26 marzo 1978

El Gobierno Suárez permite que por primera vez el PNV y los partidos afines a ETA celebren el ‘Aberri Eguna’ tras 40 años de prohibición

Hechos

El Domingo de resurrección de 1978 se celebró por primera vez el Aberri Eguna de manera oficial en el País Vasco.

28 Marzo 1978

El "Aberri Eguna", entre la demagogia y la paz

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián Echarri)

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EL ABERRI Eguna (día de la patria vasca) de ayer es el primero que los vascos celebran legalmente, y por tanto con libertad, desde 1936. Las manifestaciones han sido multitudinarias en Bilbao y San Sebastián, menores en Vitoria y un punto controvertidas en Pamplona, dada la opción que tienen pendiente los navarros sobre su identificación euskalduna. No se han producido incidentes dignos de mención y lo reseñable -junto a la demagogia de algunos pronunciamientos- es precisamente el carácter legítimamente político y pacífico de esta primera demostración masiva de los vascos en 42 años.Aún recientes graves sucesos de sangre en las Vascongadas -los dos obreros muertos en las obras de la central nuclear de Lemóniz y el guardia civil retirado también asesinado por ETA-, es más que lamentable el protagonismo de ETA en las manifestaciones del domingo, la ausencia de la bandera española en medio de las ikurriñas y las tricolores, y las pancartas y consignas independentistas, que ya han sido interpretadas como una provocación.

Sin embargo, también hay que señalar que no están lejos los días en que el Aberri Eguna era motivo de enfrentamientos y muertes en las provincias vascas, o en los que la presencia de la ikurriña deparaba tiroteos, o muertos y heridos entre las fuerzas del orden encargadas de retirarlas. Cuando el actual ministro del Interior despenalizó el izamiento de la ikurriña se adujo desde perspectivas integristas que se trataba de una medida política de debilidad y entreguismo, y desde posiciones del nacionalismo vasco que la decisión era banal y tardía. Pero no puedejamás ser desdeñable una medida que, a más de corresponderse con la lógica y con los usos democráticos, ha venido a impedir que en el Norte se maten los españoles a cuenta de la bandera de Sabino Arana.

Otro tanto puede afirmarse de la conmemoración de un día de la patria vasca, que, por primera vez en muchos años, ha podido celebrarse en paz y hasta con la presencia, como invitado del PNV, del senador estadounidense Frank Church, en cuyo estado de Idaho habitan numerosos vascos dedicados a tareas ganaderas. Los gritos y las pancartas radicales e irresponsables (como la incitación a ETA a seguir aplicando la técnica asesina del goma-2 a las centrales nucleares) no deben dejar por eso de contemplarse en el contexto de una jornada pacífica, lejos del memorial de agravios, errores y estupideces que la dictadura acumuló sobre Vizcaya, Guipúzcoa y Alava.

El problema vasco sólo puede encauzarse hacia soluciones viables a través de las ya emprendidas: las elecciones generales -y la nueva correlación de fuerzas que deparen las próximas legislativas o las mismas elecciones municipales-, la legalización de los partidos abertzales, la constitución del Consejo General vasco como representación preautonómica y, por último, incluso los leves destellos de ánimo negociador que pueden detectarse entre ese colectivo de no más de sesenta hombres que forman ETA militar (con el apoyo emocional de un sector de la población) y el claro talante que, aun en circunstancia difíciles, demuestra el Gobierno del Estado y que tiene su más reciente expresión en el nombramiento del subdirector general de Seguridad como jefe provisional de Policia de Bilbao. José Sainz, tenido en círculos policiales por el máximo experto en ETA, fue hombre que ya en el régimen anterior se atrevió a declarar públicamente que el terrorismo en el País Vasco carecía de solución policial y represiva y que constituía un problema a abordar políticamente. Ahora nadie duda que su misión en Vizcaya reside, como él mismo ha dicho, en hablar con todos. Eso, naturalmente, incluye hablar también con ETA.

Así las cosas, los pasos aislados podrán parecer ineficaces o lentos, signos de debilidad o de doblez, pero la política de distensión, de diálogo y de pacto entre los representantes del pueblo vasco y los poderes centrales es la única que podrá depararnos a la larga muchos Aberri Eguna festejados en paz, en el seno de un.Estado democrático que protege también los derechos de quienes no están conformes con él y expresan sus creencias -sean cuales sean- sin violencia y con acatamiento de la ley.

Por lo demás, las urnas ya hablaron y pudo comprobarse el escaso peso real que las posiciones abertzales e independentistas tienen en el País Vasco. Que las manifestaciones del Aberri Eguna se hayan teñido de contestación a los partidos ampliamente representados en las Cortes y partidarios de la autonomía vasca dentro de la unidad del Estado no hace sino poner de relieve el más sencillo de los recursos de quienes pierden unas elecciones: agitar la calle.

31 Marzo 1978

Luces y sombras sobre Euskadi

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián Echarri)

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LA PRIMERA celebración en la legalidad del Aberri Eguna, las repercusiones y guerra de comunicados del atentado de ETA militar contra la central de Lemóniz, que causó la muerte de dos trabajadores, y las severas advertencias del vicepresidente del Gobierno y ministro de la Defensa, teniente general Gutiérrez Mellado, en torno a la unidad patria, son datos que salen a la superficie y que muestran. un panorama sombrío e inquietante. A las pocas semanas de conseguir su preautonomía, la confusión se extiende en Euskadi, la inquietud crece en el seno del Gobierno, y hasta es posible que el Ejército esté siendo sacudido por un malestar importante. ¿Qué pasa en el País Vasco?La defensa de la unidad española es un tema lo suficientemente apoyado en la historia, la cultura y la realidad, como para que no necesite acentos patrioteros ni solemnes cantos retóricos al viejo estilo. España es una nación que existe como tal desde hace cinco siglos, con un claro proceso de formación e incorporación: una de las primeras nacionalidades de la historia del mundo, con una personalidad definida y una coherencia real indiscutible. Toda realidad es un proceso dialéctico, desde luego, que se afianza y contrasta en cada momento: la realidad española está tan contrastada que toda sospecha de eventual disgregación entra en el terreno de la utopía apoyada en intereses políticos ultraminoritarios en el conjunto del país. No hay que confundir el proceso autonómico, que no es más que un deseo de personalización de los diferentes territorios que configuran la realidad española y un mecanismo de rechazo del centralismo a ultranza que el país ha padecido durante ocho lustros, con un simple asomo de disgregación de España. El autonomismo no es separatismo, y si en algún paisaje determinado surgen brotes separatistas obedecen a intereses muy diferentes, escasamente anclados en la realidad y que intentan aprovechar este sentimiento autonomista para exacerbarlo y radicalizarlo a ultranza.

Pero en una democracia, la norma general es el derecho a la libre expresión de todas las tendencias. El hecho de que existan grupos y hasta partidos, más bien minoritarios, que ponen en tela de juicio el régimen político español actual o hasta la propia identidad nacional, sirve de fiel contraste a la democracia. Y de la misma manera que han sido legalizados partidos que preconizan el régimen. republicano, sin que se hayan conmovido los cimientos de la monarquía democrática, se ha iniciado asimismo un proceso de legalización de los grupos abertzales vascos, que tal vez debiera terminar considerando la posible legalización de ETA, como apuntaba el presidente del Consejo General vasco, Ramón Rubial. No son las tesis de ETA las que impiden su legalización, sino sus métodos. Legalizar a una ETA no violenta, que propugnara la creación de una república socialista vasca independiente, sería posiblemente la muerte de la propia ETA, por falta de electores.

No hay que rasgarse las vestiduras por esta hipótesis. ETA capitaliza en la actualidad toda una historia que no le pertenece, exceptuando la historia violenta contra la dictadura en los últimos lustros; pero esta historia sigue siendo violenta, por obra de la propia ETA militar en estos años de construcción de la democracia, y ello es un atentado a toda España, al País Vasco, a la democracia y hasta al propio socialismo, del que se predican los propios comandos de ETA. Bien es verdad que las ambigüedades gubernamentales en su política con relación a Euskadi han sido notorias y lamentables. El retraso en el proceso autonómico y en el tema de la amnistía ha dejado heridas y cicatrices fácilmente detectables. Cierto es también que la actual preautonomía conseguida, por el momento no es más que una teoría no demasiado concreta, anegada también en un vagaroso proceso autonómico que se extiende como una neblina por toda la geografía española. Pero esta preautonomía vasca ha surgido en medio de un mar de confusiones que agitan al conglomerado político de las fuerzas vascas, que se demostró hasta la evidencia en la elección del propio Ramón Rubia¡ como presidente del Consejo General, tras ocho largas votaciones. El País Vasco está dividido en sí mismo, presa de sus propias contradicciones y ambigüedades.

Por lo demás, creemos que es preciso hacer alguna objeción a las duras advertencias del ministro de la Defensa, que si bien denotan una comprensible preocupación castrense, también traen el recuerdo de inconvenientes tendencias en exceso proclives al intervencionismo militar en cuestiones políticas.

Finalmente, cabe resumir que el independentismo es la utopía de un puñado de vascos alentados por los comandos de ETA militar, y puede devenir en la pesadilla de los demócratas de todo el Estado, incluidos los propios vascos. Problema que exige soluciones políticas, comenzando por la asunción, con toda claridad, de sus propias responsabilidades por parte de las propias fuerzas representativas de Euskadi. Y el resto sí que será un simple problema de orden público.