17 octubre 2009

Críticas a la agencia EFE por difundir los datos de Lince de que sólo hubo 55.000 personas

Manifestación masiva contra la nueva Ley del aborto (Ley Aído) apoyada por la Iglesia y algunos sectores del PP

Hechos

El 17.10.2009 se celebró en Madrid una manifestación en defensa de la Vida.

Lecturas

PROGRAMA ‘ALTO Y CLARO’ (TELEMADRID) – Dña. Curri Valenzuela y Dña. Isabel San Sebastián (una de las convocantes de la mani) hablan del tema y critican a la agencia EFE.

13 Octubre 2009

Protesta calculada

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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La manifestación contra el aborto evidencia el oportunismo del PP y de la cúpula episcopal

El próximo sábado, Madrid será de nuevo el escenario de una manifestación que se prevé masiva, protagonizada por los sectores más conservadores. Esta vez, bajo el lema de Cada vida importa, protestan contra la reforma de la ley del aborto. Cuarenta asociaciones provida son las convocantes y el Partido Popular y la Conferencia Episcopal han aplaudido públicamente la iniciativa.

La reforma homologa nuestra legislación a la del resto de Europa y aporta mayores garantías jurídicas tanto a las mujeres como a los médicos que practican la interrupción voluntaria del embarazo. Desde ese punto de vista resulta sorprendente que el PP y la Conferencia Episcopal sólo reaccionen cuando un Gobierno socialista establece la ley o trata de reformarla. Mantenerla en sus términos, como hizo el Ejecutivo de José María Aznar durante ocho años o el propio Rodríguez Zapatero durante su primera legislatura, no resulta motivo de escándalo. Así que es difícil creer al portavoz de los obispos, Juan Antonio Martínez Camino, cuando asegura que los prelados no actúan con cálculos de oportunidad política. Su actitud, como la del PP, suscita la sospecha de que irrita más recordar que hay una ley que permite el aborto voluntario (en este caso para reformarla) que la misma existencia de la norma.

Las argumentaciones en contra de la ley se centran, oficialmente, en la novedad de permitir a las jóvenes de 16 y 17 años a que aborten sin el permiso de sus padres. Esa misma derecha que prepara su viaje a Madrid sabe que la mayoría de los padres apoya a sus hijas a la hora de tomar una decisión tan traumática; pero sabe también que el problema de la norma actual es que aboca a algunas jóvenes al aborto clandestino y, por tanto, peligroso para su salud y su vida.

Pero también resulta poco creíble que éste sea el principal escollo moral para los convocantes. Ni su lema ni sus argumentos se concentran en él. Atacan el principio general de la posibilidad de abortar en las primeras semanas de embarazo con gruesas afirmaciones. «Un pueblo que mata a sus hijos es un pueblo sin futuro», ha dicho la Conferencia Episcopal Española. Y resulta inexplicable que los propios obispos, una vez arrojada una piedra de tal calibre, escondan la mano. Han decidido no echarse a la calle junto a los manifestantes a los que animan. Sí se manifestaron contra la ley de matrimonio homosexual, que les debe parecer más reprobable. En esta protesta tampoco estarán los principales dirigentes del PP, partido que apoya la marcha, pero, atención, no oficialmente.

La interrupción voluntaria del embarazo es un derecho de las mujeres, pero también comporta una decisión traumática a evitar con una buena educación sexual. La hipocresía y el oportunismo que exhiben algunos dirigentes políticos y sociales no ayuda a afrontar la realidad social y a establecer un debate serio y profundo sobre sus problemas.

16 Octubre 2009

La multitud y las mentiras

Ignacio Escolar

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Los organizadores de la marcha contra el aborto miraron en el fondo de una taza de café y gracias a los posos descubrieron que había dos millones de manifestantes. La Comunidad de Madrid mojó un dedo en saliva, lo levantó al aire, y así supo que en realidad eran 1,2 millones. La Policía frunció el ceño y dijo que no, que cómo te pasas, y después de calcular la posición de Marte en el cielo dijo que 250.000. También hubo alguien que se molestó en contar personas: sumaron 55.316.

55.316 no son pocos manifestantes, pero sí es un dato realista para un recorrido donde sólo caben dos millones de asistentes si en cada metro cuadrado metes a 41 personas (no intente hacerlo en casa). La cifra la ha calculado Lynce, una empresa especializada en medir aglomeraciones, por encargo de la agencia EFE. El método no es nada arcano: consiste en hacer fotos en alta resolución y después sumar el número de cabezas con un programa informático. Su cuenta tiene un margen de error del 15% y coincide con la de otros especialistas, los del blog El Manifestómetro, que lleva años dejando en evidencia la increíble distancia entre los deseos de los organizadores y la realidad. El sábado, según el Manifestómetro, salieron a la calle entre 48.530 y 72.795 antiabortistas.

No es la primera vez que Lynce mide una manifestación del siglo. También lo hicieron, por ejemplo, con el último desfile del Orgullo Gay en Madrid, y ese día calcularon que había 58.171 personas, a pesar de que la organización del evento presumía de millón y medio. En aquella ocasión, TELEMADRID dedicó a Lynce un amplio reportaje en sus informativos. Dudo que ahora repitan.

Ignacio Escolar

19 Octubre 2009

Un aborto de manifestación

Manuel Saco

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Dos días intensos mareando la perdiz sobre la manifestación contra el aborto de Zapatero (¡qué bonito me ha quedado!: ¡el aborto de Zapatero!), promovida, digo provida, una vez más, por la extrema derecha española.

Vengo de coche escoba para hacer una puntualización: en realidad no era una, sino varias las manifestaciones que se encontraron en el mismo punto a la misma hora, y curiosamente, no todas coincidentes. Los curas, las monjas y las beatas con sus beatos maridos, todos ellos con nulo riesgo de embarazo, acudieron a protestar contra toda ley del aborto, sea cual sea, incluida la que no abolió ningún gobierno de Aznar. El mismo cínico que en el año 2000 aprobó la píldora abortiva, RU-486, para facilitar un poco más el aborto.

Coincidieron allí miles de niños y niñas, menores de edad obligados por sus papás a acudir a la manifestación. Sobre todo, muchas niñas de 16 años que al parecer tienen la madurez suficiente para comprender necedades como que su dios fabrica almitas tan pronto se forma el cigoto, pero que son absolutamente inmaduras para decidir si pueden abortar un feto no deseado.

Curiosamente, también se encontraban los pro abortistas, o sea, los más de cincuenta diputados del PP que jamás hicieron la menor intención de derogar la anterior ley, pero que están muy preocupados por las trituradoras de fetos que Ana Botella contempló en una visión celestial; y, sobre todo, preocupados porque sus niñas tengan la misma posibilidad de abortar que de follar, sin permiso paterno. Están a favor del aborto de sus hijas siempre y cuando la niñas lo adviertan de antemano: “Papá, mamá, no me esperéis para comer que hoy tengo un aborto”.

Quizá también estaban camuflados entre la muchedumbre de apenas 60.000 personas y millones de almas, los guardias civiles presuntos delincuentes que, como acaba de asegurar el juez, inventaron pruebas contra la clínica Isadora, arremolinados en torno a la mejor pancarta del día, por un pijo impecablemente elegante: “Si mis padres hubieran abortado yo no estaría aquí”.

¡Y nadie se dio cuenta de que era un infiltrado haciendo pura apología del aborto

18 Octubre 2009

El ciego o el sordo ante silbidos, abucheos y gritos

Ángel Expósito (Director)

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Debe de ser muy complicado para un político o para quien ostente cualquier responsabilidad pública medir la importancia de una pitada. Ni que decir tiene que ha de resultar mucho más difícil calibrar la gravedad de una protesta en plena calle, montada a base de abucheos. Pero diferenciar entre un clamor y unos meros gritos de una manifestación es el colmo.
De entrada, uno mide esas voces, los silbidos y los abucheos en función de si van a en contra o a favor. Así, resultarán ser un simple rito o un apoyo explícito, respectivamente. En menos de una semana se han vivido pitidos, protestas airadas y auténtico griterío, como los de hoy mismo en Madrid.
Más allá de la valoración en decibelios o en el número de vociferantes ciudadanos, el afectado debería plantearse si algo pasa. No sólo es ultraderecha. También es el votante de Alcorcón con hijas de 16 años y que vota PSOE, como ya dijo Leguina. No hay mayor ciego que el no quiere ver, ni mayor sordo que quien no quiere oír.

19 Octubre 2009

'Gran Consenso Social' sobre el aborto

Juan Manuel de Prada

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La manifestación en defensa de la vida que el sábado abarrotó las calles de Madrid no fue promovida ni auspiciada por ningún partido político. Fue, de hecho, una expresión de vitalidad jubilosa de una parte nada exigua de la sociedad que antepone convicciones de orden superior sobre las diversas posturas ideológicas en liza; y que aspira, antes que a influir sobre tal o cual partido, a promover una transformación social que devuelva la salud a nuestra época. Quienes asistieran a la manifestación pudieron comprobar que allí no se congregaban «partidarios», sino gente que anhela el despertar de ese meollo de humanidad, previo a cualquier disputa ideológica, que nos permite abrazar y acoger a toda vida gestante que llama a las puertas de la gran familia humana. Que esa manifestación se caracterizase, además, por su entusiasmo juvenil, por la llamativa presencia de millares de jóvenes y adolescentes que proclamaban sin rebozo su adhesión a la vida nos reconforta y alienta a quienes hemos empeñado nuestro esfuerzo en la lucha contra el aborto. Sabemos que otros tendrán que recoger nuestro testigo, porque la empresa de transformación social que promovemos no se completará de la noche a la mañana, sino que requerirá el concurso de varias generaciones. Y en la manifestación del sábado pudimos comprobar que la entrega del testigo está asegurada.
Como nuestro afán no es «partidario», quienes nos declaramos contrarios al aborto creemos que la gente puede cambiar; creemos que nuestro testimonio puede convencer a los tibios, a los conniventes, a los estólidos; creemos que quienes hasta ayer mismo han amparado el aborto por sinrazones de conveniencia política o por anestesia de las convicciones pueden mañana albergar ese «cambio de mente» que facilite una transformación social. Por eso, la presencia en la manifestación del sábado de representantes políticos de la derecha no podía interpretarse sino como un signo esperanzador. Durante los ocho años que permanecieron en el Gobierno, no movieron un solo dedo por promover ese «cambio de mente»; más bien al contrario, permitieron que ley vigente se convirtiera en un coladero fraudulento que, por la vía de hecho, consagraba el «aborto libre», además de financiar con dinero público a diversas organizaciones abortistas. Pero lo que hicieran en el pasado no importa tanto como lo que puedan empezar a hacer en el futuro; y su presencia en la manifestación parecía augurar que estaban dispuestos a reparar los daños causados.
Pero me ha bastado escuchar unas declaraciones de la señora Cospedal para entender que tal disposición no existe; o que, al menos, no existe en algunos de los políticos que ayer se sumaron a la manifestación. Cospedal dijo que estaba allí para mostrar su oposición a la ley promovida por el Gobierno, que tildó de innecesaria puesto que la vigente «tiene un gran consenso social». Al escucharla, se me han revuelto las tripas; porque lo que la manifestación del sábado demostraba, precisamente, era que tal «consenso social» no existe, o dicho con mayor exactitud: que ningún «consenso social» puede legitimar el aborto, porque «cada vida importa», porque arrojar vidas gestantes al cubo de la basura no es algo que pueda decretarse mediante «consenso social». Un consenso que, por lo demás, jamás podrá producirse: pues aunque existiera una sociedad tan degradada como para «consensuar» tal injusticia, las vidas gestantes arrojadas al cubo de la basura jamás participarán de ese sórdido consenso. Las obscenas declaraciones de Cospedal nos demuestran, en fin, que la transformación social que promovemos quienes defendemos la vida no puede contar con esa patulea de hipócritas redomados que anida en la política; la próxima vez que nos los encontremos en una manifestación tendremos que echarlos a patadas. Consensuadamente, pero a patadas.

19 Octubre 2009

Dos tipos de abortistas

Federico Jiménez Losantos

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No espero que ZP y su prepóstera ministra de la igualdad sectaria tengan en cuenta al millón de personas que el sábado se manifestó en Madrid contra la ampliación de la Ley del Aborto. El Partido Socialista se ha apuntado a lo de siempre, que es culpar de todo al Partido Popular. Y es cierta la contradiccion del PP y de su base social, cuyos dos grupos -el antiabortista en cualquier caso, y el contrario a esta ampliación, no a la despenalización anterior- coincidieron en la calle. Pero es la misma contradicción de la base electoral del PSOE. En la derecha existen dos tendencias paralelas, no pocas veces convergentes, muy visibles en la manifestación, coreografía y mensajes del sábado, así como en las presencias implícitas y explícitas. En la presencia de los políticos de referencia del PP -Aznar, Aguirre, San Gil, Mayor- tanto como en la ausencia de sus líderes de circunstancia: Rajoy, Arenas, Camps, Gallardón. La aparición a última hora de Cospedal cabe entenderla, convicciones personales aparte, como la constatación de un hecho: la supervivencia del PP pasa por no perder a los militantes y votantes de las dos facciones convergentes el sábado.

En algo tienen razón Blanco y la ministra del crédito impagable: el PP no cambió la Ley del Aborto del PSOE cuando gobernó. ¿Puede Aznar -oAguirre, o Mayor- protestar ahora? A mi juicio, sí. En el Gobierno, no pudo, y cuando pudo no quiso romper uno de los consensos más difíciles de la Transición: el de la despenalización de ciertos supuestos de aborto, aceptados por la mayoría de votantes del PP y la gran mayoría de votantes del PSOE. Que el tercer supuesto -la salud psíquica de la madre- era ya un coladero de infanticidios, está claro. Que el PSOE aprovechó el fallo para dinamitar cualquier consenso, también. Para los contrarios al aborto en cualquier circunstancia, y son coherentes, tan responsable es el PSOE como el PP. Sin embargo, una gran parte de la derecha acepta algunos casos de despenalización, nunca convertir el aborto, químico o clínico, en el anticonceptivo normal de adolescentes sin responsabilidad, padres privados de ella y un Gobierno que se la atribuye en exclusiva. Las dos derechas, la que aceptaba la despenalización anterior y la que no acepta ninguna, estaban en la manifestación. Y una de las dos izquierdas podría haber estado. Pero ZP, diosecillo menor cuanto soberbio, nunca oye lo que no quiere oír.

18 Octubre 2009

Amnesia antiabortista

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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El PP, que renunció a derogar la ley, ha jaleado la protesta de Madrid con el pretexto de su reforma

Decenas de miles de ciudadanos se echaron ayer a la calle para protestar contra la reforma de la ley del aborto. Las 42 asociaciones convocantes exhibieron músculo en Madrid al lograr una notable movilización, a la que, tras jalearla, a última hora se apuntó una representación del Partido Popular más importante de la anunciada.

La protesta evidenció una vez más que en este país sigue habiendo un porcentaje no desdeñable de ciudadanos que rechaza sin paliativos la interrupción voluntaria del embarazo, y que están dispuestos a salir a la calle para defender sus convicciones e intentar que el debate sobre el aborto regrese cada cierto tiempo a la casilla de salida, exigiendo en el fondo la abolición de la ley en vigor. La justificación de la protesta era que, desde el punto de vista de los organizadores, la reforma legal en curso facilita el aborto al consagrarlo como un derecho, además de autorizar a las jóvenes de 16 y 17 años a interrumpir el embarazo sin permiso paterno. Pero la modificación de la ley no es sino un pretexto, pues las entidades convocantes no ocultan que su objetivo último es la derogación de la ley en vigor para que el aborto sea, como hasta hace un cuarto de siglo, una actividad proscrita, y por tanto clandestina.

Por eso llama la atención la masiva presencia en la marcha de dirigentes del PP, que durante ocho años rigieron el destino del país sin que jamás plantearan una reforma legal de este calado. De tamaño ejercicio de amnesia participaron ayer el ex presidente José María Aznar, los ex ministros Jaime Mayor Oreja y Esperanza Aguirre y la ex subsecretaria de Interior María Dolores de Cospedal, cuya presencia en la manifestación, en su condición de secretaria general del PP, constituye un claro guiño de Mariano Rajoy al segmento más ultraconservador de su electorado. Pero la experiencia demuestra que el furor antiabortista de los populares será pasajero: la pasada legislatura los populares se manifestaron contra la ley que autoriza los matrimonios homosexuales y la impugnaron ante el Tribunal Constitucional, pero en la campaña, para no espantar al electorado de centro, Rajoy descartó derogarla.

La reforma que el Congreso debatirá en breve homologa nuestra legislación con la de buena parte de las democracias de nuestro entorno, y aporta garantías jurídicas a la mujer para que decida libremente sobre su maternidad. La actual despenalización, y en particular el supuesto del «riesgo psicológico» para la madre, ha permitido sin duda algunos excesos. Pero también ha dado pie a montajes tan bochornosos como el urdido por varios guardias civiles contra la clínica Isadora de Madrid, que culminó con la identificación y persecución de las mujeres que se habían sometido a la interrupción voluntaria del embarazo en ese centro privado. Ha sido, como concluye el juez al archivar la causa, una persecución «inquisitorial» con fines «publicitarios e intimidatorios». Porque la actual normativa deja la puerta abierta a la criminalización de las mujeres; algo que debe terminar cuanto antes.