28 diciembre 1926

Los militares en el poder confían en que el nuevo monarca apoye una expansión del imperio nipón

Hirohito se convierte en el nuevo emperador de Japón al a muerte de su padre dando comienzo a la era Showa

Hechos

El 25.12.1926 comenzó el reinado de la era Showa: el reinado del emperador Hirohito en Japón.

Lecturas

Siendo heredero al trono, Hiro-Hito protagonizó un hecho inaudito hasta entonces en su país: viajó entre marzo y septiembre de 1921 por Europa y estudió durante un breve periodo en Inglaterra; era la primera vez que un príncipe heredero abandonaba el territorio japonés. Poco después de su regreso tuvo que enfrentarse a la difícil situación de tomar las riendas del país, pues por entonces su padre ya estaba muy enfermo y no podía dedicarse a los asuntos políticos.

En el verano de 1918 habían estallado los llamados ‘disturbios del arroz’; el pueblo, acuciado por el hambre, salió a la calle en un movimiento de protesta a nivel nacional. Los disturbios fueron reprimidos con violencia por la policía y el ejército; pero con la revuelta se había conseguido algo importante: el fortalecimiento de los sindicatos, las organizaciones de campesinos, los partidos radicales y las asociaciones de intelecutales.

A continuación los gabinetes formados por los distintos partidos políticos intentaron bajo el signo del liberalismo reducir el papel de la corte y del ejército. No lo consiguieron. En los últimos años del sistema parlamentario-liberal, que sería liquidado por los militares en 1932, tres de los seis primeros ministros civiles fueron víctimas de atentados.

Así pues, los comienzos de reinado de Hiro-Hito estuvieron marcados por las contradicciones propias de la época. Después de la muerte de su padre el 25 de diciembre de 1926, recibió formalmente el título de emperador. Su deseo de paz quedó demostrado durante la ceremonia de entronización en 1928 en Kioto cuando dio a su reinado el nombre de Showa (paz resplandeciente).

El nuevo emperador emprendió su primera iniciativa política tras el asesinato de Zhang Zuolin – señor de la guerra en el norte de China – cometido en junio de 1928 por oficiales japoneses. Indignado por este crimen arbitrario, el tenno (emperador) exigió al primer ministro y general Tanaka Giichi que se castigar a a los militares culpables. Sin embargo, la dirección del ejército rechazó esta petición; era la primera vez que el tenno intervenía en un asunto político directamente y fracasó en su empeño. De esta manera Japón daba el paso definitivo hacia la represión, el militarismo y la guerra, proceso contra el cual Hiro-Hito poco podía oponer.

En 1931 empezaron las acciones bélicas japonesa en el este de Asia, cuatro años más tarde, tanto las fuerzas de izquierda, como el movimiento pacifista quedaron prohibidos. La controversia en torno al papel político del emperador se agudizó a partir de 1935. Desde hacía tiempo se había difundido la concepción del reconocido catedrático de derecho público Minobe Tatsuichi, según la cual el tenno era el representante supremo del Estado, pero la soberanía residía en el pueblo. Parlamentarios de la ultraderecha atacaron esta tesis al considerarla una violación de la esencia ‘sagrada de la nación japonesa’, y el gobierno ordenó que el tenno fuera adorado como ‘encarnación del Estado’ y autoridad absoluta.

Dos años más tarde, el gobierno del príncipe Konoe Fumimaro condujo al país a la guerra con China. Posteriormente, el gabinete también acordó el ataque contra Estados Unidos; Japón entraba así en la Segunda Guerra Mundial. De esta manera el emperador Hiro Hito firmó todos los documentos importantes del país, incluidos las invasiones y las declaraciones de la guerra, llevando a su país a la catástrofe.