8 febrero 2015

Manuel Jabois asegura en EL MUNDO que Esperanza Aguirre obligo como Presidenta de Madrid a uno de sus consejeros a «arrodillarse» ante ella y esta lo desmiente

Hechos

  • El 28.10.2014 D. Manuel Jabois publica el artículo «El gobierno de los mejores».
  • El 8.02.2015 Dña. Esperanza Aguirre acusó al periodista de mentir en ese artículo en una entrevista para el programa ‘Salvados’ de La Sexta.

Lecturas

El 28.10.2015 en el periódico EL MUNDO el periodista D. Manuel Jabois Sueiro publica el artículo «El gobierno de los mejores» en el que acusa a Dña. Esperanza Aguirre de haber obligado como presidenta de la Comunidad de Madrid a un consejero a arrodillarse ante ella.

En una entrevista a Dña. Esperanza Aguirre Gil de Biedma en La Sexta de Atresmedia emitida el 7 de febrero de 2015 su entrevistador D. Jordi Évole Requena, le preguntó por el artículo y la Sra. Aguirre acusó a la entrevistadora de mentir.

El Sr. Jabois Sueiro en sendas entrevistas en Onda Cero y en ‘Más Vale Tarde’ emitidas el 8 de febrero de 2015 se ratificó en su información pero sin aportar información ni prueba nueva.

28 Octubre 2014

El gobierno de los mejores

Manuel Jabois

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UNA mañana a Esperanza Aguirre, enterada de la metedura de pata de uno de sus consejeros, le cambió la cara. Ordenó que le trajesen ante ella a aquel amigo suyo desde muchos años atrás, y nada más verlo montó en cólera lanzando insultos mientras el político, abrumado, pedía perdón. Los testigos no se escandalizaron: era el modo con el que Aguirre se dirigía a sus subordinados cuando perdía los nervios. Hasta que de repente gritó al consejero que lo que tenía que hacer era arrodillarse. Lo repitió una y otra vez, dicen testigos del momento, hasta que el hombre terminó por ponerse de rodillas para obtener el perdón de la lideresa. El consejero no repitió con ella y tiempo después Aguirre dejó la primera línea de la política. «Esto no tiene vuelta atrás: es el Rubicón». Al día siguiente hizo lo que ni Julio César: cruzarlo otra vez.

Su prestigio en la derecha, tan puntillosa con las cosas de la autoridad, no mermó con su incidente de tráfico, convertida en una romántica forajida que denunciaba con su huida la dictadura de la ley. Nada más saber lo ocurrido, el presidente Rajoy, con ese gesto de incredulidad que está obligado a hacer tantas veces que parece de serie, exclamó: «Pero a qué madrileño se le ocurre parar su coche en Gran Vía para sacar dinero». Rajoy estaba ante gente que no sabía, como él, si reír o llorar, aunque se inclinaban por lo primero. Porque se le había ocurrido a una mujer que ocupaba puestos de responsabilidad pública desde hace más de treinta años, casi el mismo tiempo que llevan los cajeros automáticos en Madrid.

Aguirre fue un fenómeno sociológico en la Comunidad. Ni siquiera necesitó como Gallardón un funcionario que avisase por los pasillos de su paso para que nadie se cruzase con ella, porque es su propia vocera y si algo la distingue son los reflejos, la suspicacia, el control de los subordinados y una forma de mentir que causa sensación por la extravagante sonrisa que utiliza al hacerlo, como si a su propio cerebro, asombrado, le costase aceptar sus órdenes. Como primera liberal de España intervino a tumba abierta en todos los instrumentos públicos que tuvo a mano para satisfacer caprichos. Como primera perseguidora de la corrupción le han acabado saliendo consejeros y alcaldes a los que la ausencia de un cohecho parece una mancha en su carrera. Como cazadora de talentos, el oficio al que se dedicó al retirarse del poder, su linkedin es a estas horas lo más parecido a un museo de cera. Si cae no será por sus defectos sino por sus virtudes, como le pasa a los que no distinguen unos de otras.

Esta semana reclamó los focos para entonar un mea culpa por el nombramiento de Granados. Lleva tanto tiempo haciendo lo contrario de lo que proclama que un día va a perder la cabeza y acertará, y aún será peor. Pidió perdón, si bien sin arrodillarse, y anunció otra vez que su partido volverá a ser limpio de inmediato, una sensación de frescura que dura tres semanas. Sólo animales políticos invertebrados como ella y Rajoy (que dice no conocer a nadie al punto de que si el juez le pone delante un espejo es capaz de saludarse) pueden sostener con vida unas siglas en las que el llamado mejor ministro de Economía de la democracia no sabe lo que tiene que declarar a Hacienda y el presidente de la primera caja pública, después de decir que no sabe de contabilidad, le pide al juez que le haga el favor de reunir la fianza. Si esto es lo que dicen públicamente cómo no van a pinchar teléfonos los espías del NSA, aunque sólo sea por el espectáculo.