19 noviembre 1975

Emilio Romero reprocha el listado y José Ortega que insinúe que Fraga controlará el futuro diario EL PAÍS

Luis Mª Anson publica en BLANCO Y NEGRO una lista de posibles presidentes una vez muera Franco

Hechos

En noviembre de 1975 la revista BLANCO Y NEGRO (de Prensa Española, la editora de ABC) dirigida por D. Luis María Anson, publicó un listado de ‘presidenciables’.

Lecturas

La revista Blanco y Negro dirigida por Luis María Anson Oliart publica un reportaje sobre las personas que pueden ocupar la Presidencia del Gobierno una vez haya fallecido el dictador Francisco Franco Bahamonde. Entre los nombres señalados están José María de Areilza Martínez de Rodas y Manuel Fraga Iribarne, del que se dice que ‘controlará’ el futuro diario El País de PRISA. El presidente de PRISA José Ortega Spottorno remitirá una carta a Blanco y Negro afirmando que Fraga Iribarne sólo es un accionista minoritario de PRISA. El reportaje sobre ‘presidenciables’ también será desaprobado por Emilio Romero Gómez en el diario Arriba.

Cuando todo España sabía que el dictador, el General Franco, iba a morir, se establecía la duda del ‘¿Después de Franco Qué?’. D. Juan Carlos de Borbón asumiría la Jefatura del Estado, ¿pero quién sería el presidente del Gobierno? ¿Seguiría siendo D. Carlos Arias Navarro? ¿Habría un nuevo presidente?

Para la revista de Prensa Española, BLANCO Y NEGRO, dirigida por D. Luis María Anson, había 13 ‘presidenciables’, que eran D. Carlos Arias Navarro, D. Alejandro Rodríguez de Valcárcel, D. Federico Silva, D. José María de Areilza, D. Antonio Barrera de Irimo, D. Joaquín Ruiz Giménez, Almirante Pita da Veiga, D. José Antonio Girón, D. Manuel Fraga Iribanre, D: José Solis Ruiz, D. Alejandro Fernández SOrdo, D. Torcuato Fernández Miranda y el General Manuel Díaz Alegría.

Aquel reportaje molestó a mucha gente. A los franquistas ortodoxos que no querían oír hablar nada del ‘Y después de Franco, qué…’ y el Jefe de la Prensa del Movimiento, D. Emilio Romero publicaría una réplica contra el Sr. Anson por considerar irresponsable aquella publicación en la portada del diario ARRIBA el 7 de de noviembre de 1975, lo que acredita la influencia de BLANCO Y NEGRO en ese momento y otros por considerarse excluidos (como D. Laureano López Rodó o D. Fernando Suárez).

Aquel listado pareció molestar al jefe de la Prensa del Movimiento, D. Emilio Romero, que criticó aquel listado en el diario ARRIBA. Por otro lado el presidente del Grupo PRISA (la editora que estaba preparando un nuevo periódico que se llamaría EL PAÍS), hizo público su malestar por la referencia a su periódico en la reseña que BLANCO Y NEGRO hizo del Sr. Fraga.

Fragmento del artículo ‘Los Presidenciables’ referido a D. Manuel Fraga:

Tiene equipo y buena imagen en las Fuerzas Armadas aunque últimamente esa imagen se haya deteriorado. Viene de Londres a por todas y sus partidarios, que son muy entusiastas, le apoyarán sin desanso, lo cual no es pequeña baza. Controla el diario EL PAÍS y puede montar una basta operación política en pocos días. No parece tener el apoyo incondicional de Fedisa y su nombre suscita vivas reacciones hostiles en varios sectores del régimen. (BLANCO Y NEGRO, 1.11.1975)

Es decir, que el periódico que se estaba presentando como el periódico más independiente de España, el primero de la nueva España post franquista, era presentado por el Sr. Anson como un periódico sometido al poder político, o al menos al poder de un político.

Por primera y única vez en su etapa como presidente de PRISA, D. José Ortega Spottorno mandó un comunicado de protesta pora quella nota con dos puntos claros.

  1. Manuel Fraga no controla ni parcial ni totalmente el diario EL PAÍS.
  2. Tampoco ejerce el mejor control sobre la sociedad. El grupo accionistas que pudieran considerarse encuadrados en el grupo de amigos políticos del señor Fraga representan una neta minoría, que ha actuado en todo momento con la mayor corrección y ha apoyado decididamente la necesidad de independencia del periódico.

Objetivamente lo dicho por el Sr. Ortega Spottorno era cierto. D. Manuel Fraga era accionista de EL PAÍS, pero sólo tenía 2 acciones de un total de 1.500. Sin duda moralmente era una figura potente. Y si consideramos como ‘los amigos del Sr. Fraga, a aquellos que habían estado vinculados a Godsa y similar, como el Sr. Milián, el Sr. Carpi, el Sr. Jiménez Torres, el Sr. Carpintero y el Sr. De Lorenzo, se quedarían en 400, una cantidad no muy diferente a la que tenían los partidarios del Conde de Motrico.

 

07 Noviembre 1975

POR LA CALLE DE EN MEDIO

Emilio Romero

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Modérese la revista BLANCO Y NEGRO – devuelta a la vida por Luis María Anson – y no nos vaya a ofrecer una docena de nombres. Sinceramente no estamos tan sobrados de ellos.

La revista BLANCO Y NEGRO resucitada y removida por Luis María Anson, ha tenido la misma tentación que tuve yo en mi libro ‘Cartas al Rey’ hacia una profecía de ‘presidenciables’. Lo mío, sin embargo, nada tenía que ver con situaciones de la actualidad que aconsejaban alguna especulación sobre este asunto: el Almirante Carrero no habría de cesar hasta 1978, y el libro aparecía unos días antes de su muerte en 1973. En realidad escribí aquello como un escarceo sobre personalidades políticas que reunían condicionales presidenciables respecto al futuro, y al objeto de identificar los ‘cabezas de serie’. El presidente que sucedería al asesinado Almirante Carrero – Carlos Arias – no figuraba en mi lista de presidenciables. Todo hizo suponer entonces que mis condiciones proféticas eran endebles. Pero sin ninguna disposición para la profecía – porque esto es asunto de Rafael de Lafuente – yo inscribía en el libro una lista de presidenciables para después de Franco; no con Franco. Con Franco habrían sido algunos de esos nombres y otros. Esta es la explicación. De todas maneras, la no inclusión de Carlos Arias para ese futuro lejano se debía a lo que podríamos llamar la carencia de ambiciones del Presidente para presidir una Nación. No se registraba un solo indicio de esa ambición. Había sido un espléndido Alcalde de Madrid, y el Caudillo lo llevó al Ministerio de la Gobernación en el primer Gabinete Carrero. Políticamente, Carlos Arias no ha sido un hombre agitado por la ambición. Pero en aquellos diez días históricos de diciembre de 1973, cuando Franco se vio obligado a dicidir, lo hizo en diferente onda de los cronistas políticos. Uno a uno, fuero cayendo en aquellos diez días los presidenciables sin Franco – que eran los de mi relación, y otros más – y empezaban a sonar solamente los presidenciables con Franco. Los finalistas fueron Nieto Antúnez y Carlos Arias. Pero la Historia es siempre la que muda. ¿Hay ahora alguna duda respecto a que el actual Presidente del Gobierno es también presidenciable sin Franco? Ninguna duda. Sin embargo, el entretenimiento de BLANCO Y NEGRO, es ahora especialmente temerario. No es, exactamente su presentación una relación de presidenciables, sino una colección de nombres, cuya mayor parte, podrían ser Presidentes. ¿Y por qué? BLANCO Y NEGRO no lo explica suficientemente; y en algún caso lo explica con tanta perversidad involuntaria, que con ese ‘curriculum’ algunos no serán Presidentes nunca. Y, además, la revista ha deslizado una cosa impropia del análisis político, como es usar la cortesía con alguno de los nombres, y esto es, verdaderamente, una sorprednente desorientación al lector. Las bromas políticas cuando se distribuyen, hay que poner un aterisco, y remitir la explicación al final del texto.

Pienso – sin perjuicio del éxito periodístico – que no es el momento ahora de enumerar presidenciables, sino de referirse únicamente al concepto de la persona presidenciable en estos instantes. Después cada cual debe hacer sus cábalas. ¿Cómo tiene que ser ahora mismo un presidenciable? En cuanto a las características políticas parece que ha de ser partidario de la evolución del Régimen hacia una democracia moderna, y que esta democracia no sea sólo ‘el parecido de Europa’, sino el ejemplo de lo que Europa debe establecer en materia democrática. Dicho así podría parecer una petulancia; pero no lo es; aconsejo a los europeístas de nombramiento, que lean un poco a los nuevos ideólogos europeos y se darán cuenta que la Europa que se nos recomienda está pasada. Estamos ante una expectación de tres democracias implicadas o enhebradas: una democracia política (las Asociaciones o los Partidos), una democracia social (los Sindicatos obreros y patronales en los organismos deliberantes y de decisión del país) y una democracia económica (la reforma de la empresa, por ser ésta una comunidad pactada o asociada de Capital y de Trabajo). Un programa nacional de esta profundidad es bastante más atractivo, y más serio, y más responsables, y más moderno, que la ‘portugalización’, que es una vieja reconstrucción para dos supervivientes que se detestan: el Socialismo y el Comunismo. Así no habrá posibilidad de un orden político y jurídico estable, sino un sistema de fuerzas en campaña.

Las características personales del presidenciable han de ser las de un hombre cuya capacidad de adaptación o de negociación, y su autoridad, no sean irreconciliables; es ese hombre que hace mezclar autoridad y libertad en su persona, y esto lo hace posible sin falsificación. Ni autoritarios disfrazados de liberales, que esa es nuestra producción nacional; ni liberales ‘a ver lo que pasa’, y luego cuando pasa se van a sus multinacionales.

 Y que tenga las mayores asistencias o crédito, tanto interiores como exteriores. Nos ha de gustar a nosotros, porque son cosas de nuestra incumbencia; y debe dar bien a los de fuera, porque no vivimos en un islote. Solamente en el supuesto de que no tuviéramos presidenciables que gustaran fuera, pues entonces no procedería otra recomendación a los de fuera de que cambiaran de gustos.

Las características que podríamos llamar sociales del Presidente son su independencia, su autonomía personal, su libertad de acción frente a todo linaje de ser vidumbres o coacciones, y cierto raciocinio inmaculado que no le haga prisionero de ningún oportunismo, puesto que ha de venir del pasado, con todos sus compromisos; y ha de asumir el futuro, con toda la capacidad necesaria de reforma, de evolución o de cambio.

Este traje podría ser el traje, o las características óptimas, del presidenciable. Y la verdad es – como ocurre siempre – que la Historia no proporciona tantos nombres como dice BLANCO Y NEGRO.

Y todavía queda un facotr nada desdeñable ne un momento especialmente original como es el del paso de un Régimen fundado y dirigido por Franco hacia una Monarquía que abre un nuevo período de la Historia. Entonces, a todas aquellas condiciones que debe tener un Presidente – y que han sido reseñadas – hay que añadir la de una clara suscitación de foncianzza al Rey para la operación de consolidar o vigorizar la restauración monárquica. Al Rey no le puede ocurrir ahora lo que a su abuelo con Maura, ni lo que a Alcalá Zamora con Gil Robles. Es una primera etapa de la Institución, después de casi medio siglo, el más alto gobernante debe tener dos vínculos de asistencia: la confianza de la nación y la confianza del Rey.

Esta consideración es extensible al Presidente de las Cortes – nada menos que Presidente del Consejo del Reino – cuyo titular termina su mandato en este mes, sin que ello quiera decir que no pueda ser elegido de nuevo. Constitucionalmente la reelección es viable. Señalo únicamente que es otra de las funciones necesitadas del doble vínculo de confianza o asistencia en estos momentos históricos. El Presidente de las Cortes no debe intranquilizar a la clase política, ni al Rey.

Al hilo de estas reflexiones, y puesto que ya me he referido en artículos anteriores al caso del Presidente del Gobierno – que está en pleno proyecto de Ley Orgánica – no es innecesario, sino oportunísimo, señalar el caso del Presidente de las Cortes. La elección de este alto cargo de la nación se efectúa mediante terna del Consejo del Reino, y el nombramiento corre a cargo del Jefe del Estado. El actual Jefe del Estado en funciones es el Príncipe Juan Carlos de Borbón, por razón del artículo 11 de la Ley Orgánica del Estado. La letra y el espíritu de ese artículo es que ‘asume las funciones’ del Jefe del Estado en caso de ausencia o enfermedad. La expiración del mandato del Presidente de las Cortes es inminente. ¿Cómo se va a hacer ahora este asunto? Sería muy provechoso oír a dos grandes personalidades del Régimen, y brillantes tratadistas de Derecho Político y Constitucional, como Torcuato Fernández Miranda y Jesús Fueyo Álvarez. En cualquier caso, y sin perjuicio del magisterio de la ciencia política, hay dos factores de indudable importancia: el artículo 11 d la Ley Orgánica, que acaba de ser aplicado, tiene palabras categóricas para quien suple, por razones de enfermedad, al Jefe del Estado, Generalísimo Franco: ‘Asumirá sus funciones’. No hay una sola restricción en este asunto. Asumirá todas las funciones. Y esto debe reseñarse lo antes posible, para evitar la polémica inútil. EL otro aspecto es puramente personal. La edad del Jefe del Estado, su grave enfermedad, hace probable que el nombrado Presidente de las Cortes, para un mandato de seis años, ejerza sus actividades en el Reinado de Don Juan Carlos de Borbón. El futuro Rey es mejor que tenga opinión ahora, que esté implicado. Siempre los mejores factores para una ‘operación continuidad’ serán los que hacer intervenir en las soluciones presentes a quien va a tener las grandes responsabilidades del futuro. Hemos empezado a andar ya por el futuro.

Comprendo que todos estos asuntos son delicados, pero la Prensa no puede estar ausente de ellos – y la Prensa institucional menos ausente que ninguna – cuando se traten con rectitud, y sin que intervengan otros factores que los únicamente referidos al deseo de que, por un lado, la Constitución no tenga intérpretes diversos, y que el tiempo sucesorio, en el que ya vivimos, tenga las menores dosis de confusión. No hay que dar una sola oportunidad a los pescadores de ríos revueltos. Por bajo de lo que está pasando se están viendo ya las caras y las caretas. Cuando estamos ya andando en terreno de futuro no hay que pararse, pero, al tiempo, habrá que detener a todas esas ‘marchas verdes’ que se organizan hacia el porvenir.

Estamos, por razón exclusiva de los plazos, en un tema perteneciente a la gran cuestión de los poderes. Es el tema del poder legislativo, que desplaza a su Presidente al Consejo del Reino a un poder Institucional, a la más cercana y trascendental proximidad al Monarca.

En los corrillos políticos, en las cábalas, en las conjeturas de interesados o de especulativos, el tema del Presidente de las Cortes, por razón de la expiración de su mandato, funciona con alto voltaje. ¿Hay también ‘presidenciables’ para las Cortes y el Consejo del Reino? Es probable que sí. Modérese entonces la revista BLANCO Y NEGRO – tan brillantemente devuelta a la vida por Luis María Anson – y no nos vaya a ofrecer una docena de nombres. Sinceramente no estamos tan sobrados de ellos. El Sáhara, que es asunto grave y hasta podría ser gravísimo, no debe impedirnos ver que nuestra procesión, la verdadera procesión va por dentro.

Emilio Romero

08 Noviembre 1975

FRAGA Y EL PAÍS

José Ortega Spottorno

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Manuel Fraga no controla ni parcial ni totalmente el diario en cuestión, sino que se limita a ser titular de dos acciones de las 1.500 que representan el capital social.

En el número 3.313 de BLANCO Y NEGRO de fecha 1 de noviembre de 1975, y en el artículo titulado: Los Presidenciables, se incluye una breve semblaza de don Manuel Fraga Iribarne, en la que se afirma textualmente que el Sr. Fraga ‘controla el diario EL PAÍS’.

Como presidente de la sociedad que editará próximamente ese periódico, debo aclarar una vez más:

1. Que don Manuel Fraga no controla ni parcial ni totalmente el diario en cuestión, sino que se limita a ser titular de dos acciones de las 1.500 que representan el capital social.

2. Tampoco ejerce el menor control sobre la soeciedad el grupo de amigos del señor Fraga que, como él, se integra entre los 400 accionistas de nuestra empresa. Por el contrario, los accionistas de EL PAÍS que pudieran considerarse encuadrados en el grupo de amigos políticos del señor Fraga representan una neta minoría, que ha actuado en todo momento con la mayor corrección y ha apoyado decididamente la necesidad de independencia de nuestro periódico.

José Ortega Spottorno

El Análisis

¿OFENDIENDO A LA INTELIGENCIA?

JF Lamata

Que BLANCO Y NEGRO sugiera 13 nombres para asumir la presidencia del Gobierno a la muerte del General Franco no merece más comentario más hayá de lo divertido de que el Sr. Anson no incluyera entre ellos a D. Adolfo Suárez, que sería quién se llevaría el cascabel al gato en 1976.

Del artículo de D. Emilio Romero merece la pena señalar que el periodista habla de BLANCO Y NEGRO como la revista ‘resucitada por D. Luis María Anson’, que es la mejor forma de reconocer el éxito del Sr. Anson logrando que la revista de Prensa Española vuelva a ser algo relevante.

Si merece más comentario que D. José Ortega Spottorno se ofenda por que el Sr. Anson dijera que Manuel Fraga controlaba el futuro diario EL PAÍS – que nacería tan sólo unos meses después, en mayo de 1976 – y asegure que el Sr. Fraga sólo tiene 2 acciones de 1.500. Un argumento que ofende a la inteligencia, pues para controlar una mayoría accionarial lo importante no es cuantas acciones tienes a tu nombre, sino cuantas controles. El grupo de accionistas ‘fraguistas’ en aquel momento no era el mayoritario si se refiere a que no contaba con la mayoría absoluta, pero era la minoría más mayoritaria controlada por D. Carlos Mendo y D. Manuel Milian Mestre. Aunque tampoco es menos cierto que no mantendría durante mucho tiempo esa posición.

J. F. Lamata