25 junio 1983

El diario del Grupo PRISA aireó las irregularidades de la auditoría de la agencia pública cuando el director de ABC ocupaba la presidencia (gobernando la UCD)

Guerra entre EL PAÍS y el ABC por la auditoría de EFE: Anson denuncia que es una campaña del Gobierno y Cebrián en su contra

Hechos

  • Las informaciones del diario EL PAÍS – dirigido por D. Juan Luis Cebrián – sobre la auditoría a las cuentas de la Agencia EFE durante la etapa en que la dirigió el Sr. Anson  – director del periódico ABC , su principal competidor- llevaron a este a denunciar que se trataba de una campaña.

Lecturas

Desde la llegada de Anson Oliart a la dirección del periódico ABC se había apreciado en el diario de Prensa Española un interés en polemizar contra el periódico El País, que en poco tiempo había logrado el liderazgo bajo la dirección de Cebrián Echarri. Pero el periódico de PRISA ha demostrado que también sabe responder. El día 24 de junio de 1983 el conflicto se convirtió en un enfrentamiento formal entre ambas empresas periodísticas, y personal entre los dos directores.

Anson_Efe

El diario El País dedicó ese día una página completa a airear de manera negativa la auditoría de la agencia Efe durante la etapa en la que la había presidido Luis María Anson Oliart, la persona que ahora dirigía a su competidor ABC: “Una auditoría sobre la agencia Efe descubre pérdidas de 1.100 millones de pesetas” y, acompañado con una gran fotografía de Anson Oliart, un relieve tipográfico que PRISA no había usado contra Anson Oliart durante su enfrentamiento con el presidente de Efe en el período 1980-1982. Ese mismo día, 24 de junio de 1983, el periódico de Prensa Española difundía una información sobre la auditoría de Efe, pero con una lectura antagónica “La auditoría de Efe, sin un problema de fondo”. La nota de Prensa Española no señalaba a Javier Pradera Cortázar como culpable de aquel texto, dado que en esta ocasión no era un editorial, sino directamente al director Juan Luis Cebrián Echarri, del que aseguraban que era quien había ordenado «que se airearan todos los aspectos negativos que pueda tener la auditoría de la Agencia Efe».

El 25 de junio de 1983, ABC publicaba un editorial directo contra PRISA, El País y su director Juan Luis Cebrián Echarri titulado “El País contra ABC600, asegurando que atacaban a Anson Oliart para amordazar al diario de Prensa Española. A El País le acusaban de estar al servicio del Gobierno, y a Juan Luis Cebrián Echarri de ser un ex franquista. Usando como argumento que había sido director de los Servicios Informativos de RTVE con Pío Cabanillas Gallas en 1974. Era el mismo argumento usado contra Cebrián Echarri durante el Gobierno de UCD por parte de El Alcázar, El Imparcial, Pueblo o La Calle. De nuevo, El País se limitó a publicar el ataque en su sección “Revista de Prensa” el 26 de junio de 1983 sin hacer ningún tipo de puntualización ni réplica. Pero 24 horas después, en su número del día 27 de junio de 1983, El País publicaba un nuevo editorial602 aireando la auditoría de Efe y contra la concentración de poderes que mantuvo Luis María Anson Oliart entre 1976 y 1983. El día 28 de junio el ABC publicaba el editorial “El País manipula de nuevo”. Reiteraba que, a juicio de Prensa Española, El País solo buscaba perjudicar a ABC e insistía en el supuesto pasado franquista de Cebrián a raíz de su trabajo en la RTVE de Juan José Rosón Pérez.

El 29 de junio, El País publicaba una nueva información en su página de sociedad a la cuestión: “El Patrimonio del Estado y el INI no aprobaron la gestión social de Efe en 1982”. Aquella cadena de informaciones causó una respuesta de ABC aún más contundente que un editorial. El día 30 de junio de 1983, ABC publicaba toda una “Tercera” firmada por Luis María Anson Oliart –su primera “Tercera” desde que era director del periódico– y titulada “Yo denuncio”, rememorando a Émile Zola, en la que reiteraba la idea ya expresada por el periódico de que airear la auditoría de Efe era una maniobra para perjudicar a ABC y que detrás de ella estaba, no PRISA, sino el Gobierno de socialista, aunque Anson Oliart responsabilizaba a PRISA y a Cebrián Echarri de respaldar esa supuesta operación del PSOE en su contra. En su artículo, el director de ABC se refiere a El País como «un diario pro marxista, cuyo director tiene un turbio pasado que lavar de bien retribuidos servicios a la dictadura».

Al día siguiente el DIARIO16 de D. Pedro J. Ramírez era el primero en burlarse de esa ‘tercera’. Reproducía en parte a su texto, pero lo titulaba con clara intención de mofa: “El paladín de occidente denuncia una campaña marxista”.

El diario EL PAÍS no haría ninguna referencia al tema del ‘Yo acuso’ hasta el 11 de diciembre, cuando se publicaría una breve nota firmada por D. Enrique Ríos Pozo donde se hacía constar que a pesar de que el Sr. Anson se declarara un ‘perseguido político’, seis meses después de su ‘Tercera’ él seguía en su puesto sin que nadie le hubiera tocado.

27 Junio 1983

Una auditoría sobre la agencia EFE descubre perdidas de 1.100 millones de pesetas

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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Los interventores de Hacienda encargados de realizar la auditoría de la agencia Efe, de mayoría estatal, han concluido la recogida de datos y están a punto de entregar al Gobierno el informe definitivo. De las conclusiones de la auditoría pueden desprenderse, según fuentes solventes, unas pérdidas acumuladas, aunque legalmente enmascaradas hasta ahora, de 1.100 millones de pesetas. Otras fuentes, próximas al actual consejo de administración de la agencia oficial, han confirmado la inquietud producida por el descubrimiento de la situación financiera heredada, a la que califican de «insostenible y de práctica suspensión de pagos».

Entre las decisiones que llaman la atención de especialistas financieros que han tenido acceso a los datos destacan las adoptadas por el anterior presidente y director general de EFE, Luis María Ansón (actual director de ABC de Madrid), en el sentido de desviar los recursos asignados a inversiones para mejoras tecnológicas hacia la compra de edificios en el extranjero (Santiago de Chile, Roma, Caracas, Buenos Aires, Washington, etc.) y otros gastos considerados como «boato innecesario». Igualmente ha sorprendido la aplicación de subvenciones oficiales de capital a resultados, con lo que se enjugaban contablemente las pérdidas, una incorrección financiera que se había convertido en práctica heterodoxa habitual en las peores empresas públicas», a juicio de especialistas del Instituto Nacional de Industria, propietario de un tercio del capital de Efe. El saneamiento financiero de Efe exigiría, según uno de sus directivos, «la financiación de las pérdidas acumuladas por valor de 1.100 millones de pesetas, de las pérdidas del ejercicio actual por más de 400 millones, de las inversiones a realizar este año por casi 700 millones y la suscripción del capital pendiente por 99 millones de pesetas».

En un balance provisional realizado por los sucesores de Luis María Ansón, a 31 de diciembre de 1982, aparece, dentro de un activo de 2.787 millones de pesetas, un inmovilizado de 2.101 millones. En el pasivo, con un capital social de 701 millones de pesetas, afloran con signo negativo unas pérdidas de ejercicios anteriores por 1.108 millones y 447 millones previstas para este año. La «solvencia neta» de la agencia Efe queda cifrada en sólo 314 millones de pesetas y las deudas a corto plazo suman 2.340 millones, mientras que las deudas a medio y largo plazo suponen 80 millones.

La mayoría de los créditos lo son a corto o cortísimo plazo lo que viene a agravar el agobio financiero de la empresa, y casi todos ellos, a excepción una pequeña cantidad procedente del Banco Exterior de España, son concedidos habitualmente por la banca privada, a cuyas arcas va a parar obligadamente una buena parte de las subvenciones recibidas por Efe de los caudales públicos. Y lo más sorprendente para las citadas fuentes es que se han estado financiando en los últimos años las inversiones a largo plazo con créditos a corto.

Especialistas financieros consultados han confirmado que, en base a este balance provisional, la situación patrimonial de Efe exigiría la aplicación del artículo 99 de la ley de Sociedades Anónimas, utilizado para realizar las operaciones de ajuste financiero conocidas como «acordeón» y que consisten en la reducción del capital y la posterior ampliación del mismo.

Dada la situación patrimonial en que ha quedado Efe, el Estado, que posee los dos tercios de las acciones, ha perdido ya una buena parte del capital invertido. La reducción del capital de acuerdo con la legislación vigente sería del orden de 250 millones de pesetas y la ampliación de capital que los directivos actuales de Efe van suplicando por los despachos oficiales parece rozar los 1.500 millones de pesetas.

Además de los interventores del Ministerio de Hacienda, que iniciaron su investigación el pasado mes de febrero y prometieron entregar sus conclusiones durante este mes de junio, el Tribunal de Cuentas está realizando otra auditoría que estará terminada para final de este año, y la firma privada de consultingArthur Young también está concluyendo su informe sobre la gestión de la agencia Efe.

La gravedad del capítulo financiero, según una de estas fuentes, sólo parece ser superada por el capítulo de gastos de personal. La nómina ha sido considerada como desproporcionada, al alcanzar los gastos de personal de 1982 unos 2.100 millones de pesetas, mientras que los ingresos por el contrato de servicios con el Estado ascendieron a 1.800 millones. Durante el último año de Luis María Ansón como presidente-director general de Efe, estos gastos tuvieron un incremento de 500 millones de pesetas con respecto a 1981.

Auditores han señalado «los poderes excesivos concentrados en la persona del presidente-director general para la contratación de personal y para la asignacíón discrecional de complementos e incentivos» como una de las causas del abultado coste de personal, que supone cerca del 60% de los gastos totales.

La media salarial de Efe es de 2,8 millones de pesetas al año, y el número de empleados ha pasado de 381 en septiembre de 1976, fecha en que accedió a la presidencia y dirección general Luis María Ansón, a 761 en octubre de 1982, fecha de su cese.

Luis María Ansón, consultado por este periódico, declaro: «No deseo hacer la menor declaración a EL PAÍS, periódico que deforma casi sistemática manipula las informaciones».

25 Junio 1983

EL PAÍS contra ABC

ABC (Director: Luis María Anson)

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Desde que comenzó la nueva etapa de ABC en febrero pasado, el diario EL PAÍS emprendió una campaña en ocasiones directa y en ocasiones indirecta contra este periódico, campaña que ha encontrado la adecuada réplica en nuestras páginas. Para erosionar a ABC, EL PAÍS se coloca unas veces al dictado del Gobierno y otras al servicio de eljanas consignas, aparte de la actitud ya antigua de su director contra Luis María Anson. Como denunciamos ayer, EL PAÍS continúa con su campaña, ahora con motivo de una auditoría en la afencia EFE, que el diario de Cebrián manipula desvergonzadamente cuando le consta la realidad: después de cuatro meses de investigación exhaustiva, ordenada por el Gobierno, pero se ha demostrado que hasta el último gasto está justificado. Pero EL PAÍS no trata de aclara nada sobre la agencia EFE. Toma como pretexto la gestión del señor Anson en ella para intentar hacer daño a ABC. Esa es la clave de la cuestión.

Juan Luis Cebrián tiene que lavar un problemático pasado y un explícito entusiasmo franquista, lo que le ha conducido a actitudes crispadas en su nuevo fervor ‘progresista’. Hace unos días, en un programa radiofónico de gran audiencia le hicieron esta pregunta, todavía sin respuesta: ‘Usted fue director de los Servicios Informativos de Televisión en tiempos de Franco. En aquella época se enviaban cámaras camufladas a las reuniones del Partido Comunista en el extranjero y las filmaciones se entregaban a la Policía para que ésta detuviese a los asistentes al regresar a España’. Seguramente el señor Cebrián, que cobró el más alto sueldo de Televisión de la época y cuya gestión en esa dirección habría que auditar; tendrá respuesta adecuada a esa pregunta. Pues debería darla.

27 Junio 1983

Quién paga el boato

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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Las primeras informaciones, todavía parciales e incompletas, sobre la auditoría iniciada el pasado mes de febrero por interventores de Hacienda para analizar las cuentas de la agencia EFE, empresa en la que el Estado es el accionista mayoritario, suministran datos nada sorprendentes, aunque inquietantes, acerca de la manera en que fue gestionada la compañía durante el mandato de UCD. En una conferencia de prensa celebrada pocos días después de su investidura, el presidente del Gobierno denunció la fórmula empleada por el anterior presidente y director general de la agencia para autodespedirse indemnizándose con casi 10 millones de pesetas. Ahora, la auditoría menciona la existencia de unas pérdidas reales, contablemente enmascaradas mediante procedimientos diversos, que superan los 1.000 millones de pesetas.Los interventores señalan que una parte de los recursos asignados a mejoras tecnológicas de la agencia fue desviada para otros menesteres, entre ellos boatos innecesarios -¿quizá una agencia de noticias ha menester de boatos necesarios?- y la adquisición de edificios señoriales en el extranjero como sede de la agencia, símbolos de una idea megalómana de la representación exterior de este país. Pero ya señalan los auditores que lo de EFE no es excepción, sino norma común, cuando dicen que la incorrección de aplicar a la cuenta de resultados, a fin de encubrir las pérdidas del ejercicio, subvenciones destinadas a integrar el capital es una heterodoxa práctica habitual «en las peores empresas públicas». Del informe se desprende, por último, que el endeudamiento a corto plazo de la agencia con la banca privada transfería a los prestamistas, a través del pago de elevados gastos financieros, parte de las subvenciones estatales recibidas.

La despreocupación por la rentabilidad de una empresa pública es en buena parte consecuencia de la inexistencia de riesgos de suspensión de pagos o quiebra y de la seguridad de que las pérdidas serán sufragadas, antes o después, de una forma o de otra, por los contribuyentes. Claro que también en el sector público hay administradores honestos y cuidadosos. Las facilidades que las empresas estatales ofrecen para el despilfarro sólo son aprovechadas por los más avisados. La aberrante doctrina según la cual el concepto de pérdidas es inapropiado para las empresas estatales y la existencia de beneficios no es un criterio para juzgar la eficacia de su gestión eleva, por así decirlo, a nivel programático el desprecio que tienen estos malos administradores hacia el dinero de los contribuyentes.

Los directivos de una empresa privada tienen como mecanismos de control la vigilancia del consejo de administración y de la junta de accionistas, el acicate de la competencia, las inspecciones estatales y, con frecuencia, auditorías profesionales que garantizan el buen hacer de esos ejecutivos. Las cauciones en las empresas públicas no han sido precisamente similares durante los Gobiernos de Suárez y Calvo Sotelo, por lo que se ve. Cualquier consejo de administración que se precie vigilará el boato de un presidente que pierde 1.000 millones y se endeuda por 2.400 más. Vigilará también los aumentos mastodónticos de las plantillas, tantas veces fruto, en la Administración pública, del clientelismo político. Durante la transición ha habido, por lo visto, familias enteras dedicadas a mostrar su generosidad con el dinero del vecino, en la seguridad de que nadie pediría cuentas. Ahora, por fin, se piden. Las auditorías no buscan conductas delictivas, sino que analizan estados contables. Una auditoría puede sacar a la luz comportamientos incursos en el Código Penal, en cuyo caso corresponde pasar el correspondiente tanto de culpa a los tribunales. Sin embargo, los directivos de empresas públicas que se llevan él dinero a su casa o que realizan negocios ilegales amparándose en su cargo son mucho menos frecuentes que aquellos otros que, sin cometer delitos, abusan de los poderes recibidos y utilizan los fondos públicos para objetivos ajenos a los fines estatutarios. Un gasto sin justificar puede dar lugar a una acción penal, pero hay gastos justificados,reflejados en recibos y facturas debidamente cumplimentados, cuyo contenidoresulta a veces moralmente injustificable. La desfachatez a la hora de inflar la nómina, el pago de sobreprecios por servicios o colaboraciones, el desorbitado aumento de las remuneraciones de los empleados a fin de premiar a los amigos o de neutralizar a los descontentos, las compras inmobiliarias o de mobiliario caprichosas y el despilfarro en boato innecesario (almuerzos, fiestas, homenajes, guateques) han sido frecuentes en las empresas públicas españolas. Los ciudadanos han tenido así que sufragar con sus impuestos el desvarío medieval de esos directivos pródigos. Por todo ello, es de esperar que el Gobierno dé cumplida cuenta del resultado final de la auditoría sobre la agencia EFE y tome las medidas necesarias, aún pendientes, para que no continúe la concentración de poder en una empresa de este género en manos de una figura tan atípica como la de presidente-director general.

28 Junio 1983

EL PAÍS manipula de nuevo

ABC (Director: Luis María Anson)

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Continúa EL PAÍS su obsesiva campaña contra ABC con un editorial en el que llega a criticar, para agredir al director de este periódico, hasta las cenas del a agencia EFE, a cuya legendaria austeridad se le califica de boato. Lo que EL PAÍS, a pesar de su desvergonzada manipulación, ya no niega, recogiendo velas con apresuramiento, es que, según la exhaustiva auditoría realizada, hasta el último gasto está justificado. Pero hablar de EFE es una trampa. Es el pretexto que en esta ocasión utiliza EL PAÍS para polemizar indirectamente con ABC y erosionar unas posiciones liberales firmemente mantenidas por este periódico frente al aburrido marxismo del diario de Cebrián. Y, de paso, para eludir otros espinosos asuntos.

Porque EL PAÍS no contesta a esta cuestión publicada en nuestro número del sábado: Juan Luis Cebrián tiene que lavar un problemático pasado y un explícito entusiasmo franquista, lo que le ha conducido a actitudes crispadas en su nuevo fervor ‘progresista’. Hace unos días, en un programa radiofónico de gran audiencia le hicieron esta pregunta, todavía sin respuesta: ‘Usted fue director de los Servicios Informativos de Televisión en tiempos de Franco. En aquella época se enviaban cámaras camufladas a las reuniones del Partido Comunista en el extranjero y las filmaciones se entregaban a la Policía para que ésta detuviese a los asistentes al regresar a España’. Seguramente el señor Cebrián, que cobró el más alto sueldo de Televisión de la época y cuya gestión en esa dirección habría que auditar; tendrá respuesta adecuada a esa pregunta. Pues debería darla.

30 Junio 1983

YO DENUNCIO

Luis María Anson

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"La auditoría se ha filtrado a través de un diario pro marxista, cuyo director tiene un turbio pasado de servicios bien retribuídos a la dictadura"

Tras doscientos días largos de Gobierno, los socialistas acortan apresuradamente las velas del utopismo electoral. Es una actitud pragmática, encabezada por Felipe González, a quien han enseñado en Washington donde están los duros almacenes del Poder. No quiero sumarme a los que consideran catastrófica la gestión socialista. Todavía es pronto para un juicio responsable y en todo caso no me alegra el fracaso del socialismo moderado. Por el contrario, me preocupa. Y me alarma. Entre otras razones porque hasta 1986 la alternativa al actual socialismo moderado no es el liberalismo conservador, sino el socialismo radical, que podría abrir un proceso revolucionario y terminar con el entero sistema constitucional. Por eso la crítica al Gobierno, a mi manera de ver, debe salvar la moderación. La cosa no es fácil. Hay que explicar a la opinión los fallos de los ministros razonables, con cuidado de con contribuir a derribarles en beneficio de los exaltados que acechan.

El socialismo ha acertado, sin duda, en algunas medidas económicas realistas y en la rectificación de su acción exterior. Su error mayor tal vez haya sido la política de información, calcada de la que hacía el movimiento Nacional. El PSOE se ha adueñado de la radio y la televisión y las ha convertido, salvo algún programa aislado en órganos de propaganda socialista. El PSOE maneja los periódicos del Estado como antes, a través de consignas, sin otra resistencia que la que pueda hacer algún director heroico. Merodea además en torno a varias emisoras privadas y muy pronto sabremos por quién doblan las antenas. Se esfuerza, finalmente para penetrar en los diarios independientes y ocupar las últimas trincheras. Voy a desvelar una punta de los procedimientos que emplean.

Como muchos lectores saben, he presidido durante seis años la agencia EFE. Ningún mérito tengo en la gestión. Un espléndido equipo profesional la convirtió en ese periodo en una de las grandes empresas periodísticas internacionales con una expansión que hizo declarar al vicepresidente de Upi: ‘Nuestro más importante competidor en Iberoamérica es EFE’. El ministerio de Hacienda nombró además en 1977 para cuestiones administrativas un gerente y un equipo gestor, con tanto acierto que en ninguna de las dos auditorías a las que anualmente se somete la agencia, ni en la que ha ordenado el Gobierno socialista, se ha encontrado un gasto sin justificar.

Pues bien: desde que me hice cargo de la dirección de este periódico he recibido muy diversos mensajes directo o indirecto y todos con la misma amenaza; ‘ ABC transforma su línea crítica hacia el socialismo o te enfrentarás con un escándalo a través de la auditoría de Haciendo o la del Tribunal de Cuentas’. Tantos y tan precisos fueron esos mensajes que un día me dirigía a Eduardo Sotillos para preguntarle si era verdad que el presidente González había ordenado mi persecución a través de una auditoría. El portavoz del Gobierno lo desmintió  y, naturalmente, yo le creí. Y sigo creyendo en la no intervención del presidente. Antes y después de mi conversación con Sotillos continué haciendo mi trabajo profesional sin una sola concesión al miedo, entregado al espíritu de este periódico liberal, de este periódico generoso para señalar siempre el mérito allí donde se encuentra; de este periódico moderado, aunque enérgico, para criticar los errores allí donde los advierte.

Ahora, a la vista de la campaña que se ha orquestado, yo denuncia ante la opinión pública que la auditoría de EFE (y dejo a salvo la admirable profesionalidad de los auditores) no se ha puesto en marcha para aclarar nada en la agencia, donde todo estaba limpio y transparente, sino para coaccionarme a mí en mi trabajo profesional, lo que muchos entenderán como un atentado contra la libertad de expresión.

Yo denuncio que es auditoría, que es una mera maniobra política, se ha filtrado sesgada y manipulada a través de un diario pro marxista, cuyo director tiene un turbio pasado que lavar de bien retribuidos servicios a la dictadura y está siempre presto a calumniar al compañero.

Yo denuncio que se trata de un procedimiento de terrorismo intelectual de amedrentarme y silenciar la moderada crítica que hace ABC de la política socialista.

Yo denuncio que está en marcha una planificada campaña para depurar a los escritores y profesionales del periodismo que no aceptan las nuevas mordazas.

Yo denuncio que en la Prensa, en la radio, en la televisión y en las agencias se amenaza a muchos de mis compañeros con el silencio, el escándalo o el paro.

Yo denuncio que se proyecta por algunos la creación de las brigadas negras para acosar en sus declaraciones de renta a escritores, periodistas y empresarios de Prensa, que no se muestren dóciles. Pero este plan se frustará ante la rectitud profesional de los inspectores y los demás funcionarios de Hacienda.

Yo denuncio que la libertad de expresión conquistada después de tantos años de esfuerzos y sacrificios, se necuentra en grave peligro y que para atemorizar a los disidentes se levantan otra vez sobre los cielo de la información de España, las águilas negras del totalitarismo.

Yo denuncio, en fin, la gran farsa de los que se rasgan las vergüenzas, denuncio tanta comedia, tanta manipulación, tanta ética y tanta monserga de los que están impregnando a los medios de comunicación que controlan con más corrupción que nunca, con más atropellos, más nepotismo, más trampas y más abusos de los que jamás se habían producido en la turbia historia de nuestro periodismo. Y hago las debidas excepciones porque las hay.

Nada de todo esto lo digo ahora, porque los prevaricadores o los antiguos fascistas traten de arañarme. Aunque soy bien reacio a las autocitas, hace año y medio, el 15 de enero de 1982, en estas mismas columnas de ABC publicó un artículo titulado ‘Terrorismo Intelectual’ que terminaba así: ‘Sé muy bien a lo que me expongo cuando escribo artículos como éste. Lo sé desde hace mucho tiempo, porque desde hace mucho tiempo los escribo. Sé que soy, ahora más que nunca, una voz a callar, una pluma a silenciar, un enemigo a batir. Y los marxistas no se paran en barras cuando se invade lo que consideran terreno conquistado en el mundo de la información y la cultura. Sé que me expongo a ataques escándalos, coacciones, descalificaciones, violencia. No me tengo por un héroe, bien lo sabe Dios. Pero luché veinticinco años contra el régimen de Franco, en favor de la Monarquía de todos, y estoy dispuesto a pelear otros veinticinco años, si la Providencia me da fuerzas, contra el terrorismo intelectual y la dictadura del miedo. Ni me van a empavorecer ni me van a callar. No pienso descabalgar de mis ideas por mucho que ladren los perros del terror’.

Aquí estoy, pues. En la misma casa en la que fui tantas veces perseguido por la dictadura. Dispuesto a defender lo que la empresa ha encomendado a mi trabajo profesional, sin caer genuglexo bajo el rebenque socialista. Y como Maeztu a veces no tenía razón y ser en ocasiones no es defenderse, sino atacar, escribo estas líneas para alertar a la opinión pública sobre la política actual en materia de información. Con un grupo de profesionales vamos a denunciar, además, ante los organismos internacionales, los métodos de presión, de coacción y de amenaza que se están utilizando hoy en España con los periodistas.

No quisiera, sin embargo, que este artículo contribuyera a reblandecer la musculatura política del socialismo moderado. Sólo si este triunfa sobre el radical se consolidará en Europa la Monarquía democrática. Por eso todavía no pierdo la esperanza de que los socialistas razonables se impongan a los totalitarios y consigan establecer el juego limpio en los medios de comunicación social. La libertad sin miedos ni amenazas para que podamos ejercer esta profesión en beneficio de todos abrirá nuevos caminos de esperanza, porque no todo es vengativo en España, sino, por el contario, hay razones para el optimismo y los horizontes despejados.

Luis María Anson

11 Diciembre 1983

La imitación de Zola por Anson

Enrique Rïos Pozo

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Luís María Ansón queriendo imitar -aunque pésimamente- a Emilio Zola escribió hace unos meses un artículo titulado Yo Denuncio. En él, aludía a siete supuestos mensajes recibidos para que el diario ABC dulcificara sus críticas al socialismo. Pues bien: han pasado esos meses, él sigue en las mismas y no le ha pasado nada. Antes, el 15 de enero de 1982, ya escribió otro artículo que terminaba diciendo: «Sé muy bien, en fin, a lo que me expongo cuando escribo artículos como éste» ¿A qué se exponía Ansón, al martirio, a la tortura?. Porque ha transcurrido año y medio desde aquel otro escrito y él sigue escribiendo, por lo que se ve, con la misma libertad de siempre, y «su voz no ha sido acallada, su pluma no ha sido silenciada y tampoco ha sido enemigo a batir» como decía con su personalísima prosa en el otro artículo.

ABC, que era conservador cuando mandaba en el diario el cardenal Segura, desde hace un año está en la linea de EL ALCÁZAR, y Ansón continúa en lo suyo.

Lo que pasa es que aquí a todo aquel a quien se le hace una auditoría parece que tiene derecho a decir que hay una campaña judoeomasónica-roja-fascista montada contra él.

El Análisis

Juan Luis Cebrián se enfrenta a una nueva acusación: 'franquista'

JF Lamata

Llegados al año 1983, D. Juan Luis Cebrián, como el periodista más importante – es decir, el más poderoso – de España, ya había tenido que aguantar multitud de ataques y basureos varios, pero aún no se había tenido que enfrentar a que alguien le sacara los colores por su pasado.

Las acusaciones clásicas de ser ‘un periodista marxista’, un extremista de izquierdas y cosas así, daban pie a una nueva acusación: la de había sido un antiguo franquista, puesto que fue director de informativos de TVE en el primer Gobierno Arias Navarro. «Juan Luis Cebrián tiene que lavar un problemático pasado y un explícito entusiasmo franquista, lo que le ha conducido a actitudes crispadas en su nuevo fervor ‘progresista’», explica el Sr. Anson, que además saca a pasear la teoría de que la TVE cebrianista trabajaba para los servicios policiales del franquismo.

Al Sr. Cebrián más le valía prepararse, porque esa acusación iba a tener que soportarla durante años de todo aquel que quisiera meterse con él.

J. F. Lamata