3 febrero 2005

Trueba considera en EL PAÍS que España necesita 'menos columnistas'

Hermann Tertsch (EL PAÍS) critica a los Goya por no celebrar las elecciones en Irak y Fernando Trueba pide que lo despidan

Hechos

El 1.02.2005 el periodista de EL PAÍS, Sr. Tertsch publicó una columna criticando a ‘los Goya’, lo que provocó una respuesta del presidente de la Academia de Cine.

Lecturas

Las últimas celebraciones de Festival de los Goya, se habían convertido en auténticos palcos al que subían los principales actores españoles para clamar ‘No a la Guerra’ y arremeter contra D. José María Aznar y Mr. George Bush al segundo por ordenar la invasión de Irak y el primero por apoyarla.

El festival de 2005 coincidió con las primeras elecciones democráticas en Irak, y eso causó la columna del Sr. Tertsch, que protestó que nadie se congratulara por las primeras elecciones libres en aquel país.

01 Febrero 2005

GOYA EN FALUYA

Hermann Tertsch

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No era -reconocerán- mala coincidencia esa que fijaba la entrega de los premios Goya en la fecha de las elecciones a la Asamblea Constituyente de Irak. Cuando comenzó en Madrid ese anual plagio ajoarriero de la gala de los Oscar ya habían cerrado los colegios electorales en aquel gran país árabe. Se brindaba por tanto la magnífica ocasión a todos los asistentes, desde el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al último actor novel, de celebrar juntos sobre el escenario, ante las tenaces cámaras de TVE y los abnegados telespectadores, esta victoria sin precedentes de la voluntad popular de un pueblo por el que tanto nos hemos preocupado aquí todos en los últimos años. En abierto desafío a las terribles y verosímiles amenazas de muerte de las huestes de Al Zarqaui, millones de iraquíes habían hecho largas colas durante horas ante los colegios electorales. Pese a los increíbles sufrimientos de los pasados dos años y de las previas cuatro décadas de infierno, hombres y mujeres de todas las edades, conscientes de que se jugaban la vida, acababan de convertir la jornada electoral en Irak en una enorme fiesta de dignidad y coraje como de reivindicación de sus derechos cívicos. En Basora, pero también en Bagdad y en Faluya. Pues no, señores, en Madrid no se acordaron de los iraquíes precisamente en el día en que se jugaban la vida llenando calles y plazas en la mayor parte del país para tener unos derechos algo más parecidos a los nuestros. Pena de ocasión perdida, queridas autoridades, artistas admirados y admiradas.

Sólo hubo al parecer ocasión de recordar al gran villano en la publicidad de una marca de cerveza en la que se ridiculizaba al cine norteamericano con una parodia de un telefilme de serie B. En ella, el presentador de la gran gala delperseguido cine nacional advertía a un niño -¿Pueden hacer publicidad de alcohol los niños?- de que en la sublime creación de la cinematografía española no hay sitio para memeces típicas de ese cine de origen innombrable que insisten en preferir los españoles sin talante patriota. Industria cervecera y cinematográfica, unidas en su lucha contra el mal y conscientes de su bondad infinita, mezclan Hollywood con el Washington oficial, buenas historias de cine con cambalaches de amiguetes y manías de secta ideal ella con mecanismos del mercado. Con tanto lío se les olvidó un buen brindis por el pueblo de Irak y su maravillosa y valiente reivindicación de la esperanza. ¡Otra vez será!

Es reconfortante la unanimidad entre estadistas europeos sobre la valentía de los iraquíes al ir a las urnas y demostrar así que la afamada «resistencia», especialmente dedicada a matanzas contra iraquíes, reclutas, hombres y mujeres en busca de un trabajo digno y niños en el colegio o jugando fuera de ellos, no es precisamente representativa de aquel pueblo. Puede que algunos recapaciten y piensen más en lo que es mejor para las libertades que en la batalla contra su intimo enemigo George Bush. Véase políticos que lejos de apoyar han boicoteado este proceso electoral; medios de comunicación -aquí en España, campeones- con dificultades para soslayar su triunfalismo ante cualquier revés de las fuerzas de la coalición; y las fuerzas ideológicas que han preferido cualquier solución por trágica y amenazadora a un éxito norteamericano. Ayer parecían ya más prudentes. Por supuesto que seguirán en sus trece aquellos que necesitan que todo empeore para tener razón a la postre. Y a los que los iraquíes les importan hoy tanto -es decir, nada- como cuando querían derribar gobiernos democráticos utilizando a la población iraquí como escudo y pretexto. Todo es susceptible de empeorar y no son pocos los que con Al Zarqaui lo desean.

Pero con un esfuerzo por presuponer buena fe y decencia a la mayoría en los dos bandos que se enfrentaron en el mundo por esta guerra, puede esperarse que tras lo sucedido el domingo, sean más los que quieran implicarse en ayudar en un proceso que es la esperanza de un futuro mejor para los millones de iraquíes que ayer se jugaron la vida y un indicio de que son muchos los árabes que quieren compartir con Europa y occidente libertad, seguridad y bienestar. En el peor caso, estamos donde antes. En el mejor, ante una oportunidad maravillosa de que el año próximo en los Goya proceda un brindis por Irak.

Hermann Tertsch

03 Febrero 2005

LAS CHURRAS Y LAS MERINAS

Fernando Trueba

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El lamentable artículo de Herman Tertsch Goya en Faluya parte de un supuesto erróneo: el cine español es uno. No lo es. Es un colectivo de miles de personas, cada una con su opinión. Si algunos de ellos han manifestado en alguna ocasión su posición contraria a la guerra, no es el cine español quien lo ha hecho, sino algunos de sus profesionales a título personal, entre los que me cuento. Estoy seguro de que otros piensan lo contrario. Así que comete un grave error al descalificar en bloque a la gente del cine español. Y sólo contribuye a azuzar más el clima en contra de éste.

Pero es que lo que Tertsch está pidiendo no es que felicitemos «a los valientes iraquíes», sino que nos arrepintamos y pidamos perdón público por nuestros pecados. Y no tanto que brindemos por la democracia en Irak, sino por Bush. Lo que sería como brindar por la bomba de Hiroshima para celebrar la llegada de la democracia a Japón y su milagro económico.

Lo que sí está en su derecho Tertsch es en considerar los Goya un «plagio ajoarriero» de los oscars, aunque ya sabemos que todas las entregas de premios son parecidas. Del mismo modo que yo estoy en mi derecho a considerar sus artículos histéricos, paranoicos y delirantes. Creo que la prensa española necesita menos columnistas de púlpito y más información, más periodismo de investigación.

Fernando Trueba

08 Febrero 2005

CUANDO LA FARÁNDULA CONTRAATACA

Victor de la Serna Arenillas

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Unas críticas desde las veneradas páginas de EL PAÍS a nuestros actores y demás cineastas por sus gritos y sus silencios en torno a Irak son, sin duda, mucho más insoportables para los criticados que si se emitiesen desde un medio que no fuese progre pata negra.Sin duda sabía a lo que se exponía Hermann Tertsch, aislado y arrojado columnista prooccidental de ese periódico -en medio de un coro de admiradores de Michael Moore- cuando escribió su reciente comentario Goya en Faluya, en el que reflexionaba sobre la coincidencia de la gala cinematográfica con la jornada electoral iraquí:

«Se brindaba (…) la magnífica ocasión a todos los asistentes, desde el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al último actor novel, de celebrar juntos sobre el escenario, ante las tenaces cámaras de TVE y los abnegados telespectadores, esta victoria sin precedentes de la voluntad popular de un pueblo por el que tanto nos hemos preocupado aquí todos en los últimos años». Pero nadie la aprovechó, agregaba Tertsch.

En un ataque de furia memorable, el director Fernando Trueba contraatacaba con una carta a El País en la que tildaba de «lamentable» la columna (y, más adelante, cada vez más caliente, definía todos los artículos de Tertsch como «histéricos, paranoicos y delirantes»), asegurando cosas curiosas, que por mucho que uno rebusque en el denostado comentario, no aparecen para nada en él: «Parte de un supuesto erróneo: el cine español es uno. No lo es. Es un colectivo de miles de personas, cada una con su opinión»; «lo que Tertsch está pidiendo no es que felicitemos ‘a los valientes iraquíes’, sino que nos arrepintamos y pidamos perdón público por nuestros pecados. Y no tanto que brindemos por la democracia en Irak, sino por Bush».

Y concluye el director de El milagro de Candeal, metido a media critic: «La prensa española necesita menos columnistas de púlpito y más información, más periodismo de investigación».

La indigencia y las falsedades en la argumentación del cineasta son bastante representativas de la falta de honradez intelectual que está tiñendo el discurso político de nuestros profesionales del cine desde el inicio del conflicto de Irak hace dos años, que es el contexto en el que hay que colocar la columna de Tertsch.Este, de hecho, ni afirma que «el cine español es uno» (aunque todos sabemos el profundo silencio mantenido por los dizquez opuestos a la postura de Trueba y de los suyos), ni por asomo pide que se aplauda a Bush. Trueba se inventa los pecados del objeto de sus iras. Técnica (algo totalitaria) bien conocida…

Lo más gracioso es esa llamada a más reporterismo investigativo.Por ejemplo, Tertsch -de honrosos galones como gran reportero antes que columnista- podría, aparte de explicar a Trueba lo que es información, hurgar en las causas de que un manipulador «musical social» (Trueba dixit) como Candeal llegase a alzarse con el Goya… ¡al mejor documental!

Víctor de la Serna

El Análisis

SOBRAN LOS COLUMNISTAS

JF Lamata

«La prensa española necesita menos columnistas de púlpito», dice el Sr. Trueba. Bueno, es su opinión. Quizá sea verdad que en el periodismo español hay demasiados columnistas. Lo curioso es que el Sr. Trueba protesta de los columnistas poniendo como ejemplo al columnista que se ha metido con su gremio, lo que hace que pensemos que en verdad el Sr. Trueba no piensa que sobran los columnistas, simplemente sobran los columnistas que se metan con él. (Actitud, por otra parte muy humana).

En todo caso lo importante no es si el Sr. Trueba consideraba que el Sr. Tertsch sobraba o no, sino lo que pensara el Sr. Polanco, el propietario de EL PAÍS. Y él haría pública en la junta de PRISA de 2007 su conclusión de que, en efecto, el Sr. Tertsch en EL PAÍS, sobraba.

J. F. Lamata