5 febrero 1993

La COPE acusa a la Asociación Española de Radiodifusión Privada de haberse convertido en un foro al servicio del Grupo PRISA

EL PAÍS publica un editorial contra el locutor José Mª García (COPE) después de su veto por el Rayo Vallecano

Hechos

El 5.02.1993 publicó un editorial de EL PAÍS contra el director del programa ‘Súper García’ de la COPE.

Lecturas

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El 5 de febrero de 1993 el diario EL PAÍS publicó un editorial contra el locutor de radio D. José María García que, desde septiembre de 1992, hacía su programa desde la cadena de emisoras de la Iglesia Católica, la COPE. Para EL PAÍS la fama del Sr. García se debía a su estilo ‘faltón y arbitrairo’ y no a lo riguroso de sus informaciones. El editorial de D. Joaquín Estefanía aseguraba que el Sr. García tenía un estilo del que “estamos en contra” y que “no cabría en el diario EL PAÍS”.

El origen del editorial se debía a que el Rayo Vallecano había vetado a D. José María García por las críticas de este a su propietario, la familia Ruiz Mateos. EL PAÍS quería expresar que estaba en contra de los vetos, pero a la vez dejar claro lo mal que le caía el Sr. García que, además, no logró el respaldo de la Asociación Española de Radiodifusión Privada.

Difícilmente se podría pensar que detrás de ese editorial estaba ‘sólo’ el Sr. Estefanía y no los mandamases de PRISA, D. Jesús Polanco y D. Juan Luis Cebrián, a los que atacaban desde el programa del Sr. García con frecuencia y, a partir de ese editorial, al Sr. Cebrián el Sr. García le atacaría especialmente (ambos se conocían desde hacía mucho, ya que coincidieron en el diario PUEBLO de D. Emilio Romero).

Naturalmente EL MUNDO de D. Pedro J. Ramírez salió en defensa de D. José María García que, a fin de cuentas, era accionista minoritario de EL MUNDO. Según un editorial del Sr. Ramírez “la lista de primicias, grandes entrevistas o reportajes en situaciones límite” que tenía el Sr. García” superaba con creces los méritos profesionales de todos los editorialistas del diario EL PAÍS juntos.

D. Pedro J. Ramírez también publicó un artículo del Sr. Martín Ferrand cargando contra EL PAÍS y PRISA que acababa diciendo “García, dicen, no cabe en EL PAÍS. Ese es su mérito principal”. Y es que la polémica surgió durante el breve tempo en que el Sr. Martín Ferrand y el Sr. Ramírez coincidieron en el mismo periódico, EL MUNDO, antes de su inminente enfrentamiento.

Por su parte la Cadena COPE y su director, D. Eugenio Galdón, también difundió un comunicado en el que explicó la salida de la COPE de la AERP y cargó contra el Grupo PRISA. El Sr. Galdón decía:

“Nuestra salida de la AERP ha tenido la virtud de dejar al desnudo el inmenso poder de PRISA en la radio española, un monopolio en ciernes cuyos únicos obstáculos son ONDA CERO y, naturalmente, la COPE”

“Convertida la AERP en foro de convivencia entre antiguos y nuevos empleados de Polanco entre la SER y ANTENA 3, PRISA se niega a aceptar que el monopolio está desnudo y, tras no defender a la COPE, ataca ahora ferozmente en la página editorial de EL PAÍS – que ha quedado para estos menesteres de intendencia – a nuestros compañeros”.

“Además de equipararnos a los agredidos, nosotros y al agresor, Ruiz Mateos, el diario del Grupo PRISA arremete contra ‘el estilo’ de García, del que dice que nunca tendría cabida en EL PAÍS”. Eso es cierto, en apenas quince líneas le llama lo siguiente: faltón, arbitrario, desinformado, desatinado, insultador, injuriador, amarillista, bronquista y hasta llega a acusarlo de querer constituirse en poder autónomo al margen de la justicia”. Ciertamente, ni en sus noches más combativas podría estar nuestro compañero al nivel de ferocidad que, tal vez por la caída de ventas, exhibe ahora EL PAÍS”.

“Pero al hablar de un poder autónomo al margen de la ley, PRISA hace una buena definición de su imperio. Cuando ANTENA 3 le arrebató a la SER del liderazgo de las ondas, la respuesta de Polanco no fue mejorar su programación sino dar un golpe de mano y comprar la emisora rival, violando la legislación vigente y, por supuesto, la ética más elemental”.

Aunque el comunicado era responsabilidad del Sr. Galdón, por su elección de palabras parecía inspirado en D. José María García.

05 Febrero 1993

NI VETO NI BULA

Editorial (Director: Joaquín Estefanía)

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José María García es un periodista cuya fama se debe en mayor medida al estilo -faltón y arbitrario- con que se expresa que a lo riguroso de sus informaciones o atinado de sus juicios. Ello le ha llevado varias veces ante los tribunales. Aquí hemos estado -y así lo editorializamos- en contra de su encarcelamiento por considerar que la palabra sólo en casos muy especiales -incitación al asesinato, por ejemplo- delinque desde el punto de vista penal. Pero también estamos en contra de su estilo de periodismo, que, teniendo todo el derecho a existir, no cabría en EL PAÍS: una cosa es no ir a la cárcel y otra la impunidad. La invocación a la libertad de expresión no legitima el insulto gratuito o injurioso, como creen los predicadores que todos los días multiplican sus doctrinas apelando al más puro amarillismo. Una sentencia de 1990 subrayó ese aspecto de gratuidad (de insultar por insultar, sin que el apelativo utilizado tenga que ver con el asunto tratado) entre los fundamentos de la condena que entonces recayó sobre García (que sería indultado).Pero esa misma sentencia quita la razón al presidente del Rayo Vallecano cuando pretende que «es inútil acudir a los tribunales», y que, por tanto, su única defensa contra lo que considera campaña «ininterrumpida de insultos» contra ese club por parte del programa que dirige García consiste en prohibir a éste la entrada al campo de Vallecas. Al actuar así, José María Ruiz-Mateos no sólo se equivoca al desviar su represalia contra los numerosos oyentes de García violentando la libertad de información, sino que contribuye a prolongar la bronca permanente que necesita ese periodismo para alimentar su propia leyenda.

En definitiva, «no» a los vetos informativos, pero igualmente «no» a la bula con la que se protegen quienes pretenden constituirse en poder autónomo, incluso de la misma justicia.

06 Febrero 1993

LA VENGANZA DE EL PAÍS CONTRA JOSÉ MARÍA GARCÍA

Editorial (Director: Pedro J. Ramírez)

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En la misma tónica de vileza y mezquindad profesional que exhibió en el editorial en el que arremetió contra Jesús Cacho y EL MUNDO a partir de unas sucias grabaciones de contenido irrelevante, EL PAÍS tejió ayer su venganza contra José María García. Su pecado lo conocen de sobra los lectores: haberse atrevido a criticar la entrada de PRISA en ANTENA 3 RADIO, por los efectos perniciosos que sobre la libertad de expresión tienen las prácticas monopolísticas de Polanco. De García se podrán decir muchas cosas pero afirmar, como hace ese diario, que debe su fama más que a otra cosa a su estilo «faltón y arbitrario» es, al mismo tiempo, una mentira y una sandez. La lista de primicias, grandes entrevistas o reportajes en situaciones límite que ha conseguido García a lo largo de su carrera excede los méritos profesionales de todos los editorialistas de ese diario juntos. Lo que sucede es que los editores de EL PAÍS, que han cometido un auténtico atropello contra los accionistas minoritarios de ANTENA 3 RADIO, no aguantan que nadie les saque los colores tras construir su imperio a golpe de favores políticos.

06 Febrero 1993

SERIEDAD Y TALENTO

Manuel Martín Ferrand

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El diario EL PAÍS, el de más venta entre todos los españoles, es un caso claro de acierto en la oportunidad. Supo nacer, hace dieciocho años, en un momento preciso, el arranque de la transición política, y frente a la actitud acobardada e indecisa de sus competidores del instante. Su peso específico en nuestra sociedad es grande y su influencia en los ámbitos del poder, de todos los poderes, inmensa. Pero temo que EL PAÍS, notable en su actual metamorfosis, padece el más fácil de los males hispanos: la indignación del éxito. Ese periódico que, como decía el buen Santiago Amón, se autotitula «diario independiente de la mañana» como para justificar sus dependencias vespertinas, trata de adueñarse en exclusiva de la verdad y de todos sus aledaños. Quiere ser el árbitro único de la vida española. Y tampoco es para tanto. Jesús de Polanco, su presidente y motor, ha sabidio construir en torno a su PRISA todo un imperio: desde el CANAL PLUS, en donde junta a su vera a lo mejorcito de la gran banca, hasta la Cadena SER que se mantiene como primera organización de la radio ibérica no importa a qué precio e independientemente de las leyes del mercado y de la gravedad. Es el número uno entre los empresarios de la Comunicación y, más aún, el rey del «lobby». Si no fuera por su dogmatismo -no hay sitio en El País para la, duda – y por su vocación arbitral, esa casa debiera merecer los máximos respetos y la admiración honda entre quienes creemos saber algo de la empresa periodística. Ahora, ayer, EL PAÍS le ha dispensado honores editoriales a mi muy admirado y querido José María García. Es un periodista, dicen, cuya fama se debe más a su condición faltona que a su talento profesional. Quienes al mirar a los demás se ven en un espejo, quienes han logrado que la gravedad ocupe el lugar del talento, pueden, y es su derecho, escandalizarse ante la peculiaridad García: pero resulta barato y elemental reducir a tan poca sustancia el fenómeno de un comunicador único capaz de trasladar audiencias, modificar en sus ausencias y presencias las cuentas de explotación de las empresas radiofónicas, crear códigos de lenguaje exclusivo entre él y sus oyentes y, sobre todo, dar dos, tres o cuatro «pisotones» todos los días. El amarillismo, casi siempre denostable, no es el de García. García es sensacional en el más estricto sentido del término. El amarillismo está en revestir con indumentarias equívocas intereses muy concretos, valores muy discutibles y escaseces notables. El amarillismo reside en las exclusiones crónicas, en la aplicación de las noticias, en la calculada dosificación de los asuntos, en el sectarismo de coyuntura y hasta en la vaciedad grandilocuente. Porque además conviene tener en cuenta que García practica un periodismo oral. No se puede leer a García, hay que escucharle. La letra impresa, en su inmensa trascendencia, no es el único sistema de comunicación. Los audiovisuales, que exigen una «gramática» distinta, tienen sus grandezas y servidumbres. Y es grandeza un cierto informalismo o, lo que es lo mismo, la concordancia con el lenguaje, las ideas y la actitud de un número millonario de oyentes. García, dicen, no cabe en EL PAÍS. Ese es su mérito principal.