26 abril 2002

La obra califica a Cela como alguien con apetito de dinero y a su última esposa Marina Castaño como 'rapaz de lujos'

El libro de Francisco Umbral sobre Camilo José Cela ‘Un cadáver exquisito’ (del Grupo Planeta) enfurece a seguidores del Nobel

Hechos

El 25.04.2002 se presentó el libro ‘Francisco Umbral, un cadáver exquisito» de D. Francisco Umbral.

Lecturas

Dña. Marina Castaño, una de las que más ha protestado por el libro, es definida en el libro del Sr. Umbral como ‘rapaz de lujos, vestidos, champán y fama social’.

Programa ‘La Tarde’ de COPE – D. Francisco Umbral defiende su libro en el programa de Dña. Cristina López Schlichting

28 Abril 2002

Los cadáveres exquisitos

Carmen Rigalt

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Me habían dicho que la polémica estaba servida y que el causante del morbillo, esa atmósfera pegasosa y ahogada que últimamente algunos confunden con el calor, no era otro que Paco Umbral, cuyo último libro Cela, un cadáver exquisito ha ocasionado amagos de infarto y varias crisis nerviosas entre la población. Creo que una de las viudas, la que atiende por Marina Castaño, está con el frasco de las sales en la mano, intentando recuperarse del soponcio.

Allá que me fui. A la caza y captura del morbillo (a la viuda vamos a dejarla en paz hasta dentro de unas líneas: bastante tiene con lo suyo) y vestida de encarnado, que es como se le decía antes al rojo. Encarnado viene de carne, o sea, de carne sanguinolienta, como el libro de Paco Umbral, que cuentan que ha hecho sangre. La sangre es muy escandalosa: te cortas un dedo y enseguida brota un río de falso dolor. Ni que te hubieras cortado la yugular.

A lo nuestro: la grandeza de un escritor no radica en su categoría moral, sino en su importancia literaria, y eso no sólo se mide en adjetivos, sino en palmos de libertad. A mayor libertad, mayor grandeza. Donde habita el protocolo no hay sitio para la libertad.

Umbral tal vez no ha sido oportuno trayendo ahora el cadáver exquisito y caliente de Cela, pero ha sido libre. Otros, más pudorosos y contritos, le rezan al Nobel padrenuestros y misas de difuntos, pero Umbral le reza literatura, que es de lo que se trata. No hay mejor homenaje para un escritor muerto que un libro vivo, especialmente si el libro es superior a muchos de los que hizo el escritor.

El día de la presentación de Cela, un cadáver exquisito, alguien deslizó un comentario a modo de relincho: Umbral es incapaz de alabar sin ofender. Puede que tuviera razón. Pero eso no lo da Umbral, sino el propio carácter de la libertad, que va como desbocada, sin respetar ningún cauce. Umbral quiere a su manera (siempre he sospechado, sin embargo, que él no se deja querer de ninguna) y a veces, las maneras duelen. Ahora dicen que la viuda está molesta, pero ahí Umbral no puede hacer nada. A lo mejor tampoco podría aunque quisiera: él no es Rafael del Pino y no tiene avión privado.

La versión de Cela según Umbral me reconcilia con Cela. Y con Umbral. A lo mejor me reconcilia también con la viuda Castaño, cuyos lutos son el homenaje a la España profunda que vive encuadernada en Pascual Duarte. Mientras Marina Castaño siga de luto riguroso, todo está controlado. Lo malo vendrá cuando asome el alivio, esa cosa cursi del lunarcito blanco y negro o del estampado malva.El luto-Chanel no existe. Porque o es luto, o es Chanel.

Los convencionalismos sociales de la pena exterior y la lágrima de cocodrilo son el lenguaje de una España estereotipada y rancia que caducó con la defunción del nacionalcatolicismo.

Ha muerto también Heyni Thyssen, pero a Carmen Cervera el óbito no le pilla de sorpresa. Ella empezó a ponerse de alivio hace ya unos cuantos años: eso que tiene ganado. Aliviada pues en sucesivas vidas y muertes, Tita es ahora una viuda radiante en su viudedad (y sobre todo en su finiquito). Si Cela necesitaba un millón de pesetas diarias para poner en marcha el chiringuito de Puerta de Hierro (se lo confesó varias veces a Paco Umbral), Tita no necesita nada. Tenerlo todo es una manera de no necesitar nada. Marina nunca podrá tenerlo todo porque siempre habrá algo que le superará: las ganas de tener más. Y es que las ganas son la ruina de muchas personas.

La actualidad tiene el olor caliente y amable de la cera. Se nos muere la gente a golpes de vejez, de pistola o de infarto.El cadáver exquisito de Cela comparte ahora protagonismo con el cadáver forrado de Heyni Thyssen, que vino a morir a su casa de Sant Feliú de Guixols, frente al mar más bello del mundo.Thyssen eligió una casa hecha a la medida de los hombres. No me digan que no resulta curioso: la sencillez es el lujo último de los que tienen demasiados lujos.

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La Academia vota sola

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LOS CHICOS DE LAS NOTICIAS 2. La Academia de TV concedió sus premios anuales, los únicos que según dicen no admiten tongo.El caso es que TVE barrió, ayudada seguramente por el éxito mimético de Operación triunfo, que lleva dos meses poniéndose el mundo en el bolsillo. La serie Cuéntame cómo pasó está gustando mucho, pero Imanol Arias, en el día de su cumple, no pudo llevarse la estatuilla. Imanol perdió frente a Juan Diego, impecable en su interpretación de Padre Coraje. También Urdaci perdió frente a Matías Prats y Rosa María Sardá frente a María Galiana. Los chicos de Noticias de la 2, inasequibles al desaliento, ganaron una vez más. Este espacio conocido como el telediario alternativo acabará por imponerse al telediario oficial. Ver a los políticos subiendo o bajando las escaleras de Moncloa es una imagen que ya no excita a nadie.

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Estanislao y su estrategia

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ESTANISLAO SOLO HAY UNO. Es Rodríguez-Ponga, pero actualmente basta con citar el nombre de pila para identificarlo. El secretario de Estado de Hacienda ha puesto en marcha una operación de imagen que está dando sus buenos frutos. Al principio no había quien le arrancara una declaración y era un objetivo inalcanzable para cualquier periodista, pero desde que su nombre entró en el hit parade de las sospechas, se sometió voluntariamente a un proceso de acercamiento a los medios de comunicación (en otras palabras: se puso a tiro de todos los periodistas) y los resultados no se han hecho esperar. Este hombre remilgado, de formación y talante jesuíticos, padre de familia numerosa, se ha defendido bien dando la cara. Una sigue sin comprender, sin embargo, cómo se puede tener estómago para estar en el lado de las trampas y acto seguido, perseguirlas.

21 Mayo 2002

Cela dilucidado

Javier Villán

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El último libro de Umbral, Cela, un cadáver exquisito, ha partido a la tribu literaria en dos. Parece que el fenómeno de una escritura en libertad sigue causando estragos en nuestras letras. Cuando se escribe de alguien o de algo alguien, además, amigo y maestro prevalece en estos pagos la idea del amanuense sobre la idea del analista. Al pensamiento crítico seguimos prefiriendo la rendición hagiográfica.

Francisco Umbral ha escrito un libro sobre Camilo José Cela en el que escruta su obra y desvela algunos aspectos de su vida; justo aquellos que han podido influir en su deriva de escritor.No se trata, pues, de cotilleos morbosos, sino de algo tan simple como vincular vida y obra, cosa, por lo demás, bastante natural y obvia.

Para unos, Umbral ha matado al padre, pues padre literario suyo consideran algunos a Camilo José Cela; juicio un tanto aleatorio pues son evidentes, al menos para mí, algunas diferencias y disidencias.A saber: que Cela, al contrario que Umbral, ha sido más arqueólogo del idioma que creador o recreador de lenguaje; que a Umbral lo refuerza y apuntala el columnismo diario, mientras Cela nunca tuvo verdadera dimensión de articulista; y por último, y entre otras cosas, que el escritor comprometido que e-merge en Umbral, está en Cela muy soterrado, hasta el extremo de repudiar las interpretaciones políticas de algunos de sus textos más avanzados.Cela se encontraba cómodo e inamovible en una postura conservadora a la que Umbral en su libro llama, más o menos, franquismo residual u originario.

Lo que Umbral ha hecho en Un cadáver exquisito es dilucidar a Cela. Los daños colaterales a terceros, o al propio Cela, que puedan derivarse de esa elucidación son secundarios. Podrían ser mayores. O sea que Umbral todavía ha respetado ciertos límites, ciertas líneas de pudorosa demarcación de territorios. Puestos a ser inmisericordes, Cela da para mucho más. Cela es un personaje de luces y de sombras, como todos los personajes que han tenido algo que decir sobre la marcha de la Humanidad. Aquí no se ocultan las luces, e incluso se exaltan sin recelo los resplandores.Pero no se silencian ni se enmascaran unas cuantas sombras.

Otras biografías vendrán y otros ensayos, menos equilibrados y piadosos, incluido lo literario. Umbral, en cierta medida, se ha adelantado a esos libros futuros, que los habrá sin duda, y seguramente de efectos más demoledores. Umbral ha escrito un libro que dista tanto de la sumisión y el halago injustificado como de la manipulación interesada. Y no ha agarrotado a Cela como éste agarrotó a su violento y desamparado Pascualillo.

En el fondo, lo que quedará de Un cadáver exquisito es una valoración crítica de la obra de Cela al que Umbral entronca con el genio de Goya, de Solana y de otros iconos del iberismo insurgente y genial. Es ésta una admiración fundamentada, una aventura intelectual elucidatoria que Umbral ha abordado con contados personajes como Larra, García Lorca, Gómez de la Serna o Valle-Inclán. En resumen, anecdotario al margen, lo que prevalece en este libro es la dimensión de escritor de Camilo José Cela cuyas excelencias quedan perfectamente señaladas. Por ejemplo, «los artículos de Informaciones fueron vanguardia de un periodismo libre, imprevisible y bien escrito».

Con esto redime a Cela de su torpeza como articulista, señalada en el libro más como efecto de urgencias y precipitaciones que como carencia natural. Sobre el vanguardismo de Cela, injertado en un clasicismo fundacional, insiste Umbral: «Después de la Guerra Civil aparece el lobo solitario, el experimentador único, el que se renueva a sí mismo en cada libro: Camilo José Cela».

Cada libro, o al menos los más significantes, tiene aquí su glosa y su exégesis. Que, al hablar de estos libros, Umbral diga que Cela es más «noble con las cosas que con los hombres» no debe sorprender.

Es verdad que Cela no amaba a sus personajes, circunstancia que, en un novelista, no sé hasta qué punto es necesaria. Ignoro también si Cela amaba, o al menos compadecía, al ser humano. De lo que estoy seguro es de que no escribía, como García Márquez, para que lo quisieran.