12 mayo 1925

Con la categoría de 'Presidente de la República'

Elecciones Presidenciales Alemania 1925 – El mariscal Paul von Hindenburg se convierte en el nuevo Jefe de Estado de Alemania a la muerte de Friedrich Ebert

Hechos

El 12 de mayo de 1925 comenzó el mandato de Paul von Hindemburg como Presidente de la República de Alemania (República de Weimar)

Lecturas

El oficial Paul von Hindemburg, apasionado defensor de la monarquía, se vio promovido por sus éxitos militares durante la Primera Guerra Mundial al rango de figura representativa de la derecha política. En 1925 fue nombrado presidente del Reich, sustituyendo al fallecido Ebert. (A partir de su reelección en 1932 se vería cada vez más incluido por los círculos militares y conservadores que le pedirían un acercamiento hacia el nuevo Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, que iría ganando influencia en el país a partir de 1929).

Los alemanes han elegido presidente de la República de Weimar este 26 de abril de 1925 al mariscal Paul von Hindenburg por 14.700.000 votos contra los 13.700.000 votos que obtuvo de su rival, el ex canciller Wilhelm Marx. Mito viviente representante del nacionalismo de derecha, el mariscal Hindemburg se presentó a las elecciones como candidato del llamado ‘bloque del Reich’, formado por el Partido Popular de Baviera, el Partido Nacional Alemán y la Liga de los campesinos Bávaros. Este bloque cuenta con el apoyo de los grandes empresarios alemanes.

Marx, por su parte, se presentó como candidato del Bloque Popular, integrado por el Partido Socialista, el Partido Demócrata y las agrupaciones centristas. Durante la campaña electoral, Von Hindenburg utilizó su tono patriótico. Su elección ha causado alarma en Francia y Reino Unido que no olvidan el papel de Hindemburg liderando a alemanes en la Primera Guerra Mundial.

El mandato del Jefe de Estado de la República de Weimar es de 7 años, por lo que si tras ese tiempo Hindembuerg quiere seguir siendo presidente deberá presentarse a reelección en las siguientes elecciones presidenciales previstas para 1932. 

El Análisis

¿Un hombre del Kaiser, la última esperanza para la República de Weimar?

JF Lamata

La República de Weimar ha celebrado, por primera vez en su corta existencia, unas elecciones presidenciales por sufragio universal directo. El resultado final –la victoria del mariscal Paul von Hindenburg– es más que una elección: es un gesto simbólico de una nación herida que, pese a sus contradicciones, busca todavía un punto de unidad. Hindenburg, héroe de Tannenberg, símbolo viviente del antiguo orden imperial, era el último nombre que muchos esperaban ver presidiendo una república nacida de la derrota de 1918. Pero la paradoja se ha hecho realidad: el leal servidor del kaiser ha vencido para convertirse en el nuevo Jefe de Estado de la democracia alemana.

En la primera vuelta, la atomización política fue reveladora: desde el comunista Ernst Thälmann, sostenido desde Moscú y decidido a derrocar la “democracia burguesa”, hasta el general Erich Ludendorff, candidato del radical NSDAP, cuya candidatura fue una estrepitosa humillación para el partido nazi. Ni su fama militar ni su papel en la Gran Guerra bastaron: el pueblo alemán ha dejado claro que, sin el carismático agitador Adolf Hitler, hoy encerrado tras su intento golpista de Múnich, el nazismo carece de líder y de tracción popular real. Frente a esta fragmentación, el centro republicano buscó una candidatura de consenso, con Wilhelm Marx, del Partido del Centro, apoyado por socialdemócratas y demócratas para contener a la derecha extrema.

Pero fue Hindenburg quien, en segunda vuelta, atrajo a las masas conservadoras, monárquicas e incluso a buena parte de votantes que, sin renunciar a la república, anhelan orden, dignidad y unidad. Su victoria no significa una adhesión ferviente al sistema democrático, pero sí puede interpretarse como una esperanza: si hasta un viejo mariscal imperial acepta presidir la república, quizá esta pueda aún estabilizarse. La derecha lo respeta, la izquierda moderada lo tolera y el ejército lo venera. En tiempos de extrema polarización, su figura representa una tregua improbable. Pero solo el tiempo dirá si el presidente Hindenburg será el pilar que salve a la república… o si su prestigio será usado por fuerzas que buscan su demolición desde dentro.

J. F. Lamata