10 marzo 1993

Los diputados del PSOE apoyaron a su presidente aunque evitan respaldar su gestión salpicada por acusaciones de corrupción

Fracasa una moción de censura de Juan Ramón Calero (PP) contra el presidente de Murcia, Carlos Collado (PSOE)

Hechos

  • El 10.03.1993 el Parlamento de Murcia votó una moción de censura presentada por el PP contra el presidente de la comunidad, D. Carlos Collado, del PSOE, que fue rechazada.

Lecturas

El 25 de febrero de 1993 el presidente del PP de Murcia D. Juan Ramón Calero Rodríguez, anuncia una moción de censura contra el presidente de Murcia, D. Carlos Collado Mena, del PSOE, que está en estos momentos siendo investigado por un presunto caso de corrupción.

La moción se debaten los días 9 y 10 de marzo de 1993. El resultado de la votación fue el siguiente:

Votos a favor – 17 diputados (los del PP).

Votos en contra – 24 diputados (los del PSOE).

Abstenciones – 4 diputados (los de Izquierda Unida).

Pero lo más relevante del debate es que el portavoz del PSOE, D. Ramón Ortiz Molina, evitó en todo momento defender públicamente la honradez del Sr. Collado Mena en la investigación que hay contra él. El Sr. Ortiz Molina es uno de los 22 diputados del PSOE que han firmado un escrito criticando al presidente regional, y aseguró que el voto en contra se debía a que quién tenía la confianza para gobernar Murcia era el PSOE como partido (no la persona del Sr. Collado, que aunque ha superado la moción de censura podría tener las horas contadas como presidente).

 

 

10 Marzo 1993

Carlos Collado está políticamente acabado

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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El futuro político de Carlos Collado está sentenciado. Aunque hoy la Cámara regional murciana rechace -como es previsible- la moción de censura presentada por el Partido Popular, al presidente no le va a quedar más salida que presentar la dimisión. El grupo socialista va a oponerse a la moción que propone a Juan Ramón Calero corno candidato a la presidencia porque es lógico que no esté dispuesto a entregar el poder al PP pero no porque quiera que Collado siga en el Ejecutivo regional. Es más, el PSOE murciano parece dispuesto a abrir una crisis aún mayor en la región si Collado, carente prácticamente de apoyos, no dimite. En lo que respecta al PP, está actuando con la lógica que el caso requiere: un presidente que va a ser investigado por la Fiscalía, que carece de apoyo en el legislativo y que ha sido desautorizado por una comisión parlamentaria que apreció indicios de prevaricación y malversación de fondos públicos, no puede seguir. Claro .que pajas y vigas hay en los ojos ajenos y en los propios. ¿Por qué no aplican parecidos criterios en la Cantabria de Hormaechea?

11 Marzo 1993

Censura en Murcia

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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EN TORNO a la moción de censura presentada por el Partido Popular (PP) contra el presidente socialista de la Comunidad de Murcia, Carlos Collado, que ayer se votó en la Asamblea regional, parecen cruzarse al menos tres líneas diferentes: la sospecha de un comportamiento culpable del presidente murciano en relación a la adquisición de unos terrenos a un precio muy superior al de mercado, la utilización de ese asunto por parte de un sector del PSOE local enfrentado con Collado y la explotación por parte del PP murciano de esas sospechas y de ese conflicto interno.La moción no prosperó al votar en contra los parlamentarios del Grupo Socialista, que cuenta con mayoría absoluta en la Cámara. Dado que la moción de censura exige la presentación de candidato alternativo, los representantes del PSOE, cualquiera que fuera su opinión sobre Collado -y no es un secreto que han solicitado su dimisión-, no tenían otro remedio que rechazar la moción para evitar el absurdo de elegir con su voto al candidato del partido rival. Ello no significa que la moción fuera políticamente absurda. Su debate permitió a la oposición, de acuerdo con las funciones que le corresponden, denunciar lo que considera «paralización de la Administración» a consecuencia de las supuestas irregularidades y del enfrentamiento entre Collado y el Grupo Socialista.

Ese enfrentamiento viene de lejos, y es posible que tenga más que ver con la defensa de posiciones de poder -en el partido y las instituciones- que con diferencias políticas o divergencias, respecto a la gestión. El caso es que 22 de los 24 diputados regionales del PSOE han firmado un documento en el que retiran su confianza a Collado y piden a la dirección nacional del partido que le fuerce a dimitir. En principio resulta dudoso que unos cuantos políticos, o la dirección de su partido, estén legitimados para forzar la destitución de un presidente cuya elección, aunque formalmente indirecta, está políticamente avalada por los votos del 46% de los electores murcianos.

Pero es cierto que los críticos de Collado cuentan con poderosos argumentos: el Tribunal de Cuentas y la comisión parlamentaria de Economía, cada cual con arreglo a los métodos que le son propios, han apreciado en la documentación analizada indicios de comportamiento delictivo, o al menos irregular, del presidente regional en relación a la adquisición de unos terrenos destinados a la instalación de una empresa multinacional. En función de esos indicios, la comisión parlamentaria remitió la documentación correspondiente al Tribunal Superior de Justicia de Murcia, que de momento ha decidido enviarla al fiscal para su investigación.

Con o sin retirada de confianza por parte de su grupo, los pronunciamientos de esos organismos deberían haber bastado para que Collado se adelantara a dimitir (del mismo modo que debió hacerlo Hormaechea en Cantabria cuando fue procesado por los mismos delitos de prevaricación y malversación que figuran en la querella presentada por Izquierda Unida contra el presidente murciano). Esa dimisión en absoluto habría prejuzgado la culpabilidad de Collado. La comisión de Economía de la Asamblea murciana, tras analizar el caso con arreglo a los procedimientos parlamentarios, llegó a la conclusión de que existían responsabilidades políticas evidentes en una decisión que costó a la Administración regional muchos millones de pesetas. Parece evidente que hubo, como mínimo, una grave falta de diligencia, y ello debería haber sido suficiente para que Collado dimitiese. Si hubo más que eso es algo que deberán dilucidar los tribunales de justicia.