27 febrero 1981

EL ALCÁZAR arremete contra Fraga por manifestarse junto a los líderes socialistas y comunistas, mientras que DIARIO16 le apoya

Los líderes políticos se unen en una gran manifestación conjunta a favor de la democracia tras el 23-F liderada por Fraga y Carrillo

Hechos

El 27.02.1981 se celebró una manifestación de líderes políticos en defensa de la democracia.

Lecturas

ANTES DE LA MANIFESTACIÓN EL REY JUAN CARLOS SE REUNIÓ CON LOS LÍDERES POLÍTICAS PARA DAR IMAGEN DE UNIDAD

ReyconTodostras23F Tras el intento de Golpe de Estado del 23-F, el Rey Don Juan Carlos I se reunió públicamente con el todavía presidente en funciones D. Adolfo Suárez y los principales líderes políticos nacionales: D. Santiago Carrillo (Secretario General del PCE), D. Agustín Rodríguez Sahagún (presidente de UCD), D. Felipe González (Secretario General del PSOE) y D. Manuel Fraga (presidente de AP), para dar una imagen de apoyo a la democracia y el parlamentarismo como forma de hacer política.

LA CABEZA DE LA MANIFESTACIÓN

En la cabeza del a manifestación estaban el presidente y el secretario general de UCD, D. Agustín Rodríguez Sahagún y D. Rafael Calvo Ortega, el secretario general del PSOE, D. Felipe González, el presidente y el secretario general de Alianza Popular, D. Manuel Fraga y D. Jorge Verstrynge y los líderes sindicales D. Marcelino Camacho (CCOO) y D. Nicolás Redondo (UGT).

 

ROSA MARÍA MATEO LEE EL MANIFIESTO A FAVOR DE LA DEMOCRACIA

RosaMariaMateo La periodista de TVE, Dña. Rosa María Mateo fue la encargada de poner fin a la manifestación leyendo públicamente un manifiesto en favor de la democracia.

EL DIARIO FRANQUISTA EL ALCÁZAR EXIGE A FRAGA QUE SI QUIERE ESTAR JUNTO A COMUNISTAS: «PIDA PERDÓN POR HABER OCUPADO CARGOS EN LA DICTADURA»

Para el diario EL ALCÁZAR dirigido por D. Antonio Izquierdo, la presencia del presidente de Alianza Popular manifestándose junto a los líderes del PSOE y el PCE o el sindicato CCOO era una contradicción a su trayectoria, por lo que retaban al Sr. Fraga a que si de verdad se arrepentía de los cargos que había ocupado debía entonces pedir perdón a sus ‘nuevos amigos’ políticos.

Por contra el periódico DIARIO16 dirigido por Pedro J. Ramírez, el medio que más había atacado en lo político y en lo personal al Sr. Fraga Iribarne, salió en su defensa y pidió el cierre de EL ALCÁZAR.

28 Febrero 1981

La gran ausente

Antonio Izquierdo

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Ruego a Manuel Fraga Iribarne que pida público perdón a los ciudadanos por haber sido, en gran parte, servidor y protagonista de ella; por haber pertenecido a unos gobiernos que mantuvieron en la cárcel, según todos los indicios, a los comunistas, a los miembros de Comisiones Obreras a los separatistas… ¡Vamos, al Consenso en Pleno!

Está claro que la Libertad, la Democracia y la Constitución tienen muchos valedores, cuya presencia brilló en un portentoso abanico abierto desde la derecha (Fraga Iribarne) a la izquierda (Santiago Carrillo). Creo que el triunfo de la Libertad, de la Democracia y de la Constitución debe servir, como poco, ¡y ua es mucho! Para que cada cual diga con franqueza lo que es y todos sepamos donde está: ni la izquierda, ni la derecha, ni el centro contaron jamás con mi devoción. La explosión popular de ayer fue el renacimiento del Consenso: la izquierda, en el mando; el centro, en el Gobierno, y la derecha, o sea, Fraga Iribarne, en la convenga – de ocupar la poltrona. ¡Hay vocaciones que matan!

La manifestación cuyos datos numéricos me parecen escuetamente un abuso de la información (estoy especializado en cálculo de multitudes y particularmente en lo que se refiere al ámbito urbano de Madrid) la protagonizó la izquierda, la aceptó ¡qué remedio!, el centro y la caricatura correspondió al bueno de Fraga, en compañía de Marcelino Camacho. Todos coincidían en una cosa: ir contra la dictadura. En ello coincido yo también, por lo que respetuosamente ruego a Manuel Fraga Iribarne que pida público perdón a los ciudadanos por haber sido, en gran parte, servidor y protagonista de ella; por haber pertenecido a unos gobiernos que mantuvieron en la cárcel, según todos los indicios, a los comunistas, a los miembros de Comisiones Obreras a los separatistas… ¡Vamos, al Consenso en Pleno! Que explique si le obligaron a ser Secretario General del Instituto de Cultura Hispánica; Secretario General Técnico del Ministerio de Educación Nacional; Subdirector del Instituto de Estudios Políticos de FET y de las JONS; Consejero Nacional del Movimiento y Procurador en Cortes; Director del Instituto de Estudios Políticos de FET y de las JONS; Ministro de Información y Turismo, y Embajador del Caudillo en Inglaterra. No lo hará por dos razones: una porque él sabe que no sirvió en una dictadura, sino en un sistema orgánico, presidido por un hombre magnánimo llamado Francisco Franco, con el que pudieron ser todo lo que fueron Fraga Iribarne o Joaquín Ruiz Giménez, y catedráticos de la Universidad del Estado, de la Universidad de la Dictadura, los señores Tierno Galván, Tovar, Laín o Tamames… ¡Y tantos otros! Resulta conmovedor comprobar cómo un solo hombre, el Teniente Coronel don Antonio Tejero, ha hecho el milagro de esta reencarnación, que parecía gloriosamente fenecida tras la caída de Adolfo Suárez, su inventor.

Bien: ya tenemos Consenso Plenario y ya tenemos, tras el susto y el sofocón de los señores parlamentarios, Libertad, Constitución y Democracia. Lo que traducido a un lenguaje vulgar, puede suponer que seguiremos sin tener a España, que estaremos pendientes del nacimiento definitivo de las dieciséis nacionalidades que nos amagan, que el paro alcanzará los dos millones, que se multiplicará el número de empresas en ruina, que los ‘presuntos’ etarras mantendrán retenido al señor Suñer, del que nunca más se supo, y a los señores cónsules de tres países amigos, que las centrales sindicales volverán a colapsar a su antojo la vida pública, social y econóica mediante la movilización de huelgas y de piquetes, puesto al servicio lo uno y lo otro, de los intereses de partido, que la inestabilidad ciudadana se mantendrá y cada cual verá de cuidar a sus familiares femeninos para que nos sufran el acoso brutal de la barbarie…. Lamento que mi experiencia democrática no dé para más. Nací, casi, bajo el mandato de Francisco Franco y durante toda mi vida no conocí otro sistema. Las democracias mediterráneas me parecieron inestables, he contemplado, con admiración, la inglesa, y de la dictadura, no tengo más referencia a mano que el juicio que merecen las que se producen en los países donde triunfa la ideología del ochenta por ciento de los hombres que presidían la manifestación junto a la comparsa de UCD y la trágica y cómica soledad de Fraga: la ideología socialista o comunista; la ideología marxista, en suma. De esta dictadura sí quiero librarme. Otra no he conocido, por fortuna.

Nada más, salvo una cosa: está claro que la Libertad, la Democracia y la Constitución tienen muchos valedores en el Estado de las Autonomías, en que vino a dar nuestras patria. ¿Y España? ¿qué valedores tiene? Quienes estén dispuestos a manifestarse en su defensa, que cuenten conmigo. Los sistemas pasan, los políticos se olvidan… Sólo los individuos o las individualidades que hacen ejercicio de su hombría de bien y en su honradez, por encima de modas o corrientes, permanecen intactos en el corazón de los pueblos. Yo anoche me manifesté silenciosamente, sin otra bandera que la que llevo prendida en el alfiler e de mi corbata, en el nombre de esa España a la que nadie invocó entre tantas y tantas multitudes airadas y vociferantes.

Antonio Izquierdo

28 Febrero 1981

El rompeolas de las Españas

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián Echarri)

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LA MOVILIZACION ciudadana de Madrid, que ha desbordado cualquier previsión y ha roto todos los termómetros conocidos para registrar la asistencia de manifestantes y el calor popular, ha sorprendido incluso a sus convocantes y organizadores. El mítico millón que la propaganda oficial solía regalar generosamente, infringiendo las normas del sentido común y los cálculos de superficie y cubicación reales de la plaza de Oriente, a las concentraciones franquistas, siempre multiplicadas por diez, se ha convertido en un agregado real de hombres y mujeres, de ancianos, adultos y jóvenes, de trabajadores, profesionales, empleados, estudiantes, amas de casa y empresarios, de militantes de izquierda y votantes de derecha, todos ellos unidos para la defensa de la libertad, de la democracia y de la Constitución y contra la cobarde agresión al Parlamento de un pelotón faccioso de hombres armados que ocultaban su condición de terroristas bajo uniforme militar, y la traición al Rey de tres generales que abusaron de su nombre y de su amistad.La cifra de ciudadanos movilizados por la convocatoria de los partidos del arco constitucional -desde Alianza Popular al Partido Comunista, pasando por UCD y PSOE- no debería sorprender a nadie. Al fin y al cabo, los cuatro partidos reunieron en las últimas elecciones legislativas en la provincia madrileña cerca de dos millones de sufragios. Aunque los extremistas de derecha y de izquierda tiendan a despojar de su valor sustantivo al sufragio libre y secreto, mediante el que cada ciudadano manifiesta a solas, reflexivamente y sin coacción, sus preferencias políticas, los defensores de las instituciones democráticas saben que el acto individual del voto constituye la clave de arco del sistema pluralista y del régimen de libertades. Sin embargo, también es cierto que los demócratas suelen mostrar resistencias a salir a la calle para manifestar con su presencia y afrontando riesgos una voluntad sobradamente registrada en las urnas, a diferencia de los grupúsculos, partidos o coaliciones que -como Fuerza Nueva, en la derecha, y Herri Batasuna, en la izquierda- piensan que el mejor destino de las urnas es el de ser rotas y que la fuerza de las armas y la contundencia de los golpes son las comadronas de la historia. Por esa razón, la impresionante respuesta a la convocatoria de una ciudadanía que habitualmente expresa sus opciones políticas sólo mediante el sufragio pone de relieve hasta qué punto el insolente desafío a la Constitución de los golpistas, la brutalidad del secuestro de los representantes de la soberanía popular y del Gobierno legítimo de la nación por un pelotón faccioso, la agresión tabernaria de varios hombres armados contra la noble figura del teniente general Guitiérrez Mellado y la zafiedad verbal y gestual de los asaltantes al palacio del Congreso han conmovido a la opinión pública y han lanzado a la calle a los demócratas a esa ruptura de los hábitos tranquilos de la ciudadanía, tan poco propensa a afrontar las inclemencias del tiempo y a correr el riesgo de una provocación armada. Ha contribuido también poderosamente esa ruin historia de deslealtad al Rey protagonizada por hombres que, como el teniente general Milans del Bosch y el general Armada, figuras tristes de un drama shakespeariano de dobleces, protestaban de su respeto personal y de su fidelidad política a don Juan Carlos.

A las calles de Madrid se lanzaron ayer por la tarde los descendientes de aquellos hombres y mujeres que en un otoño de hace más de cuatro décadas ganaron para su ciudad el título de capital de la gloria. Pero también acudieron a la cita ciudadanos y ciudadanas de las clases acomodadas que votan opciones políticas conservadoras o de centro derecha. En este sentido, la jornada de ayer tuvo una doble significación histórica, ya que la manifestación millonaria supuso el reencuentro de los trabajadores con su debilitada voluntad de lucha por las libertades y contra la dictadura y la aparición, tal vez por vez primera en nuestro país, de una derecha a la vez conservadora y constitucional.

Excepto algunas provocaciones aisladas, lanzadas desde la ultraderecha frustrada y derrotada, y desde los grupúsculos de extrema izquierda, la gigantesca movilización se desarrolló en un admirable clima de serenidad, firmeza y madurez. Su columna vertebral fue la afirmación de la libertad, la democracia y la Constitución frente a quienes intentan destruirlas, la manifestación de quienes aman la vida frente a quienes rinden culto a la muerte, de quienes defienden las libertades concretas frente a quienes se proponen aniquilarlas en nombre de abstracciones totalitarias, de quienes luchan por la felicidad frente a quienes son incapaces de alcanzarla porque sólo anida en su alma la desolación, la frustración personal y la violencia.

Las noticias que llegan del resto de las capitales del país confirman el vigor y la extensión de la protesta ciudadana contra los golpistas y de la voluntad popular de luchar por la libertad, la democracia y la Constitución. Las cifras de manifestantes de Valencia, tan impresionantes como las de Madrid en términos proporcionales, muestran que el rechazo al golpe de Estado ha tenido mayor fuerza emocional precisamente en las dos ciudades que sirvieron de escenario a las acciones sediciosas. Tiempo habrá, en cualquier caso, para volver sobre esta movilización de España entera y para seguir reflexionando sobre su significación histórica y política. Baste por hoy con subrayar que Madrid volvió a ser ayer el rompeolas de todas las Españas.

02 Marzo 1981

Sobre la dimensión política de Fraga

Pedro J. Ramírez

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Fraga ha demostrado con los hechos que - en contra de lo que hayamos podido escribir en alguna ocasión - su talante autoritario no ha asfixiado sus convicciones democráticas.

Las palabras más duras de mi artículo de hace siete días fueron dedicadas al líder de Alianza Popular por haber hurtado su apoyo a un programa tan asimilable para él como el diseñado por Calvo Sotelo. Aún hoy podría alegarse que la intentona no habría tenido lugar si Calvo Sotelo hubiera alcanzado la investidura a la primera y que Fraga es responsable de esta prolongación de la interinidad en la que se inscribió el golpe. También podría decirse, sin embargo – y conste que yo no  opino así – que Tejero, Milans y Armada no habrían dispuesto de coartada política para la rebelión, si se hubiesen atendido a tiempo las vesperales denuncias del líder conservador.

Más allá de estas disquisiciones, Fraga ha demostrado con los hechos que – en contra de lo que hayamos podido escribir en alguna ocasión – su talante autoritario no ha asfixiado sus convicciones democráticas. Y no estoy elogiando su visceral enfrentamiento con los asaltantes del Parlamento – más entrañable que otra cosa – sino su inequívoca solidaridad con las restantes fuerzas mayoritarias a la hora de orquestar su respuesta.

Sabia que su actitud sería criticada con la vileza con que lo hizo el director de EL ALCÁZAR, pero no dudo – pese a ello – en caminar codo con codo con Marcelino Camacho en defensa de esa Constitución que él es partidario de reformar, pero en ningún caso de abolir. Su comportamiento contrasta – por otra parte – con el cínico silencio del único de los 350 diputados con ascendiente real sobre los golpistas.

Pedro J. Ramírez