7 noviembre 2010

En la etapa de los GAL

Felipe González reconoce que los servicios secretos españoles le ofrecieron la posibilidad de ‘volar’ a la cúpula de ETA en Francia y rechazó esa posibilidad

Hechos

El 7 de noviembre de 2010 el periódico EL PAÍS publicó una entrevista al ex presidente del Gobierno, D. Felipe González.

10 Noviembre 2010

Agitar viejos fantasmas

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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El PP malinterpreta las declaraciones de González para debilitar a Zapatero y Rubalcaba

La entrevista concedida por el ex presidente González a este diario, y publicada el pasado domingo, está siendo utilizada por el Partido Popular para atacar al Gobierno de Zapatero y, de manera particular, al vicepresidente Rubalcaba. Los argumentos del PP se apoyan en una interpretación de las palabras de González que falsea lo que realmente dijo: en ningún momento se reconoció ni implícita ni explícitamente en la entrevista como responsable último de la guerra sucia, según sostienen los dirigentes populares de manera interesada, sino precisamente como quien trató de evitar que se llevara a cabo.

Como establecieron los tribunales en su día, personas integradas en el aparato del Estado fueron responsables de crímenes por los que fueron condenadas. Pero eso no quiere decir que el Estado como tal, en su cadena de mando institucional, tuviera que ver con los crímenes. Desconocer este trascendental matiz no es solo forzar el sentido de lo que la justicia consideró probado, sino también ignorar las complejas condiciones en las que se llevó a cabo la Transición desde la dictadura al actual sistema de libertades. Guerra sucia existió antes de los Gobiernos de González y también hasta el año 86. Si no se dieron episodios bajo los Gobiernos del PP fue, sencillamente, porque encontraron resuelto ese siniestro problema, no porque su virtud fuera superior a la de sus predecesores.

Las razones espurias por las que el PP vuelve a agitar los viejos fantasmas de la guerra sucia tienen que ver con lo único que parece moverlo: el afán por llegar al poder a cualquier precio. Lo hizo cuando la justicia investigaba (tras haber callado cuando la guerra sucia actuaba) y pretende volver a hacerlo ahora.

Solo que ha cambiado un dato esencial: en estos momentos, la banda terrorista que, desde el lado opuesto al golpismo, pretendió acabar con el sistema democrático sin conseguirlo, se encuentra en una situación de extrema debilidad. Regresar a aquellos repugnantes episodios es ofrecerle una ventaja gratuita, y tanto más gratuita en cuanto que solo se utilizan en el plano político y no en el judicial. Si tan seguro está el PP de que las declaraciones del ex presidente González equivalen a una confesión, debería acudir a los tribunales y no promover escándalos farisaicos ante cámaras y micrófonos.

La responsabilidad ante el punto crucial en que se encuentra la política antiterrorista aconsejaría no ignorar que los asesinos se nutren, entre otros elementos, de las disensiones entre las fuerzas democráticas. La que pretende provocar el PP no beneficia a nadie, salvo a los terroristas. Sería inaceptable que, en la búsqueda de réditos electorales, el régimen de libertades perdiera esta nueva oportunidad de terminar con una lacra que lo ha acompañado desde su origen y lo ha colocado ante situaciones dramáticas a lo largo de su existencia. Eso es exactamente, y no otra cosa, lo que decían las declaraciones de González.