11 noviembre 1977
ABC y EL ALCÁZAR acusaron al programa de haber atentado contra la neutralidad de la cadena pública
La arenga izquierdista de Luis Pastor desde TVE desemboca en la destitución de Rafael Ansón como Director General de RTVE
Hechos
- El 11.11.1976 TVE emitió el programa ‘Yo Canto’ dedicado a D. Luis Pastor.
- El 18.11.1976 D. Rafael Ansón fue relevado como Director General de RTVE.
Lecturas
Rafael Ansón Oliart era director de RTVE desde julio de 1976.
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Ante la escalada de tensión el Sr. Rafael Ansón Oliart presentó su dimisión que fue aceptada por el Gobierno que lo reemplazó por D. Fernando Arias Salgado.
11 Noviembre 1977
Una ofensa al honor ciudadano
Muchos españoles sintieron, anoche, náuseas ante el insólito espectáculo ofrecido por un cantante cuyas veladas alusiones a un Jefe de Estado, que fue ejemplo de servicio a su pueblo y llevó a España a unas cortes que hacen figurar su mandato entre las páginas más brillantes en nuestra Historia, constituyeron un desafuero que, sea cual fueren las ideas políticas de cada cual, merece la repulsa de todo ciudadano honor.
Si la Televisión Española cree contribuir con tal zafiedad al espíritu de reconciliación, está totalmente equivocada. El respeto hacia los demás, y el que debe inspirar la memoria de los muertos, máxime cuando han dado a su patria tantos motivos de orgullo nacional, constituye un mínimo exigible a quienes dirigen los medios de comunicación social. No hay disculpa alguna para ofender a un buen número de españoles que respetan un tiempo y una memoria, ni cabe pensar que, quienes disientan de los planteamientos políticos vigentes durante la etapa en que el Caudillo rigió nuestros destinos, sean tan mezquinos – salvo en casos excepcionales como el del cantante en cuestión y el de quienes han tolerado su ‘desahogo’ – como para dar por bueno el deprimente show de anoche.
13 Noviembre 1977
Intolerable, irresponsable
Tanto queremos expresar en estas líneas nuestro estupor de directos espectadores, como ofrecer el testimonio de las numerosísimas muestras de justificada indignación nacional ante la prueba de tan grave y concreta irresponsabilidad ofrecida en la noche del pasado viernes por Televisión Española. Nos referimos, como nuestros lectores habrán advertido ya, al programa ‘Yo Canto’, ofrecido inmediatamente después del espacio tan popular y de tan masiva audiencia como es el ‘Un, Dos, Tres’.
Consideramos inadmisible de todo punto lo ocurrido: algo que si no disuena de las abundantes muestras de marxistización ofrecida por TV, agrava el problema hasta límites intolerables. Quizá no quepa fórmula y planteamientos más atinados que los de la noche del viernes para el lanzamiento, desde el órgano de masas más importantes de que dispone el Estado, de un ataque tan demoledor contra el sentir de la mayoría nacional, que legitimó con sus votos al actual Gobierno, y contra los propios valores, símbolos e instituciones cuya defensa y tutela es la primera y más alta obligación del propio Estado.
Acaso lo de menos fuera la irritante intimidación moral y política contenida y desarrollada en las canciones. Lo demás, lo definitivamente grave, es la irrepetible irresponsabilidad de TV, al ofrecer un programa presentado como musical – con lo que se burló la buena fe de los espectadores – y resuelto como mitin político. Como descarada arenga revolucionaria. Y como ataque directísimo a la Corona.
Los espectadores pudieron quedarse pasmados al ver ondear, haciendo la coreografía del espectáculo musical anunciado, no sólo banderas rojas – que al cabo representan a partidos marxistas leninistas legalizados – sino banderas tricolores, republicanas, cuya exhibición en actos de su propio partido por militantes del PSOE ha valido a éstos sanciones disciplinarias e incluso expulsiones.
¿Sería mucho pedir a TV, monopolio del Estado, un respeto a los símbolos nacionales similar al exigido para sus militantes por un partido de tradición republicana?
Nos estremece de preocupación y nos Indigna que lo ilegal y lo ilegítimo sea promovido por el propio Estado, a través del antidemocrático monopolio de la televisión.
Lo ocurrido es intolerable.
14 Noviembre 1977
San Lenin al alcance de los niños.
Hace unos días, en una entrevista publicada en un colega madrileño, Santiago Carrillo, con la desfachatez triunfalista que le caracteriza – justificada por la realidad política, que todo hay que decirlo – afirmaba que su partido, el Partido Comunista, era en estos momentos el partido político más fuerte de España, al margen de que contara con una veintena de diputados, por la sencilla razón de que dominaba los medios de comunicación social. Tal vez sea síntoma de la verdad de tal afirmación el hecho de que la frase apenas ha sido comentada en los medios en cuestión, bien porque se la juzgaba pretenciosamente irrelevante, bien porque esa realidad fuera tan rotunda que su primera manifestación sea la del silencio establecido en torno a ella.
Como para confirmarlo, RTVE ofreció el viernes lo que ya hemos calificado de ‘muestrario curioso de telemarxismo de urgencia’, aunque no abandonara el tedio habitual que la caracteriza. Además de la relevancia informativa concedida a la constitución de la Asociación de Amigos de la URSS – presentada como apolítica y sin carácter oficial, aunque asistiera al acto el Embajador soviético en Madrid, que fue convenientemente entrevistado y confirmó el carácter cuasiprivado de la asociación de marras, aunque no aclarara que, si así fuera, qué pintaba él en la reunión – hasta la actuación embanderada en rojo de un cantante charlatán y amenazador, que nos prometió la muerte a los que no compartiéramos sus tópicos puntos de vista, salvo que nos adelantásemos por nuestra cuenta en sus asesinos deseos.
Sin embargo, con todo y lo que de síntoma pueda haber en lo referido, hubo otro número que en cualquier democracia exigiría una inmediata intervención democrática en la programación de RTVE, toda vez que cabe achacarlo al autoritarismo vigente a través del horterismo político más abyecto. Es una emisión infantil que se viene perfilando como de catequesis marxista para pioneros obligatorios, ofrecieron a los niños españoles una biografía de Lenin, convertido en San Vladimiro Lenin, mártir de la revolución y apóstol de la dictadura del santo proletario. Construida hagiográficamente, la biografía de Lenin se emparejaba con la de San Luis Gonzaga, la de San Francisco de Asís y la de Santa Juana de Arco. ¿A quién hay que recurrir para evitar estos atropellos impunes de la mentalidad infantil? No, por supuesto, al Ministerio de Educación y Ciencia que acaba de erradicar la asignatura que pudiera constituir una defensa frente a tales vandalismos, si bien no sería arriesgado suponer que la eliminación de esa disciplina se haya realizado para sustituirla por otra que esté ahora iniciando sus caminos televisivos. No al Ministerio de Cultura, que ha amparado y cobijado la barbaridad. ¿Acaso al Congreso de los Diputados? ¿Pero sabemos siquiera que el Pacto de La Moncloa no incluye, precisamente, este capítulo y entonces apaga y vámonos? ¿Tendrá algo que decir, al respecto, la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social, o lo considerará cuestión política y decidirá su neutralidad?
Pues que tome nota, porque inmediatamente después de esa narración de las virtudes de San Vladimiro Lenin, se planteó un coloquio entre chavales en torno al tema de la muerte y el más allá, en que si los críos respondieron con convicción y con fe en Dios se prolongó lo suficiente como para que se contradijeran dialécticamente y sembrar la duda metódica en torno al tema en los telespectadores coetáneos. Tales maniobras no tienen secretos para los técnicos en agit-prop. Y, desde luego, en este caso no se trataba de cuestiones políticas.
Mientras tanto, el tedio se consumía en el acostumbrado bla-bla-bla gubernamental, tendente a mantenerse y medrar en el machito.
Cabe preguntarse hasta cuanto seguiremos – todos los españoles – consintiendo cosas así. ¿Qué cimas habrá de alcanzar la agresión de los ciudadanos para que seamos capaces de decir ‘¡basta!’?
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25 Noviembre 1977
Caza de Brujas de RTVE
Los abajo firmantes, directores-realizadores de TVE, ante la actitud adoptada por los periódicos EL ALCÁZAR y ABC en sus editoriales de los días 12 y 13 de los corrientes, respectivamente, que han promovido dentro de nuestra empresa una nueva serie de acciones inquisitoriales e incontroladas, declaramos lo siguiente:Haciéndose portavoces de las «numerosísimas muestras de justificada indignación nacional», juzgan de irresponsable e intolerable la actitud de RTVE al emitir el viernes, día 11, el programa «Yo canto», dedicado a Luis Pastor. Nos resulta curioso, cuando menos, la facilidad que tiene ese determinado sector de la prensa para recabar con tal celeridad un testimonio tan mayoritario que le permite la utilización de un superlativo tan amplio como «numerosísimas». A nosotros -que trabajamos en el medio informativo de mayor difusión- ya nos gustaría obtener con tanta facilidad el eco de nuestro trabajo; para condenarlo o alabarlo. Nuestra experiencia nos señala una enorme dificultad para contactar de manera inmediata y real con la opinión de los espectadores. Envidiamos, pues, la suerte que esos órganos de opinión tienen en la comunicación «verdadera» con el público, porque ello les ha de « servir, evidentemente, para su perfeccionamiento profesional, su certera orientación y su plena realización. Algo de lo que nosotros, tristemente, carecemos.
Se acusa a renglón seguido a RTVE de «abundantes muestras de marxisitización», lo que suponemos que es simplemente un mal chiste. So pena que el editorialista padezca tina enfermedad visual tan grave que le lleve a confundir al pequeño Marco con Lenin, al inspector MacMillan con Engels y al profesor Sanchezstein con Carlos Marx. Lo que a toda luces parece evidente es que, en relación al tanto por ciento que los partidos marxistas tienen en el Parlamento gracias al consenso popular, el espacio que RTVE les dedica no es en absoluto «abundante», sino insólitamente mínimo.
Hay, además, en la argumentación de los editorialistas una muy sui generis interpretación del hecho democrático al confundir, como sinórtimos, los conceptos de mayoría y totalidad. Al parecer, que exista una mayoría de votos orientados en un sentido significa la no existencia o condena de los demás. iCómo sino se puede hacer «un ataque demoledor contra el sentir de la mayoría nacional»!… Ya se sabe: la democracia significa, al parecer, que el que gana unas elecciones, unifica, uniforma a la totalidad. Quién ha ganado en las umas puede hablar, el resto debe ser silencio. Si no es esta filosofía, ¿cuál creen los editorialistas que es la de un Estado totalitario? En base a esta inefable concepción de la democracia, no sólo RTVE, sino el propio Gobierno está actuando de manera intolerable e irresponsable, dado que continuamente hace gala de estar promoviendo el cambio democrático. Pero llegamos al objeto concreto de la irritación de los columnistas: el programa sobre Luis Pastor. «… lo definitivamente grave es la irrepetible irresponsabilidad de TV al ofrecer un programa presentado como musical -con lo que burló la buena fe de los espectadores- y resultó un mitin político. Como descarada arenga revolucionaria. Y como ataque directísimo a la Corona.»
Vayamos por partes: ¿Quién ha sido engañado? Los recitales de Luis Pastor están autorizados, sus discos se venden, y no poco. Hay un gran sector del público que esperaba «ese» Luis Pastor. Quien no lo conocía pudo hacerlo a través del programa. No se anunció a Julio Iglesias o a Karina, se anunció a Luis Pastor; y él canta y es así. ¿Dónde está la burla? ¿Que sus canciones son políticas? ¡Pues claro! ¿Y qué? ¿Todas las canciones tienen que hablar exclusivamente de pañuelos tirados
al río, o amores que se olvidaron como flores de un vaso en cada esquina? Un artista debe expresar lo que siente, no lo que alguien quiera que exprese. Claro, que como «coreografía del espectáculo musical» había banderas rojas y alguna tricolor! El articulista debía saber que la mayor parte del programa se rodó en un mitin del PSP durante la campaña electoral. Y esas banderas estaban allí, y por cierto, que no fueron utilizadas por el realizador de manera especial, preponderante o fundamental. ¿Es eso «un ataque directísimo» a alguien o a algo? En ese caso, ¿qué tienen que decir los españoles que a lo largo de más de cuarenta años se sienten molestos al tener que soportar otros símbolos e imágenes no gratos para ellos? La cuestión es bien clara: la convivencia civilizada, la democracia, consiste en el respeto a todo. Tan simple como eso. Exhibir unos símbolos no es atacar. Atacar conlleva en sí mismo una actitud violenta. Y, desde luego, ninguna violencia hubo en el programa que nos ocupa. Utilizar instituciones tan respetables como la Corona, de manera frívola y usando una vieja y grandilocuente retórica, como telón de fondo y pretexto para solapar las rabietas personales, no es un comportamiento digno. Es cuando menos, mezquino y peligroso. Un solo punto «nos estremece de preocupación y nos indigna», al igual que a nuestros editorialistas, «que lo ilegal y lo ilegítimo sea promovido por el propio Estado, a través del antidemocrático monopolio de la televisión». Porque nosotros, profesionales del medio, lo hemos venido padeciendo desde siempre. Y aseguramos que esa aspiración de que RTVE sea un organismo controlado democráticamente, es nuestra de manera fundamental. Queremos y exigimos la defensa de cada uno de los profesionales de RTVE, de su trabajo, sin que el ataque o la crítica de un sector de la opinión repercuta frustrante y a veces irremediablemente en nuestra profesión. Queremos y exigimos que actitudes como las de El Alcázar y ABC sobre el programa «Yo canto» no determinen a quienes ostentan el Poder a actitudes inquisitoriales e incontroladas, de caza de brujas, de supresión de programas o de petición de cabezas responsables, sin más. Queremos y exigimos que el control democrático se ejerza ya mismo. Y aseguramos que las centrales sindicales y los movimientos de opinión independientes en RTVE lucharán por defenderse de actitudes despóticas, impidiendo que su empresa se convierta en campo de Agramante de manipulaciones soterradas. Porque para nosotros eso es lo legal y lo legítimo. Nos preocupa que el recién nombrado Consejo Rector esté compuesto en su mitad por representantes del Gobierno y que un 30% del resto lo ocupen representantes de UCD -habida cuenta de que UCD y Gobierno es lo mismo-, y para nada se haya contado con los profesionales de RTVE en cuanto tales. Nos preocupa sufrir una televisión gubernamental y no verdaderamente nacional. Nos preocupa, en fin, que el nuevo Consejo Rector no vaya a ser sino una junta más de las que hemos venido padeciendo hasta la fecha, y que no han hecho sino pellizcar el deteriorado presupuesto de RTVE. Y para terminar, lamentamos que sectores de opinión ideológicamente diferentes a EL ALCÁZAR y ABC, que habitualmente exigen a RTVE un contenido distinto en su programación al de épocas pasadas, no sean capaces de romper una lanza en favor de aquellos que intentan llevar a cabo, precisamente, lo que ellos desean. Es una incoherencia incomprensible y peligrosa que puede acarreamos a los profesionales de RTVE, a todos los espectadores, una situación de estancamiento y aun de retroceso.
Firman el manifiesto: D. Antonio Giménez-Rico, Dña. Pilar Miró, D. Luis Sánchez Enciso, D. Alfonso ungria, D. J. García Dueñas, D. Carlos Serrano, D. Juan Mediavilla y D. Pedro Amalio López.
El Análisis
Rafael Ansón Oliart había logrado una potente alineación en un telediario en un equipo en el que los editores tenían más autonomía que nunca. La nueva España democrática debía garantizar la libertad de expresión, pero a la vez debía construir instituciones sólidas, y eso incluía respetar los espacios políticos donde las intervenciones políticas fueran equilibradas. Luis Pastor podría haber hecho su arenga en un programa político en el que también se invitara artistas que tuvieran ideas contrapuestas a las suyas. Pero la realidad es que Pastor hizo su arenga en un espacio musical de entretenimiento, sin que hubiera ningún tipo de réplica y en la que se atacaba a las instituciones desde la televisión pública.
Si había un momento en que hacer eso era algo delicado era en la TVE de 1977 que debía velar por representar a todas las sensibilidades de los Españoles. Flaco favor hizo Pastor con su alegato y Ansón al permitir su emisión, no supuso ningún avance democrático y si dio armas a los sectores derechistas en su convencimiento de que la televisión pública s estaba convirtiendo en un «nido de rojos». Es una lástima que TVE no tuviera la picardia de responder a las críticas llevando a ‘Yo Canto’ a un aristas que tuviera una posición antagónica a la de Pastor y en lugar de esto optara por pedir cabezas. Una constante en la historia de TVE.
J. F. Lamata