28 febrero 1932
El que fuera último emperador de China, será ahora el emperador de 'Manchukuo' bajo control nipón
Japón invade China y declara a Manchuria un nuevo Estado Independiente bajo un gobierno títere dirigido por Puyi

Hechos
El 18.02.1932 Japón proclamó el Estado Independiente de Manchuria, separándole así de China
Lecturas
Ya en el siglo XIX, los emperadores de la dinastía Tsing tuvieron que ceder a Rusia extensas regiones de Manchuria, que hacia 1900 fue totalmente ocupada. Tras su victoria sobre el imperio zarista, Japón consiguió – en el Tratado de Paz de Portsmouth de 1905 y en un pacto secreto firmado en 1907 – dividir Manchuria en una zona de influencia rusa y otra japonesa. En 1916 Japón planeó la instalación de un ejército de ocupación en la zona y la destitución de Zhang Zuolin, que aquel mismo año había pasado a ser gobernado civil y militar de Mukden.
Tras la muerte de Yan Shikai, dictador de China, empezó un periodo de impotencia central del poder central chino. En ese contexto Zhang Zuolin se convirtió en la máxima autoridad de Manchuria, que a partir de 1919 llegó de hecho a independizarse de China.
En 1921 el gobierno japonés decidió colaborar con Zhang Zuolin en su propio beneficio económico, político y militar. Cuando Chang Kai-Shek quiso unir nuevamente Manchuria a China con su expedición hacia el norte en la primavera de 1928, Tokio envió tropas de oposición. Poco después, un grupo de oficiales japoneses creó un pretexto para instaurar el poder militar japonés en Manchuria: el 4 de junio de 1928 murió víctima de un atentado Zhang Zuolin, en las cercanías de Mukden (Shenyang). Sin embargo, el hijo de Zhang Zuolin, Zhang Xueliang, logró hacerse con el poder y propició una política de entendimiento y unión entre Manchuria y China; a finales de 1928, la bandera nacionalista ondeó por primera vez también en Mukden. Japón vio así debilitada su influencia y amenazados sus intereses.
Una vez más los militares japoneses reaccionaron arbitrariamente: el 18 de septiembre del año 1931 efectivos del ejército nipón hicieron saltar por los aires el ferrocarril surmanchuriano cerca de la gran guarnición de Mukden .
El denominado incidente de Mukden fue presentado como agresión del Ejército chino y utilizado como pretexto para ordenar que, a partir del 21 de septiembre de 1931, las tropas japonesas avanzaran desde Corea. Como Chang Kai-shek y Zhang Xueliang hicieron retroceder sus tropas en dirección a Tianjin, los japoneses pudieron conquistar rápidamente extensas zonas de Manchuria y someterlas a su dominio.
Ya a principios de octubre de 1931, PuYi el último emperador de China, que vivía en la Tianjin japonesa, inició conversaciones con los nipones. El 10 de noviembre de 1931 se puso bajo la tutela de Japón: le habían ofrecido la reinstauración de su dinastía manchuria Tsing. Pero tras su llegada a Manchuria sufrió una honda desilusión. El 18 de febrero de 1932, el Comité Administrativo para Asuntos del Noreste integrado por colaboracionistas chinos, decidió, siguiendo instrucciones de TOkio, proclamar la República INdependiente de Manchukuo con Xinjing como capital. Dos semanas más tardes Pu Yi fue nombrado regente del nuevo Estado.
Sólo posteriormente los dirigentes del Gobierno de Japón consideraron oportuno declarar monarquía y entronizar a Pu Yi como emperador de Manchukuo el 1 de marzo de 1934 como un gobierno títere de Tokio.
El Análisis
Cuando se hable del origen de la Segunda Guerra Mundial, no se debería mirar únicamente hacia Europa. En realidad, la guerra moderna comenzó en Asia, en 1932, cuando el Imperio del Sol Naciente decidió dar su primer gran paso hacia la conquista de un nuevo orden bajo su dominio. Japón, movido por una mezcla de nacionalismo extremo, crisis económica y ansias imperiales, invadió Manchuria, desmembrando esta región del territorio chino para crear el falso Estado independiente de Manchukuo, un títere gobernado por Pu Yi, el último emperador de China, convertido ahora en figura decorativa de un proyecto expansionista que nada tenía de orientalismo nostálgico y sí mucho de dominio militar.
El ejército japonés, en especial su influyente casta de oficiales ultranacionalistas, ha tomado la iniciativa sin demasiada oposición del propio gobierno de Tokio. Figuras como el general Hideki Tojo —quien más tarde sería primer ministro— representan este Japón militarizado, dispuesto a colonizar Asia con la coartada de liberar a los pueblos del colonialismo occidental, mientras sustituye ese yugo por uno igual de férreo. Todo ello bajo la sombra sagrada del emperador Hirohito, cuya figura divina ha sido utilizada como escudo moral para justificar la violencia más brutal, como si la expansión japonesa fuera una misión espiritual impuesta por los dioses del Shinto.
La Sociedad de Naciones, que había sido creada precisamente para impedir guerras de agresión, mostró su inoperancia cuando condenó la invasión pero nada hizo para frenarla. China, desangrada e inestable, no pudo defenderse. Y Japón, viendo la pasividad del mundo, entendió que no habría consecuencias. Lo que comenzó con Manchuria fue solo el principio. La ambición japonesa ya apunta a toda Asia Oriental: a China, a las colonias europeas, al Pacífico. La guerra mundial ya había empezado… solo que empezó al este.
J. F. Lamata