Éxito del concurso ‘La Casa de Tu Vida’ (TELECINCO) ganado por la pareja Juanma-David y desata la popularidad de Mónica ‘La virgen’

Aunque parezca inverosímil quedan restos de amor en la mansión del bricolaje (La casa de tu vida, Tele 5). Después de haber visto el furor de las peleas que allí han ocurrido, el mal rollo, los insultos, las tanganas que entre los bricolagistas han explosionado, asistir a la boda de David y Juanma ha sido un alivio. Esta páreja homosexual —guerrera corno pocas cuando se enfrentaban al italiano Savalti—quizá ha hecho una ceremonia bufa. Quizá un poco cursi, la verdad, al verles a ambos con el ramito de novia, o floripondio, circulando. Pero no se les puede negar cariño. Besándose tiernamente se han jurado amor, respeto, fidelidad, buen rollo, ‘y no nominarse hasta que la audiencia os expulse’, según palabras del oficiante del acto, otro habitante de la casa llamado Nabor, miembro suponemos que en excedencia del muy ilustre cuerpo de carteros de Terrassa. No obstante la alegría reinante, jurarse amor hasta que la audiencia les separe no sólo es una fórmula civilmente heterodoxa, también como espectáculo tiene un punto inquietante. La audiencia, apretando simplemente los botoncitos del móvil, puede ir practicando el perverso juego de votar a uno de ellos, y lograr, a distancia, separarles.

Aquella Mónica tremenda y dominanta que en La casa de tu vi da trataba a su novio David como si fuera un perrito amaestrado, acaba de operarse el frontis y la cara. Y ha escogido ‘Salsa Rosa’ (T-5) para enseñarnos cómo ha quedado. El programa le ha sacado un buen partido a esta performance. Mantuvieron a David sentado en el plato mucho rato, nervioso, comiéndose las uñas, haciendo la pamema -muy bien interpretada, »•»’ Mónica, antes y después de la cirugía plástica (Salsa rosa, T-5). por cierto- de que estaba como un flan esperando ver la nueva imagen de su amada. Y a nosotros en casa, aun importándonos un bledo la operación plástica de Mónica, llegaron a contagiamos por osmosis inversa, o sea, por el mismo principio de la física que usan las plantas desalinizadoras del agua del mar. Y así quedamos la madrugada de ayer: chupados en la butaca, totalmente desalados, sosos a más no poder, y pasmados. Hombre, hay que reconocer que Mónica no ha quedado estéticamente mal. Dijo David al verla, muy ilusionado: «¡Por fin la veo sonreír!». Y ella, corroborando la apreciación de su dócil pollastre, añadió: «El cambio en mi vida también es interior: ¡ahora ya puedo reír!». Y acto seguido pasó a dar repetidas gracias, y mucha publicidad, al médico que la ha operado. Cabe advertir sobre este cirujano que, tiempo atrás (por ejemplo en las distintas Crónicas marcianas) vimos alguna señora que no reía, sino que lloraba, y le denunciaba por las carnicerías perpetradas. Ésta vez parece que ha acertado. Lo celebramos. Pero aquí lo inquietante es saber cómo se tomará esta transmutación el padre de Mónica, el beato don Rufino, cristiano viejo y partidario siempre de dejar las cosas como el Señor las ha creado. ¡Ah!, recomendamos a don Rufino que no piense en el retocado exterior, sino en el hermoso cambio espiritual. La niña ríe como nunca había reído antes. O sea, seguirá arreándole al manso David, pero al menos lo hará con una permanente sonrisa en los labios.

–

La hija de don Rufino, aquella que era conocida en l a casa de tu vida como Mónica la virgen, ha salido en En Antena (A-3TV) para contar las secuelas que le han quedado de la cirugía estética facial que se hizo tiempo atrás. Primero confesó que se había operado porque ya no la llamaban de los programas de la tele. O sea, creyó que haciéndose una cara nueva volvería a entrar en el circuito televisivo. Y, luego, nos advirtió de la fatal se cuela que le ha sobrevenido. Di jo: «No siento la cabeza. He perdido la sensibilidad». ¡Ah!, recomendamos a Mónica que siga so metiéndose a la cirugía. Cuando consiga que su corazón también se vuelva insensible, tendrá garantizado un sitio fijo en el circo.