25 octubre 1933
El líder comunista Ramón Casanellas Lluch, uno de los asesinos de Eduardo Dato, muere en un accidente
Hechos
Murió el 25.10.1933 Ramón Casanellas.
Lecturas
Este 25 de octubre de 1933 ha fallecido en accidente de motocicleta en El Bruch el político catalán y terrorista D. Ramón Casanellas Lluch, a la edad de 36 años, a la edad de 36 años.
Joven militante de la CNT, en 1918 hubo de exiliarse acusado de crímenes en las huelga revolucionarias.
En 1921 tuvo que volver a exiliarse por su participación en el asesinato del entonces presidente del Consejo de ministros de España, D. Eduardo Dato. Refugiado en la Unión Soviética, se integró en el Partido Comunista por lo cual de 1924 a 1927 se trasladó a América Latina donde participó activamente en la organización de los movimientos de izquierdas.
AL declararse la II República en España, retorno al país y fundó en Barcelona el Partido de los Comunistas de Cataluña y más tarde participó en la fundación y organización del nuevo Partido Comunista de España.
Ahora, cuando se dirigía en motocicleta a una reunión del partido en Madrid junto con el también militante comunista D. Francisco del Barrio, ha resultado muerto en un extraño accidente del que quedan muchas cosas por aclarar.
El Partido Comunista de España lamenta profundamente la pérdida de uno de sus militantes más activos y queridos. Para las derechas el Sr. Casanellas era un criminal.
El Análisis
El trágico asesinato de Eduardo Dato Iradier, presidente del Consejo de Ministros, en 1921, dejó una profunda marca en la historia de España. El reciente fallo del Consejo de Guerra, que condena a dos de los tres autores materiales, revela el destino dispar de estos individuos, cuyas vidas reflejan las tensiones y las contradicciones de nuestro tiempo.
Pedro Mateu y Luis Nicolau, condenados a la pena de muerte en 1923, fueron posteriormente amnistiados al proclamarse la Segunda República en 1931, habiendo cumplido apenas nueve años de prisión. La vida de estos dos hombres tomó rumbos muy distintos tras su liberación. Nicolau, quien quedó preso del bando franquista durante la Guerra Civil, fue ejecutado, un final violento que refleja la inestabilidad y la venganza que caracterizaron ese periodo. Mateu, en cambio, logró escapar y encontró refugio en Francia, donde vivió el resto de su vida en relativa tranquilidad. En una entrevista publicada en 1967 por el diario Pueblo, Mateu se vanaglorió de su participación en el asesinato de Dato, una declaración que provoca repulsión y subraya la impunidad con la que vivió.
El tercer asesino, Ramón Casanellas, huyó a la Unión Soviética y vivió hasta 1933, cuando, tras regresar a España, murió en un accidente de tráfico. Su fuga y retorno ilustran otra faceta de la repercusión internacional del crimen y la influencia de las ideologías radicales de la época.
Estos destinos divergentes no solo destacan las contradicciones inherentes en la justicia de aquellos años, sino también la incapacidad del sistema para imponer una justicia duradera y equitativa. La amnistía de los asesinos, seguida por el destino trágico de uno y la vida tranquila del otro, refleja un país dividido y un sistema judicial fluctuante bajo la presión de cambios políticos drásticos. La historia de los asesinos de Eduardo Dato es un recordatorio sombrío de las consecuencias de la violencia política y la necesidad de una justicia que sirva a la verdad y a la reconciliación, más allá de las ideologías y los vaivenes del poder.
J. F. Lamata