La Hemeroteca del Buitre

En defensa de la Academia de TV – 2-02-2002

La pomposamente autodenominada Academia de Televisión engarza con el gusto renacentista de agrupar, para la defensa de las artes y los oficios, a quienes no caben en los gremios clásicos. Aquí tuvo un mal inicio: sin rigor, y, como corresponde al personaje, con un claro sentido instrumental, Rafael Ansón la propició como herramienta para el alquiler y venta de influencias. Algunos veteranos del oficio audiovisual declinamos el ‘honor’ de incorporarnos como ‘fundadores’ a tal invento. Las cosas han ido cambiando y la Academia, al tiempo que se alejaba de la megalomanía servil, se ha ido aproximando a la realidad del trabajo multidisciplinar del medio. Va camino de ser lo que debe: un lugar de encuentro y estímulo para profesionales, un rincón para la reflexión y un altavoz para las inquietudes colectivas de un sector difícil y con tendencia a la esquizofrenia que genera la competencia desleal – y tolerada – entre lo público y lo privado.