19 diciembre 2016

La veterana Casals se sienta ahora en el Parlament como diputada dentro del equipo de Artur Mas

Jordi Cuixart es elegido nuevo presidente del lobby separatista catalán Òmnium Cultural en sustitución de Muriel Casals

Hechos

El 19.12.2015 se hizo público el relevo en la dirección del Òmnium Cultural.

20 Enero 2017

La fuerza de la gente

Jordi Cuixart

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Tengo el privilegio de presidir Òmnium Cultural desde hace pocas semanas pero ya he tenido ocasión de ver cómo son las cosas. A causa de nuestras ideas, sufrimos la ira de un Estado que persigue aquellos que piensan diferente, ya sean jueces, políticos o entidades.

Claro está que hemos recibido donativos privados. De muchas personas que lo han entregado todo a cambio de nada. Y les damos las gracias. El intento de convertir los actos generosos en acciones punibles es tan chapucero como indecente. La corrupción es un asunto demasiado grave para hacer este uso frívolo.

El ataque contra la entidad no esconde nada su pretensión: debilitar la capacidad de la sociedad civil de movilizarse. Un día lanzan insidias por los donativos privados y otro día se afirma que la sociedad civil está anestesiada por las subvenciones.

Aclarémoslo: de un presupuesto anual de casi 5 millones de euros para el 2016, el 88% de los ingresos provienen de las cuotas de los socios. Un 10,41% se resuelve con aportaciones privadas de personas y entidades en forma de convenios y patrocinios. De manera que más del 98% de nuestros fondos son privados y sólo un 1,59% está relacionado con subvenciones, de carácter local y para actos específicos, como por ejemplo La Nit de les Lletres,
que este año hemos celebrado en Tortosa.

Nuestra financiación privada nos hace libres para emprender las actividades que los socios decidimos. Por esta razón los ataques buscan grietas en la tesorería. No las hay.

Quieren castigar el estado de ánimo de tantas y tantas personas, justo después de que los representantes electos llegaran a un acuerdo y se constituyera el nuevo gobierno. Parece un plan —cómo se insinúa en los medios— para sustituir la fuerza de la gente, la que impulsa “la revolución de las sonrisas”, por las órdenes del establishment. No podemos estar más en desacuerdo.

Pero no desfallecemos. Desde hace más de 50 años, representamos el catalanismo que busca soluciones. Es el mismo catalanismo que en este medio ha tenido voces claras como las de Joan Maragall, Agustí Calvet (Gaziel) o Joan Fuster.

No vamos a caer en ninguna provocación ni nos dejaremos intimidar. Nos debemos a los 54.000 socios de la entidad, que aportan su cuota para que mantengamos nuestro compromiso: implicar a más personas, favorecer al máximo la participación de todos y ensanchar la base social del soberanismo, es decir, de todos los que pensamos que Catalunya es una nación que tiene derecho a decidir su futuro.

Pensar que este futuro sería mucho mejor con un Estado propio es una opinión libre que no nos convierte en «viscerales» -como se ha dicho- sino, si acaso, en «esperanzados». Y es en la esperanza donde anida la concordia.