ironizó. De esta manera el marqués, que apoyó el alzamiento nacional, se veía apartado de su periódico por haber respetado una amistad, aunque sería restituido años después. El ABC no iba a ser, ni podía serlo un periódico opositor al franquismo, pero tampoco iba a ser ya un boletín de entusiasta admiración.

fernandolucatena D. Fernando Luca de Tena asumirá la presidencia de Prensa Española S. A. mientras dure la suspensión de D. Juan Ignacio Luca de Tena.

Aunque un familiar del cesado le reemplazara, la destitución evidenciaba que la familia Luca de Tena había perdido el control de su periódico, que estaba en la práctica en manos del Gobierno. Los Luca de Tena no recuperaría el control de su periódico de hecho hasta casi una década después cuando D. Torcuato Luca de Tena Brunet (hijo de D. Juan Ignacio) fue nombrado director del medio.

LOS DIARIOS DE GIL ROBLES

El 5.09.1976 un periódico de Madrid publicaría fragmentos del diario de D. José María Gil Robles relativos a ese incidente:

6 de mayo de 1944

Por algunos periódicos portugueses, que han insertado un telegrama de la agencia alemana DNB, me entero de una nueva infamia de la prensa española. El ABC ha publicado un violentísimo artículo contra mí, en el que me llama traidor, llega a decir que entregué a los rojos las listas de Acción Popular (sic) para que fusilaran a sus miembros y pide que se me quite la nacionalidad española. Lo bestialmente canallesco de la calumnia resta toda autoridad al hecho; pero aun así estoy resuelto a que la cosa no pase sin una protesta de la máxima energía. (…) Envío una nota anunciando mi propósito de pedir al general Franco un enjuiciamiento público ante cualquier tribunal ordinario o extraordinario, sin más que la garantía de máxima libertad y publicidad para el ataque y para la defensa. 

7 de mayo de 1944

Llega un amigo de Madrid para explicarme todo lo ocurrido con la publicación del infame artículo de ABC. La secretaría o Delegación de Prensa redactó el artículo, que sometió a consulta a Franco, quien lo aprobó. Entonces fue mandado al periódico, a las dos de la madrugada. El director, Losada, dijo que no podía publicarlo, siéndole ordenada más tarde la publicación por oficio de la Delegación «sin excusa ni pretexto alguno». Luca de Tena, que venía de Barcelona, llegó en el mismo día e increpó violentamente a Losada por la inserción del artículo. Losada entonces le presentó la dimisión, a lo, que Luca de Tena contestó que él no le había nombrado director de ABC y que tenía que dimitir, por consiguiente, ante quien le hubiera dado su confianza. Cuando Losada fue a dimitir a la Delegación de Prensa, se le contestó que obligatoriamente tenía que seguir en su puesto y que se telefonearía al periódico en el curso de la noche, para ver si se encontraba allí. ¡A eso se llama libertad y dignidad de la prensa en la nueva España!

Luca de Tena, indignado, me ha escrito una noble carta en la que protesta del artículo injurioso y se solidariza conmigo, autorizándome para hacer uso de ella. (…) Como es natural, me querellaré criminalmente en Madrid contra los autores del artículo injurioso. 

Miércoles, 17 de mayo de 1944

Luca de Tena fue visitado por Fernández Cuesta, quien le propuso que, en vista de la información publicada por ARRIBA sobre mis declaraciones, rectificase la carta que me escribió. Luca de Tena se negó y dirigió a Arrese una dura carta cerca del asunto.

06 Junio 1944

Carta de disculpa de Juan Ignacio Luca de Tena a Gil Robles

Juan Ignacio Luca de Tena

Leer

Excmo. Sr. Don José María Gil Robles.

Mi querido amigo.

No quiero dejar pasar el día de hoy sin reiterar a Vd. El testimonio de mi respeto y consideración personal que ni en los momentos de mayor divergencia política con Vd. Le han faltado jamás. Después de siete años de absoluta incomunicación con Vd., aunque desde lejos he aplaudido algunas de sus declaraciones auténticas, me mueve a escribirle hoy el injurioso artículo impuesto a ABC por la Delegación de Prensa, que al ser leído por mi esta mañana en el tren, cuando regresaba de Barcelona, me ha llenado de indignación, sobre todo por su forma, impropia de un periódico serio, pero también por su fondo, basado en unas supuestas declaraciones suyas, en cuya autenticidad absoluto no puedo creer por conocerle a Vd. Y conocer la ligereza del agregado de Prensa que las ha transmitido, proverbial en nuestra embajada de Buenos Aires, donde, durante mis años de estancia en América, no le trataba ningún funcionario, desde el embajador, marqués de Magaz, al último secretario.

Hace años, yo le he combatido a usted noblemente, reconociendo sus cualidades y reprobando las que yo estimaba equivocadas de su política. Más por eso mismo, no puedo dejar pasar sin mi protesta calurosa los dicterios chabacanos y las calumnias que hoy han manchado las páginas del periódico fundado por mi padre y que yo he dirigido durante unos años trágicos, jugándome diariamente la vida por defender mis ideales y a España contra la anarquía. El hecho de que actualmente estén las opiniones políticas de Vd. Más cerca de las mías que nunca, no ha influido para nada en la espontaneidad de esa carta. El artículo de la Delegación de Prensa publicado hoy en ABC se refiere incidentalmente a ‘un gran diario español que por su definición política y por la ilustre estirpe que lo fundó y lo mantiene, constituye un orgullo nacional’. No sé si será verdad, pero como yo quisiera que lo fuera, me he creído en el deber de caballero y presidente de la empresa que edita ABC, de ponerle a Vd. Estas líneas.

Creo, por otra parte, que la gratitud que como español debo al régimen que nos ha salvado de la anarquía primero, y de la guerra mundial más tarde, no puede forzarme hasta la indignidad.

Excuso decirle que, desde el momento en que yo firmo esta carta, puede usted hacer de ella el uso que estime conveniente. De Vd afmo. Y buen amigo, q.e.s.m.

Juan Ignacio Luca de Tena

07 Mayo 1944

Carta de protesta de Gil Robles a Franco

José María Gil Robles Quiñones

Leer

Excelencia

Hasta hoy no he tenido conocimiento preciso de las circunstancia que han rodeado y de los moivos que aparentemente han determinado la publicación en ABC de un artículo contra mí, redactado por la Delegación de la prensa y con obligada reproducción en otros diarios de antiguo matiz derechista.

El pretexto del ataque ha sido unas pretendidas declaraciones mías a un periódico de Buenos Aires, denominado ‘Ahora’, conocidas en Madrid por telegramas del Agregado de Prensa a la Embajada de España en la capital argentina.

Parecía natural que antes de admitir como auténticas las pretendidas manifestaciones, se hubieran documentado las autoridades españolas acerca de la categoría de la publicación, con lo que hubieran sabido que se trata de un periodicucho semiclandestino habitual de la falsedad y especializado en el chantaje. No creo preciso decir con solemne palabra de honor que ni en esta ocasión, ni en ninguna, he hecho la menor declaración a tan despreciable libelo; que hoy mismo he cableado a ‘La Nación de Buenos Aires’, desautorizando cualquier manifestación que se me haya atribuido, y que me he puesto en comunicación con amigos fieles de aquella ciudad para que preparen una querella criminal contra los autores de la falsedad.

Aclaro este aspecto fundamental de la cuestión, queda otro menos importante, que me obliga a dirigirme a Vuestra Excelencia.

Si el artículo de ABC hubiera aparecido, por propia decisión del diario, en tiempos del régimen democrático, que Vuestra Excelencia tantas veces ha condenado, yo tendría abierta las columnas de muchos periódicos para la rectificación obligada, sin perjuicio de la querella criminal, que de todos modos voy a presentar ante los Tribunales. Pero hoy las cosas pasan de otro modo. Cuando la prensa está, no ya simplemente censurada, sino netamente dirigida por los órganos estatales, es el propio régimen político quien se hace responsable de los actos de la prensa.

Por eso, yo, injuriado y calumniado, sin posibilidad de defenderme en las columnas de la prensa de mi patria, no tengo más camino que acudir al Jefe del Estado y al Generalísimo de los Ejércitos

Al jefe de Estado le pido simplemente justicia. Al generalísimo que viste el glorioso uniforme del Ejército de España, le entrego mi honor indefenso.

Y si por el ánimo de Vuestra Excelencia pasara la idea de que pueden ser ciertos los hechos calumniadores que me imputan, quiero concluir con un ruego: que se sirva hacerme comparecer ante cualquier juez o tribunal imparcial, que desde este momento acepto, sin más que una condición: que Vuestra Excelencia garantice una completa libertad y publicidad, tanto de las acusaciones que se me hagan como de la defensa que yo formule.

Procuraré hacer llegar a manos de Vuestra Excelencia un primer original de esta carta por medio de la Embajada de España en Lisboa. En previsión de que no les sea posible hacerlo, enviaré otro ejemplar certificado por correo, y aún procuraré que un tercero sea personalmente entregado al jefe de su Casa Civil.

Aguardo en mi destierro una reparación de mi honra, y dada la publicidad que el artículo en cuestión ha tenido, espero que Vuestra Excelencia no extrañará que me reserve el derecho de hacer que esta mi actitud obtenga por lo menos una difusión equivalente.

Con el debido respeto.

José María Gil Robles

Franco sí, pero...

Torcuato Luca de Tena y Brunet

Leer

José María Gil Robles, que fue ministro de la Guerra durante la República, y que designó a Franco en aquella ocasión jefe de la República y que designó a Franco en aquella ocasión jefe del Estado Mayor del Ejército a Franco en aquella ocasión jefe del Estado Mayor, se pasó abiertamente a la lucha por la restauración, muy bien contada por él mismo en su libro ‘La monarquía por la que yo luché’. La adscripción de Gil Robles al movimiento monárquico, sus contactos con el exterior y algunas de sus manifestaciones públicas, provocaron la cólera de los mandamases y obligaron a ABC, que tenía un director impuesto por el Gobierno, a publicar el 5 de mayo de 1944 un artículo zafio, cobarde y ruin, naturalmente sin firma, titulado ‘El apuntalador de la República’, que era un perfecto modelo para una antología de injurias. El motivo inmediato de este burdo ataque fue la publicación en el semanario Hora de Buenos Aires, de unas declaraciones de Gil Robles – que resultaron ser falsas – y que fueron apresuradamente enviadas al Gobierno por el agregado de Prensa en aquella embajada, un sujeto de muy mala reputación apellidado Ramos. Gil Robles escribió una noble e inútil carta al jefe del Estado en la que, tras probar que sus pretendidas declaraciones eran falsas le pedía justicia.

Mi padre, que tuvo serias discrepancias políticas con Gil Robles durante la República, nunca dejó de considerarle hombre de honor y digno de máximo respeto. Y este escrito panfletario era honor y digno de máximo respeto. Y este escrito panfletario era un puro florilegio de infamias y calumnias. Por su estilo – y como se verá más adelante, no soy mal catador de estilos – tengo la muy fundada sospecha de que su autor era el propio delegado nacional de Prensa, más tarde director general de lo mismo, Juan Aparicio, un sujeto rencoroso, acomplejado y violento, cuya pluma se encampanillaba cuando la mojaba en cicuta o en hiel. Soy testigo del disgusto que se llevó mi padre al verlo publicado en las páginas del que consideraba su periódico. Y enfurecido hasta el paroxismo increpó duramente al director de ABC, José Losada de la Torre, por haberse plegado a la publicación de aquel texto innoble. Presentó Losada su dimisión a mi padre; respondiéndole éste que él nunca le nombró para ese cargo, y que ante quien tenía que dimitir era ante el Gobierno, que fue quien le nombró. Así lo hizo le pobre Losada, que era una víctima más de aquella situación incongruente. Pero con muy serias amenazas no se le aceptó el pobre Losada, que era una víctima más de aquella situación incongruente. Pero con muy serias amenazas no se le aceptó la dimisión. En aquellas circunstancias, mi padre escribió una carta abierta al político ofendido, de la que mandó reproducir en ciclostil y distribuir miles d ejemplares defendiéndole del soez ataque del que fue víctima. Decía así:

Exmo. Sr. don José María Gil Robles.

Mi querido amigo.

“No quiero dejar pasar el día de hoy sin reiterar a Vd. El testimonio de mi respeto y consideración personal que ni en los momentos de mayor divergencia política con Vd, le han faltado jamás. Después de siete años de absoluta incomunicación con Vd., aunque desde lejos he aplaudido algunas de sus declaraciones auténticas, me mueve a escribirle hoy el injurioso artículo impuesto a ABC por la Delegación de Prensa, me ha llenado de indignación”

“Me he creído en el deber de caballero y presidente que edita ABC de ponerle a Vd. Estas líneas. La gratitud que como español debo al régimen que nos ha salvado de la anarquía primero, y de la guerra mundial más tarde no puede forzarme hasta la indignidad.

Excuso decirle que, desde el momento en que yo firmo esta carta, puede usted hacer de ella el uso que estime conveniente. De VD. Afmo., y buen amigo, q. e. s. m. Juan Ignacio Luca de Tena”.

Como la gente de la calle suponía la existencia de una fuerte censura, pero ignoraba que existiese la ‘inserción obligatoria’, el escándalo que produjo la carta de mi padre fue sonadísimo. Y destituido por orden gubernativa, con fecha 30 de mayo de 1944, de la presidencia del Consejo de Administración de Prensa Española, como si aquél fuese un cargo de designación política y no emanado de la junta de accionistas de la empresa editora de ABC. Se violó con ello el Código Civil, el Código de Comercio, la ley de Sociedades Anónimas y el derecho natural, minucias que no parecieron inquietar al funcionario que puso su firma al pie de la tropelía.

El Análisis

EL CASO GIL ROBLES Y EL CASO LUCA DE TENA

JF Lamata

Que el Sr. Gil Robles se enfrentara al General Franco era algo inevitable dado la naturaleza política, a fin de cuentas el Sr. Gil Robles había sido líder de la derecha durante los siete años de la II República (1932-1939) y había apoyado al bando de la derecha durante la Guerra Civil española, por lo que ahora consideraba que, en valía a ese respaldo popular le correspondía ocupar puestos en el nuevo régimen, pero el nuevo régimen no tenía la menor intención de contar con él.

Más simbólico aún era el caso de D. Juan Ignacio Luca de Tena, que había compartido con el Sr. Gil Robles desde ABC su lucha contra la izquierda republicana y se había atrevido a desafiar al Gobierno desautorizando públicamente aquel editorial. Podría parecer que con esa trayectoria el Gobierno franquista no se atrevería a utilizar su potestad de echar a editores de periódicos y ocurrió justo lo contrario: el Gobierno quiso destituirle y que toda España lo supiera (se informó del patadón en todos los periódicos de España, desde el propio ABC hasta LA VANGUARIDA) para demostrar quien de verdad gobernaba en la España franquista.

J. F. Lamata