4 marzo 1999

La moción no prosperará por la negativa del PSOE, IU y los tránsfugas afines a Marqués a respaldarla

El PP asturiano presenta una moción de censura contra su ex líder Sergio Marqués proponiendo a Ovidio Sánchez como candidato

Hechos

Fue noticia el 4 de marzo de 1999.

04 Marzo 1999

Autocensura del PP

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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QUIENES PROMUEVEN la moción de censura presentada ayer contra el presidente asturiano, Sergio Marqués, saben que las posibilidades de que prospere son nulas. El PP asturiano no lo hace, por tanto, para descabalgar a Marqués, sino para diluir entre todos los partidos la responsabilidad de la crisis institucional provocada por la ridícula guerra caciquil que dividió a la derecha en el Principado. Se comprende que los demás partidos se nieguen a entrar en ese avispero a cien días de las elecciones autonómicas del 13-J.Tal vez la moción hubiera sido viable hace un año, cuando se inició la crisis que provocaría la suspensión de militancia de Marqués por ocho años, sanción equivalente en la práctica a la expulsión. Fue Izquierda Unida -la formación que no quiso pactar con el PSOE un Gobierno de izquierda tras las elecciones de 1995- quien con más insistencia pidió una moción de censura cuando el PP retiró su apoyo a Marqués. Los socialistas la rechazaron y enseguida se hizo evidente que los seguidores del presidente formarían un nuevo partido -regionalista, por supuesto- para intentar prolongar su presencia en la política asturiana.

La moción de censura habría tenido sentido como intento de evitar que Marqués llegase a constituir ese partido desde la presidencia, es decir, controlando el presupuesto. Pero los socialistas prefirieron presenciar cómo la crisis desgastaba a la derecha antes de exponerse al desgaste propio en una difícil negociación programática con IU y el Partíu Asturianista, cuyos votos necesitaba en todo caso para sacar adelante la censura.

Una vez constituido el inevitable partido regionalista con vocación de bisagra, la moción carece de sentido. Repartir responsabilidades sería ahora falsear la situación. Fue Álvarez Cascos quien promocionó a su amigo Sergio Marqués para la presidencia del Principado y quien, por motivos que nunca han sido explicados claramente, le movió luego la mesa; el PP local, dividido por querellas menudas -celos de influencia, disputas de poder-, fue incapaz de evitar que la crisis se trasladara a las instituciones, y luego de ofrecer a Marqués una salida que no fuera su autoinmolación.

El presidente jugó sus bazas -el apoyo de alcaldes temerosos de quedar colgados de la brocha- y el resultado a la vista está: un presidente respaldado por cinco diputados en un Parlamento de 45 escaños, un nuevo partido en la senda de Hormaechea y un descrédito de las instituciones y los partidos que costará superar y que, en todo caso, no se logrará sin la intervención del electorado. El 13 de junio tendrá lugar la verdadera moción de censura.

11 Marzo 1999

Lo sabe por experiencia

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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AHORA SE sabe por qué dudó tanto el PP de Asturias antes de plantear una moción de censura contra el presidente del Gobierno regional, Sergio Marqués. Ayer la intentaron y ayer mismo recibieron el revolcón. El censurado subió al estrado con una carpeta en la que dijo guardar las pruebas de irregularidades que se le pidió realizar desde el Gobierno central, y acusó al vicepresidente Álvarez Cascos de haber sido el instigador de su caída en desgracia, al querer que prevaleciera «no la autoridad, sino el poder por el poder» en un «ejercicio desaforado y desenfrenado». De acuerdo con el tono regionalista de la formación creada por sus seguidores, Marqués reprochó a quienes le censuraban actuar siguiendo instrucciones de Madrid. «Lo sé por experiencia», añadió.Ni el vicepresidente ni la dirección del PP en Asturias han logrado dar una explicación clara de por qué se produjo el distanciamiento, y luego la ruptura, entre Álvarez Cascos y su hasta entonces hombre de confianza y amigo. Pero sí han esgrimido a posteriori acusaciones que relacionan a Marqués o miembros de su Gobierno con comportamientos corruptos, en particular en la gestión de las obras públicas financiadas con cargo a los llamados fondos mineros. La acusación llegaron a trasladarla a los tribunales, que archivaron el caso por no encontrar delito, y fue el PP el que impulsó la creación de una comisión de investigación. La oposición consiguió que ésta no se limitara al último año, como quería el PP, sino a toda la legislatura. Aunque no hay todavía conclusiones, del cruce de acusaciones en las comparecencias parece deducirse la existencia de una pugna interna por favorecer a determinadas empresas.

En ese contexto se comprende el temor del PP a iniciativas que pudieran volverse contra el partido como tal. Las dudas sobre si plantear o no la censura parlamentaria se mantuvieron durante ocho meses. Ayer, Marqués levantó una punta de la manta y mostró documentos con instrucciones de La Moncloa para favorecer a determinadas cadenas de radio -con la Cope a la cabeza- en la concesión de licencias. Cascos dijo hace meses que prefería «un partido sin Gobierno» que lo contrario, y en el reciente Congreso Nacional del PP argumentó que, si no se hubiera desmarcado de la gestión de Marqués, todo el partido tendría que soportar ahora el descrédito. Pero por lo que se oyó ayer en el Parlamento asturiano, se va a quedar sin barcos y sin honra. Quizá haya sido por su «megalomanía», que dijo Marqués ayer.