26 marzo 2007

Preguntado en la Junta General de su empresa por si PRISA podía ser más neutral, el magnate respondió que era difícil porque el PP parecía querer volver a la Guerra Civil

Junta de Accionistas de PRISA 2007 – Polanco Gutiérrez califica de ‘franquista’ al PP y causa que este partido anuncie un boicot

Hechos

El 23.03.2007 el PP anunció oficialmente que sus miembros dejarían de participar en programas del Grupo PRISA (EL PAÍS, SER, CUATRO…) hasta que el presidente de ese grupo no se disculpara con ellos.

Lecturas

Las palabras de D. Jesús Polanco Gutiérrez contra el Partido Popular el 22 de marzo de 2007 en la Junta de Accionistas de PRISA, difundidas en la portada de El Mundo el día 23 llevan al Partido Popular a anunciar ese mismo día que ningún cargo de su partido concederá entrevistas a ningún medio de PRISA hasta que el Sr. Polanco Gutiérrez se disculpe. En su número del 24 de marzo el PP calificará lo ocurrido como ‘un boicot’ del PP a PRISA.


LAS POLÉMICAS PALABRAS DEL PRESIDENTE DEL GRUPO PRISA, JESÚS POLANCO

zap_PolancoBoicot Las declaraciones del presidente del Grupo PRISA, D. Jesús Polanco, que fueron difundidas por TVE, fueron pronunciadas en la Junta General de Accionistas del Grupo PRISA y en ellas el empresario expresaba que ‘era muy difícil ser neutral’, cuando para el PP ‘valía todo, absolutamente todo, para recuperar al poder’. El Sr. Polanco acusó al PP de ‘desear la vuelta a la guerra civil’ y aseguró que la última manifestación del PP contra el Gobierno socialista ‘era el franquismo puro y duro puesto en imágenes de televisión’.

boicot_prisa Tras conocer aquellas palabras el Partido Popular informó que ninguno de sus dirigentes volvería conceder ninguna entrevista a ningún medio del Grupo PRISA hasta que el Sr. Polanco no rectificara aquellas palabras.

LOS PROGRAMAS DE LA COPE RESPALDAN EL BOICOT DEL PP CONTRA EL GRUPO PRISA

losantos_vidal_villa Los principales programas de la Cadena COPE, ‘La Mañana’, dirigido por D. Federico Jiménez Losantos, ‘La Linterna’, dirigido por D. César Vidal y ‘La Palestra’, dirigido por D. Ignacio Villa, todos ellos periodistas del grupo LIBERTAD DIGITAL hicieron editoriales arremetiendo contra D. Jesús Polanco y todo el Grupo PRISA y elogiando al Partido Popular por hacerles el boicot.

MERCEDES DE LA MERCED (MILITANTE DEL PP) ABANDONA COMO TERTULIANA DE LA SER


Dña. Mercedes de la Merced, militante del Partido Popular y tertuliana del programa de la Cadena SER (del Grupo PRISA), comunicó el 23.03.2007 que, en cumplimiento con la disciplina de su partido dejaba de acudir a la tertulia del programa.

 

BURLAS EN LA TV DE PRISA DESDE EL PROGRAMA ‘NOCHE HACHE’ (GLOBOMEDIA)

zap_queque_evahache El programa ‘Noche Hache’ de la productora Globomedia y emitido por el canal CUATRO, del Grupo PRISA, se burló en boca de sus actores Dña. Eva Hache y ‘Quequé’ por la actitud del Partido Popular contra el grupo propietario de su canal. Dña. Eva Hache acusó al PP de haber hecho una ‘tontuna’, y tanto ella como el Sr. Quequé presentaron a D. Mariano Rajoy como un político radicla que hacía mucho tiempo que había dejado de sre moderado.

PARODIA EN TV3

zap_BoicotPRISA_PoloniaAS La televisión pública madrileña, en su programa de humor ‘Polonia’ parodió a los dirigentes del PP boicoteando al Grupo PRISA. El imitador de D. Ángel Acebes [secretario general del PP] espabilaba al de D. Eduardo Zaplana por leer el AS (diario deportivo del Grupo PRISA) en vez de leer LA RAZÓN «como estaba mandado», ante lo que el imitador del Sr. Zaplana le recordaba que el dueño de LA RAZÓN era, a su vez, accionista del diario independentista catalán AVUÍ,  desatando el horror del supuesto Acebes.

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ESPERANZA AGUIRRE (PP) vs ISAÍAS LAFUENTE (GRUPO PRISA) EN TELECINCO:

zap isaias_aguirre A pesar de que, cumpliendo la directriz de su partido, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Dña. Esperanza Aguirre, se negó a conceder entrevistas a la Cadena SER y al resto de medios del Grupo PRISA. Pero sí acudió a ‘El Programa de Ana Rosa’ que Cuarzo hacía para TELECINCO, el canal de Mediaset, en el que se encontró cara a cara con el periodista del Grupo PRISA, D. Isaías Lafuente. El periodista le recriminó la actitud del PP contra PRISA y dijo que los políticos del PP anteponían las directrices de su partido al interés de sus militantes, la política le respondió que el presidente del Grupo PRISA, el Sr. Polanco, tendría que disculparse.

24 Marzo 2007

Ante el chantaje, el deber de informar

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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El Partido Popular ha hecho público un comunicado en el que anuncia un boicot a los medios de comunicación del Grupo Prisa si su presidente, Jesús de Polanco, no rectifica unas afirmaciones realizadas ante la junta de accionistas. Ningún ciudadano, ni tampoco ningún medio de comunicación, puede aceptar en democracia una exigencia formulada en términos de intimidación, si no de abierto chantaje. Si, además, esa exigencia procede de una instancia cuyo papel público e institucional es reconocido por la Constitución, como es un partido político, el deber inexcusable de todo demócrata es condenarlo.

Jesús de Polanco hizo uso de su libertad de expresión como ciudadano, que no está mermada por el hecho de ser el presidente del principal grupo de comunicación iberoamericano. La respuesta del Partido Popular a sus palabras olvida, en cambio, que quienes se expresan desde los poderes públicos están obligados no ya a respetar las libertades de los ciudadanos, sino a garantizarlas y a protegerlas, incluso cuando no sirvan o resulten contrarias a sus intereses. La auténtica libertad que hay que defender es siempre la libertad de quienes piensan distinto. Lejos de pensar así, como correspondería a una fuerza democrática, el Partido Popular ha tratado de erigirse en juez del comportamiento democrático para señalar los límites de la opinión y de la crítica, arrogándose de forma partidista la facultad de dictaminar qué declaraciones entran o no dentro de lo que denomina «el legítimo posicionamiento editorial».

No es el único aspecto del comunicado en el que se dejan entrever unas ideas cuando menos singulares acerca del sistema democrático. El Partido Popular no es el propietario de los votos y menos todavía de la conciencia y de la libertad de los ciudadanos que le votaron en las últimas elecciones generales. Es una maniobra del todo pretenciosa intentar trasladar, como hace el comunicado, las críticas que suscitan los actuales dirigentes del Partido Popular a los 10 millones de personas que le dieron su voto en las últimas elecciones; como si estos ciudadanos no tuvieran criterio propio para discernir y elegir sus propios medios de comunicación. Y si representa parlamentariamente a los 10 millones de ciudadanos que le votaron, no es frente a los millones que representan otros partidos, según parece deducirse del texto, sino como instrumento de participación política para contribuir a la formación y a la manifestación de la voluntad popular, según reconoce la propia Constitución.

No es de recibo, por tanto, un comunicado como el que hizo público ayer, dirigido contra un ciudadano y contra un grupo empresarial. Porque, lo crea o no el Partido Popular, también los representa, y está cometiendo un grave desafuero contra ellos cuando interfiere en su libertad de expresión y en la libertad de empresa. Su apelación directa «a los accionistas, anunciantes y clientes», además, revela la escasa estima de los dirigentes de este partido a la libertad empresarial y constituye una intolerable interferencia en la actividad económica de una empresa, impropia de una formación que dice adscribirse a los principios del liberalismo.

No hay mejor manera de conocer lo que piensa un partido político que analizar las razones por las que intenta explicar los comportamientos ajenos. El Grupo Prisa está integrado por decenas de medios de comunicación en España y fuera de España, a los que la junta de accionistas y el Consejo de Administración, incluido su presidente, conceden lo que el Partido Popular no tolera en sus propias filas: libertad de opinar según la línea editorial que establece cada director, que es el que asume la responsabilidad de cuanto aparece en cada medio, según la más elemental de las normas que dicta la deontología periodística.

El intento de intimidar al Grupo Prisa y a sus profesionales, de someterlos a un chantaje, obedece a la estrategia de llevar la división entre españoles a todos los ámbitos, que el Partido Popular siguió desde el poder y ahora con fuerza redoblada desde la oposición. Frente a esta estrategia, que ya ha logrado hacer mella en algunas instituciones básicas del sistema democrático, como los tribunales de justicia, y que amenaza con extenderse a las calles, el diario EL PAÍS hará lo que el Partido Popular ya ha renunciado a hacer: cumplir con su deber. Un deber que consiste en seguir informando con objetividad y con criterio razonado sobre cuanto sucede a nuestro alrededor. También cuando se trate de noticias que afecten al Partido Popular, que seguirá recibiendo en estas páginas el trato informativo que impone la vocación de objetividad y de compromiso con la Constitución y los valores democráticos a los que siempre ha sido fiel este periódico.

25 Marzo 2007

Errores encadenados

Manuel Martín Ferrand

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Ya tenemos a la vista un nuevo escándalo que viene a relevar, para bien del Gobierno, el de la liberación de Ignacio de Juana Chaos y el del paseo en avión de Arnaldo Otegui. Se suscitó el caso en la junta general de accionistas de Prisa, en la que el presidente de la sociedad editora, Jesús Polanco, ya en el turno de ruegos y preguntas -improvisadamente-, emitió juicios críticos adversos al PP que, desde una voluntad neutral, pueden ser considerados injustos y desmedidos. Dijo, por ejemplo, que la manifestación convocada por el PP el pasado día 10 fue un caso de «franquismo puro y duro» y, a mayor abundamiento, que el partido que lidera Mariano Rajoy «desea volver a la guerra civil».
Que un viejo franquista señale el «franquismo» de un equipo político que, de promedio, era menor de edad el día de la muerte del Dictador, entra en el territorio de lo chusco mejor que en el de la polémica y, en atención a la situación senecta y de grave enfermedad que acompañan al editor, sus equivocadas valoraciones merecen más comprensión y desdén que rabia y afán de réplica. Lejos de entenderlo así, el PP ha incurrido en el error encadenado de darle leña al anciano Polanco y anunciar una suerte de boicot a los medios de los que ha sido fundador. Incluso ha llegado a convocar a los anunciantes, lectores, oyentes y espectadores del Grupo para que le den la espalda. Algo que resulta contradictorio con los días aznaritas en los que el Gobierno del PP se convirtió -¿por qué?, ¿para qué?- en gran benefactor de los intereses de PRISA.
En estos últimos años, ha sido una empresa de la Conferencia Episcopal, la COPE, la que ha marcado el estilo de «castigar» a un empresario vecino, tal que a la sociedad mercantil que sostiene este periódico, como rabieta y respuesta, a lo que aquí se dice, o se deja de decir, por los profesionales que lo elaboramos, no por los editores que lo impulsan. El PP, que viene colaborando con el abyecto método crítico amparado por los obispos, ahora lo hace suyo y quiere castigar en los medios de PRISA, y en sus profesionales, lo que ha sido, de serlo, un exceso del presidente del Grupo, del máximo representante de su propiedad. Crece la cadena de los errores.
Cuando no se es capaz de matizar la distancia que, en un medio periodístico, hay entre su propiedad y sus profesionales se entra en una grave confusión que, además de poner en veremos la idea de la libertad, organiza una mezcolanza de responsabilidades que es, justamente, la irresponsabilidad. La reacción del PP a las palabras, incuestionablemente lejanas de la razón y el equilibrio, del presidente de PRISA, no redactor en ninguno de sus medios, es excesiva. La especialización del capital y del trabajo, especialmente en la industria de la Información, es el punto de apoyo de la libertad.

24 Marzo 2007

El PP debe replicar a Polanco sin castigar a sus lectores

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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La dirección del PP anunció ayer oficialmente lo que en un principio parecía un boicot a todos los medios del Grupo PRISA si su presidente, Jesús Polanco, no rectifica sus declaraciones contra el partido. En efecto, las palabras del magnate de la comunicación, identificando al PP con el franquismo y diciendo que busca la vuelta a la Guerra Civil, son intolerables, como ya subrayamos ayer. Polanco ha agredido ‘injustificadamente’ a millones de españoles que se sienten identificados con los valores que defiende el PP, tal y como asegura el comunicado oficial del partido. Sin embargo, una cosa es criticar las exageraciones del empresario y otra poner en marcha restricciones contra los medios de comunicación. Unas declaraciones posteriores del secretario de Comunicación, Gabriel Elorriaga, matizaron mucho el comunicado oficial del partido, asegurando que el PP no restringirá el derecho a la información de los ciudadanos y que se limitará a ‘no dar trato preferente’ a los medios del Grupo PRISA.

La matización fue muy oportuna porque el derecho a la información corresponde a los ciudadanos en una democracia y las empresas de comunicación no son más que el instrumento para garantizarlo. Cualquier boicot – y en este periódico sabemos de lo que hablamos porque sufrimos en el pasado por parte del PSOE – nos parece un error. Tanto el del PP al programa de TVE ’59 Segundos’ como el de los socialistas a TELEMADRID. Por mucho que la dirección popular tenga razones para indignarse con las declaraciones de Polanco, cuando sus dirigentes atienden la demanda de información de los periodistas del Grupo PRISA no le están haciendo un favor al propietario de la empresa, sino a los lectores de la publicación o a los oyentes de la emisora. A quienes, por cierto, también necesita llegar el partido con sus mensajes.

24 Marzo 2007

¿Y qué piensa Polanco del golpe mediático del 11-M?

Ignacio Villa

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Después de la junta de accionistas, resulta imposible defender a Prisa y sus múltiples medios como meros vehículos «independientes» de la libertad de expresión. Ha hecho falta escuchar cómo Polanco atacaba, hecho un basilisco, al Partido Popular  y echaba con cajas destempladas del diario El País a un periodista como Hermann Tersch, con más de veinte años de trabajo en el diario a sus espaldas, por criticar al Gobierno en el debate Madrid opina de Telemadrid. La actitud dictatorial del presidente del primer grupo mediático de España, más propia del régimen que lo hizo rico que de la lógica empresarial, no puede sino llevar a la conclusión de que Prisa está en lo que siempre ha estado: o mandan en todo, incluyendo en ese todo al partido de la oposición, o ya pueden irse preparando los que mandan.

Las formas con que Polanco se ha expresado en público son la simple confirmación de lo se viene denunciando desde hace mucho tiempo. El imperio que ha creado gracias a las dádivas de izquierda y derecha, especialmente la «derecha extrema» que fue el franquismo, es el imperio de la manipulación, de la imposición, de la dictadura de la opinión, del control de la información. Es cierto que ya se sabía, pero ahora será mucho más difícil de esconder. Si a alguien se le ocurriera negarlo, no habrá más que recordar unas declaraciones en las que Polanco ha dejado al descubierto sus intenciones, sus objetivos, sus principios y sus negocios. Lo suyo es el control del poder, de la opinión y de la sociedad.

Por más que esto estuviera a la vista, siempre había quien defendiera a Polanco por un motivo u otro. No en esta ocasión. Aunque muchos hayan clamado contra la justa respuesta del PP, nadie ha defendido las palabras del empresario. Tan sólo sus propios empleados, claro, que les va el sueldo en ello. Pero aún así, resulta llamativo, sobrecogedor y dramático el miedo con que en muchos medios de comunicación se han recogido las acusaciones de Polanco al Partido Popular. Son muchos los que han guardado silencio ante las palabras del presidente de Prisa. Un silencio que habla demasiado alto.

Lo único bueno que podemos sacar es que esta gota haya colmado al fin la paciencia del PP. El único partido de la oposición ha anunciado que no intervendrá en los medios del Grupo Prisa mientras Polanco no rectifique. Es una decisión que debería haberse tomado hace tiempo, pero que ahora se hace absolutamente obligada. No hay que olvidar que, cuando José María Aznar aplicó esa receta en el 2000, ganó las elecciones con mayoría absoluta. Demostrarle a Polanco que hay líneas que no se pueden traspasar no sólo es gratificante y necesario; también puede ser rentable electoralmente.

Ahora, eso sí, hay que aguantar el pulso. Esperemos que no empiecen a salir presidentes autonómicos asustados, alcaldes cómplices, diputados azorados y secretarios provinciales aterrados por lo que puedan pensar de ellos los empleados de Polanco. Pero una vez que el propietario de Prisa ha explicado claramente los motivos por los que sus medios de comunicación someten al PP a una auténtica persecución mediática, los populares no se pueden quedar mirando a la luna de Valencia. Una vez que han decidido plantar cara han de aguantar. Si no lo hacen, su base se lo echará en cara.

Lo único malo de todo esto es que no hubiera ningún accionista que preguntara a Polanco por el golpe mediático del 11 de marzo. Quizá de esa forma podíamos haber salido de dudas sobre lo que pasaron aquellos días y como se articuló la violación del día de reflexión. Otra vez será.

25 Marzo 2007

Polanco el impertinente contra Rajoy el ofendido

Arsenio Escolar

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La obsesión del PP con el Grupo Prisa, y en especial con El País y con la cadena Ser, viene de lejos. Son muchos los que en el Partido Popular (incluso desde antes de llamarse así) consideran al grupo de medios que preside Jesús Polanco como uno de los principales obstáculos a sus pretensiones de lograr éxitos electorales y poder.

En 1993, cuando las encuestas daban a Aznar como ganador de las elecciones generales y ganó y gobernó Felipe González, el culpable principal para el PP era Prisa. En el 96, cuando Aznar no logró la mayoría absoluta que creía tener en sus manos, también el culpable era Prisa. En 2004, cuando el PP caía derrotado en las urnas tres días después de los atentados del 11-M, no se debía tanto a la guerra de Irak o a las mentiras tras las bombas… como a lo que estuvo contando en esas vísperas electorales sobre todo la cadena Ser.

Esta obsesión del PP es si no disculpable al menos comprensible: desde su fundación, el Grupo Prisa ha constituido con el PSOE una sociedad de auxilios mutuos que les ha procurado innumerables bienes espirituales y materiales a ambos.

La obsesión del PP con Prisa es correspondida en el grupo de Polanco con una desconfianza profunda, sideral, hacia el partido fundado por Manuel Fraga (accionista de primera hora del grupo editorial, por cierto). Tienen motivos sobrados en Prisa para la desconfianza: una de las primeras cruzadas que emprendió el primer Gobierno de Aznar -con el vicepresidente Álvarez Cascos, el ministro Rafael Arias Salgado y el portavoz Miguel Ángel Rodríguez al frente- fue la guerra digital, que tenía por objeto herir de muerte a Prisa y crear, con ayuda de la aún casi pública Telefónica, un gran grupo rival al servicio de los intereses electorales del PP.

A Polanco no se le ha olvidado aquella guerra, que le tuvo con un pie en la cárcel, imputado por la Audiencia Nacional en una causa que luego se demostró vacía, falsa. Quizás por eso dijo el jueves pasado: “Si estos señores recuperan el poder van a venir con una ganas de revancha que a mí, personalmente, me dan mucho miedo”. Dijo más cosas, algunas muy contundentes: “Hay quien desea volver a la Guera Civil. (…) Acabamos de ver una manifestación pública que es el franquismo puro y duro”. “Nosotros tratamos de ser neutrales. Lo que ocurre es que es muy difícil estar de acuerdo con la acción política de algunos partidos”. “Si pudiéramos colaborar para que en España hubiera un partido de derechas moderno y laico, lo apoyaríamos”.

No sé cuales de todos los entrecomillados han molestado más al partido de Rajoy, cuáles tienen a éste “enormememente ofendido”, pero lo cierto es que la reacción del PP es una desmesura y un profundo error. El boicot a Prisa y la llamada a sus “accionistas, anunciantes y clientes” (¿a qué, a que dejen de serlo?) muestran al PP ante muchos ciudadanos como un partido con poca fe en uno de los fundamentos de la democracia, la libertad de expresión, y le dan la razón a Polanco -al “impertinente” Polanco”, como se calificó a sí mismo al tiempo que hacía las polémicas declaraciones- en muchas de las cosas que dijo.

¿Quién reculará? A dos meses de las elecciones municipales y autonómicas, el PP necesita más a Prisa que Prisa al PP. No veo a los miles de candidatos populares a alcaldías, concejalías y parlamentos autonómicos resignándose a no salir o a salir poco en los muchos medios de Prisa, sobre todo en las numerosísimas emisoras locales de la Ser.

Rajoy se ha metido en un jardín de difícil salida, y si la encuentra, dejará pelos en la gatera. Hoy El País le envía en su editorial un recado muy directo: “¿No se da cuenta de que mantener su amenaza le descalifica para siempre como candidato a formar Gobierno, en caso de que ganara las elecciones, pues forzosamente cabrá esperar peores actuaciones, ya con el Boletín Oficial del Estado en la mano, contra quienes disientan y le critiquen?”. (Las negritas son mías).

29 Marzo 2007

Pobre argumentario

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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La dirección del Partido Popular dio ayer un paso más en su ofensiva contra el Grupo PRISA con la difusión entre altos cargos de los argumentos que recomienda utilizar en las explicaciones públicas sobre el boicot a sus medios de comunicación. Dicho argumentario está dedicado fundamentalmente a suscitar un boicot de tipo económico a las empresas del Grupo y contiene dos graves falsedades, pensadas para ocasionar daños en sus ingresos y en la cotización bursátil. El texto se inventa como presunta explicación para las declaraciones del presidente de PRISA «la mala situación de las inversiones de Jesús Polanco y su necesidad de contar con el respaldo del Gobierno para salir de la profunda crisis empresarial», y las atribuye a «la debilidad del Grupo PRISA» como «acólito necesario del proyecto radical de Zapatero».

Más que un argumentario, este condensado de mentiras y de mala fe es el argumento definitivo que confirma los temores expresados por Jesús de Polanco para el caso de un regreso de estos dirigentes del PP al Gobierno. Un partido político protegido por la Constitución y financiado en parte con fondos públicos, que es un instrumento de participación política de los ciudadanos y no una propiedad privada de sus dirigentes, se convierte en el instrumento para una grave interferencia en la actividad de un grupo privado de comunicación, con el descarado propósito de perjudicar los intereses de sus accionistas y sin la más mínima preocupación por el daño que se pueda causar a sus profesionales: los 14.000 trabajadores que están encuadrados en el grupo de empresas en España y en América Latina.

Hay antecedentes de boicot informativo a un medio, y este periódico ha criticado recientemente el que el PSOE pretendió realizar con una televisión pública como Telemadrid. También los hay de boicot comercial, con implicación de sectores y personalidades afines al PP, como fue el declarado contra el cava catalán durante el debate del Estatut. Pero es insólito un boicot total, informativo y económico, que pretende perjudicar en la cartera publicitaria, en los ingresos por venta de ejemplares y en la cotización de las acciones, y que está directamente lanzado y organizado por un partido político que se considera responsable y aspira a regresar al Gobierno.

La pobre idea que se hacen los dirigentes del PP de las libertades de empresa y de expresión revela una preocupante concepción de la política como mezcla prevaricadora de poder y medios de comunicación, algo impropio de una formación moderna y democrática. En el ánimo de estos dirigentes está claro que se ha desvanecido toda idea de equidad y de Estado de derecho, y que la única forma de relación entre poder y medios que les entra en la cabeza es la del do ut des, como concesión de favores o como castigo, es decir, como una omertà que vincula a protectores y protegidos. Pero pobre es también la idea que tienen de sí mismos como responsables de un partido político y de quienes se hallan bajo su disciplina. Impartir este tipo de órdenes y consignas, que afectan al comportamiento privado de unos ciudadanos, por más que estén encuadrados en un partido, constituye una interferencia intolerable en su libertad individual, propia de partidos totalitarios que creíamos ya desvanecidos de nuestro horizonte, como mínimo entre las formaciones que pretenden gobernar o ya han gobernado.