7 octubre 1980

"Nuestra victoria es también la derrota del general Ramalho Eanes", afirma eufórico el primer ministro, con vistas a las inminentes elecciones presidenciales

Elecciones Legislativas Portugal 1980 – La coalición derechista del primer ministro Sa Carneiro obtiene una cómoda victoria

Hechos

El 5.10.1980 se celebraron elecciones legislativas en Portugal en las que ganó la coalición Alianza Democrática a la que pertenecía el primer ministro Francisco Sa Carneiro, presidente del Partido Social Demócrata.

Lecturas

Sa Carneiro ganó las elecciones legislativas de 1979

Alianza Democrática (Partido Social Demócrata, derecha)- 136 diputados

Frente Republicano (Partido Socialista, izquierda) – 72 diputados

Alianza del Pueblo Unido (Partido Comunista) – 40 diputados

Unión Democrática Popular (Extrema izquierda) – 1 diputado

¿MAL DATO PARA RAMALHO EANES?

RamalhoEanes El auge de la derecha en las elecciones legislativas de Portugal es un mal indicio para el Presidente del país, General Ramalho Eanes, que debe su permanencia al apoyo que le da el Partido Socialista Portugués. Si el primer ministro Sa Carneiro obtara por presentarse a las presidenciales como candidato del centro-derecha, el futuro político de Eanes podría ser complicado.

En octubre de 1980 morirá el exdictador Marcelo Caetano. 

Sa Carneiro morirá en diciembre de 1980 en un accidente. 

07 Octubre 1980

Portugal: a la derecha

Editorial (Director: Juan Luis Cebrián)

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En las elecciones del año pasado, Portugal se inclinó hacia el centro-derecha de Sa Carneiro; en las del domingo, la inclinación ha sido aún mayor; sobre todo teniendo en cuenta no sólo los resultados, sino el hecho de que durante esos meses la coalición gubernamental -Alianza Democrática- ha recibido el apoyo de tradicionales sectores derechistas de Portugal: la Iglesia -una parte de ella- y los empresarios. La inclinación social de todo el país hacia el conservadurismo se percibe, sobre todo, en la caída del partido comunista, a la que ha colaborado notablemente su dirigente Alvaro Cunhal: ajeno al eurocomunismo -por entender que la situación social portuguesa requiere la revolución- y amigo de la URSS hasta el punto de apoyar la acción en Afganistán y la posibilidad de la fuerza en Polonia. Sus posturas arcaicas han ahuyentado a sus electores y le han costado siete diputados. Mientras, los socialistas se han quedado en su propio limbo, contra los pronósticos optimistas de última hora que les anunciaban una mejoría: aproximadamente los mismos votantes, pero un diputado menos. Puede decirse que en Portugal han ganado unas clases medias amplias, que vieron en la revolución un riesgo de desclasamiento. La política internacional tiene menos importancia en este país, que ha visto siempre de lejos las guerras de Europa y que tiene poca sensibilidad para los riesgos actuales; y, sobre todo, que espera de Estados Unidos el apoyo para una economía siempre deficitaria. Pero la situación política portuguesa tiene una peculiaridad: las elecciones presidenciales están muy próximas. Así como los pronósticos favorecían a Sa Carneiro en este caso, en las presidenciales lo hacían hasta ahora a Ramalho Eanes: es decir, también al poder establecido. Con la diferencia de que Ramalho Eanes es enemigo manifiesto de la coalición de Sa Carneiro lo cual producirá -si sale reclegido- un evidente choque entre los dos poderes, cuyas delimitaciones están mal definidas por la Constitución actual (que Sa Carneiro se propone reformar razonablemente ahora, con su mayoría parlamentaria). Los análisis más frecuentes explican esta contradicción diciendo que los portugueses votan hombres y no partidos, y que la irradiación personal de Sa Carneiro es la que ha ganado estas elecciones, como la de Eanes puede ganar la siguiente. La victoria de Sa Carneiro pone en dificultades, sin embargo, a Eanes. La figura del presidente en Portugal no es meramente representativa, y Sa Carneiro lucha contra la presencia permanente y distorsionante de los militares en la política a través del Consejo de la Revolución. El resultado de todo ello puede ser un caos. Por el momento, Sa Carneiro tiene por delante cuatro años y una mayoría considerable que, si no se rompe la coalición, puede efectuar los cambios constitucionales y legislativos suficientes para hacer gobernable un país deprimido después de las expectativas puestas en la revolución. Pero tendrá que aportar resultados visibles y prácticos rápidamente. El fondo económico y social está exhausto.

07 Octubre 1980

Portugal hacia el centro

Editorial (Director: Guillermo Luca de Tena)

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El resultado de las elecciones portuguesas confirman el reforzamiento de las posiciones de Alianza Democrática, ya esbozado en los comicios de diciembre de 1970, y responden al continuado desplazamiento del electorado hacia la derecha que con claridad se observó a partir de entonces. Los votos de diciembre de 1979 pusieron fin, por vez primera desde abril de 1974, a la preponderancia de la izquierda. Una preponderancia que a lo largo de seis años de democracia ha sido más y más erosionada.

Conocida la tendencia del electorado, ahora lo que se trata de dilucidar es la fisonomía que el centro adquirirá en Portugal. De modo muy similar a España, y aunque en cierto modo el proceso haya sido inverso, el centro se convierte en un cajón de sastre, pero también es donde se vienen a recoger los deseos de una transformación que transcurra pacíficamente, sin espasmos ni revanchas. Del mismo modo, el centro es el punto de confluencia en que la estabilidad y el orden pueden conciliarse con la audacia política y la firme voluntad de cambio económico y social.

Pocas oportunidades o menos habilidad han tenido los socialistas, para corregir los excesos iniciales tras el cambio de régimen de abril del 74, de las que pueden disponer ahora los centristas. En principio éstos se encuentran incomparablemente mejor situados que Soares y sus hombres y, sin embargo, la política de normalización que bajo signo centrista ha llevado a cabo en Portugal desde diciembre del año pasado se encuentra con muchas dificultades. Sa Carneiro deberá prácticar una estrategia de dosficiación y de equilibrios que no puede ser ajena respecto a los sectores situados a su izquierda. De no ser así, los ásperos enfrentamientos personales registrados en esta campaña puede desembocar en muy peligrosas radicalizaciones, especialmente delicadas en lo que respecta a los socialistas.

En cualquier caso es innegable que el corto mandato de Sa Carneiro como jefe de Gobierno, apenas diez meses, ha registrado éxitos no desdeñables en la gestión económica: la reducción de la tasa de inflación, el incremento en las entradas por turismo e inversiones y la recuperación de determinados sectores industriales. A partir de las elecciones, Alianza Democrática insistirá fundamentalmente en el propósito de revisar la Constitución de 1976; una revisión que comenzaría en el año 1981 y que, entre otras cosas, supondría la vuelta de los militares en sus cuarteles por la supresión del Consejo de la Revolución.

Despejadas las incógnitas de estas elecciones siguen planteadas las de las elecciones presidenciales del próximo mes de diciembre. Se ha dicho que un resultado condicionaría el otro, cosa grave obstáculo para la política de Sa Carneiro reside en el presidente de la República gravemente enfrentado con el líder de Alianza Democrática y que ha anunciado su presentación a la elección. Por su parte, Sa Carneiro ha afirmado que no permanecerá al frente del Gobierno si Ramalho es reelegido. Sólo ambas personas parecen estar de acuerdo en la imposibilidad de compartir el Poder entre un Gobierno de centro derecha y un presidente sostenido por la izquierda.

El Análisis

Sá Carneiro consolida su poder: Portugal elige entre tensiones

JF Lamata
El 5 de octubre de 1980, la coalición de centro-derecha Aliança Democrática (AD), liderada por Francisco Sá Carneiro y su Partido Social Demócrata (PSD), se alzó con una victoria contundente en las elecciones legislativas de Portugal, consolidando su mandato tras apenas un año en el poder. Con 134 escaños frente a los 66 del Partido Socialista (PS) de Mário Soares, Sá Carneiro refuerza su posición como primer ministro, pero su declaración postelectoral—“Nuestra victoria es también la derrota del general Ramalho Eanes”—revela una herida abierta en la joven democracia portuguesa. Apenas un año después de las elecciones de diciembre de 1979, Portugal volvió a las urnas para resolver un bloqueo político, y el triunfo de la AD señala un rechazo claro a las políticas socialistas y un respaldo a la agenda liberalizadora de Sá Carneiro. Sin embargo, la tensión entre el jefe de gobierno y el presidente Eanes, un militar respaldado por los socialistas, augura un camino lleno de obstáculos para un país que aún lucha por consolidar su democracia tras la Revolución de los Claveles.
Las elecciones de 1980 fueron convocadas por una razón técnica, pero con profundas implicaciones políticas. Tras su victoria en 1979, la AD gobernaba con una mayoría relativa que dificultaba la aprobación de reformas clave, especialmente en materia económica. La constitución portuguesa de 1976, aún marcada por el espíritu revolucionario, otorgaba al presidente Eanes poderes significativos, incluyendo la capacidad de disolver el parlamento. Las fricciones entre Sá Carneiro, que abogaba por una economía de mercado y una integración acelerada en la Comunidad Económica Europea (CEE), y Eanes, visto como un guardián de los ideales socialistas y revolucionarios, crearon un punto muerto. Sá Carneiro, aprovechando su popularidad y el descontento con la crisis económica heredada de los gobiernos socialistas—con una inflación del 16% y un desempleo cercano al 8%—, presionó por elecciones anticipadas para obtener una mayoría absoluta que le permitiera gobernar sin depender de Eanes. El electorado, cansado de la inestabilidad y las medidas de austeridad del pasado, dio a la AD un mandato claro, pero también intensificó la rivalidad entre los dos líderes.
La frase de Sá Carneiro sobre la “derrota” de Eanes no es solo una bravuconada; es un reflejo de una lucha de poder que amenaza la estabilidad democrática. Eanes, un general que asumió la presidencia en 1976 tras frustrar un golpe de izquierda, es percibido como un aliado del PS de Soares, aunque su postura es más pragmática que ideológica. Su veto a ciertas políticas de la AD y su reticencia a ceder poder al gobierno han alimentado la percepción de Sá Carneiro de que Eanes es un obstáculo para su visión de un Portugal moderno y proeuropeo. Sin embargo, esta victoria no resuelve el problema de fondo: Eanes seguirá como presidente hasta 1986, y su capacidad para influir en el rumbo del país—especialmente en temas militares y de política exterior—mantiene la tensión. Mientras Sá Carneiro impulsa privatizaciones y busca atraer inversión extranjera, Portugal se encuentra en una encrucijada: ¿puede una democracia tan joven soportar el choque entre un primer ministro ambicioso y un presidente que representa el legado de la revolución? En este octubre de 1980, la victoria de Sá Carneiro es un paso hacia adelante, pero el conflicto con Eanes advierte que el camino de Portugal está lejos de ser tranquilo.
JF Lamata