22 junio 1971

El falangista, que asegura ser despedido por su aperturismo, pasará a trabajar para el periódico demoliberal INFORMACIONES

Jaime Campmany destituido como director del diario ARRIBA por el Almirante Carrero Blanco y reemplazado por Félix Morales

Hechos

En junio de 1971 D. Jaime Campmany fue relevado como director del diario ARRIBA. El nuevo director sería D. Félix Morales.

Lecturas

D. Félix Morales Pérez es nombrado director del periódico público Arriba en sustitución de D. Jaime Campmany Díez de Revenga. Igualmente es relevado D. Julio Gutiérrez Rubio como Delegado Nacional de Prensa y Radio del Movimiento. Tanto Gutiérrez Rubio como Campmany Díez de Revenga han permanecido apenas un año en sus respectivos cargos.

Por el Delegado Nacional de Prensa y Radio del Movimiento, ha sido nombrado Director de ARRIBA don Félix Morales Pérez, Director Técnico de Prensa del Movimiento.

El señor Morales Pérez, graduado en la segunda promoción de la Escuela Oficial de Periodismo, es un veterano en Prensa del Movimiento, donde ha desempeñado cargos profesionales de redactor, redactor-jefe y director del DIARIO ESPAÑOL de Tarragona y director también de PROA de León; EL PUEBLO GALLEGO de Vigo e INFORMACIONES de Alicante.

Don Félix Morales Pérez sustituye en la dirección de ARRIBA a don Jaime Campmany Díez de Revenga.

Por la tarde, el Secretario Nacional de Prensa y Radio del Movimiento, don Manuel Salvador Morales, en nombre del Delegado Nacional, presentó al nuevo Director al Consejo de Redacción del diario ARRIBA.

Félix Morales, tras saludar a cada uno de tus componentes de la plantilla del periódico, dijo que se alegraba el tono de familiaridad que tenía su incorporación al diario, porque en definitiva, la Prensa del Movimiento en la que milito desde la iniciación de mi vida profesional, es una gran familia”. Durante la charla con los redactores, el nuevo Director subrayó que no venía con ningún criterio prestablecido, ‘aunque sí entiendo – dijo – que ARRIBA debe significar, dentro de nuestra Cadena, norma y guía en su condición de abanderado”.

“Mis armas de trabajo – continuó – sólo pueden ser mi larga ejecutoria profesional y mi lealtad a este título histórico, ARRIBA, de la que nacen tantas y tan claras lealtades”.

“Sólo con vuestra ayuda y colaboración – finalizó en tu cambio de impresiones con el Consejo de Redacción – será posible no mi éxito personal, sino el fruto del trabajo y la edición más absoluta de la obra bien hecha.

campmany_sale_arribaEl mandato de D. Jaime Campmany como director del diario ARRIBA no llegó al año y fue destituído en junio de 1971. Oficialmente la responsabilidad del despido sería, organicamente, del Delegado Nacional de Prensa y Radio del Movimiento (a la sazón Sr. Gutiérrez Rubio) y del superior del este, el ministro Secretario General del Movimiento que en aquel año era D. Torcuato Fernández Miranda, el mismo que había nombrado al Sr. Campmany para el cargo.

No obstante D. Jaime Campmany atribuyó siempre su destitución al Almirante Luis Carrero Blanco, que por aquellos lares incrementaba su poder desde la Vicepresidencia del Gobierno.

La redacción del diario ARRIBA pareció lamentar la salida del Sr. Campmany como director a juzgar por el artículo con el que anunciaron su relevo el 22.06.1971: «Ha de saber Jaime Campmany – ese chico de apellido tan difícil – como le llamaba Ismael Herráiz antes de mostrarle el bastón de mariscal que llevaba en la mochila – lo que nos cuesta sacar el ARRIBA de esta mañana, con la cabeza fría y el corazón caliente, sin poner en este pan nuestro de cada día la fácil levadura del adjetivo de compromiso. (…)»

En su libro ‘Doy mi Palabra’, D. Jaime Campmany explica así su etapa como director del diario ARRIBA: (Pag. 21)

En el año 70 se produjo en España una efímera primavera política de libertades. Duró casi tan poco como la ‘primavera de praga’. Aquí no hicieron falta los tanques para aplastarla. Bastó con unas instrucciones del almirante Carrero Blanco. Fernández Miranda, desde lo que era todavía Secretaría General del Movimiento y con rango de vicepresidente del Gobierno, preparaba una normativa para legalizar las ‘asociaciones políticas’ destinadas a ser embriones de los partidos políticos. La elección de llamado ‘tercio familiar’ del Congreso por los cabezas de familia y mujeres casadas era una aproximación, tímida, pero esperanzadora, al sufragio universal. En ese clima fui llamado a la dirección del diario ARRIBA, con el encargo de abrir sus páginas a la discrepancia política, preparar el entierro de fórmulas pasadas y ya inviables, y allanar poco a poco el camino hacia la democracia. Pero ya digo que la primavera duró poco. Franco le dijo un día a Fernández-Miranda: ‘Mire usted, Miranda, las asociaciones políticas, o son partidos políticos o no son nada, y mientras yo viva no habrá en España partidos políticos’. Al año de mi toma de posesión fui expulsado de la dirección de ARRIBA. Me ofrecieron quedarme en la Prensa del Movimiento como director sin periódico, pero yo preferí marcharme y abandoné voluntariamente una empresa donde había trabajado veinticoho años, diez de ellos completamente gratis et amore

Jaime Campmany

22 Junio 1971

Esta mañana, con Jaime Campmany

ARRIBA

Leer

Ha de saber Jaime Campmany – ‘ese chico de apellido tan difícil’, como le llamaba Ismael Herraiz antes de mostrarle el bastón de mariscal que llevaba en la mochila – lo que nos cuesta sacar el ARRIBA de esta mañana, con la cabeza fría y el corazón caliente, sin poner en este pan nuestro de cada día la fácil levadura del adjetivo de compromiso.

Sabrá Jaime Campmany esta mañana – porque, con Bernanos, lo hemos amado mucho más de lo que hemos osado decir – con qué pasión, con qué respeto y con qué silencio le hemos acompañado a lo largo de un año largo en la hermosura aventura de crecer el viejo árbol de ARRIBA y sacarlo, con responsabilidad, a los vientos del país. Aquí ha crecido, como una camada de potrillos de raza, una nueva generación – la tercera, quizá – de fidelidades a una profesión, a una cabecera y a un país. A Jaime Campmany, que ha transitado y transitará por las rutas de ‘las tres P’ – poesía, política y periodismo – a cuerpo descubierto, con una mirada que atravesaba los montes movibles de cada día, le hemos visto dejar muchas noches y muchas mañanas en los pasillos del poder y a pie de la rotativa la huella de una fría pasión. Le hemos visto mancharse aquellas manos, que practicaban la más fina papiroflexia con la tinta cotidiana de la obra bien hecha.

Por Jaime Campmany, que ha ido acompañado por delante de pat como un zahori que advertía los ríos subterráneos, por Jaime Campmany, que ha buscado los vientos y las claves de una tierra y de unos hombres, por Jaime Campmany que puede presentar su pluma, desnuda y limpia como la de los jóvenes guerreros, no hay, en esta nota ninguna campana que doble. El sigue aquí, en la misma barca, al pie de unas lealtades que ni él ni nosotros vamos a dejar hundir en el agua. A los que con él hemos hecho ARRIBA nos sale un poco ronco esta mañana el ‘Buenos días, Jaime’.

17 Marzo 1973

Entrevista a Jaime Campmany

Jaime Campmany Díez de Revenga

Leer

“Si mis hijos quieren ser periodistas que lo sean. Me parece estúpido que al os padres no les guste la misma profesión para sus hijos. Además, creo que no puede haber una profesión más maravillosa en el mundo”…

Rosa María Echeverría – ¿Cuál es la experiencia de un corresponsal en el extranjero?

Jaime Campmany – Realmente es una gran experiencia para un periodista, y creo, además, que en aquellos años te venía muy bien. Te ensanchaba horizontes, te daba una nueva manera de ver las cosas… Aprendías que no solamente nuestras funciones eran las que podían estar vigentes en el mundo. Te ayudaba a contrastar ideas en todos los sentidos. Y los años que pasé de corresponsal en Italia y los muchos viajes que he hecho como enviado especial del periódico y de la agencia Pyresa, del Movimiento, a muchos lugares del mundo, creo que me ha servido mucho para todo… Para un periodista, todo lo que se vea, todo lo que oiga, todo lo que experimente, pues te enriquece, te sirve y te ayuda.

Fue una dorada época que empezó en el año sesenta y terminó seis años más tarde.

Entonces me trajeron de Roma para dirigir la misma agencia de la que era corresponsal, la agencia Pyresa, coincidiendo con la entrada de Fernández Sordo como delegado nacional de la Prensa del Movimiento. Me nombró director de Pyresa, donde estuve cuatro años hasta que me hicieron director de ARRIBA, donde duré bastante menos.

Rosa María Echeverría – Señor Campmany, ¿cómo se ve el mundo detrás de una Agencia del Movimiento?

Yo no tenía ninguna experiencia en este tipo de trabajo, que es muy distinto. Es mucho más ingrato, mucho más anónimo. Es mucho más urgente. No te permite que te detengas a enriquecer la noticia. Es un periodismo mucho más movido. En España, todavía no tenemos experiencia de un periodismo de este tipo. Nos nutrimos mucho de agencias extranjeras, y no tenemos montada una competencia como podría ser la del periodismo norteamericano. Pero, en fin, es un periodismo muy interesante, del cual no tenía experiencia, y me costó trabajo comprenderlo desde el punto de vista de director.

Y ese delgado bigote de Jaime Campmany recuerda en su cara la rúbrica de una firma.

Para mi tuvo muchas satisfacciones, porque casi me fascinó con mayor fuerza que el periodismo de periódico. Seguramente, aquellos fueron los años en que me dediqué más de lleno a la profesión y olvidé mis otras aficiones, más o menos literarias o políticas, incluso el gusto de estar con mi familia. Allí enterré muchas horas.

¿Pero cuándo se hizo cargo de la dirección del periódico?

Fue en el año setenta, y lo dejé en el setenta y uno. La etapa del periódico no fue tan bonita quizá porque era mucho más difícil. Quizá porque un periódico político como es ése lleva consigo una serie de problemas que no son puramente profesionales. Trabajas mucho con la política. Y cuando estás en un momento en que el ambiente político se encuentra bastante confuso, también llega el momento en que uno se confunde, a pesar de la claridad de ideas que puedas tener.

¿Qué se siente, señor Campmany, a la hora de dirigir el mismo periódico en el que uno ha trabajado? ¿Se ve el mundo de distinta forma dentro de un despacho?

A pesar de todo, quedará en mi biografía como un auténtico honor. Siempre recordaré el año en que dirigí este periódico después de treinta años de trabajar en casa, teniendo en cuenta, además que lo fundó una persona cuyo pensamiento, en lo esencial yo seguiré toda mi vida, y que es José Antonio Primo de Rivera.

Y esta es la historia de una pajarita de papel que se empezó a deshacer.

¿Pero qué contribuyó a ese temblor? ¿Cuál fue la causa de ese movimiento?

El periódico político, cuando como en ARRIBA, ha pasado de ser un periódico de un movimiento político, muy en concreto y muy en embrión, muy de minoría como eran las primeras minorías falangistas, hasta pasar a ser un periódico político que encarna un movimiento que quiere ser de todos los españoles, entonces no cabe duda de que políticamente plantea un problema…

En efecto, no cabe la menor duda de que debe de plantear más de un problema.

Algunos te pueden acusar de haber traicionado a sus ideales o, por lo menos, de haber traicionado a esos primeros ideales. Otros, pueden acusarte de todo lo contrario…

Así es la vida…

Para mí fue muy interesante… Mira, fue interesante, fue en cierto modo alegre, aunque también fue doloroso. Yo había llegado como un pobre periodista de provincias al ARRIBA, dispuesto a aprender, y solicitando el último puesto. Y, naturalmente, abría los ojos con admiración cuando veía por el pasillo a personas que me parecían dioses en la profesión. Recuerdo cuando veía pasar a Sánchez Silva o a Rafael García Serrano o cuando oía las anécdotas del maestro D´Ors… Yo no era nada más que un muchacho que vivía obnubilado por los nombres de los colaboradores…

Fue un importante y efímero triunfo, señor Campmany, y ahora… ¿qué?

Ahora me encuentro en una situación profesional más bien de descanso en el periódico INFORMACIONES. Me ofrecieron una colaboración con la completa libertad con la que un colaborador sueña… donde uno puede escribir todo lo que piensa. Los De la Serna me ofrecieron esta posibilidad que yo he compensado en muy poca medida… porque la verdad es que terminé con un poco de cansancio de aquel año tan intenso, y de cierto nerviosísimo, en el periódico. Además, estaban antes los años de Pyresa, que prácticamente la puse en acción después de una gestión muy eficaz… Después, quedé tan cansado que sólo tenía ganas de volver a mi casa y conocer a mis niños, que apenas los conocía, y ya iban haciéndose mayores…

Y algún día, cuando el Sol llene de brillos los campanarios de las iglesias, ¿no volverán las pajaritas como las cigüeñas?

Este año… este año se me ha pasado sin darme casi ni cuenta. Tendré que seguir escribiendo algunos artículos, porque no tengo más remedio que ganarme la vida con la profesión. Y ya es muy tarde. Y tampoco me gustaría tener que ganarme la vida con otra. De modo que… supongo que me moriré siendo periodista.

Bueno, a su lado habrá una pequeña tumba de pájaro con una cruz de papel…

Volveré… creo que volveré a escribir con cierta frecuencia. La verdad es que este es un momento difícil, al menos para mí. Difícil, porque en los momentos en que empecé a escribir con cierto éxito, cuando empezó la pajarita… era un momento en que la política iba por caminos de esperanza aperturista. Se trataba de crear una estructura más válida para el futuro…

¿Y por qué se cortaron los caminos?

Porque en estos bandazos, en estos movimientos pendulares que indefectiblemente tiene toda política, llega un momento en que el péndulo se va al lado del hermetismo, y de la cautela, y de la prudencia…, cosa que normalmente pasa en todos los países y en todas las historias. Pero cuando eso llega, lo honesto y lo prudente, creo que es que nos reiteremos un poco y esperemos a que las cosas sean oportunas y vuelvan a coincidir con nuestra mentalidad… No como otras personas que lo que hacen es ir adaptando progresivamente a su mentalidad a los tiempos que corren, sin plantear absolutamente ningún problema de conciencia… Y, por favor, no quiero acusar a nadie, ni mucho menos a nadie que hace algún tiempo ha tenido una polémica conmigo. Lo digo exclusivamente en líneas generales, por los momentos como explicación a mi postura… no como censura.

Y habla tan bajo Jaime Campmany que parece que habla consigo mismo.

¿Cómo fue aquella época cuando el periodismo era menos periodismo y estaba sometido a censura previa?

Yo no he conocido verdadero periodismo hasta la Ley de Prensa. He vivido cuando la censura contribuía de una manera inevitable a descargar todas sus responsabilidades profesionales en el censor de turno…

Triste carga…

Te incita a la tranquilidad, a la falta de trabajo, a la falta de sistema, a la falta de rigor… Tú trasvasas todas esas responsabilidades al censor, y allá ellos… Y el censor, como no es Dios, a menudo se equivoca… Se equivoca más aún que el profesional, porque está obligado a obedecer unas leyes o unas normas, o unas consignas con criterios administrativos, y no con criterios puramente profesionales. Esto origina toda una serie de anécdotas graciosas sobre la censura. Recuerdo que una vez se prohibió hablar del hongo, porque era un procedimiento ridículo para eliminar el cáncer, y el pobre don Nicolás González Ruiz, en un artículo explicaba que un hombre iba por la calle con sombrero hongo, palabra que era tachada rápidamente por el censor…

Verdaderamente era un canto a su probidad y eficacia…

Pero lo que es importante es que, de alguna manera, estas son situaciones que incitan al periodista a liberarse. Por eso, la Ley de Prensa supuso la toma de conciencia responsable del periodismo. Este es el momento en que empezó a nacer la profesión de una manera más seria de lo que había sido antes de la Ley de Guerra del treinta y ocho, en que el periodismo no estaba formado como profesión. En el periodismo de aquella época pululaban una serie de seres que algo tenían que ver con el periodismo, pero que tampoco transformaban la profesión en consciente y seria. Todos aquellos intentos de legalizar la profesión, de darle una escuela, unos estudios, una reglamentación laboral… todo aquello cuajó después en la ley de Prensa e influyó en el verdadero nacimiento de la profesión.

En esta conquista – relativa, relativa – de la libertad… La Ley de Prensa, ¿Fue un paso demasiado corto o demasiado largo?

Creo que fue un paso demasiado importante para la prensa, porque al mismo tiempo creo que debían haber nacido y en cambio no lo hicieron, otras leyes que supusieran la misma apertura en otros campos de la actividad española, muy particularmente en el campo de las funciones políticas. Y como la Ley de Prensa fue de las primeras, a nosotros nos cargaron toda la responsabilidad de la discusión, de la polémica y de la lucha política, inevitable en todo país con un poco de libertad, de forma que se expresen las opiniones. Entonces a los periodistas no cargaron esa responsabilidad excesiva, porque la vida política ya tiene unos cauces y unas instituciones donde desembocar.

Es decir… ¿se convirtió ese ingenuo corazón del periodista en generador de toda clase de descargas políticas?

En realidad, no tendría que convertirse cada periódico en un club ideológico que es visible exclusivamente por quienes leen ese periódico. De cualquier manera, me parece que a este nuevo régimen de libertad en la prensa se tiene que acostumbrar tanto la empresa periodística como la propia sociedad.

El Análisis

RENTABLE DESPIDO

JF Lamata

Los patadones en periodismo tienen curiosas evoluciones. Se puede dar el caso de que tras un despido desaparezcas en la nada, o que botes contra el suelo y llegues a lo más alto. Cuando el Sr. Campmany fue nombrado director del diario ARRIBA, tal vez pensó que ese sería el cenit de su poder mediático. Claramente se equivocó, fue un efímero director de ARRIBA y un anecdótico columnista de INFORMACIONES. El ‘peso fuerte’ sería su designación como columnista de ABC, tras la cual se convertiría en uno de los columnistas más importantes de España hasta su muerte.

J. F. Lamata