12 mayo 1978

El político, que pasó del filonazismo en los años cuarenta a representar el sector más aperturista del franquismo en los sesenta, está acompañado en su partido por Antonio de Senillosa, Juan Ramón Calero y Eduardo Sotillos

José María de Areilza crea un nuevo partido, Acción Ciudadana Liberal, en oposición a Suárez y a los ‘Pactos de la Moncloa’

Hechos

El 12.05.1978 se presentó públicamente la formación Acción Ciudadana Liberal (ACL), que no sería legalizada hasta el 20.04.1979. Su presidente sería D. José María de Areilza Conde de Motrico. 

Lecturas

El 18 de enero de 1978 D. José María de Areilza Martínez de Roda, ‘conde de Motrico’ reaparece en política creando un nuevo partido político después de que D. Adolfo Suárez González le defenestrara del proyecto de Unión de Centro Democrático (UCD).

El nuevo proyecto se denominará Acción Ciudadana Liberal, presentada como una plataforma presidida por el Sr. Areilza Martínez de Roda de la que forman parte el Partido Liberal de D. Enrique Larroque, el Partido Progresista Liberal de D. Juan García Madariaga, el Partido Liberal Independiente de D. Óscar Bernat, el Partido Demócrata Gallego de D. Ramón País Romero y el Partido Popular de Cataluña de D. Antonio de Senillosa Cros.

EL EX PRESENTADOR DE RNE Y TVE, EDUARDO SOTILLOS, PORTAVOZ DE ACL

eduardosotillos El destacado presentador de TVE, D. Eduardo Sotillos, será el portavoz de Acción Ciudadana Liberal (ACL).

ANTIGUOS FRANQUISTAS EN ACCIÓN CIUDADANA LIBERAL

fernando_suarezCantaneroCastillo2 El ex ministro franquista D. Fernando Suárez y el ex consejero del Movimiento D. Manuel Cantanero del Castillo (que fracasara este último con su intento de entrar en el congreso con su partido socialista Reforma Social Española) han anunciado su intención de integrarse en Acción Ciudadana Liberal. Igualmente Eurico de la Peña

Informaciones de la revista INTERVIÚ contra ACL:

Al poco de presentarse públicamente la nueva formación ACL, la revista INTERVIÚ (del Grupo Zeta) acusó a dirigentes de esa formación de estar implicados en delitos. Se basaba en declaraciones de un individuo, D. Luis Miguel Rodríguez Pueyo, presuntamente conectado con el ex secretario de finanzas de ACL, D. Jaime Messía (ambos han sido detenidos por atraco y secuestro) que vertían graves acusaciones contra el secretario general de ACL, D. Francesc Guardans. Para los dirigentes de ACL aquel reportaje había sido instigado por el Gobierno Suárez contra ellos.

Ataques al Gobierno Suárez de los dirigentes de ACL en el diario EL PAÍS:

Tanto el Conde de Motrico, presidente de ACL, como el Vicepresidente, Sr. Senillosa, eran accionistas del diario EL PAÍS y ambos publicaron en el diario del Grupo PRISA sendos artículos contra la política del Gobierno de D. Adolfo Suárez y la Unión de Centro Democrático (UCD). El Sr. Senillosa, en su artículo, acusó al Gobierno Suárez de haber hecho del culto a su personalidad el «único componente doctrinal de una política incoherente, de una no-política».

21 Mayo 1978

Hacia una nueva mayoría

José María de Areilza, Conde de Motrico

Leer
La llamada «política de consenso» o «estrategia de la concordia» no puede convertirse en una abdicación de posiciones propias ni en un olvido del sentido común. La realidad sociológica de la España actual confirma la existencia de una mayoría numérica que no quiere el colectivismo.

Las elecciones parciales al Senado para cubrir las vacantes de Asturias y Alicante han tenido el resultado previsto: el triunfo socialista. El hecho de que se haya abstenido la mitad del censo no es argumento válido para excusar la derrota del partido gubernamental. Se nos dice que una gran parte de ese electorado ausente hubiera votado al centro. Es posible que sí. Pero cuando un Gabinete ministerial entero se lanza al ruedo de la campaña electoral, toman do parte activa en los actos de propaganda once ministros, sin conseguir movilizar en su favor a esa mitad que se abstiene, la conclusión no es precisamente favorable a la capacidad de convocatoria que el Gobierno pueda tener, no ya en la opinión pública, sino en su propio electorado, el que le dio el triunfo relativo en las elecciones del 15 de junio. Por un azar de fechas, coincidí en Alicante con la visita del presidente en su fulgurante operación de apoyo final al candidato oficialista… «Hemos venido a ganar y ganaremos», declaró, al llegar a la «millor terra del Mon». Y, efectivamente, el candidato socialista aventajó en 18.000 votos al apadrinado por el jefe del Gobierno.

Es posible que exista en la actual radiografía política de la opinión un cambio importante con relación a la del 15 de junio. ¿Hay una marea izquierdista, según indican los sondeos de opinión? Es discutible si se analiza en ,Profundidad los resultados del voto. Pero el socialismo se siente seguramente fortalecido con este triunfo. El PC piensa que ha mejorado asimismo sus posiciones en el voto y aceptación popular. En el PSOE habrá poca o ninguna inclinación a realizar ahora acuerdos parciales o coaliciones con los sectores suputestamente afines de la, UCD, por considerarlos innecesarios o perjudiciales. El porcentaje del voto que espera el socialismo en unas próximas elecciones municipales o generales es muy alto. Es posible que ese optimismo de los muestreos que realiza sea equivocado. En cualquier caso está claro que solamente una estrategia electoral de largo alcance que se oriente hacia el gran sector de opinión que se extiende entre el socialismo y la derecha inmovilista es la respuesta a ese riesgo que supone el triunfo electoral de los partidos marxistas en las próximas elecciones.

Escribo riesgo sin rencor ni pasión, pero con necesaria claridad. La llamada «política de consenso» o «estrategia de la concordia» no puede convertirse en una abdicación de posiciones propias ni en un olvido del sentido común. La realidad sociológica de la España actual confirma la existencia de una mayoría numérica que no quiere el colectivismo. Ni como inspiración política de la sociedad. Ni como principio rector de la vida económica. En ese rechazo coinciden muchos núcleos de nuestra comunidad. Empresarios grandes, medianos y pequeños. Cuadros profesionales. Un importante sector de los trabajadores industriales. Buena parte de la hoy numerosa y poderosa clase media. Comerciantes, artesanos, agricultores. Jubilados y pensionados. Y la enumeración que hago por vía de ejemplo no trata de ser exhaustiva. Sumando en una hipotética yuxtaposición a esa gran masa de ciudadanos votantes, capaces de integrarse en una coalición o confederación de fuerzas políticas autónomas, se puede y se debe lograr una mayoría electoral y parlamentaria que sirva de apoyo a un Gobierno coherente que lleve a cabo una política acorde con ese sentir popular.

La interminable elaboración constitucional que ocupa el escenario primordial de la atención pública es una operación que atrae escasamente el interés apasionado de los españoles. Bien sea por el largo interregno transcurrido o por cierto aire teatral que se ha conferido al proceso, lo cierto es que las tendencias del país vivo marchan por otros derroteros que los específicamente relativos al texto de nuestro ordenamiento jurídico supremo. La gente no se siente gobernada, y el propio presidente ha manifestado que su forma de conducir los negocios públicos no es la que él desea, sino que se trata de «una manera singular de gobernar», cuya vigencia se extiende solamente hasta que termine el proceso de la transición política. Esperemos que así sea. Pero confiamos también en que no bien aprobada la Constitución se convoquen elecciones generales.

La nueva Constitución debe iniciar su rodaje con un Parlamento renovado. Los aluviones inevitables producidos el 15 de junio han de sedimentarse, esclarecedoramente, para dar pasó a una mayoría parlamentaria que respalde a un»Gobierno que asiente definitivamente el sistema democrático en nuestro país, por el único método conocido, que es el de realizar una política acorde con el programa ofrecido a sus votantes y no con el de sus adversarios. ¿Puede establecerse un entendimiento entre los grupos y partidos que corresponden a ese espacio de las tendencias de opinion? Pienso que sí. Siempre y cuando exista un, programa común que fije los límites y el contenido mínimo de la convergencia. Es decir, como fronteras, a la izquierda, el socialismo. Y a la derecha, el inmovilismo, que no acepta la democracia. Y un denominador que una las tendencias y que quiere, dentro del respeto a las normas de la Constitución democrática, una sociedad moderna liberal avanzada como lo son las del Occidente europeo y una economía de mercado que se apoye en la libre iniciativa, en el derecho a la propiedad privada y en el sistema de expectativa para el empresario y de pleno empleo para el trabajador.

¿Cómo y a quiénes debe extenderse este llamamiento? A cuantos grupos políticos ocupen el espacio a que una tal actitud se dirige. Y con el punto de partida de respetar plenamente su identidad propia, articulando su trabajo en forma de autónoma integración. Puede haber varias grandes formaciones o sectores en la iniciativa. Uno más progresista y liberal, situado a la izquierda. Otro en el centro. Un tercero más hacia la derecha. Cada cual recogería su clientela electoral afluyente en dirección a un mismo caudal mayoritario.

En ocasión del reciente episodio electoral se ha hecho gran hincapié, por parte de los perdedores, en el absentismo de los votantes, explicando que son habitualmente los votos de la derecha y de] centro los que, por desidia o falta de ideales, se quedan en casa en vez de cumplir con, sus deberes cívicos. Y ello no hace sino añadir más argumentos a lo antedicho. Pues solamente con una movilización integral de esas masas reticentes podra lograrse la victoria en unas elecciones generales o municipales futuras. Pero ¿qué produce esa indiferencia de los que el 15 de junio dieron seis mi llones de votos a la UCD? ¿No es ello precisamente la prueba del desencanto, de ia decepción su frida por la «singular manera de gobernar» de este año último? ¿Cómo, si no es lanzándose a una convocatoria general que esti mule a la opinión y le ofrezca una real alternativa de gobierno para los años próximos se puede lograr superar la difícil prueba de unos comicios sobre un adversario formidable? En el partido del Gobierno hay como una fascinación extraña hacia la izquierda colectivista que paraliza su acción. Parecería, a veces, como si un secreto fatalismo les empujara a pensar que el triunfo socialista resultara inevitable en un próxi mo futuro.

Sería imperdonable que alguien entendiese estas palabras mías como un simple ejercicio de crítica hacia la Unión de Centro Democrático, por no haberlas yo clarificado lo suficiente. Mi punto de vista es que en ese gran entendimiento que ha de surgir de la dinámica de la unidad de los sectores no colectivistas del panorama político, la presencia de ese electorado -decepcionado o no- y la de los grupos parlamentarios y de sus personalidades resultará indispensable para una estrategia que conduzca al éxito definitivo. El clamor general de lo que ahora se llama las bases pide unidad. Por eso llamamos a todos los que piensan corno nosotros, sean jóvenes o viejos y pertenezcan a este o aquel estamento social. Sería un acto de insensatez imperdonable que una opinión, cuya mayoría numérica es contraría al colectivismo, se dejara arrebatar el Gobierno en unas elecciones generales por no haber querido o no haber sabido traducirla en mayoría parlamentaria.

José María de Areilza (accionista de EL PAÍS y presidente del partido Acción Ciudadana Liberal)

24 Agosto 1978

La otra alternativa

Antonio de Senillosa

Leer
Se ha dicho que no llegaríamos a constituir una fuerza coherente por culpa del exceso de protagonismo de nuestros integrantes. Es curioso que precisamente lo afirmen quienes han hecho del culto a la personalidad; de la necia exaltación individual; del atosigamiento cotidiano televisivo; de un retrato y un poster, en suma, los únicos componentes doctrinales de una política incoherente (por la UCD de Suárez)

ACL tiene, obvio es decirlo, una identidad política e ideológica a la que, desde luego, no está dispuesta a renunciar. Se sitúa en una línea democrática y liberal, en tina sociedad abierta de diálogo y participación, pero no entendiendo el diálogo como la habilidad en desenfundar la pistola con mayor rapidez que los demás ni tampoco como una constante claudicación ni, mucho menos, tolerando que la participación consista en perseguir a la fuerza pública a pedradas, a tiros o con cockteles molotov. Cree ACL en una economía de mercado y libre iniciativa, sin agresiones a los empresarios ni huecas demagogias que a estas alturas a nadie debieran engañar ya. Y cree ACL -y, desde luego, también el Partido Popular de Cataluña, que es la -versión catalana y autónoma de ACL- en una economía de mercado y libre iniciativa por ser la única que puede conducirnos, hoy, a la estabilidad y al relanzamiento de la actividad económica.

Pero el respeto a nuestra propia identidad no nos hace desconocer la situación real del país y el deseo de una gran parte de la opinión de conseguir una estrategia conjunta de cuantos partidos, grupos y personas independientes se hallan situadas en este gran espectro, para nosotros mayoritario, que limita, por un lado, con el colectivismo y, por el otro, con los nostálgicos del totalitarismo. ACL ha invitado públicamente -y reiteramos una vez más ese llamamiento- a todos los partidos y personas afines a establecer contactos y trazar una estrategia electoral de largo alcance. No hablamos de fusión, ni de confusión, ni de división. Hablamos de acuerdos y de entendimiento, de coaliciones y confederaciones electorales, tan amplias, eso sí, como sean necesarias.

Muchos grupos, entre ellos dos muy relevantes [Alianza Popular y Partido Demócrata Progresista], han iniciado ya con nosotros las primeras conversaciones exploratorias. Las negociaciones siguen adelante con buen pulso y ritmo firme y con una gran voluntad de concordia por parte de todos. Evidentemente, se nos han hecho todo género de objeciones y críticas, que aceptamos por supuesto con toda comprensión. Pero no podemos, por el narcisismo de conservar intacta nuestra propia historia personal o por dejarnos llevar por protagonismos o personalismos estériles, enemigos tradicionales de la unidad en el campo no marxista, no podemos olvidar los intereses generales de España. En este orden de cosas y a nivel particular, sacrificaremos cuanto sea preciso para conseguir los acuerdos que creamos necesarios, pero no estamos dispuestos a renunciar, en cambio, a los principios morales y a las líneas ideológicas que consideramos fundamentales. Aceptar las razones del adversario, aunque éste se niegue sistemáticamente a aceptar las nuestras, es una actitud ética y admirable, pero en política conduce inevitablemente al desastre.

Se ha dicho que la nueva mayoría no llegaría a constituir una fuerza coherente por culpa del exceso de protagonismo de sus integrantes. Es curioso que precisamente lo afirmen quienes han hecho del culto a la personalidad; de la necia exaltación individual; del atosigamiento cotidiano televisivo; de un retrato y un poster, en suma, los únicos componentes doctrinales de una política incoherente, de una no-política. Porque el poder, al fin y al cabo, no es más que la herramienta de la política.

A pesar de que esas voces carecen de credibilidad, pues sus propietarios son quienes intentan compensar el vacío de sus palabras y el desierto de sus ideas con sonrisas, abrazos, apretones de manos retorcidos, palmaditas en la espalda o dossiers, amenazas y calumnias; aún así, repetiremos que los hombres de ACL y del PP de C estamos dispuestos, para servir a este llamamiento a la unidad en torno a los grandes objetivos que brotan de la conciencia nacional española con carácter perentorio y angustioso, estamos prestos, insistimos, a ser simples soldados de filas con tal de que el empeño y el propósito respondan al interés general de la comunidad y no sirvan tan sólo de soporte a las apetencias, el oportunismo o el irresistible deseo de eternizarse en el poder.

Antonio de Senillosa (accionista de EL PAÍS y Vicepresidente de Acción Ciudadana Liberal)