18 julio 1925

Se lo dictó a Rudolf Hess

El líder nacional socialista alemán, Adolf Hitler, publica su libro anti-semita ‘Mein Kamp’ redactado durante sus meses encarcelado

Hechos

Se publicó el 18 de julio de 1925.

Lecturas

«El hombre es, en esencia, un glorioso animal guerrero que lucha por sobrevivir», afirma Adolfo Hitler en ‘Mi Lucha’ («Mein Kampf»), que acaba de aparecer en Berlín. El político alemán (aunque de ciudadanía austriaca) fue condenado el pasado abril de 1924 por su participación en un fallido intento de golpe de Estado.

A lo largo de más de 400 páginas, Hitler expone su programa para la resurrección alemana, su concepción de lo que debe ser un estado nacional socialista y su fe en la superioridad de la raza germánica. Para Hitler, el comunismo constituye el principal enemigo de Alemania, aunque no ahorra ataques contra las democracias occidentales, culpables, a su juicio, de corrupción y decadencia.

El libro de Hitler está dedicado a la veintena de militantes nacional socialistas muertos abatidos durante el intento de Golpe de Estado del Putsch de la cervecería de Baviera.

Rudolf Hess.

La obra fue dictada por Hitler a su secretario, Rudolf Hess, durante los ocho meses que duró su detención en la fortaleza de Landsburg, en Baviera. La crítica derechista ha saludado la aparición de ‘Mi Lucha’ como la de un ‘programa para el glorioso futuro de la nación alemana.

Tras salir de prisión Adolf Hitler reorganizará el partido nazi, el NSDAP, creando una nueva sección armada: las SS.

El Análisis

Un libro para no ignorar

JF Lamata

Acaba de publicarse en Alemania una obra que, más allá de su valor literario –nulo– o filosófico –confuso–, merece atención por su creciente difusión y por lo que revela del espíritu de nuestro tiempo. Se titula Mein Kampf (Mi Lucha), y es el fruto del encierro carcelario que el agitador Adolf Hitler aprovechó para dictar a su fiel camarada Rudolf Hess un manifiesto político, autobiografía emocional y panfleto ideológico a partes iguales. Si bien cabría haber esperado que la condena judicial acallara su figura, lo cierto es que este volumen, escrito con desorden y furia, está encontrando eco en una Alemania humillada, desesperada y en busca de un salvador.

El libro aspira a ser una hoja de ruta de lo que su autor haría si alguna vez alcanzase el poder. Hitler entremezcla relatos de juventud, discursos políticos, insultos a sus enemigos, y trazos de pensamiento que, aunque rudimentarios, tienen la virtud del mensaje directo. Algunos han querido ver en su exaltación del instinto y la voluntad una influencia de Nietzsche, aunque el propio Nietzsche –si aún viviera– difícilmente reconocería su pensamiento manipulado y simplificado en estas páginas. Pero lo más alarmante no es su tono o su estructura, sino su fondo ideológico: racial, excluyente, antidemocrático y profundamente antisemita.

Hitler no habla de ciudadanos, sino de razas. Para él, sentirse alemán no depende de la patria administrativa, sino de una supuesta comunidad de sangre, lo que le permite autoproclamarse alemán siendo austriaco. Y desde esa lógica racial, los judíos no pueden formar parte del alma de Alemania. Su antisemitismo no se disfraza: lo proclama como núcleo de su ideario. Y lo más inquietante no es que alguien publique semejante texto, sino que muchos lo lean con aprobación o indiferencia. En Alemania –y no solo allí– parece crecer una peligrosa animadversión a la comunidad judía, a la que se considera inadaptada, poco integrada, pero con gran influencia en la economía del país. Mi Lucha no es solo el libro de un hombre resentido. Es un termómetro de una Europa herida, donde el fanatismo encuentra cada vez menos resistencia.

J. F. Lamata