7 agosto 1966

Aumenta el poder de los Guardias Rojos y Lin Piao

Mao y el ‘ala dura’ del PC chino inician ‘la Revolución Cultural’ para frenar el aperturismo económico de Liu Shaoqi y Deng Xiaoping

Hechos

En agosto de 1966 los Guardias Rojos proclamaron la ‘Revolución Cultural’ en la República Popular China

Lecturas

Con su ‘gran revolución cultural proletaria’ de 1965-1969, Mao Zedong pretendía recuperar el poder que se le había escapado de las manos tras el fracaso del movimiento de las comunas populares. Sus principales aliados fueron el ejército comandado por Lin Piao [Lin Biao] y la juventud.

En 1959 Mao se vio forzado a traspasar el cargo de presidente del Estado a Liu Shaoki, conservando sólo la presidencia del partido. Como ideólogo de la revolución, se opuso a aquellos que le criticaban desde dentro del partido, entre ellos el secretario general del Partido Comunista Chino, Deng Xiaoping y que intentaban modificar los factores productivos, es decir modernizar la arruinada economía e impulsar su desarrollo. Por el contrario, el interés de Mao se centraba en modificar las condiciones de producción.

Su credo era el de que sólo las ‘masas revolucionarias’ pueden ser los soportes del progreso social. El líder comunista confiaban en poder neutralizar a sus detractores sin que fuera necesario un enfrentamiento directo con el aparato del partido, sino mediante la movilización del pueblo. Con el respaldo de su esposa, Jiang Qing y del ministro de Defensa, Lin Piao, que fue su compañero de lucha en los tiempos de la Larga Marcha, Mao inició la ‘gran revolución cultural proletaria’ entre 1965 y 1966. En este último año cerraron las escuelas y universidades del país y se formaron grupos de ‘guardias rojos’. Fieles a las palabras de Mao Zedong, se lanzaron a la lucha contra las ideas de Confuncio y los últimos vestigios del pensamiento burgués-capitalistas, destruyeron monumentos de la antigua cultura china y obligaron a los enemigos reales o supuestos de Mao a desfilar por las calles con sombreros denigrantes y letreros injuriosos.

Cientos de miles de dirigentes, entre ellos Deng Xiaoping, perdieron sus cargos en el partido. Un gran número de personas fueron víctimas de las acciones revolucionarias de los guardias rojos. La campaña de limpieza estuvo acompañado por un grandioso culto al líder nunca visto antes. El Libro Rojo elaborado por Lin Piao a partir de las obras de Mao y difundido primeramente en el ejército, se convirtió en la única verdad absoluta para los seguidores de Mao. Las fábricas y los edificios estaban adornados con citas de la biblia de Mao, y su retrato era omnipresente en todos los pueblos y ciudades. Las consecuencias de esta revolución cultural fueron desastroasas: la economía del país se hundió y el aparato del Estado y del partido quedaron aniquilados; el único guía siguió siendo Mao Zedong, el gran presidente y Jefe del Estado.

El ejército de liberación popular puso fin a esta situación con el consentimiento de Mao. La razón para terminar la Revolución Cultural fue la agravación del conflicto con la Unión Soviética. Desde que las tropas del Pacto de Varsovia entraron en Checoslovaquia en 1968. Mao temía un ataque soviético. En abril de 1969 la IX Asamblea General del Partido Comunista Chino declaró oficialmente terminada la Revolución Cultural, y legalizó a posteriori muchas de sus realizaciones. Finalmente los vencedores fueron el ala izquierda del partido de Lin Piao, designado sucesor de Mao.