24 noviembre 2006

Los democristianos deberán llegar a acuerdos con los socialdemócratas y los liberales para poder gobernar

Elecciones Holanda 2006 – El democristiano Balkenende seguirá como primer ministro e irrumpe un nuevo partido anti-musulmán

Hechos

En noviembre de 2002 se celebraron elecciones legislativas en Holanda.

Lecturas

 Jan Peter Balkenende, líder del democristiano CDA, en el poder desde 2002 mantiene la primera posición con 41 escaños. Se enfrenta a su tercer gobierno confiando en que sus acuerdos de coalición duren algo más que sus pactos anteriores que provocaron los adelantos electorales en 2003 y en 2006.

 Los socialdemócratas del PVDA mantienen la segunda posición con 33 escaños. Sus principales figuras son Wouter Bos que los ha liderado desde el parlamento y el alcalde de Amsterdam, Job Cohen.

 La sorpresa de la campaña ha sido la aparición con nueve escaños del nuevo partido de Geert Wilders, el Partido de la Libertad (PVV) con un discurso anti-islámico.

21 Noviembre 2006

Un héroe europeo

Arcadi Espada

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Pim Fortuyn va a ganar las elecciones holandesas que se celebran mañana. Es verdad que lleva muerto algunos años: lo asesinó un fundamentalista de izquierdas, vegetariano y animalista. Pero si se unen los programas de todos los partidos políticos (y fundamentalmente el de socialistas y liberales), la imagen resultante da el rostro amable, dandi y un punto escéptico de Pim, del que el sociólogo holandés Dick Pels escribió el libro básico: De geest van Pim (El alma de Pim).

Hace ocho años, Fortuyn publicó un libro maldito: Contra la islamización de nuestra cultura. En él alertaba contra una evidencia, que era por entonces invisible: el retroceso en las libertades que suponía la práctica del relativismo cultural. En ciertos ambientes, llevar el libro de Fortuyn en las manos era un estigma, y suponía una pronta acusación de connivencia con la extrema derecha; acusación que es la primera que se le ocurre siempre a la pueblerina estupidez universal. Pero lo cierto es que ahora el Gobierno holandés estudia prohibir la burka en el espacio público y los matrimonios de conveniencia. Por poner dos ejemplos.

Sin embargo, lo más importante de la herencia de Fortuyn tiene que ver más con la propia sociedad holandesa o europea que con los inmigrantes, islámicos o no. Fortuyn acabó de raíz con la rutina establecida en la política, según la cual había que limitar el debate social a unos pocos y consensuados asuntos. Su irrupción trastocó la agenda política, cerrada con lustros de anticipación. Era un hombre brillante y sagaz, y valiente, que no solía perder la calma. Una vez, a un imán que le acusaba de despreciar a los musulmanes, supo contestarle: «Todo lo contrario. Yo he tenido varios amantes musulmanes».

Su programa político pilló a contrapié a la clase política tradicional holandesa. Tenía cuatro puntos: solucionar los atascos de tráfico, conseguir la puntualidad de los trenes, acabar con las listas de espera sanitarias y con la importación de esposos o esposas. Fue la gran revolución de los asuntos concretos. Pero nadie podría acusarle de tecnócrata: tenía detrás la vigorosa ética de la Ilustración, por la que al cabo perdió la vida.

El recuerdo de Fortuyn, y la subasta de su herencia, provoca una verificable mala conciencia en muchos holandeses. A mi juicio habrá que recordarlo como un gran héroe práctico europeo. El primero de nuestros modernos que, en nombre de Europa, se alzó contra su deriva.

(Coda: «Yo, ya te digo, no estaba acostumbrada a votar por un político que te exigía tanto trabajo mental, es decir, que tenías que decidir, por cada tema, por separado, si estabas de acuerdo con sus premisas. En esto era innovador. Desde mi punto de vista inició una forma de pensar en política que exige mucha responsabilidad e información por parte del votante. El votante como un experto consumidor». Eugenia Codina, correspondencia particular.)

24 Noviembre 2006

Holanda, atomizada

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Las elecciones holandesas, convocadas anticipadamente para buscar una mayoría de gobierno más estable, han producido lo contrario, una atomización política que dificultará la constitución de una nueva coalición. Tras esta aparente fragmentación, hay, sin embargo, un amplio acuerdo social justamente sobre los temas que no se han tratado en la campaña, pues casi todos están de acuerdo sobre ellos: el endurecimiento de las condiciones para los inmigrantes, el alejamiento del modelo multicultural en favor de la integración y asimilación, un mayor autoritarismo en el país que fue un faro de permisividad, y el rechazo a la Constitución europea que los holandeses tumbaron en referéndum. En general, son malas noticias para el conjunto de la Unión Europea, provinientes de un país fundador.

Los democristianos del primer ministro Balkenende siguen siendo el primer partido, pero han perdido escaños y no les basta su alianza con los liberales. Si quieren gobernar, tendrán que integrar otros partidos después de que muchos ciudadanos se hayan decantado por formaciones pequeñas. De poco le sirvió a Balkenende prohibir tres días antes de los comicios que las mujeres musulmanas llevaran el burka en lugares públicos, medida que sólo afecta a unas decenas de ellas. Pero no deja de ser preocupante que las ideas restrictivas del lamentablemente asesinado Pym Fortuyn se hayan convertido ya en las dominantes. Su movimiento se ha desinflado, y en parte lo ha heredado el Partido por la Libertad, con nueve escaños, pero casi todos los partidos han hecho suyas sus ideas. El Gobierno saliente cayó a raíz de retirarle la ministra de Inmigración, Verdonk, conocida como Rita de Hierro la nacionalidad holandesa a la entonces diputada Ayaan Hirsi Ali de origen somalí.

En la izquierda, los laboristas han perdido terreno en favor del ganador moral de estas elecciones, Jan Marijnissen, cuyo Partido Socialista, muy centrado en la personalidad de su dirigente, ha pasado de 9 a 26 escaños, convirtiéndose en el tercero del país, con un programa social avanzado, pero también de restricciones a la inmigración. No deja de ser lamentable que, en medio de este debate sobre personas, sea en Holanda donde por primera vez en Europa haya ganado dos escaños un partido cuyo único fin es la defensa de los animales.

24 Noviembre 2006

Galimatías holandés

LA VANGUARDIA (Director: José Antich)

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Las elecciones legislativas celebradas el miércoles en Holanda han creado un auténtico galimatías en el país. El acusado descenso de los partidos del centro, los democristianos del primer ministro Jan Peter Balkenende, los laboristas y los liberales, que conjuntamente han perdido 19 diputados, y la emergencia de los extremos, en especial los socialistas, que ganan 17 escaños, y el nuevo partido antimusulmán, que logra nueve puestos se desenredará de inmediato e, incluso, puede obligar a convocar nuevas elecciones según los más agoreros.

El análisis de los resultados indica que los holandeses exigen al futuro ejecutivo más seguridad y mayor empeño en la defensa de su Estado de bienestar por el miedo a la globalización, a la inmigración y a la erosión de la soberanía de los Países Bajos. De hecho, los grandes ganadores de los comicios han sido precisamente los grupos que propugnaron el no en el referéndum de la Constitución europea del 2005. Por tanto, el nuevo gobierno deberá hacer una apuesta clara por las políticas sociales, pero también un cierre a la inmigración, lo que complica todavía más el panorama.

Con todo, el primer ministro Balkenende, al que los sondeos y las pasadas municipales preconizaban una caída en barrena, han sido el que ha salido menos dañado de las elecciones si lo comparamos con los resultados de sus rivales laboristas o el de sus hasta ahora coaligados del partido liberal. De hecho, el partido democristiano ha sido el vencedor y será, sin duda, al que la reina encargará la formación de gobierno.

La cuestión es con quién puede gobernar. La caída de los liberales no le permite repetir coalición con el laborismo, con el cual sumaría sólo 73 escaños, y con el partido de la Unión Cristiana (6 diputados) que le situaría por encima de los 75 necesarios. Democristianos y laboristas ya tienen experiencia en gobiernos de coalición, aunque ésta es la opción menos valorada en los sondeos. Tan sólo un 11%. De ahí que se prevea un largo proceso de maduración.