12 mayo 1959

Mao seguirá siendo presidente del Partido Comunista Chino, aunque delegará parte de los poderes que, como dictador, había mantenido desde 1949

La crisis económica en China obligan a Mao Zedong a ceder la presidencia de la República a Liu Shaoqi [Liu Chao Chi]

Hechos

En abril de 1959 Mao Zedong abandonó la presidencia de la República Popular China.

12 Mayo 1959

Los rumbos de la China comunista

Manuel Jiménez de Parga

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Cuando en el mes de diciembre se supo que Mao Tse Tung había renunciado a la presencia de la República Popular China, los especialistas en cuestiones asiáticas emitieron opiniones muy distintas sobre los motivos y la trascendencia de la decisión. Para el editorialista de la ‘New York Herald Tribune’ por ejemplo, la renuncia de Mao suponía una primera e importante reducción de su poder efectivo. Para Jean Jacques Chouet, en cambio – Tribune de Geneve, 17 de diciembre de 1958 – la decisión del jefe comunista carecía de significación política profunda. Pero todos los comentaristas – europeos y norteamericanos – coincidieron al señalar los posibles sucesores: el mariscal Chu Teh y el teórico Liu Chao Chi aparecieron desde el primer momento como favoritos.

No debe extrañar, por tanto, la designación de Liu.

En el mes de diciembre se dijo también que el nombramiento de Chu Teh debía interpretarse como un signo de continuidad y que si Liu Chao Chi era elegido, teníamos que pensar a la inversa, que el comunismo chino daba un giro importante en su orientación política.

¿Ocurrirá acaso esto último? ¿Nos encontraremos ante una nueva etapa de la vida política china?

Después de la reciente elección de Liu, un conocedor tan directo de las monocracias marxistas como François Feyto asegura – France Observateur, 30 de abril – que se ha inaugurado esa nueva fase de la evolución política de China. La separación entre la jefatura del Estado y la jefatura del partido es importante. El presidente de la República Popular China, en contraste con lo que sucede en otros países comunistas, tiene prerrogativas y responsabilidades reales. Mao y Liu por ello formarán a partir de ahora una verdadera diarquía.

Pero las diarquías, como los triunviratos suelen ser gobiernos de transición para beneficiar – tarde o temprano – a uno sólo. El enigma que se cierne sobre China es averiguar el futuro nombre omnipotente.

Algunos sospechan ya – Neus Zurcher Zeitung, 28 de abril – que Liu asumirá un día la jefatura del partido con lo que reemplazará al viejo y gastado Mao. Otros – Daily Telegrahp – no olvidan a un tercero influyente: el primer ministro Chou Enlai. Pero la autocracia de Chou [Chu] es – por el momento – menos probable. Algunos rasgos de la personalidad de Liu pudieran darle la razón en cambio al periódico suizo.

Liu llega al supremo poder del Estado con una formación esencialmente moscovita. En la URSS ha estudiado en varias ocasiones de 1921 a 1923 y de 1925 a 1931. Su marxismo está apoyado en Lenin y en Stalin. Mao por el contrario, era un presidente comunista de corte oriental. Nunca fue, como ahora se dice de su sucesor, más marxista que chino.

Liu adquirió su fama como agitador del mundo obrero. Desde el año 1922 es líder de mineros y trabajadores urbanos. Mao se especializó en las revoluciones campesinas.

Liu es, con Mao, el gran teórico del comunismo chino. La Constitución de 1954 encuentra en él su intérprete oficial. Las obras de Liu se estudian con devoción en las escuelas chinas. He aquí algunos títulos: “Sobre el partido”, “Como ser un buen comunista”, “En torno a las luchas intestinas del partido” e “Internacionalismo y comunismo”.

Liu cuenta al parecer con el apoyo de los jóvenes. Es el hombre que más recuerda hoy a Stalin en el mundo comunista.

¿Y no enseñó bien Stalin los caminos que llevan a la autocracia absoluta?

Como Stalin, desde luego, Liu Chao Chi es un doctrinario inflexible que no confía en las concesiones a la opinión pública. Hace ahora un año, en la segunda sesión del VIII Congreso del Partido Comunista chino – celebrado en Pekin del 5 al 23 de mayo de 1958 – Liu hizo el informe de la labor realizada por el Comité Central. El momento político de la República Popular era especialmente delicado. Cualquier intervención en el Congreso resultaba arriesgada. La campaña de las ‘cien flores’ de Mao Tse Tung había provocado críticas muy violentas al partido. Por un lado de los oradores no podían censurar abiertamente al ‘padre de la patria’; pero por otro tampoco les era posible silenciar el corolario poco grato para los comunistas del discurso de Mao del 27 de febrero de 1957 al que anunció la liberación.

Liu salvó el escollo con habilidad. No se pronuncia contra Mao. Cien flores deben brotar y cien escuelas coexistir, pero siempre que se distinga – aclara Liu – entre ‘flores perfumadas y hierbas venenosas’. Los llamados reaccionarios derechistas, es decir, todos los que en el segundo trimestre de 1957 se atrevieron a formular juicios no del todo favorables sobre la situación política, quedan incluidos por Liu en el grupo de las hierbas venenosas. Y como tales pide que sean tratados.

El intento de abrir un poco la mano de dejar que se formara una cierta oposición dentro del régimen, se liquida en China definitivamente.

Liu recuerda una vez más en el Congreso su punto de vista estaliniano d cerrar apretadamente las filas del partido. Nada de ensayos de liberalización. ‘Gracias – dijo – a un refuerzo en la solidaridad interior de los seiscientos millones de chinos y a la unidad internacional con todos los países del campo socialista dirigidos por la Unión Soviética, nuestra causa alcanzará la victoria’.

Este es el programa que ha favorecido la elección presidencial de Liu Chao Chi. De él se desprende que – desgraciadamente – las cien flores se marchitaron y las cien escuelas de la presunta libertad se han clausurado.

Manuel Jiménez de Parga