28 octubre 1985
Tras perder durante unos meses el control, la familia Valdés recuperó la titularidad de la popular revista social
Guerra de accionistas en la revista del corazón DIEZ MINUTOS
Hechos
Durante el año 1985 se produjo un pleito por la titularidad de las acciones de la empresa editora de la revista DIEZ MINUTOS.
Lecturas
La empresa Editorial Gráficas Espejo, editora de Díez Minutos, era propiedad de la familia Valdés, ocupando Joaquín Valdés Sancho la gestión empresarial desde la fundación de la empresa editora en 1951. Inicialmente dirigió simultáneamente empresa y revista hasta que en 1975 cedió la dirección de la publicación a Alonso Osborne.
A finales de 1983 D. Carlos Biosca vende sus acciones a D. Pedro Mateaeche, que había entrado en la empresa en 1970 de la mano de D. Domingo López-Alonso García (Banco de Valladolid) y ahora disponía del 43%. En mayo de 1984 el Sr. Metaeche y otro accionista, el periodista D. Salustiano del Campo, que disponía del 10% unieron sus votos y destituyeron a D. Joaquín Valdés Sancho como Consejero delegado siendo reemplazado por el Sr. Mateache. La alianza entre el Sr. Meateche y el Sr. Del Campo apenas duró un año y, ante su ruptura, el Sr. Del Campo ofreció vender sus acciones a la familia el Sr. Valdés Sancho que recuperaba así el control de Diez Minutos. El Sr. Mateache trató de impugnar esa venta y el debate sobre la propiedad de Diez Minutos pasó a los tribunales y estos fallaron a favor de la familia Valdés.
La guerra de accionistas finaliza en enero de 1986 con el triunfo de D. Joaquín Valdés Sancho volvía a su cargo de propietario de Diez Minutos, aunque el conflicto les había costado a su director.
D. Javier Alonso Osborne, hasta ese momento director de la revista DIEZ MINUTOS entre el bando que encabezaba la familia fundadora, Valdés, y el grupo que encabezaba D. Salustiano del Campo, renunció a su cargo ante la crisis causada por al guerra de accionistas y pasó a trabajar para la revista ¡HOLA! de la familia Sánchez Juncó en calidad de Subdirector.
D. Salustiano del Campo, periodista y catedrático de Sociología de la Universidad Complutense logró convertirse en el hombre fuerte del grupo editor de DIEZ MINUTOS al haber obtenido junto con otro accionista, D. Pedro Meateche, el control del 53% de las acciones de la empresa Gráficas Espejos, la compañía de su compañía.
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JESÚS LOCAMPOS A LA HEMEROTECA DEL BUITRE:
En ese periodo convulso entre 1984-1986 y justo en 1985 es cuando Javier Osborne me propone para dirigir DIEZ MINUTOS ya que él considera que soy el profesional que más sabe de esa revista en la que fui: humorista gráfico, reportero, corrector, redactor jefe y subdirector.
15 Septiembre 1985
La crisis
La crisis
Precisamente ahora, DIEZ MINUTOS está a punto de salir de la más grave crisis de toda su historia. Un consejo de administración que se celebrará en fechas próximas sentará de nuevo las condiciones que siempre existieron en la casa. El diez por ciento de acciones compradas por Salustiano del Campo, que habían provocado importantes fisuras en la empresa, a las cuales no es ajena la marcha del antiguo director, están a punto de regresar a las manos de la familia Valdés, fundadora de la sociedad.
Por otra parte, LECTURAS y SEMANA, las otras dos grandes publicaciones dedicadas a tratar los temas del ‘corazón’, no han experimentado cambios sustanciales en sus tiradas ni en sus redacciones.
LECTURAS imprimía en febrero de 1984, 564.449 ejemplares de tirada útil. SEMANA por su parte, hacía salir de tus rotativas cercanas a la estación de Príncipe Pío, de Madrid, en agosto de 1984, la cantidad de 456.393 ejemplares de tirada útil.
28 Mayo 1985
Salustiano del Campo, nuevo hombre fuerte de la revista del corazón DIEZ MINUTOS
El periodista y catedrático de Sociología de la Universidad Complutense Salustiano del Campo ha pasado a ser el nuevo hombre fuerte del grupo editor de las revistas Diez Minutos y El Europeo, al haber obtenido, junto con otro accionista, Pedro Mateache, el apoyo y control del 53% de las acciones de la empresa editora, Gráficas Espejo, que hasta ahora estaban controladas por la familia Valdés. Los cambios de la propiedad no van a suponer, según los nuevos dueños, cambios en la línea y en el personal de las publicaciones, pero se va a abrir la actividad de la empresa hacia otros proyectos de comunicación.
El día 14 del pasado mes de marzo Los accionistas Salustiano del Campo y Pedro Mateache comunicaron al consejo de administración de la empresa que habían conseguido el control del 53% de las acciones y que, por tanto, la composición de dicho consejo debería adaptarse a la nueva mayoría. En consecuencia, exigieron la dimisión del consejero delegado, Joaquín Valdés, y del director gerente, Rafael Ruiz Jarabo. El grupo de la familia Valdés dominaba en estos momentos el 43% de las acciones.Aunque todavía no ha concluido el período de negociaciones para formalizar el traspaso de poderes, que supondrá el abandono del control de la empresa por parte del grupo de Joaquín Valdés, fundador y presidente de esta sociedad, se da como seguro que en los primeros días del próximo mes de junio ocuparán sus cargos de consejeros delegados Salustiano del Campo (para ediciones y publicaciones) y Juan Herranz (para administración).
‘Remodelación sorprendente
En medios periodísticos ha sorprendido esta remodelación de la propiedad en una de las escasas empresas periodísticas españolas que no registran los efectos de la crisis económica. Este fenómeno, unido a la estrecha amistad de Salustiano del Campo con el líder de Alianza Popular, Manuel Fraga, y a la detenida visita que había realizado previamente a la redacción y talleres de Diez Minutos Carlos Mendo, encargado de sacar adelante el proyecto de periódico conservador La Tribuna, hizo pensar en estos mismos círculos en la posibilidad de que estuviera detrás una operación de control de medios de Prensa ligada a determinados miembros del principal partido de la oposición.Salustiano del Campo, que dirigió El Europeo en 1983, coincidiendo prácticamente con la firma de una columna diaria en Ya, precisamente en la etapa más derechizada de este periódico, ha negado «rotundamente» que exista relación con Alianza Popular. «Me encuentro en esta operación a título personal y con mi propio dinero. No ha habido incorporación de nuevo capital o nuevos accionistas, sino simplemente una alineación distinta del capital. Me parecería una locura unir una empresa que va bien con una definición política». Respecto a su relación con Fraga, Salustiano del Campo dice que le une con él una personal amistad desde hace 25 años, «pero esto no me lleva a participar en sus postulados políticos ni en su partido. La amistad personal no significa identificación política».
Por su parte, Carlos Mendo, militante de AP y ex secretario general adjunto de medios de comunicación de este partido, ha explicado que su visita a las instalaciones de Diez Minutos y El Europeo obedeció a una invitación del presidente fundador, Joaquín Valdés. Añadió que desconocía los cambios de acciones en esta empresa y aseguró que no tenía conocimiento de ninguna operación que implicara a Alianza Popular en este tema. Carlos Mendo se encuentra, según propias declaraciones, en la etapa de captación de capital y preparación del proyecto de periódico La Tribuna, que podría aparecer el próximo año.
Publicaciones rentables
Los nuevos propietarios de Diez Minutos aseguran que la operación responde a la necesidad de «renovar y fortalecer lo que ya existe, que marcha bien», aunque no han especificado en qué va a consistir dicha renovación. «Esta empresa debería tener una mayor presencia en el mundo de la comunicación y superar la rutina», han dicho las mismas fuentes, que han puesto como ejemplo de esta última actitud el hecho de que no haya solicitado ninguna emisora cuando podía haberlo hecho, como otras empresas del sector privado.La empresa Editorial Gráficas Espejo imprime, además de la revista del corazón Diez Minutos (que tiene una difusión media de 422.025 ejemplares, según el último control de la OJD de 1983), El Europeo (con una difusión de 12.184 en el mismo período) y un anuario (Anuario Español y Americano del Gran Mundo). A la rentabilidad que produce el conjunto de estas publicaciones, especialmente Diez Minutos, que funciona con el esquema clásico de las revistas del corazón -pocos redactores propios y fuertes inversiones en la compra de reportajes exclusivos-, hay que añadir la ventaja de poseer dos edificios equipados con maquinaria propia, capaz de tirar más publicaciones de las que actualmente imprime.
28 Octubre 1985
Disputas de DIEZ MINUTOS
La popular revista del corazón DIEZ MINUTOS está sin dueño. Dos grupos de accionistas se pelean por la mayoría del capital y será la juez Manuela Carmena quien decida.
Ambiciones y despechos aderezan los últimos meses de historia de Gráficas Espejo, empresa periodística editora de las revistas DIEZ MINUTOS, una de las de mayor éxito en su sector, y EL EUROPEO. Dos grupos de accionistas pujan por el control mayoritario de la sociedad. Por un lado, la familia Valdés, fundadora de la empresa hace más de cuarenta años. De otra parte, Pedro Mateache, avezado financiero, experto en lídes de compraventa de acciones, que hace dos años se hizo con el control de la empresa en detrimento de los Valdés, sus anteriores dueños.
Todo comenzó a finales de 1983, cuando Carlos Biosca, antiguo accionista que había ido vendiendo ahogado por la falta de dinero, decidió deshacerse de lo último que le quedaba de Gráficas Espejo: un 16% del total de acciones. Mateache, alentado por otra accionista, el catedrático de Sociología Salustiano del Campo, decidió dar, junto a un grupo de fieles, un golpe de mano – poner encima de la mesa más dinero que Valdés – que les diese el control de Gráficas Espejo. Dicho y hecho.
Los compradores – Pedro Mateache, Salustiano del Campo, Juan Herranz, Pedro Royo y Ángel Pérez de Leza; en total, un 53% del paquete accionarial – pactaron sindicar sus acciones para asegurarse el futuro control de la sociedad sin ningún tipo de sobresaltos. Por medio de la sindicación se comprometieron entre ellos a no vender a terceros ajenos al pacto.
Salustino del Campo y Pedro Mateache habían visto cumplido de esta forma un mismo objetivo, aunque cada uno con fines diferentes. El resto de sindicados eran meras comparsas, y en el caso de Juan Herranz, un testaferro de Mateache. Del Campo se aseguraba un puesto en el consejo de Administración de Gráficas Espejo, un cargo ejecutivo y un jugoso y millonario sueldo, y Mateache, una posición mayritaria que le dejaba manos libres para decidir sobre el destino de Gráficas Espejo.
Mateache aterrizó en la empresa hace más de quince años, al conseguir del entonces su socio, Domingo López, ex presidente del Banco de Valladolid, un 10% del paquete accionarial de Espejo como recompensa a los servicios prestados. Mateache llegó al Valladolid con una buena cartera de antiguos clientes del Banco Constinental, su antiguo banco, después de que como consejero director general del mismo propiciase su venta al Banco de Santander. Por su parte, Del Campo había conseguido sus títulos de socio de Espejo tras realizar pequeñas y paulatinas compras desde que en 1972 tomó contacto con la empresa.
El destino, que había unido a Mateache y a Del Campo, los separó meses más tarde. El catedrático se sintió engañado al descubrir que Mateache estaba en tratos para vender la empresa.
Del Campo, despechado, decidió vengarse y puso a la venta su 10% de acciones. Nadie mejor que los Valdés, deseosos de retormar la mayoría, para atender sus pretensiones, aunque fuese a precio de oro. Como así fue. Tras denunciar el pacto de sindicación ante notario, Del Campo fue cesado de su cargo de director general de Gráficas Espejo en el tablón de anuncios de la empresa. No sería el único represaliado. Las sanciones alcanzaron a los fieles de Valdés. Mateache no daba validez a la compraventa.
La pasada junta ordinaria de la sociedad, celebrada el pasado mes de junio, dos grupos de accionistas se disputaban la representación de la mayoría del capital. Ni en ésta, ni en una posterior junta extraordinaria que no llegó a celebrarse se sacaron cosas en claro.
Ahora será Manuel Carmena, juez de primera instancia de Madrid, quien decida sobre el futuro de Gráficas Espejo. En su mano está la decisión de convocar judicialmente a las partes a una nueva junta de accionistas para dilucidar definitivamente de quién es la propiedad de la mayoría del capital en dicha empresa.
EL RELATO DE JESÚS LOCAMPOS:
Las tres semanas que cambiaron la prensa del corazón. (pag. 27-28)
Lo que les voy a contar jamás se ha publicado, pero les juro que aunque parezca increíble es absolutamente verídico. Verano de 1985, la familia Valdés, los hijos de Joaquín Valdés, el fundador de la revista más transgresora de la época, DIEZ MINUTOS, que había alcanzado el cenit del éxito durante la etapa en la que dirigió el semanario Javier Alonso Osborne, sufre un revés de accionistas, por lo que los Valdés pierden la mayoría durante un periodo de tiempo. Javier, que intuye un sufrimiento profesional que no se merece ni desea, plantea su dimisión como director de la revista más impactante del momento y es fichado inmediatamente por Eduardo Sánchez Junco, director y dueño de HOLA.
Un motorista llega al camping de Mazarrón (Murcia) con un mensaje de urgencia para quien entonces era el segundo de Javier [Jesús Locampos] y que en ese momento se encuentra de vacaciones. La nota es rotunda: “Llame urgentemente a la revista”. Entonces no existían los móviles y desde una cabina telefónica el periodista se pone en contacto con la nueva empresa de su revista que le hace saber que, a la mayor brevedad posible, debe presentarse en Madrid para hacerse cargo de DIEZ MINUTOS [28]. El periodista cuelga y marca inmediatamente el teléfono de Javier Alonso Osborne quien le confirma que ha dejado la revista y le aconseja que pille el tren profesional que está pasando en este momento. También le confiesa que él ya ha firmado con HOLA.
El que hasta entonces había sido Reportero, Redactor, Redactor Jefe y Subdirector de DIEZ MINUTOS, se convierte en el director de revistas del corazón más joven del país. Tiene sólo treinta y tres años. Cuando se sienta en el despacho se encuentra con una empresa distinta a la que ha dejado antes de irse de vacaciones. Ha pasado de ser el segundo de la redacción al responsable absoluto de la revista y ni la redacción ni él mismo tienen muy claro que no se vaya todo al garete. Pero sólo un año después las cifras hablan por sí solas y tras otro giro accionarial vuelven los Valdés y se encuentran con una revista que no sólo no ha perdido ni un solo lector, sino que ha alcanzado cotas impensables ante una situación semejante.
Milagros Valdés, hija de don Joaquín, el alma de la editorial Gráficas Espejo, se convierte en directora editorial tanto de DIEZ MINUTOS como de EL EUROPEO, los dos productos que publica esa editorial. Hay una conexión total entre los directores de la casa, el de DIEZ MINUTOS [Jesús Locampos] y Mara Malibrán, quien entonces era el responsable de EL EUROPEO, con Milagros. El gran secreto es algo que hoy día suena a extraño: libertad total para los periodistas y apoyo absoluto de la empresa.
El día que se escriba un libro de la historia de la prensa del corazón, Milagros Valdés tendrá que aparecer en un capítulo aparte sólo como ejemplo para todas las multinacionales y algunos editores actuales que no tienen ni la más ligera idea de las relaciones entre el representante de la empresa y el director/periodista. Hoy día, en muchos consejos de dirección, aún siguen buscando el motivo por el que no venden los ejemplares que antes vendían. Fácil: porque no dejan trabajar a los periodistas, sino que les obligan a tragar con el resultado de unos estudios de mercado que sirven para una revista de muebles, pero jamás para una revista del corazón. No importa. Mejor que sigan en las nubes, porque así aumentan el prestigio de quienes colaboramos en construir un segmento editorial que envidió el resto del mundo.
Así tuvo lugar el cambio más trascendente de la historia del periodismo del corazón. Se dieron todas las casualidades. Un director joven, decidido, sin ataduras a ningún lobby y absolutamente independiente que contaba con el apoyo incondicional de su directora editorial.