1 mayo 1998

El procesamiento de Roland Dumas, ex ministro y presidente del Consejo Constitucional causa una crisis jurídica en Francia

Hechos

Fue noticia el 1 de mayo de 1998.

01 Mayo 1998

Justicia-espectáculo

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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L A PRESUNCIÓN de inocencia es un derecho básico que ha tenido que recordar el propio presidente de Francia, Jacques Chirac. Que Roland Dumas, ex ministro de Mitterrand y actual presidente del Consejo Constitucional, se resista a dimitir tras ser inculpado por dos magistradas resulta comprensible en el ámbito estrictamente procesal. El antiguo abogado de Picasso no reconoce la jurisdicción de las dos jueces instructoras e invoca el derecho a no ser procesado más que por la Corte de Justicia de la República, creada justamente para juzgar a ministros y ex ministros. Pero esta apelación no resulta demasiado edificante y puede ser un error.Dumas es un veterano abogado, buen conocedor de los vericuetos procedimentales, que sin duda utilizará a su favor. Pero con su resistencia a dimitir de un puesto con tanta carga institucional, más bien abona las sospechas sobre su persona; sabe que está comprometiendo a la institución que preside, que dictamina sobre la constitucionalidad de las leyes, y que le coloca en quinto lugar en el protocolo de la República. Dumas, de 75 años, ha visto cómo le imponían una fianza de 125 millones de pesetas y limitaban sus desplazamientos y contactos bajo la acusación de haber favorecido y haberse aprovechado de presuntas comisiones pagadas por la empresa Elf a su amiga Christiane Deviers-Jocour en la venta de seis fragatas a Taiwan, que el entonces ministro de Asuntos Exteriores autorizó.

En esta Francia salpicada de casos de corrupción en los últimos años, Dumas tiene derecho a defenderse. No obstante, el ejemplo de los socialistas portugueses -en los últimos tiempos ha dimitido un ministro y algún alto cargo ante simples sospechas de corrupción o incluso de delitos menores- debería empezar a cundir.

La oposición, y especialmente el partido del presidente Chirac -el RPR-, ha vuelto a dividirse ante este caso. Chirac, que también tiene esqueletos en su armario parisiense, ha tenido que salir a recordar lo básico, e incluso el ex ministro del Interior de esa formación Jean Louis Debré ha criticado lo que considera «justicia-espectáculo». Lo más urgente es que la fiscalía de París se pronuncie sobre la competencia de los jueces para encausar a un ex ministro y presidente del Constitucional. Por ahí se tenía que haber empezado.

24 Marzo 1999

Descanso del guardián

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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EN VEZ de dimitir, como hubiera dictado la ortodoxia política hace ya tiempo, Roland Dumas, presidente del Consejo Constitucional francés, ha decidido tomarse un «descanso» indefinido en su cargo para defenderse de las acusaciones de corrupción que pesan sobre él. Dumas, de 76 años, dos veces ministro con Mitterrand, no ha resistido la presión de las últimas revelaciones, pero ha elegido una salida florentina que no resuelve nada ni contribuye a la credibilidad de la institución que encabeza desde 1995.Dumas fue primero inculpado por haber favorecido supuestamente la venta de seis fragatas a Taiwan en 1991 a cambio de comisiones a través de la petrolera Elf que cobró su amante Christine Deviers-Joncour. Las magistradas encargadas de la instrucción decidieron archivar el caso contra Dumas el mes pasado, pero lo han reabierto ante nuevas acusaciones formuladas por quien fuera su amante durante 10 años. Esta mujer, que en su autobiografía se define como «la puta de la República», ha afirmado que Dumas y ella cobraron otras comisiones de Elf, entre ellas un lujoso piso en París de 450 millones de pesetas.

Quizá el aliado más fuerte con que había contado hasta ahora Dumas para aferrarse al cargo haya sido el actual presidente de la República, Jacques Chirac. Algunos han hablado de «intercambio de favores» entre ambos. Chirac se ha visto implicado en supuestas corrupciones a favor de su partido, el RPR, cuando compaginaba la presidencia de éste y la alcaldía de París. Sin embargo, Chirac ha recibido hace poco una buena noticia del Consejo Constitucional, que, de forma indirecta, en un dictamen sobre el Tribunal Penal Internacional, ha considerado que el presidente de la República, salvo en caso de alta traición, no puede ser penalmente responsable de actos cometidos en el ejercicio de su cargo, y sólo tras unas complejas y difíciles decisiones podría ser llevado ante el Tribunal Supremo por delitos cometidos anteriormente o en el ámbito privado.

Salpicado desde hace años por demasiados asuntos, el ambiente político francés se está enrareciendo. El caso Dumas no es, sin embargo, uno más. Las acusaciones que pesan contra él son incompatibles con el cargo de guardián de la Constitución.

24 Enero 2001

Dumas y el club Elf

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Amantes, comisiones, ventas de armas, poder y lujo. Todos los ingredientes de una novela están ahí. Pero es la cruda realidad la que ha sentado en el banquillo del Tribunal Correccional de París a Roland Dumas, brillante abogado, dos veces ministro de Exteriores con Mitterrand y ex presidente del Consejo Constitucional francés, cargo del que tuvo que dimitir en 1999. Es acusado de malversación de fondos por haber convencido a Elf Aquitaine, empresa entonces pública, de pagar al menos 64 millones de francos (1.600 millones de pesetas) a su ex amante Christine Deviers-Joncour, empleada de ese grupo entre 1989 y 1993. Ella reconoció que Elf la contrató para convencer al entonces ministro de retirar su oposición a la venta por otra empresa estatal francesa, Thomson-CSF, de seis fragatas a Taiwan, aunque este caso no se ventila en el proceso abierto este lunes.

Si se aclaran algunos puntos de las abultadas cuentas bancarias de Dumas y familiares suyos, para lo que ha levantado el veto, se verá si se benefició directamente o no de tales comisiones. De momento, lo que hay son algunos regalos a un político que evidentemente debió haber rechazado: unas botas a medida de unas 275.000 pesetas, algunas cenas y viajes de lujo, y un cuadro y unas estatuillas de un valor estimado en unos ocho millones de pesetas. Todo queda por aclarar. Pero de lo que no se habla es de las fragatas de 400.000 millones de pesetas, pese a la insistencia de Dumas en que se desclasifiquen los documentos sobre su venta. Esto se deja para otra ocasión. Incluso sin estos documentos, el juicio promete, pues la defensa ha citado como testigos al ex primer ministro Pierre Mauroy y a varios militares de alta graduación de la época.

El personaje más notorio, Roland Dumas, no es el centro de este proceso, en el que, además de su antigua amiga, hay otros cinco acusados, entre los que destaca el entonces número dos de la compañía, Alfred Sirven, huido sin dejar rastro. El caso Dumas no es sino una de las ramificaciones del enorme y complejo caso Elf, epicentro de los mayores escándalos de corrupción de la era Mitterrand en Francia y en el extranjero, especialmente en África.

31 Mayo 2001

Dumas, condenado: pequeño epitafio de una vasta corrupción

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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La larga sombra de Alfred Sirven ha empezado a alcanzar al fin, pero de refilón, a Roland Dumas, el ex ministro de Relaciones Exteriores y hombre de confianza de François Mitterrand, condenado ayer a seis meses de cárcel (más 24 de libertad condicional) y 25 millones de pesetas de multa por haberse aprovechado am- pliamente de los regalos de la multinacional del petróleo Elf-Aquitaine a su amante, Christine Deviers-Joncour. Sirven fue director general de Elf-Aquitaine desde 1989 a 1993 y manejó comisiones de decenas de miles de millones de pesetas para sobornar a políticos franceses y extranjeros; por ejemplo, unos 6.000 millones de pesetas a altos funcionarios y dirigentes de la CDU alemana, en tiempos de Helmut Kohl, en la compraventa de una refinería de Leuna. Fue Sirven quien contrató y transfirió importantes sumas a Deviers-Joncours para que el ministro aprobara la venta de fragatas a Taiwan. Tanto el ejecutivo como la ex-amante fueron condenados ayer, como el ex presidente de Elf, Loïk Le Floch-Prigent. Pero, negándose a testificar, Sirven mantiene en la oscuridad aspectos del polémico reinado de Mitterrand. Elf funcionó du- rante aquellos años como una gigantesca maquinaria de corrupción, al servicio político del mitterrandismo, y Sirven fue su engranaje clave. Pero, cuando se esperaba que revelase nombres y datos, Sirven -detenido en Filipinas y finalmente enviado a Francia- optó por el silencio. Y Dumas se ha beneficiado bastante de esta táctica: su condena es, más que nada, simbólica. El silencio de inculpados franceses, alemanes o españoles sigue encubriendo la gran corrupción política de los años 80 y 90…

31 Mayo 2001

Cae el telón

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Con la condena a seis meses de prisión firme a Roland Dumas (más 18 meses en régimen de suspensión) por corrupción en en el caso Elf, la justicia francesa ha cerrado provisionalmente uno de los escándalos más enrevesados de los que jalonaron el miterrandismo. En el complejo caso -desvío y uso fraudulento de fondos del gigante petrolífero cuando todavía estaba bajo control del Estado- los jueces han condenado también, a penas más relevantes y elevadas multas, a la antigua amante de Dumas, Christine Deviers-Joncour; al antiguo presidente de la firma Le Floch Prigent, y al número dos del conglomerado petrolífero Alfred Sirven, el personaje más misterioso de la saga, escapado durante tres años de la justicia y capturado en Filipinas. Todavía hoy los magistrados siguen investigando sobre las comisiones de Elf en los años noventa en la antigua Alemania del Este y en España con ocasión de la compra de Ertoil.

La condena de Dumas concita la mayor atención después del terremoto que su procesamiento provocó en la clase política. No en vano fue uno de los personajes más poderosos del mitterrandismo como ministro de Exteriores, y hasta hace poco más de un año, presidente del Consejo Constitucional, el último regalo de su protector. Dumas, que hace sólo unos meses se permitía amenazar a alguno de los magistrados que le han juzgado, nunca imaginó otro final para su dilatada e influyente carrera política que un glorioso retiro y un lugar en los libros de historia francesa.

El curso de la justicia decidirá finalmente si el que fuera todopoderoso confidente de Mitterrand acabará o no en la cárcel, puesto que Dumas recurrirá su condena. Pero la sentencia dictada ayer por un tribunal de París representa, en cualquier caso, la caída del telón sobre una época de poder laberíntico que ha ido empañándose a los ojos de los ciudadanos a medida que se han ido conociendo algunos de sus procedimientos y sus entresijos. Una época en la que una élite política creyó estar para siempre por encima de la ley.